OPINI脫N de Bruno Peron Loureiro.-
Los gestores de la cosa p煤blica hablan de desarrollo, los empresarios sugieren la modernizaci贸n, los economistas predican el crecimiento, los progresistas narran los encantos de la urbanizaci贸n. Todos estos grupos creen en los supuestamente elevados fines de los ideales que sustentan. Mientras tanto, pocos admiten que se desfiguran los elementos que se dirigen a las mayor铆as y que tienen el prop贸sito de llevarles coherencia e integridad.
Los agentes que hab铆an orientado a la sociedad gradualmente se tambalean por la incapacidad de orientar a las generaciones que crecen en un medio digital, extraurbano y superabundante. Existen nuevos actores, que disfrazada e ileg铆timamente intentan tomar la posici贸n de patrones del orden p煤blico, pero que luego se desenmascaran como incompetentes y oportunistas.
El m谩s envolvente e influyente de ellos es la televisi贸n. Este medio condiciona, entre otros aspectos los negocios y el turismo. Cuando se graba una telenovela fuera de los estudios, el escenario tiene un motivo para atraer visitantes porque fue escogido por una emisora de televisi贸n. El punto de referencia pasa a ser lo que sus presentadores, actores o directores opinen sobre el mundo. Otro aspecto del condicionamiento de la televisi贸n –para citar un ejemplo- es que el periodista B贸ris Cas贸i ha conducido un tipo sospechoso de periodismo de opini贸n.
No escapa a la perdida de la orientaci贸n el patr贸n repetitivo de urbanizaci贸n en el Brasil, en el cual el desarrollo es un dogma que f谩cil e irrevocablemente des-ruraliza a la poblaci贸n. Todo proceso desvirtuador de nuestra especie y de otras redunda en desarrollo. 脡ste es un concepto fascinador que inspira a los grupos dirigentes y sofoca a las mayor铆as con promesas tan desarrollistas como embusteras.
El mayor indicio de extraurbanidad es la oferta multiplicadora de servicios en los centros ciudadanos que se desorganizan por la obsesi贸n de mercader铆as, griter铆as y suciedad, la inseguridad y los tropiezos de los que siguen los gritos publicitarios. No demoran mucho los consumidores en darse cuenta que no podr谩n pagar por la voracidad de su deseo consumista, aunque las empresas de cr茅dito ofrezcan su ayuda. A prop贸sito, muchas de estas empresas se especializan en aumentar la desesperaci贸n de los consumidores.
¿Qui茅n garantiza una orientaci贸n en situaciones en las que se pierden las referencias al inter茅s p煤blico y se reitera un modelo de sociedad en la que siempre gana aquel que saca ventaja? La reproducci贸n de esta pr谩ctica en Brasil se hace sin que muchos se opongan a la desorientaci贸n, ni reconduzcan el proceso educativo. El acto de formar colas expone a este tipo de enfermedad. Otro es la costumbre del brasilero de no gustar de ser corregido cuanto est谩 equivocado.
Todav铆a, el factor m谩s preocupante del ciclo de desfiguraci贸n de los elementos orientadores, es la falta de atenci贸n hacia los ni帽os y j贸venes. Ambos grupos etarios y sociales confunden entretenimiento con informaci贸n, o el ocio con la educaci贸n.
Por esta raz贸n, jugadores de f煤tbol como Ronaldo o Neymar, influyen en los cortes de cabello y se tornan en referencias educativas de personas que los reciben como pr贸ceres a trav茅s de los medios de comunicaci贸n. El h茅roe marca el gol de la victoria y garantiza la fiesta de los hinchas.
Por un lado el 铆ndice de audiencia perpetua (Big Brother Brasil) sacrifica otros programas televisivos. Por otro, la televisi贸n, aunque m谩s no sea por el tiempo de consumo diario, ha sustituido la tarea educativa de la familia, la escuela y las instituciones religiosas. El Estado queda sin saber si los medios de comunicaci贸n son sus enemigos o si debe mejorar su relaci贸n con ellos en esta era digital.
El mayor desaf铆o de este siglo en Brasil y en los otros pa铆ses explotados por la econom铆a mundial es como reorientar a los ni帽os y j贸venes sin que caigan en el enga帽o del crecimiento desenfrenado y del consumo irresponsable. La educaci贸n b谩sica y fundamental es por esta raz贸n el eje fundamental que, o se orienta para corregir los rumbos, o se estanca de una vez el ideal de un mejor pa铆s. Lo que los hombres de bien desean es un pa铆s donde existan mejores condiciones de vida para su pueblo, en vez de un pa铆s para leer ingl茅s.
Es estimulante proponer una revisi贸n de nuestras referencias, o sea de quien nos orienta en el contexto de que el fin del mundo se da a trav茅s de una crisis 茅tica, en lugar de por hundimientos, explosiones o tsunamis catastr贸ficos. Ha sido dif铆cil poder entender el mensaje de los mayas. La imaginaci贸n ser谩 m谩s provechosa si se pone a favor de nuestras reformas.
Los gestores de la cosa p煤blica hablan de desarrollo, los empresarios sugieren la modernizaci贸n, los economistas predican el crecimiento, los progresistas narran los encantos de la urbanizaci贸n. Todos estos grupos creen en los supuestamente elevados fines de los ideales que sustentan. Mientras tanto, pocos admiten que se desfiguran los elementos que se dirigen a las mayor铆as y que tienen el prop贸sito de llevarles coherencia e integridad.
Los agentes que hab铆an orientado a la sociedad gradualmente se tambalean por la incapacidad de orientar a las generaciones que crecen en un medio digital, extraurbano y superabundante. Existen nuevos actores, que disfrazada e ileg铆timamente intentan tomar la posici贸n de patrones del orden p煤blico, pero que luego se desenmascaran como incompetentes y oportunistas.
El m谩s envolvente e influyente de ellos es la televisi贸n. Este medio condiciona, entre otros aspectos los negocios y el turismo. Cuando se graba una telenovela fuera de los estudios, el escenario tiene un motivo para atraer visitantes porque fue escogido por una emisora de televisi贸n. El punto de referencia pasa a ser lo que sus presentadores, actores o directores opinen sobre el mundo. Otro aspecto del condicionamiento de la televisi贸n –para citar un ejemplo- es que el periodista B贸ris Cas贸i ha conducido un tipo sospechoso de periodismo de opini贸n.
No escapa a la perdida de la orientaci贸n el patr贸n repetitivo de urbanizaci贸n en el Brasil, en el cual el desarrollo es un dogma que f谩cil e irrevocablemente des-ruraliza a la poblaci贸n. Todo proceso desvirtuador de nuestra especie y de otras redunda en desarrollo. 脡ste es un concepto fascinador que inspira a los grupos dirigentes y sofoca a las mayor铆as con promesas tan desarrollistas como embusteras.
El mayor indicio de extraurbanidad es la oferta multiplicadora de servicios en los centros ciudadanos que se desorganizan por la obsesi贸n de mercader铆as, griter铆as y suciedad, la inseguridad y los tropiezos de los que siguen los gritos publicitarios. No demoran mucho los consumidores en darse cuenta que no podr谩n pagar por la voracidad de su deseo consumista, aunque las empresas de cr茅dito ofrezcan su ayuda. A prop贸sito, muchas de estas empresas se especializan en aumentar la desesperaci贸n de los consumidores.
¿Qui茅n garantiza una orientaci贸n en situaciones en las que se pierden las referencias al inter茅s p煤blico y se reitera un modelo de sociedad en la que siempre gana aquel que saca ventaja? La reproducci贸n de esta pr谩ctica en Brasil se hace sin que muchos se opongan a la desorientaci贸n, ni reconduzcan el proceso educativo. El acto de formar colas expone a este tipo de enfermedad. Otro es la costumbre del brasilero de no gustar de ser corregido cuanto est谩 equivocado.
Todav铆a, el factor m谩s preocupante del ciclo de desfiguraci贸n de los elementos orientadores, es la falta de atenci贸n hacia los ni帽os y j贸venes. Ambos grupos etarios y sociales confunden entretenimiento con informaci贸n, o el ocio con la educaci贸n.
Por esta raz贸n, jugadores de f煤tbol como Ronaldo o Neymar, influyen en los cortes de cabello y se tornan en referencias educativas de personas que los reciben como pr贸ceres a trav茅s de los medios de comunicaci贸n. El h茅roe marca el gol de la victoria y garantiza la fiesta de los hinchas.
Por un lado el 铆ndice de audiencia perpetua (Big Brother Brasil) sacrifica otros programas televisivos. Por otro, la televisi贸n, aunque m谩s no sea por el tiempo de consumo diario, ha sustituido la tarea educativa de la familia, la escuela y las instituciones religiosas. El Estado queda sin saber si los medios de comunicaci贸n son sus enemigos o si debe mejorar su relaci贸n con ellos en esta era digital.
El mayor desaf铆o de este siglo en Brasil y en los otros pa铆ses explotados por la econom铆a mundial es como reorientar a los ni帽os y j贸venes sin que caigan en el enga帽o del crecimiento desenfrenado y del consumo irresponsable. La educaci贸n b谩sica y fundamental es por esta raz贸n el eje fundamental que, o se orienta para corregir los rumbos, o se estanca de una vez el ideal de un mejor pa铆s. Lo que los hombres de bien desean es un pa铆s donde existan mejores condiciones de vida para su pueblo, en vez de un pa铆s para leer ingl茅s.
Es estimulante proponer una revisi贸n de nuestras referencias, o sea de quien nos orienta en el contexto de que el fin del mundo se da a trav茅s de una crisis 茅tica, en lugar de por hundimientos, explosiones o tsunamis catastr贸ficos. Ha sido dif铆cil poder entender el mensaje de los mayas. La imaginaci贸n ser谩 m谩s provechosa si se pone a favor de nuestras reformas.