OPINIÓN de Joan del Alcàzar. - No entendía tantas expectativas como había levantado el discurso de navidad del Rey. ¿Qué tiene que decir el hombre como novedad, si cuánto más calle es mejor para todos? Desde mi republicanismo deudor de la razón y de los sentimientos, pero imperativamente respetuoso con una institución tan anacrónica cómo alejada de la vida real de la ciudadanía, no se puede más que poner negro sobre blanco que el discurso de Felipe VI fue una serie de errores desde el principio hasta el final. No acertó ni el decorado, ni el tono, ni la forma. En vez de una cierta y tradicional ―pretendida― intimidad familiar en La Zarzuela, eligió un salón imperial ostentoso para dirigirse a una sociedad golpeada por la crisis, con tantas familias sin recursos y con demasiada gente con poco que celebrar. No, no fue una buena elección. El tono fue condescendiente, enumerando cosas que no hace falta sino desarrollar más. Mejorar la sanidad y la educación pública, y reducir la insegurid