OPINIÓN de Jorge Majfud. - Al día siguiente de las elecciones parlamentarias en Estados Unidos un estudiante me preguntó qué cambios importantes veía en el país a partir del histórico triunfo del partido republicano. “Ninguno”, dije. “Sí veo cambios, pero ninguno importante”. Es parte de un patrón histórico. Para empezar, el amplio triunfo del partido opositor en el segundo mandato del presidente no es ninguna novedad. Como todos saben, la política es un asunto de intereses para unos pocos, de ideas para unos más y de puras emociones para los demás. Sobre todo en una campaña electoral, lo que triunfa es el “espíritu de partido”, que es una forma elegante de decir “el espíritu futbolístico”: una vez que alguien toma posición, la verdad pasa a ser apenas un legitimador; lo que importa es vencer. Por otra parte, ¿quién puede confiar plenamente en un político? Muchos de ellos hacen trabajos muy nobles, altruistas y sacrificados, pero por la lógica interna de la democracia representativa,