Harare.- Pasadas dos décadas desde su fundación, los propios creadores de la Organización Mundial del Comercio (OMC), una de las principales abanderadas de la globalización y el neoliberalismo, la han llevado a una crisis existencial. Y esto se da en un momento en el que los campesinos y los pueblos indígenas están visiblemente peor que hace dos décadas: se han visto las caras con el descomunal desgaste y la expropiación forzosa de sus tierras, ríos, océanos y bosques por parte de empresas que se lucran gracias al hambre de los demás. Los mercados campesinos autóctonos y los sistemas de alimentación de varios países se han visto mermados por un comercio internacional que solo busca mercantilizarlo absolutamente todo, incluyendo los alimentos.