OPINIÓN de Diego Nevado Martínez "Los mataderos son lugares sucios y mugrientos. Hay heces de animales en el suelo, ves y hueles tripas, y las paredes están cubiertas de sangre. Y el olor... Te chocas con él como si fuera un muro cuando entras por primera vez y luego permanece en el aire. El olor de los animales moribundos te rodea como vapor". Este es el demoledor testimonio público de una veterinaria que acudía a un matadero. Pronto empezó a sufrir pesadillas por lo que presenciaba en el interior del matadero. "Al final de la línea de sacrificio había un gran hueco que estaba lleno de cientos de cabezas de vacas. Cada una había sido desollada y toda su carne vendible eliminada. Pero todavía tenían sus globos oculares. Cada vez que pasaba por ahí, no podía evitar sentir que tenía cientos de pares de ojos mirándome", dice la veterinaria. Uno de los testimonios más terribles no lo vivió ella, sino un matarife: "Nunca olvidaré cuando, llevando yo algunos meses en