OPINIÓN de Joan del Alcàzar. - En 1994, a poco del levantamiento del hasta entonces desconocido Ejército Zapatista, al mando del subcomandante Marcos, se dio en México una polémica entre dos intelectuales prestigiosos: Octavio Paz y Carlos Fuentes. Tras el sobresalto por la aparición de aquella guerrilla que no quería la guerra, Paz dictaminó que el asunto era un problema que había que circunscribir a Chiapas, el estado en el que se había producido la insurgencia, por su atraso, su abandono y su pobreza; mientras tanto, Fuentes replicó –creo que con toda razón- que el problema no era Chiapas, sino México como país, como Estado, con sus insuficiencias políticas y sociales.