OPINIÓN de Carolina Vásquez Araya.- Los ataques en Estados Unidos contra ciudadanos afroamericanos son parte de todo un sistema moral caduco y peligroso. Amparados en la segunda enmienda constitucional, la cual textualmente reza “Una bien regulada milicia es necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a tener y poseer armas no debe ser violado”, ciudadanos y residentes legales de ese país tienen en su poder cerca de 200 millones de armas de diverso calibre. Pocos son los requisitos para hacerse con una pistola 9mm o un rifle de alto poder. De acuerdo con las afirmaciones del dueño del negocio donde el joven coreano responsable de la matanza de Virginia se apertrechó de armas y municiones, “esto (la tragedia) no hubiera ocurrido si las armas estuvieran permitidas en el campus”. Es decir, el argumento de este experto descansa sobre las bondades de una población totalmente premunida de pertrechos de guerra, capaz de reaccionar a tiros ante cualquier amenaza. E