OPINIÓN de Ana Cuevas Pascual .- Lo que acaba de suceder con el Partido socialista es la crónica de un suicidio anunciado. El PSOE llevaba décadas desprendiéndose de su esencia primigenia. Ocupando, en el diabólico sistema bipartidista, el papel del mal menor. Hace tiempo que emprendió el galope a lomos del Ibex35. Mas no nos engañemos, también Pedro Sánchez compartía esa montura. Pero por lo visto, se niega a espolear con la saña flamenca de una Susana Díaz o el cínico sadismo de un tal Felipe González. No tiene suficiente cuajo para traicionar un partido fundado hace siglo y medio con el propósito de representar la voz de las obreras y obreros españoles. La voz de la izquierda.