OPINIÓN de Esther Vivas. - Y si vistiésemos a las niñas de azul y a los niños de rosa, ¿qué pasaría? ¿Por qué nos obcecamos en resaltar el sexo de nuestros bebés? ¿Es niña o niño? ¿Tan importante es? A los pequeños, por ahora, parece que no les importa. La “obsesión” de la sociedad por identificarnos y asociar a cada uno de los sexos unos patrones determinados de conducta, nos marca desde el minuto 0 de nuestra vida. De hecho, la pregunta más repetida a una embarazada es: ¿Esperas a un niño o a una niña? Y en función de su sexo puede que le regalen un tipo de ropita u otra y complementos de unos colores u otros. También, muy probablemente, las expectativas asociadas a ese nuevo bebé serán distintas. Normativizadas desde el útero materno La sociedad heteropatriarcal, nos otorga una serie de roles y funciones dependiendo de nuestros genitales. Nos normativizan ya desde muy pequeños, yo diría incluso desde el útero materno, construyendo un ideal de masculinidad y feminidad, con una clara