El suicidio del dos veces presidente peruano Alan García, tras su captura policial por el caso Odebrechet, la gigante empresa brasileña que ha sobornado a decenas de gobernantes, rebela la profunda crisis moral que reina en el mundo, empezando por los que delinquen y quienes desde el poder dilatan decisiones y quebrantan la Salud Mental de todos, conduciendo a la muerte como el principio del fin de la vida.