OPINIÓN de Julio Ortega Esto que vemos aquí es la imagen de un torero y en ella se especifican las diferentes partes de su indumentaria. Bien es verdad que el traje del grabado carece de un detalle imprescindible porque forma parte de él del mismo modo que las heces son consustanciales un colector: la sangre. Y es que aunque el matador – otra denominación que recibe este sujeto y que le viene pintiparada - salta limpio a la arena del ruedo, se va empapando con ella durante la faena a la vez que su víctima la va perdiendo por sus pavorosas heridas. El torero se cree un artista, sin embargo no pinta ni compone, su musa sólo engendra tortura. Se piensa un sublime hacedor de cultura, pero en vez de escribir teatro o novelas sus manos le sirven al fin para matar lentamente. Le fascina que le llamen "maestro", y si le califican de "héroe" probablemente llegará al clímax de su envanecimiento, mas las lecciones que imparte contienen demostraciones prácticas de violenci