OPINI脫N de Julio Ortega
Esto que vemos aqu铆 es la imagen de un torero y en ella se especifican las diferentes partes de su indumentaria. Bien es verdad que el traje del grabado carece de un detalle imprescindible porque forma parte de 茅l del mismo modo que las heces son consustanciales un colector: la sangre. Y es que aunque el matador – otra denominaci贸n que recibe este sujeto y que le viene pintiparada - salta limpio a la arena del ruedo, se va empapando con ella durante la faena a la vez que su v铆ctima la va perdiendo por sus pavorosas heridas.
El torero se cree un artista, sin embargo no pinta ni compone, su musa s贸lo engendra tortura. Se piensa un sublime hacedor de cultura, pero en vez de escribir teatro o novelas sus manos le sirven al fin para matar lentamente. Le fascina que le llamen "maestro", y si le califican de "h茅roe" probablemente llegar谩 al cl铆max de su envanecimiento, mas las lecciones que imparte contienen demostraciones pr谩cticas de violencia y su heroicidad consiste en ensa帽arse con una criatura atemorizada y debilitada. Dice respetar y amar al toro, pero ese mismo animal que aparentemente es la ni帽a de sus ojos, saldr谩 arrastrado del ruedo y transformado en un cad谩ver porque 茅l, s铆, 茅l que jura venerarlo, lo habr谩 asesinado derrochando sa帽a y sin ahorrarle un solo instante de sufrimiento.
Su sonrisa suele dibujar un rictus de falsedad, en sus ojos brilla constante un ramalazo de odio, sus palabras se visten con una sobrecogedora carga de cinismo y es un personaje tan hambriento de gloria como 谩vido de dinero, de esos a los que jam谩s les detiene el precio que otros hayan de pagar con tal de conseguir aquello que ans铆an.
¿Inteligencia? posee la justa para encontrar un apoderado que piense por 茅l. ¿Ignorancia? la suficiente como para traicionarse y dejar al descubierto su verdadera cala帽a cuando se le calienta la boca. ¿Empat铆a? ninguna. ¿Egocentrismo? todo, absolutamente todo el que podamos imaginar. ¿Sensibilidad? la misma que embargaba a Ner贸n tocando la lira mientras planeaba el asesinato de su madre.
De vez en cuando y asegurando la presencia de todos los medios posibles, participa en actos solidarios en forma de entrega de cheque. Lo habitual es que los destinatarios del dinero sean organizaciones para la protecci贸n de los ni帽os, que ya se sabe que de ese modo conmueve m谩s la estampa. Hitler pensaba que las fotograf铆as en blanco y negro serv铆an mejor para la propaganda de su r茅gimen, sin embargo se tom贸 varias con peque帽os que despu茅s fueron coloreadas porque entend铆a que as铆 eran m谩s apropiadas para mostrar su "lado humano". Con sus variantes, pero la estrategia no es nueva. ¿Le importa al matador la infancia? Ni un poco, no alberga el menor escr煤pulo en deformar sus mentes e intentar transformarlos en ac贸litos de su siniestro ministerio, as铆 que lo del tal贸n es puro m谩rketing ideado por el apoderado espabilado de antes, un hombre portador de las luces que el torero s贸lo cobija en su traje.
Le cautiva pronunciar palabras como valent铆a, dignidad, honor, nobleza, batalla o enemigo. Aquel lo escuche sin saber nada m谩s acerca de lo que encarna, podr谩 creer que se trata de un guerrero corajudo luchando a brazo partido contra temibles adversarios y se sentir谩 embelesado ante la ret贸rica de tan 茅pico personaje. La realidad es que esa contienda se trata de una partida ama帽ada en la que se sabe de antemano cu谩l es el que morir谩, y toda esa gallard铆a en boca se le escapa por los pies apresurados cuando sus manoletinas huyen despavoridas hacia el burladero, mientras su cuadrilla irrumpe para salvar a la figura de la embestida de la "bestia". Pero, ¿no era un combate de igual a igual?
Cada sociedad, cada 茅poca, tiene sus criminales. Algunos nuevos y otros heredados. Uno de los que la nuestra ha recibido como legado es este personaje llamado torero, y si bien las canalladas enquistadas en el tiempo han percibido para su continuidad bula de inter茅s econ贸mico, l煤dico, cultural o de cualquier otra naturaleza, que la perversi贸n tambi茅n sabe ataviarse de chaqu茅, siempre llega un momento en el que alguien le arranca esa prenda y queda al descubierto la inmundicia que se ven铆a ocultando.
Esa hora ha llegado para el torero y por eso incluyo un grabado y no una fotograf铆a en este texto, porque no tardando mucho su existencia vivir谩 en las p谩ginas de las enciclopedias, en las secuencias de las filmaciones o en la imagen de una instant谩nea, pero en los alberos el viento de la justicia y de la raz贸n habr谩 borrado para siempre la 煤ltima huella del miserable que quiso vender sus cr铆menes como arte, cultura y heroicidad. Sin embargo la sangre de sus v铆ctimas habr谩 de permanecer indeleble en la memoria colectiva, porque olvidar es perdonar, y puede haber indulgencia y hasta reconocimiento hacia quien abomina de sus actos pasados y los abandona voluntariamente procurando resta帽ar el da帽o que caus贸, pero no para el que jam谩s sentir谩 compasi贸n hacia sus muertos.
Esto que vemos aqu铆 es la imagen de un torero y en ella se especifican las diferentes partes de su indumentaria. Bien es verdad que el traje del grabado carece de un detalle imprescindible porque forma parte de 茅l del mismo modo que las heces son consustanciales un colector: la sangre. Y es que aunque el matador – otra denominaci贸n que recibe este sujeto y que le viene pintiparada - salta limpio a la arena del ruedo, se va empapando con ella durante la faena a la vez que su v铆ctima la va perdiendo por sus pavorosas heridas.
El torero se cree un artista, sin embargo no pinta ni compone, su musa s贸lo engendra tortura. Se piensa un sublime hacedor de cultura, pero en vez de escribir teatro o novelas sus manos le sirven al fin para matar lentamente. Le fascina que le llamen "maestro", y si le califican de "h茅roe" probablemente llegar谩 al cl铆max de su envanecimiento, mas las lecciones que imparte contienen demostraciones pr谩cticas de violencia y su heroicidad consiste en ensa帽arse con una criatura atemorizada y debilitada. Dice respetar y amar al toro, pero ese mismo animal que aparentemente es la ni帽a de sus ojos, saldr谩 arrastrado del ruedo y transformado en un cad谩ver porque 茅l, s铆, 茅l que jura venerarlo, lo habr谩 asesinado derrochando sa帽a y sin ahorrarle un solo instante de sufrimiento.
Su sonrisa suele dibujar un rictus de falsedad, en sus ojos brilla constante un ramalazo de odio, sus palabras se visten con una sobrecogedora carga de cinismo y es un personaje tan hambriento de gloria como 谩vido de dinero, de esos a los que jam谩s les detiene el precio que otros hayan de pagar con tal de conseguir aquello que ans铆an.
¿Inteligencia? posee la justa para encontrar un apoderado que piense por 茅l. ¿Ignorancia? la suficiente como para traicionarse y dejar al descubierto su verdadera cala帽a cuando se le calienta la boca. ¿Empat铆a? ninguna. ¿Egocentrismo? todo, absolutamente todo el que podamos imaginar. ¿Sensibilidad? la misma que embargaba a Ner贸n tocando la lira mientras planeaba el asesinato de su madre.
De vez en cuando y asegurando la presencia de todos los medios posibles, participa en actos solidarios en forma de entrega de cheque. Lo habitual es que los destinatarios del dinero sean organizaciones para la protecci贸n de los ni帽os, que ya se sabe que de ese modo conmueve m谩s la estampa. Hitler pensaba que las fotograf铆as en blanco y negro serv铆an mejor para la propaganda de su r茅gimen, sin embargo se tom贸 varias con peque帽os que despu茅s fueron coloreadas porque entend铆a que as铆 eran m谩s apropiadas para mostrar su "lado humano". Con sus variantes, pero la estrategia no es nueva. ¿Le importa al matador la infancia? Ni un poco, no alberga el menor escr煤pulo en deformar sus mentes e intentar transformarlos en ac贸litos de su siniestro ministerio, as铆 que lo del tal贸n es puro m谩rketing ideado por el apoderado espabilado de antes, un hombre portador de las luces que el torero s贸lo cobija en su traje.
Le cautiva pronunciar palabras como valent铆a, dignidad, honor, nobleza, batalla o enemigo. Aquel lo escuche sin saber nada m谩s acerca de lo que encarna, podr谩 creer que se trata de un guerrero corajudo luchando a brazo partido contra temibles adversarios y se sentir谩 embelesado ante la ret贸rica de tan 茅pico personaje. La realidad es que esa contienda se trata de una partida ama帽ada en la que se sabe de antemano cu谩l es el que morir谩, y toda esa gallard铆a en boca se le escapa por los pies apresurados cuando sus manoletinas huyen despavoridas hacia el burladero, mientras su cuadrilla irrumpe para salvar a la figura de la embestida de la "bestia". Pero, ¿no era un combate de igual a igual?
Cada sociedad, cada 茅poca, tiene sus criminales. Algunos nuevos y otros heredados. Uno de los que la nuestra ha recibido como legado es este personaje llamado torero, y si bien las canalladas enquistadas en el tiempo han percibido para su continuidad bula de inter茅s econ贸mico, l煤dico, cultural o de cualquier otra naturaleza, que la perversi贸n tambi茅n sabe ataviarse de chaqu茅, siempre llega un momento en el que alguien le arranca esa prenda y queda al descubierto la inmundicia que se ven铆a ocultando.
Esa hora ha llegado para el torero y por eso incluyo un grabado y no una fotograf铆a en este texto, porque no tardando mucho su existencia vivir谩 en las p谩ginas de las enciclopedias, en las secuencias de las filmaciones o en la imagen de una instant谩nea, pero en los alberos el viento de la justicia y de la raz贸n habr谩 borrado para siempre la 煤ltima huella del miserable que quiso vender sus cr铆menes como arte, cultura y heroicidad. Sin embargo la sangre de sus v铆ctimas habr谩 de permanecer indeleble en la memoria colectiva, porque olvidar es perdonar, y puede haber indulgencia y hasta reconocimiento hacia quien abomina de sus actos pasados y los abandona voluntariamente procurando resta帽ar el da帽o que caus贸, pero no para el que jam谩s sentir谩 compasi贸n hacia sus muertos.