OPINIÓN de Mauricio Castaño H. , Colombia.- Tranquilidad ante todo. No desesperar, no pelearse por ningún dogma y mucho menos si es religioso o político. Palabras que recuerdo con mucho cariño de mi abuela y que servían de consuelo a los chicos que presenciábamos a los adultos discutir casi hasta despellejarse por defender al político de sus entrañas. En estas épocas de contienda electoral, viene a la memoria aquella serie televisiva titulada Los Borgia bajo la dirección de Neil Jordan. Si algunas palabras resumen bien el papado Borgia en los años de 1492, es un cóctel de intriga, ambición y traición, no hay nada que pueda detener sus ambiciones, allí no hay límites para el deseo y mucho menos en la vanidad del poder. Una vez se esté atrapado en las redes de poder, no hay manera de cómo detenerse o salirse de allí, no solo por lo adictivo que es, sino porque hay un temor a perderlo, pues ello significa condena de muerte una vez se esté en su orfandad, desprotegidos. En el primer ca