OPINI脫N de Mauricio Casta帽o H., Colombia- La casa no es una suma de ladrillos ni de travesa帽os. La casa es abrigo, es segunda piel, es nuestro micro universo que nos devela en lo que somos, en nuestros gustos, en nuestra psiquis. La ciudad es nuestro yo exteriorizado, familia extendida que nos identifica en la cultura que nos atrapa, a donde fueres, haz lo que vieres. Cuando se camina por las principales calles de Medell铆n, queda al descubierto el configurado mundo social. Por el centro confluye la vida del rebusque, atr谩s qued贸 el orgulloso vividero de mostrar espaciosos apartamentos de los que las familias adineradas hicieron gala.
Entonces, ¿qu茅 sucedi贸? Retomando la descripci贸n de Le贸n de Greiff: Nada... Cosas de todo d铆a. Sucesos banales. Gente necia, local y chata y roma. Gran tr谩fico en el marco de la plaza. Chismes, catolicismo. Y una total inopia en los cerebros... Cual si todo se fincara en la riqueza, en menjurjes burs谩tiles y en un mayor volumen de la panza. Estamos de acuerdo, al cuerpo entero lo ha sabido coronar la desnuda ambici贸n por el Tener, pasar todo la vida atesorando, viviendo en la taca帽er铆a, descuidando las est茅ticas de la vida, de la ciudad. Sino c贸mo explicar que lo impersonal del espacio, el descuido de lo bello, le sobreviene su abandono, ventanas rotas, lugares que no provocan por su solo utilitarismo raso de lo mercantil.
Recu茅rdese el absurdo tiempo aquel en el que la clase dirigente acab贸 con el Centro de la ciudad, momento en el cual convirti贸 la avenida Oriental en principal arteria vial, todo el transporte liviano y pesado fue embutido all铆, los veloces veh铆culos desplazaron al peat贸n y su lento caminar, las calles se volvieron amenaza para las vidas. Adem谩s de aquel agitado holl铆n, sobre vinieron la apertura de locales aqu铆 y all谩, carpas improvisadas que se extienden desde sus techumbres, derivando todo lo que atrae al comercio, un local aqu铆, otro all铆, estos a la vez desencadenan en cascada una variedad de ofertas formales e informales ocupando calles y andenes, para caminar, el peat贸n tiene que saltar de un lado a otro, esquivando obst谩culos y ladrones. Discotecas y cantinas ponen otro tanto a lo ca贸tico y ruidoso. Los funcionarios de la planeaci贸n llaman a esto zona mixta, la palabreja suaviza esto de lo mercantil y de mal gusto.
Otras dos avenidas, la famosa 33 y sus alrededores, antes bellas casas, de una o m谩ximo dos plantas, con amplios andenes y tranquilas calles, el s贸lo flujo vehicular principal era el de sus residentes. Pero la dicha dur贸 hasta que vino la llamada zona mixta, poco a poco abrieron un local de repuestos, otro de vanidad, m谩s luego y m谩s ac谩 una peque帽a taberna, luego una discoteca, a sus alrededores prost铆bulos, y por supuesto todo lo dem谩s que atrae el comercio: venta de drogas il铆citas, las calles, aceras fueron ocupadas por el comercio y automotores, el caminar imposible y vivir muy peligroso.
La otra gran avenida es la llamada El Poblado, le da su nombre la tambi茅n as铆 llamada comuna, hasta hace muy poco residencia de los ricos de la provinciana Medell铆n, antes, recu茅rdese, lo fue Prado centro, luego Boston, y despu茅s, se fueron de la ciudad para Llano Grande, en el municipio de Rionegro, muy cerca del aeropuerto internacional, muy propio para estos globalizados empresarios. Est谩 avenida ha sido famosa no s贸lo porque fue residencia de los ricos (en el imaginario a煤n se sigue creyendo) ahora lo es de la clase media, all铆 se lucen los mejores edificios de la banca y de las empresas con sus sedes administrativas, se encuentran lujosos hoteles y buena parte de la oferta gastron贸mica, los constructores llaman a esta avenida la Milla de Oro, significan con ello lo exclusivo del sector para atraer inversionistas.
Pero en medio y alrededor de todos estos edificios, hoy se encuentra la misma l贸gica descrita. Para verg眉enza de la entonces estilizada clase rica, por sus aceras desfilaban los sucios y malolientes pobres en busca de sobras de pan, ind铆genas sentados en las esquinas estirando sus manos para alcanzar algunas monedas de alg煤n transe煤nte que quiere cosechar m茅ritos celestes. All铆 tambi茅n se encuentran chazas, alternativas de los pobres desempleados, ofrecen cigarrillos, dulces, frutas, empanadas... en las peores condiciones higi茅nicas, con la mano que pelan las frutas, con esa misma reciben las monedas, de vez en cuando lavan las manos en una caneca con el mismo caldo bi贸tico conservado durante todo el d铆a. Los transe煤ntes ya se acostumbraron a los lixiviados y orinas de taxistas, ya hacen parte su degustaci贸n.
Y otros iconos tanto el Parque llamado El poblado como el Lleras, tienen sus dificultades. En aquel es plaza de vicio, all铆 se hacen drogadictos y expendedores, en 茅ste los altos decibeles deleitan a extranjeros y hacen entrar en calor a las mujeres del comercio sexual. Lo llamado de zona mixta vuelve con sus estragos. C贸mo no mencionar lo denunciado por los habitantes residentes, el injusto y excesivo cobro de valorizaci贸n realizado este a帽o por su alcalde, denuncian en ello la conocida metodolog铆a de expulsi贸n para favorecer a los constructores.
Esta l贸gica arrasa a lo largo y ancho con los espacios p煤blicos, desatenta del buen vivir. Del h谩bitat humano se pas贸 a zona de comercio. Motos y carros parquean en calles y andenes, y de transe煤ntes, invidentes, ninguna consideraci贸n, eso de ciudad incluyente es pendejada de humanistas, la regla vigente es s谩lvese quien pueda, que venza el m谩s fuerte, buenos aprendices del err谩tico darwinismo social.
La cultura mercantil toma forma ilegal. Con el episodio del paramilitarismo se acu帽贸 el t茅rmino Estado Mafioso, expresi贸n luego develada con la toma de peligrosos asesinos en todas las ramas del poder, pasar revista a la prensa para evidenciarse, lo m谩s reciente corre por cuenta de un magistrado corrupto y despojador de tierras a los campesinos.
En la pantalla chica se reproduce y exhibe el crimen y la muerte, ense帽an a gozar con la desgracia para ganar rating. Ni帽as de dos a帽os violadas por sus padres o familiar cercano; hijos y nietos que extorsionan a sus padres y abuelos so pena de muerte; madres h谩biles en entrenar a su prole para robos en almacenes; mujeres bellas que usan sus atributos como carnadas para atracar a los viriles y adinerados ejecutivos. Madres que venden a su hija y fingen secuestro para cobrar recompensa. Es mi pa铆s con su loco apellido de la inequidad.
Abel fue agricultor, plantaba la vida. Ca铆n fue ganadero, el sacrificio era lo suyo. Diestro en armas, luego mat贸 a su hermano. Los paisas tuvieron por herramientas el hacha y el machete, con aquella hicieron tala, con este el despeje de la maleza y de vez en vez zanjar diferencias por linderos que no cuadraban. Como en el tiempo b铆blico, el ganadero familiarizado con la muerte animal pas贸 al asesinato. Nuestra cultura es mafiosa, la pobreza aviva el fuego violento en un espacio, en una ciudad no apta para la convivencia. Lo mercantil es primac铆a.
Entonces, ¿qu茅 sucedi贸? Retomando la descripci贸n de Le贸n de Greiff: Nada... Cosas de todo d铆a. Sucesos banales. Gente necia, local y chata y roma. Gran tr谩fico en el marco de la plaza. Chismes, catolicismo. Y una total inopia en los cerebros... Cual si todo se fincara en la riqueza, en menjurjes burs谩tiles y en un mayor volumen de la panza. Estamos de acuerdo, al cuerpo entero lo ha sabido coronar la desnuda ambici贸n por el Tener, pasar todo la vida atesorando, viviendo en la taca帽er铆a, descuidando las est茅ticas de la vida, de la ciudad. Sino c贸mo explicar que lo impersonal del espacio, el descuido de lo bello, le sobreviene su abandono, ventanas rotas, lugares que no provocan por su solo utilitarismo raso de lo mercantil.
Recu茅rdese el absurdo tiempo aquel en el que la clase dirigente acab贸 con el Centro de la ciudad, momento en el cual convirti贸 la avenida Oriental en principal arteria vial, todo el transporte liviano y pesado fue embutido all铆, los veloces veh铆culos desplazaron al peat贸n y su lento caminar, las calles se volvieron amenaza para las vidas. Adem谩s de aquel agitado holl铆n, sobre vinieron la apertura de locales aqu铆 y all谩, carpas improvisadas que se extienden desde sus techumbres, derivando todo lo que atrae al comercio, un local aqu铆, otro all铆, estos a la vez desencadenan en cascada una variedad de ofertas formales e informales ocupando calles y andenes, para caminar, el peat贸n tiene que saltar de un lado a otro, esquivando obst谩culos y ladrones. Discotecas y cantinas ponen otro tanto a lo ca贸tico y ruidoso. Los funcionarios de la planeaci贸n llaman a esto zona mixta, la palabreja suaviza esto de lo mercantil y de mal gusto.
Otras dos avenidas, la famosa 33 y sus alrededores, antes bellas casas, de una o m谩ximo dos plantas, con amplios andenes y tranquilas calles, el s贸lo flujo vehicular principal era el de sus residentes. Pero la dicha dur贸 hasta que vino la llamada zona mixta, poco a poco abrieron un local de repuestos, otro de vanidad, m谩s luego y m谩s ac谩 una peque帽a taberna, luego una discoteca, a sus alrededores prost铆bulos, y por supuesto todo lo dem谩s que atrae el comercio: venta de drogas il铆citas, las calles, aceras fueron ocupadas por el comercio y automotores, el caminar imposible y vivir muy peligroso.
La otra gran avenida es la llamada El Poblado, le da su nombre la tambi茅n as铆 llamada comuna, hasta hace muy poco residencia de los ricos de la provinciana Medell铆n, antes, recu茅rdese, lo fue Prado centro, luego Boston, y despu茅s, se fueron de la ciudad para Llano Grande, en el municipio de Rionegro, muy cerca del aeropuerto internacional, muy propio para estos globalizados empresarios. Est谩 avenida ha sido famosa no s贸lo porque fue residencia de los ricos (en el imaginario a煤n se sigue creyendo) ahora lo es de la clase media, all铆 se lucen los mejores edificios de la banca y de las empresas con sus sedes administrativas, se encuentran lujosos hoteles y buena parte de la oferta gastron贸mica, los constructores llaman a esta avenida la Milla de Oro, significan con ello lo exclusivo del sector para atraer inversionistas.
Pero en medio y alrededor de todos estos edificios, hoy se encuentra la misma l贸gica descrita. Para verg眉enza de la entonces estilizada clase rica, por sus aceras desfilaban los sucios y malolientes pobres en busca de sobras de pan, ind铆genas sentados en las esquinas estirando sus manos para alcanzar algunas monedas de alg煤n transe煤nte que quiere cosechar m茅ritos celestes. All铆 tambi茅n se encuentran chazas, alternativas de los pobres desempleados, ofrecen cigarrillos, dulces, frutas, empanadas... en las peores condiciones higi茅nicas, con la mano que pelan las frutas, con esa misma reciben las monedas, de vez en cuando lavan las manos en una caneca con el mismo caldo bi贸tico conservado durante todo el d铆a. Los transe煤ntes ya se acostumbraron a los lixiviados y orinas de taxistas, ya hacen parte su degustaci贸n.
Y otros iconos tanto el Parque llamado El poblado como el Lleras, tienen sus dificultades. En aquel es plaza de vicio, all铆 se hacen drogadictos y expendedores, en 茅ste los altos decibeles deleitan a extranjeros y hacen entrar en calor a las mujeres del comercio sexual. Lo llamado de zona mixta vuelve con sus estragos. C贸mo no mencionar lo denunciado por los habitantes residentes, el injusto y excesivo cobro de valorizaci贸n realizado este a帽o por su alcalde, denuncian en ello la conocida metodolog铆a de expulsi贸n para favorecer a los constructores.
Esta l贸gica arrasa a lo largo y ancho con los espacios p煤blicos, desatenta del buen vivir. Del h谩bitat humano se pas贸 a zona de comercio. Motos y carros parquean en calles y andenes, y de transe煤ntes, invidentes, ninguna consideraci贸n, eso de ciudad incluyente es pendejada de humanistas, la regla vigente es s谩lvese quien pueda, que venza el m谩s fuerte, buenos aprendices del err谩tico darwinismo social.
La cultura mercantil toma forma ilegal. Con el episodio del paramilitarismo se acu帽贸 el t茅rmino Estado Mafioso, expresi贸n luego develada con la toma de peligrosos asesinos en todas las ramas del poder, pasar revista a la prensa para evidenciarse, lo m谩s reciente corre por cuenta de un magistrado corrupto y despojador de tierras a los campesinos.
En la pantalla chica se reproduce y exhibe el crimen y la muerte, ense帽an a gozar con la desgracia para ganar rating. Ni帽as de dos a帽os violadas por sus padres o familiar cercano; hijos y nietos que extorsionan a sus padres y abuelos so pena de muerte; madres h谩biles en entrenar a su prole para robos en almacenes; mujeres bellas que usan sus atributos como carnadas para atracar a los viriles y adinerados ejecutivos. Madres que venden a su hija y fingen secuestro para cobrar recompensa. Es mi pa铆s con su loco apellido de la inequidad.
Abel fue agricultor, plantaba la vida. Ca铆n fue ganadero, el sacrificio era lo suyo. Diestro en armas, luego mat贸 a su hermano. Los paisas tuvieron por herramientas el hacha y el machete, con aquella hicieron tala, con este el despeje de la maleza y de vez en vez zanjar diferencias por linderos que no cuadraban. Como en el tiempo b铆blico, el ganadero familiarizado con la muerte animal pas贸 al asesinato. Nuestra cultura es mafiosa, la pobreza aviva el fuego violento en un espacio, en una ciudad no apta para la convivencia. Lo mercantil es primac铆a.