OPINIÓN de Teodoro Renteria Arróyave , México.- Sucedió, nada más ni nada menos, que en Roma, la ciudad eterna, la que aloja dentro de sus contornos el Estado Vaticano, la cita de los césares, tierra de nacimiento de grandes escultores, pintores y literatos que le diera fama cultural, ahí precisamente en la capital de Italia fueron escenificados, a plena luz del día, los funerales más ampulosos, para llamarles de alguna manera, del capo mafioso, Vittorio Casamonica, considerado hasta después de su muerte el más poderoso del mundo. Así es, puesto que ninguna autoridad pudo parar el indigno espectáculo que exhibió la impunidad prevaleciente en todas partes del globo terráqueo y no como se quiere sólo señalar a nuestro país. Las crónicas nos dan a cuenta que el cuerpo inerte del jefe de jefes del Clan Casamonica, fue paseado por las calles de Roma en una carroza negra, antigua, de gran lujo, con chapetones de oro, telas costosísimas de Milán, seguramente, y tirado por seis caballos de