OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave, México.- Hace 4 años la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, desde su Congreso en Caracas, Venezuela, dio la voz de alarma en el sentido de que Honduras se estaba convirtiendo en el país más violento en contra de los periodistas y de los activistas sociales.
Nadie hizo nada, y ahora la Organización de las Naciones Unidas, ONU, ha denunciado que en la pequeña nación ocurren más asesinatos per cápita en el mundo en contra de los defensores de los derechos humanos.
También, ahora, el mundo se conmueve con el artero asesinato de la activista ambientalistas Berta Cáceres, la misma que le torció la mano al Banco Mundial.
El miércoles pasado, a la 1 de la mañana Berta Cáceres, de 45 años, de la etnia lenca, fue asesinada en su propia casa. Se sabe que hay una persona detenida y otra más bajo resguardo como testigo protegido, sin embargo nada se informa oficialmente.
El crimen ocurrió en la ciudad de La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de la capital, Tegucigalpa, sólo se sabe que “entre dos y tres individuos irrumpieron en la vivienda y le dieron muerte” a la fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, Copinh
Como es del conocimiento público, al momento del ataque la ambientalista masacrada estaba acompañada del mexicano y colega del mismo movimiento, Gustavo Castro Soto, quien resultó con heridas leves. Las autoridades lo mantienen arraigado y no obstante la petición de la ONU, le han prohibido abandonar el país
Cabe recordar que en abril de 2015 Berta Cáceres recibió el Premio Medioambiental Goldman, la mayor distinción para activistas que luchan por el medio ambiente.
En este mismo mes se había revelaba que Honduras registraba el mayor número de asesinatos de ambientalistas por habitante y el cuarto puesto a nivel mundial -Brasil era el primero-, con 12 asesinados en un año.
Desde aquí volvemos a reprobar los sucedidos en Honduras y nos unimos a la exigencia de justicia, que se frenen estos asesinatos y que además de proteger a nuestro connacional, Gustavo Castro Soto, se le permita regresar a México como lo ha demando el organismo mundial.
Nadie hizo nada, y ahora la Organización de las Naciones Unidas, ONU, ha denunciado que en la pequeña nación ocurren más asesinatos per cápita en el mundo en contra de los defensores de los derechos humanos.
También, ahora, el mundo se conmueve con el artero asesinato de la activista ambientalistas Berta Cáceres, la misma que le torció la mano al Banco Mundial.
El miércoles pasado, a la 1 de la mañana Berta Cáceres, de 45 años, de la etnia lenca, fue asesinada en su propia casa. Se sabe que hay una persona detenida y otra más bajo resguardo como testigo protegido, sin embargo nada se informa oficialmente.
El crimen ocurrió en la ciudad de La Esperanza, a unos 300 kilómetros al oeste de la capital, Tegucigalpa, sólo se sabe que “entre dos y tres individuos irrumpieron en la vivienda y le dieron muerte” a la fundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, Copinh
Como es del conocimiento público, al momento del ataque la ambientalista masacrada estaba acompañada del mexicano y colega del mismo movimiento, Gustavo Castro Soto, quien resultó con heridas leves. Las autoridades lo mantienen arraigado y no obstante la petición de la ONU, le han prohibido abandonar el país
Cabe recordar que en abril de 2015 Berta Cáceres recibió el Premio Medioambiental Goldman, la mayor distinción para activistas que luchan por el medio ambiente.
En este mismo mes se había revelaba que Honduras registraba el mayor número de asesinatos de ambientalistas por habitante y el cuarto puesto a nivel mundial -Brasil era el primero-, con 12 asesinados en un año.
Desde aquí volvemos a reprobar los sucedidos en Honduras y nos unimos a la exigencia de justicia, que se frenen estos asesinatos y que además de proteger a nuestro connacional, Gustavo Castro Soto, se le permita regresar a México como lo ha demando el organismo mundial.
