OPINIÓN de Ramón Cotarelo / Palinuro.- Decían enfrentarse a una conjura de iluminados que saldrían corriendo en cuanto el Estado se pusiera serio. Hablaban de unas masas tumultuarias que fue preciso aplacar con contundencia mediante la fuerza pública y el uso legítimo de la violencia. Reaccionaron frente a un esperpento parlamentario con declaración ilegal y disparatada de independencia. Encarcelados o exiliados los líderes, los tildaron de cobardes, fugados, arrepentidos. Vieron el desplazamiento de 45.000 a Bruselas el siete de diciembre como una peregrinación de lazos amarillos, similar a las de Lourdes. Descontaron un resultado electoral el 21D con un triunfo de las fuerzas independentistas.