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La victoria de la gente

OPINIÓN de Ramón Cotarelo/ Palinuro.- Por fin España sale del franquismo y se abre a la historia gracias a Cataluña. A la historia presente, del mundo de hoy, en el que



los políticos no se dedican sistemáticamente a robar y mentir.
los corruptos dimiten y van a la cárcel.
los tribunales de justicia no están al servicio del poder político.
Este no persigue penalmente a sus adversarios.
Ni los amenaza
Ni los apalea
Los medios de comunicación no están todos también al servicio del poder económico y su excrecencia política.
Donde la Iglesia no es un Estado dentro del Estado, plena de privilegios.
Donde no se castiga con prisión el ejercicio del derecho a decidir de los pueblos.
Ni se niega a las naciones el derecho a llamarse naciones y actuar como tales.
Un mundo normal, no el de la Marca España, que ha visto cómo fracasaba entre la general irrisión y cómo, además, perdía la joya de la corona más preciada de esta: la República Catalana independiente.

Estas elecciones han construido Cataluña y destruido España. Últimos hitos:

El triunfo moral ha sido doble del material porque las elecciones, sobre ilegales e ilegítimas han sido una vergüenza desde el punto de vista del fair play. Con varios candidatos en prisión, privados arbitrariamente del ejercicio de su derecho de sufragio pasivo y activo. Unas elecciones en los que todos han jugado sucio, el Estado, la Iglesia, los partidos unionistas, especialmente los del 155, los medios de comunicación y la sedicente izquierda española.

Y una victoria incuestionable, nítida, en votos y escaños, con una participación sin precedentes. El 21D ha sido una repetición del 1/O y ambos se refuerzan mutuamente en legitimidad. La prueba de la rotunda victoria indepe es que la Iglesia ya ha cambiado de bando y ahora pide a la nueva autoridad "respeto para la libertad religiosa" y algún dinerillo, supongo.

La señora Arrimadas ha celebrado el hecho aritmético de ser el partido más votado como si fuera el mandato de los dioses. Probablemente en sintonía con esa célebre y machacona fórmula de M. Rajoy de que gobierne el partido más votado. O sea, lo que hace él, gracias a la gentil colaboración de la oposición. El problema es que en Cataluña esto no es posible porque hay una mayoría parlamentaria indepe, que es lo que cuenta.

Incidentalmente, de haber habido lista única de país, Arrimadas no sería la más votada. No tiene mayor importancia, pero es cosa de imagen y de no tener a la señora repitiendo el estribillo. Lo interesante es calcular ahora cuál hubiera sido el resultado de una lista de país. No por nada, sino porque así se aprende, comprobando.

Catcomú-Podem es la canción del olvido. Su irrelevancia es pavorosa. Sus votos no dan para un gobierno unionista y el bloque indepe no los necesita. El País vaticinaba un empate entre indepes y unionistas con los comunes-podemos de clave. Ni clave ni claque. Nada. Y es aburrido señalar la incapacidad de esta peña para colocar el rollo de la equidistancia.

El mismo rollo que sigue soltando IU y Podemos: victoria de la burguesía corrupta (la única que tiene gente en la cárcel y el exilio); ni DUI ni 155 (pero este había que aplicarlo como en un frenopático); banderas y desinterés por los problemas reales de la gente (y se lo dicen a ERC y la CUP). Nada que tenga que ver con la realidad.

El PSOE navega por el Leteo. Agarrado al PP con el ilegal e inconstitucional 155, se ha olvidado de sus orígenes y esencia y, en su furia españolista se ha mezclado con la derecha y la extrema derecha y ha hecho suyas hasta sus formas amenazadoras e insultantes de intervenir en la esfera pública. No es que no sea socialista; es que no es democrático y presenta una deriva seria hacia el fascismo. Considérese: el único que puede parar una locura dictatorial de M. Rajoy es el partido socialista mediante una moción de censura cofirmada por Podemos, el PNV y los indepes catalanes. Si no se presenta esa moción, el PSOE será corresponsable de lo que pase en Cataluña con esta manga de franquistas en el gobierno.

Un gobierno híbrido de autoritarismo, corrupción, incompetencia, clientelismo y agresividad. Uno que dice haber "descabezado" a sus adversarios cuando el único descabezado aquí ha sido él, que, por lo demás ya carecía antes de cabeza.

Y miren más arriba del gobierno, a la Corona. Esta sí que ha perdido. Felipe VI tiene algún desparpajo borbónico y no le cuesta nada presentar la Monarquía como la gran defensora de España y de la democracia; pero es difícil imaginarlo defendiendo también la República.

En esto de la República es donde el independentismo catalán ha asestado el golpe de gracia a la izquierda española que ni a la República se atreve. Por eso, los ataques de de furor contra el "engaño" de la independencia de los ricos, de la burguesía corrupta, del 3%. Es un caso patológico: los guardianes de las esencias de la revolución no la ven cuando la tienen ante las narices y optan por anatematizarla agarrados a clichés doctrinales que nunca funcionaron.

Los aliados y siervos del gobierno en este ridículo desastre en el que la derecha pierde votos a favor de un neofalangismo de zarzuela, los medios de comunicación, beligerantes hasta lo ridículo, es de suponer, estarán comiéndose toda la basura que han vertido sobre el procés para desfigurarlo y hacerlo fracasar con las peores artes.

A todos ellos, gobernantes, políticos unionistas, jueces de parte, medios comprados les resulta imposible comprender un hecho que no puede estar más a la vista: que este movimiento no es de líderes, ni de partidos, sino de la gente, a través de sus asociaciones o por su cuenta; que es la gente la que lo ha acelerado, defendido y, finalmente, hecho triunfar. Así que, por favor, dejen de meter cargos públicos representativos en la cárcel porque van a tener que encarcelar a dos millones y pico de personas. Convénzanse: ni mayoría silenciosa, ni oro de Moscú, ni espiral del silencio, ni los sabios de Sión. La gente. Es una victoria de la gente a la que, ya son ganas de fastidiar, le ha dado por alzarse cívica, pacífica, democráticamente a ejercer su incuestionable derecho a decidir.

Y lo ha conseguido. Porque es una revolución. Consídérese el siguiente interesante punto. Dice Pedro J. Ramírez en El Español que hay que ir a unas elecciones generales inmediatas para que los españoles decidan.Seguro que a los catalanes les parecerá de perlas que en el país vecino se celebren elecciones generales, particulares o callejeras. Pero, argumentan los independentistas (que son los que mandan), no va con ellos. Y, a propósito de esta circunstancia, habrá qué ver cómo se definen los partidos unionistas en el contexto de un parlamento republicano, si como partidos catalanes o como partidos españoles en Cataluña.




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