OPINIÓN de Ana Cuevas Pascual.- Pudimos verlo en los informativos unos días antes de las elecciones estadounidenses. En China, un mono feucho, que debe ser la versión asiática de Sandro Rey, escogía besar apasionadamente el retrato de Donald Trump antes que el de Hillary. La suerte, en este caso la peor de las suertes, estaba echada. Trump se desvelaba como el próximo líder del país más poderoso del mundo. En otros tiempos hubiéramos removido las entrañas de algún animal para vaticinar el futuro. Pero en la época de la tecnología punta, un primate es mucho más certero. A los hechos me remito.