Por Salvador Briceño No hay “transición hacia la democracia” —con sus bemoles en esto de la democracia— más complicada, que aquella que avanza desde un “gobierno autoritario” [como lo plantearon Guillermo O’ Donnell y Phillippe C. Schmitter en su obra Transiciones desde un gobierno autoritario, para el caso Latinoamericano] hacia otro pretendidamente más abierto [no en el sentido liberal únicamente como lo planteó Karl R. Popper en su La sociedad abierta y sus enemigos, sino] y dispuesto a atender la demanda social o de la población en un Estado que ha padecido un régimen dictatorial. Es más, cuando un gobierno autoritario cae, casi siempre el futuro resulta incierto porque las variables pueden ser muchas. Desde la restauración de un nuevo tipo de gobierno represor, o un desenlace confuso con rotación de gobiernos para una solución al problema de institucionalizar tanto al gobierno en cuestión como al sistema político, hasta procesos que den lugar a nuevas confrontaciones violentas