Por Salvador Brice帽o
¡Detente!, ¡detente! Por la actitud protectora, esas debieron ser las palabras de la se帽ora Wendi Deng cuando un hombre trat贸 de impactar la cara de su esposo, el magnate de los medios de comunicaci贸n britano-estadounidense, Rupert Murdoch, usando un plato con espuma este martes 19 durante su comparecencia ante el Parlamento brit谩nico. La actitud de este hombre que intent贸 ofender a Murdoch, resume el trato que muchos seguidores asiduos de medios como el amarillista News of the World reci茅n cerrado, o el diario The Sun, quisieran propinarle en estos momentos.
El enga帽o a los lectores por la simple falta de un c贸digo de 茅tica en el ejercicio profesional de medios [¡vaya trat谩ndose de un consorcio medi谩tico de la era globalizada o de pa铆ses desarrollados!], de la mano de un comportamiento inmoral carente del m铆nimo respeto a la dignidad y hasta la vida de las personas, ese s铆 que le estall贸 en la cara al due帽o de varios medios de comunicaci贸n —impresos m谩s televisi贸n— y hoy amenaza derribarlo, si es que la libra del proceso en su contra que apenas comenz贸.
En el banquillo de los acusados preparado por el Comit茅 de Cultura, Medio y Deporte de la C谩mara de los Comunes, aparecieron tambi茅n la exdirectora de News of the World, y el junior James Murdoch. El magnate de News International dijo, con la v铆scera aflorando que le caracteriza, que ese era “el d铆a m谩s humilde de toda mi carrera”. Pero prometi贸 “trabajar sin descanso” en lo subsiguiente, para ganarse el perd贸n de las v铆ctimas de la intercesi贸n telef贸nica con la que sus reporteros escrib铆an sus notas sin dejo de diligencia period铆stica.
Ah, pero eso s铆, el se帽or Murdoch acept贸 que “lo traicionaron”, pero que 茅l era el “responsable”. Los empleados le jugaron chueco: “Se comportaron de manera vergonzosa, me traicionaron a m铆 y a mi compa帽铆a, pero soy el responsable de pagar el precio”. Y la mejor purga: “Soy la persona m谩s indicada para limpiar esto”. Pero sabe que se juega el pellejo; la sobrevivencia de su emporio medi谩tico.
Sin embargo, es casi seguro que lo lograr谩. ¿Por qu茅? F谩cil. Murdoch se ufana de su emporio: 52 mil empleados, 57 a帽os de actividad “profesional”, due帽o de 200 peri贸dicos que cotizan en bolsa, etc茅tera. Pero m谩s all谩, hace alarde de sus relaciones pol铆ticas con actores de primer orden en la pol铆tica, la cultura y los espect谩culos de la Gran Breta帽a y los Estados Unidos. Y las relaciones en la pol铆tica valen oro para un tipo de negocio como este. Por ello mismo las acciones del New Corp. se comportaron al alza en las bolsas de valores el mismo martes. Como si las actitudes de Murdoch, que a todas luces trata de camuflar un esc谩ndalo que lo mantiene en la tablita y hasta lo puede derribar, fuese la artima帽a que le est谩 dando los resultados esperados.
Luego los Murdoch le echaron la culpa a los asistentes jur铆dicos de la empresa, al bufet para asuntos legales Jon Chapman, por no avisarle de las pr谩cticas criminales, quien conserva en sus archivos detalles del tipo de pr谩cticas desde hace tres a帽os. No as铆 a sus directores. Luego Murdoch dio la cara para defender a Rebekah Brooks, de News of the World, y al director ejecutivo de la compa帽铆a, Les Hilton.
Murdoch reconoci贸 tomar el t茅 con Cameron por el apoyo electoral que le brind贸, e igualmente lament贸 el distanciamiento con Gordon Brown por tama帽a batahola. Tambi茅n que el esc谩ndalo fue m谩s all谩 del encarcelamiento de los acusados en 2007 por espionaje telef贸nico, Clive Goodman y Gleen Mulcaire. No acept贸 los se帽alamientos referentes a la presunta intervenci贸n de tel茅fonos de las v铆ctimas tras el 11/S en Estados Unidos, los atetados contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. “No tenemos evidencia de ello”, dijo Murdoch.
Y luego rechaz贸 estar en contacto permanente con sus editores. “Muy rara vez”, porque aludi贸 tener una multitud de asuntos que tratar. Y porque News of the World era una parte muy peque帽a dentro del esquema general de la compa帽铆a. La decisi贸n de cerrarlo fue de 茅l y su hijo James, que luego consultar铆an con Rebekah, los m谩s altos directivos.
Por supuesto que, seguramente abusando del desconocimiento de los parlamentarios de c贸mo funciona un diario, una revista o un semanario, ac谩 o en China —m谩s cuando representa un elevado n煤mero de ejemplares y la subsecuente publicidad que recaba los ingresos para el medio en cuesti贸n—, se ignora que los directivos cuidan siempre si no los contenidos s铆 la l铆nea, previa definici贸n de las pol铆ticas y las pr谩cticas profesionales a seguir de manera cotidiana. Que no siempre responden a la 茅tica cuanto a los dineros.
Y en ese sentido, un medio no podr铆a soltarse nunca en las manos de unos directivos ignorantes o que no responden a los intereses medi谩ticos del emporio en cuesti贸n. Mucho menos si no sabe qu茅 hacen los reporteros para conseguir las noticias que luego alcanzan la jerarqu铆a suficiente para destacarse en la portada. Peor tantito si se anticipa que generar谩n esc谩ndalos, o cuando son primicias. M谩s porque los se帽alamientos contra los medios de Murdoch son varios y despertado esc谩ndalos que por todos los medios se han tratado de ocultar.
La prensa amarillista es como la de nota roja; busca dar en el blanco, ser el primero en ofrecer la noticia de que se trate y presentarla de la mejor manera, o la m谩s atractiva para el lector. Por lo que se ve, Murdoch est谩 tratando de camuflar muy bien su estilo de ofrecer periodismo, presentado notas que se obtienen 煤nicamente por canales ilegales. El espionaje telef贸nico, ni m谩s ni menos que el tipo de pr谩cticas orquestadas por organismos como la CIA u otras instituciones de inteligencia de EU o del mundo.
Si de todas maneras la libra y triunfa la impunidad —todav铆a el interrogatorio no pasa a manos de la polic铆a— el emporio de Murdoch ir谩 en picada paulatina por dos motivos principales: 1) Pronto se percatar谩 que ha perdido credibilidad entre sus asiduos lectores de antes; 2) La web est谩 invadiendo los terrenos de los medios tradicionales y pronto hasta la publicidad se trasladar谩 a la red. Los intereses de por medio son cuantiosos. Pero los lectores son m谩s y ellos sabr谩n determinar el futuro de un emporio que ahora pasa por un juicio de oropel. La se帽ora Murdoch no estar谩 siempre presente para defenderlo.
¡Detente!, ¡detente! Por la actitud protectora, esas debieron ser las palabras de la se帽ora Wendi Deng cuando un hombre trat贸 de impactar la cara de su esposo, el magnate de los medios de comunicaci贸n britano-estadounidense, Rupert Murdoch, usando un plato con espuma este martes 19 durante su comparecencia ante el Parlamento brit谩nico. La actitud de este hombre que intent贸 ofender a Murdoch, resume el trato que muchos seguidores asiduos de medios como el amarillista News of the World reci茅n cerrado, o el diario The Sun, quisieran propinarle en estos momentos.
El enga帽o a los lectores por la simple falta de un c贸digo de 茅tica en el ejercicio profesional de medios [¡vaya trat谩ndose de un consorcio medi谩tico de la era globalizada o de pa铆ses desarrollados!], de la mano de un comportamiento inmoral carente del m铆nimo respeto a la dignidad y hasta la vida de las personas, ese s铆 que le estall贸 en la cara al due帽o de varios medios de comunicaci贸n —impresos m谩s televisi贸n— y hoy amenaza derribarlo, si es que la libra del proceso en su contra que apenas comenz贸.
En el banquillo de los acusados preparado por el Comit茅 de Cultura, Medio y Deporte de la C谩mara de los Comunes, aparecieron tambi茅n la exdirectora de News of the World, y el junior James Murdoch. El magnate de News International dijo, con la v铆scera aflorando que le caracteriza, que ese era “el d铆a m谩s humilde de toda mi carrera”. Pero prometi贸 “trabajar sin descanso” en lo subsiguiente, para ganarse el perd贸n de las v铆ctimas de la intercesi贸n telef贸nica con la que sus reporteros escrib铆an sus notas sin dejo de diligencia period铆stica.
Ah, pero eso s铆, el se帽or Murdoch acept贸 que “lo traicionaron”, pero que 茅l era el “responsable”. Los empleados le jugaron chueco: “Se comportaron de manera vergonzosa, me traicionaron a m铆 y a mi compa帽铆a, pero soy el responsable de pagar el precio”. Y la mejor purga: “Soy la persona m谩s indicada para limpiar esto”. Pero sabe que se juega el pellejo; la sobrevivencia de su emporio medi谩tico.
Sin embargo, es casi seguro que lo lograr谩. ¿Por qu茅? F谩cil. Murdoch se ufana de su emporio: 52 mil empleados, 57 a帽os de actividad “profesional”, due帽o de 200 peri贸dicos que cotizan en bolsa, etc茅tera. Pero m谩s all谩, hace alarde de sus relaciones pol铆ticas con actores de primer orden en la pol铆tica, la cultura y los espect谩culos de la Gran Breta帽a y los Estados Unidos. Y las relaciones en la pol铆tica valen oro para un tipo de negocio como este. Por ello mismo las acciones del New Corp. se comportaron al alza en las bolsas de valores el mismo martes. Como si las actitudes de Murdoch, que a todas luces trata de camuflar un esc谩ndalo que lo mantiene en la tablita y hasta lo puede derribar, fuese la artima帽a que le est谩 dando los resultados esperados.
Luego los Murdoch le echaron la culpa a los asistentes jur铆dicos de la empresa, al bufet para asuntos legales Jon Chapman, por no avisarle de las pr谩cticas criminales, quien conserva en sus archivos detalles del tipo de pr谩cticas desde hace tres a帽os. No as铆 a sus directores. Luego Murdoch dio la cara para defender a Rebekah Brooks, de News of the World, y al director ejecutivo de la compa帽铆a, Les Hilton.
Murdoch reconoci贸 tomar el t茅 con Cameron por el apoyo electoral que le brind贸, e igualmente lament贸 el distanciamiento con Gordon Brown por tama帽a batahola. Tambi茅n que el esc谩ndalo fue m谩s all谩 del encarcelamiento de los acusados en 2007 por espionaje telef贸nico, Clive Goodman y Gleen Mulcaire. No acept贸 los se帽alamientos referentes a la presunta intervenci贸n de tel茅fonos de las v铆ctimas tras el 11/S en Estados Unidos, los atetados contra las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. “No tenemos evidencia de ello”, dijo Murdoch.
Y luego rechaz贸 estar en contacto permanente con sus editores. “Muy rara vez”, porque aludi贸 tener una multitud de asuntos que tratar. Y porque News of the World era una parte muy peque帽a dentro del esquema general de la compa帽铆a. La decisi贸n de cerrarlo fue de 茅l y su hijo James, que luego consultar铆an con Rebekah, los m谩s altos directivos.
Por supuesto que, seguramente abusando del desconocimiento de los parlamentarios de c贸mo funciona un diario, una revista o un semanario, ac谩 o en China —m谩s cuando representa un elevado n煤mero de ejemplares y la subsecuente publicidad que recaba los ingresos para el medio en cuesti贸n—, se ignora que los directivos cuidan siempre si no los contenidos s铆 la l铆nea, previa definici贸n de las pol铆ticas y las pr谩cticas profesionales a seguir de manera cotidiana. Que no siempre responden a la 茅tica cuanto a los dineros.
Y en ese sentido, un medio no podr铆a soltarse nunca en las manos de unos directivos ignorantes o que no responden a los intereses medi谩ticos del emporio en cuesti贸n. Mucho menos si no sabe qu茅 hacen los reporteros para conseguir las noticias que luego alcanzan la jerarqu铆a suficiente para destacarse en la portada. Peor tantito si se anticipa que generar谩n esc谩ndalos, o cuando son primicias. M谩s porque los se帽alamientos contra los medios de Murdoch son varios y despertado esc谩ndalos que por todos los medios se han tratado de ocultar.
La prensa amarillista es como la de nota roja; busca dar en el blanco, ser el primero en ofrecer la noticia de que se trate y presentarla de la mejor manera, o la m谩s atractiva para el lector. Por lo que se ve, Murdoch est谩 tratando de camuflar muy bien su estilo de ofrecer periodismo, presentado notas que se obtienen 煤nicamente por canales ilegales. El espionaje telef贸nico, ni m谩s ni menos que el tipo de pr谩cticas orquestadas por organismos como la CIA u otras instituciones de inteligencia de EU o del mundo.
Si de todas maneras la libra y triunfa la impunidad —todav铆a el interrogatorio no pasa a manos de la polic铆a— el emporio de Murdoch ir谩 en picada paulatina por dos motivos principales: 1) Pronto se percatar谩 que ha perdido credibilidad entre sus asiduos lectores de antes; 2) La web est谩 invadiendo los terrenos de los medios tradicionales y pronto hasta la publicidad se trasladar谩 a la red. Los intereses de por medio son cuantiosos. Pero los lectores son m谩s y ellos sabr谩n determinar el futuro de un emporio que ahora pasa por un juicio de oropel. La se帽ora Murdoch no estar谩 siempre presente para defenderlo.