OPINIÓN de Gustavo Duch Busquemos de nuevo las causas del hambre en el planeta Tierra. La crisis en el Cuerno de África nos obliga a ello y, ciertamente, tenemos acceso a informaciones claras y concluyentes que relacionan esta nueva hambruna a realidades no climatológicas, porque hasta la sequía imprevista responde a un cambio climático producido por una civilización industrial lejana y ajena a las personas allí sobreviviendo. La especulación alimentaria, la marginación de la agricultura campesina y autóctona de la zona, el acaparamiento de las mejores tierras por capitales extranjeros, la imposición de cultivos para la exportación, etc. son –repetidas- las peores catástrofes inventadas por la codicia del ser humano. Y ahora que las tenemos ubicadas, ¿cómo las enfrentamos? Evidente, en primer lugar y con toda la energía posible, el análisis llama a una acción política -la soberanía alimentaria- para contrarrestar y evitar más hambres, más pobreza a cambio de tantas riquezas y