Por Gustavo Duch
Supongo que cualquier persona tiene uno o m谩s ejemplos. El m铆o era el abuelo Santos y los a帽os que vivi贸, que fueron muchos y saludables. Estaba claro el porqu茅. Santos naci贸 y vivi贸 siempre en un peque帽o pueblo segoviano rodeado de naturaleza en estado puro. Sus labores, de hortelano y ganadero, las llev贸 a cabo sin productos qu铆micos. Y su alimentaci贸n, basada en sopas, legumbres, verduras y poca carne, fue casi toda producida por la misma familia o vecinos de los aleda帽os. La vejez le trajo, como es normal, los consabidos achaques, con los que nos demostr贸 de nuevo su mucha fortaleza acumulada en cada bocanada inspirada durante los ochenta y tantos a帽os anteriores. Aunque, cuando su vida ya tocaba a su fin, los traslados a la capital para alguna hospitalizaci贸n, prueba o revisi贸n eran verdaderamente un engorro.
¿Podemos decir actualmente lo mismo? Es decir ¿tenemos referencias de que la salud de las personas vaya mejorando con esta civilizaci贸n globalizada? Creo que podemos afirmar que no, que obviamente han mejorado muchos los sistemas sanitarios, la medicina en general y que gracias a ella se sobreviven algunos a帽os…pero la salud de las personas – como el Planeta que nos acoge- parece cada vez m谩s mermada.
Mucho tiene que ver en todo esto nuestro sistema alimentario global, que con un enfoque exclusivamente mercantilista produce b谩sicamente alimentos baratos de tres tipos: los de baja calidad (las verduras y frutas de invernadero, por ejemplo), los de dudosa calidad (los productos con elementos transg茅nicos, por ejemplo) y, a veces, los claramente da帽inos (alimentos contaminados con dioxinas, por ejemplo). Y aunque parezca que tenemos mucho donde escoger, la globalizaci贸n alimentaria, m谩s que diversificaci贸n nos ha llevado a una homogeneizaci贸n de las dietas (ricas en az煤cares y grasas) que es en s铆 misma un atentado contra la salud y la cultura culinaria de la poblaci贸n.
Capear con alimentos de tantos or铆genes ha requerido incrementar las medidas de seguridad alimentaria pero ni con ellas nos escapamos de crisis como las vacas locas, la gripe A o las mencionadas dioxinas. Porque no es una cuesti贸n de m谩s vigilancia, es cuesti贸n de recuperar un modelo de producci贸n que nos encauce hacia una dieta equilibrada y sensata. De hecho, el dise帽o tan f茅rreo de las normativas sanitarias para los alimentos, suele beneficiar a las grandes corporaciones y transformadoras de alimentos, arrinconando pr谩cticas sencillas del campesinado, que favorecer铆an el consumo de proximidad y confianza.

Pero adem谩s se aprecia otra realidad. Si de alguna forma la salud, la fortaleza, en nuestra conciencia colectiva se la atribuye a la gente del campo -gente saludable, decimos, pensando en abuelos como Santos-, esta situaci贸n, tambi茅n como consecuencia del modelo de producci贸n impuesto, ha cambiado. Las y los agricultores, los trabajadores y trabajadoras del campo son uno de los colectivos con m谩s riesgos de caer enfermos, no s贸lo por accidentes laborales de esfuerzo, de empleo de maquinaria o trabajos manuales, sino por el uso (y abuso) poco controlado de productos qu铆micos de los que, de nuevo, s贸lo se enriquece la agroindustria. Las estad铆sticas son alarmantes.
Y si en pocos a帽os mucho han cambiado las cosas para las gentes del campo, algunas lamentablemente, se mantienen intactas, como es la discriminaci贸n que existe en el acceso a los servicios p煤blicos sanitarios. Muchos pueblos del Estado carecen de algunos servicios b谩sicos (ecograf铆as, radiograf铆as, servicio de ginecolog铆a, ambulancias…) y casi siempre todo est谩 demasiado lejos y demasiado centralizado, como sufri贸 el abuelo Santos. Las tendencias neoliberales y la actual crisis econ贸mica s贸lo hacen que acentuar el problema pues las medidas que se aplican tendentes a la privatizaci贸n de los servicios sanitarios (como el copago), har谩n m谩s grande la brecha entre unos ciudadanos y otros. Entre la gente del medio rural y del medio urbano; entre las personas mayores y los m谩s j贸venes; entre los m谩s pobres y los m谩s ricos, y desde luego entre mujeres y hombres.
La agricultura industrial no s贸lo provoca la desaparici贸n de muchas fincas y unidades agrarias, pobreza en el medio rural, competencia en los pa铆ses del Sur, desastres medioambientales, etc., sino que tambi茅n es la responsable de muchas muertes en el campo y en la mesa. Por eso desde los movimientos campesinos se defiende recuperar el control de la agricultura y la alimentaci贸n, es decir, recuperar nuestra soberan铆a alimentaria con una agricultura campesina a peque帽a escala como la 煤nica v铆a posible para alimentar al mundo de forma justa, sana y sostenible.
(M谩s informaci贸n sobre salud y agricultura, aqu铆)
Supongo que cualquier persona tiene uno o m谩s ejemplos. El m铆o era el abuelo Santos y los a帽os que vivi贸, que fueron muchos y saludables. Estaba claro el porqu茅. Santos naci贸 y vivi贸 siempre en un peque帽o pueblo segoviano rodeado de naturaleza en estado puro. Sus labores, de hortelano y ganadero, las llev贸 a cabo sin productos qu铆micos. Y su alimentaci贸n, basada en sopas, legumbres, verduras y poca carne, fue casi toda producida por la misma familia o vecinos de los aleda帽os. La vejez le trajo, como es normal, los consabidos achaques, con los que nos demostr贸 de nuevo su mucha fortaleza acumulada en cada bocanada inspirada durante los ochenta y tantos a帽os anteriores. Aunque, cuando su vida ya tocaba a su fin, los traslados a la capital para alguna hospitalizaci贸n, prueba o revisi贸n eran verdaderamente un engorro.
¿Podemos decir actualmente lo mismo? Es decir ¿tenemos referencias de que la salud de las personas vaya mejorando con esta civilizaci贸n globalizada? Creo que podemos afirmar que no, que obviamente han mejorado muchos los sistemas sanitarios, la medicina en general y que gracias a ella se sobreviven algunos a帽os…pero la salud de las personas – como el Planeta que nos acoge- parece cada vez m谩s mermada.
Mucho tiene que ver en todo esto nuestro sistema alimentario global, que con un enfoque exclusivamente mercantilista produce b谩sicamente alimentos baratos de tres tipos: los de baja calidad (las verduras y frutas de invernadero, por ejemplo), los de dudosa calidad (los productos con elementos transg茅nicos, por ejemplo) y, a veces, los claramente da帽inos (alimentos contaminados con dioxinas, por ejemplo). Y aunque parezca que tenemos mucho donde escoger, la globalizaci贸n alimentaria, m谩s que diversificaci贸n nos ha llevado a una homogeneizaci贸n de las dietas (ricas en az煤cares y grasas) que es en s铆 misma un atentado contra la salud y la cultura culinaria de la poblaci贸n.
Capear con alimentos de tantos or铆genes ha requerido incrementar las medidas de seguridad alimentaria pero ni con ellas nos escapamos de crisis como las vacas locas, la gripe A o las mencionadas dioxinas. Porque no es una cuesti贸n de m谩s vigilancia, es cuesti贸n de recuperar un modelo de producci贸n que nos encauce hacia una dieta equilibrada y sensata. De hecho, el dise帽o tan f茅rreo de las normativas sanitarias para los alimentos, suele beneficiar a las grandes corporaciones y transformadoras de alimentos, arrinconando pr谩cticas sencillas del campesinado, que favorecer铆an el consumo de proximidad y confianza.
Pero adem谩s se aprecia otra realidad. Si de alguna forma la salud, la fortaleza, en nuestra conciencia colectiva se la atribuye a la gente del campo -gente saludable, decimos, pensando en abuelos como Santos-, esta situaci贸n, tambi茅n como consecuencia del modelo de producci贸n impuesto, ha cambiado. Las y los agricultores, los trabajadores y trabajadoras del campo son uno de los colectivos con m谩s riesgos de caer enfermos, no s贸lo por accidentes laborales de esfuerzo, de empleo de maquinaria o trabajos manuales, sino por el uso (y abuso) poco controlado de productos qu铆micos de los que, de nuevo, s贸lo se enriquece la agroindustria. Las estad铆sticas son alarmantes.
Y si en pocos a帽os mucho han cambiado las cosas para las gentes del campo, algunas lamentablemente, se mantienen intactas, como es la discriminaci贸n que existe en el acceso a los servicios p煤blicos sanitarios. Muchos pueblos del Estado carecen de algunos servicios b谩sicos (ecograf铆as, radiograf铆as, servicio de ginecolog铆a, ambulancias…) y casi siempre todo est谩 demasiado lejos y demasiado centralizado, como sufri贸 el abuelo Santos. Las tendencias neoliberales y la actual crisis econ贸mica s贸lo hacen que acentuar el problema pues las medidas que se aplican tendentes a la privatizaci贸n de los servicios sanitarios (como el copago), har谩n m谩s grande la brecha entre unos ciudadanos y otros. Entre la gente del medio rural y del medio urbano; entre las personas mayores y los m谩s j贸venes; entre los m谩s pobres y los m谩s ricos, y desde luego entre mujeres y hombres.
La agricultura industrial no s贸lo provoca la desaparici贸n de muchas fincas y unidades agrarias, pobreza en el medio rural, competencia en los pa铆ses del Sur, desastres medioambientales, etc., sino que tambi茅n es la responsable de muchas muertes en el campo y en la mesa. Por eso desde los movimientos campesinos se defiende recuperar el control de la agricultura y la alimentaci贸n, es decir, recuperar nuestra soberan铆a alimentaria con una agricultura campesina a peque帽a escala como la 煤nica v铆a posible para alimentar al mundo de forma justa, sana y sostenible.
(M谩s informaci贸n sobre salud y agricultura, aqu铆)