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Los topos

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Por Gustavo Duch   

Para Arcadi Oliveres

Viven en el submundo y en el subsuelo, enterrados, casi que marginados de los placeres m谩s gustosos del mundo exterior: un buen ba帽o de Sol, una brisa refrescante, el color de un amanecer… Pero los topos –como explica Ra煤l Zibechi en su magn铆fico art铆culo en La Jornada- excavan sus galer铆as desde hace mucho tiempo, entre toda la familia topuna, hasta que un d铆a deciden dar un salto colectivo y salir a la superficie.

Cuando aparecen las primeras se帽ales de su presencia, peque帽os mont铆culos de tierra sembrados por diferentes plazas, jardines o huertos, se las ignora. Pero en un santiam茅n se multiplican y entonces se les llama plaga –una plaga de topos rebeldes, violentos y fastidiosos que todo lo destroza. Y se decide derrotarlos por la fuerza. Todo tipo de armas contundentes, palos, porras, plomos y bombas salen de los almacenes; pero es insuficiente. El clan topo resiste

Entonces se recurre a remedios muy t贸xicos, caducados y anticuados:

Discursos emponzo帽ados les critican la falta de organizaci贸n, s贸lo porque est谩n inventando formas nuevas de organizarse que no alcanzan a imaginar.

Dicen que les falta un l铆der, un representante, porque a eso est谩n acostumbrados, a tratar y combatir entre l铆deres que s贸lo representan el poder y el capital. Saben que lo colectivo es peligroso, porque nadie impone, ni nadie manda.

Voces envenenadas dicen y repiten que todo esto no avanza, que va muy despacio, ignorantes que as铆 se llega m谩s lejos.

Prueban a exterminarlos ti帽茅ndolos de radicales de izquierdas o de derechas, pero son inmunes los topos porque –sin prejuicios- no se preguntan de d贸nde vienen, sino a d贸nde van.

Desde las poltronas pol铆ticas se afirma que no saben interpretar la realidad pol铆tica actual. Claro que no, responde Arcadi, un pap谩 topo, no se trata de observar, sino de participar.

Al sentirse acorralados por tanto topo suelto se les acusa de enjambre violento. El miedo es lo que tiene, que te hace perder la paciencia y el juicio. Son s贸lo pac铆ficos topos y topas, y en su manada no aceptan lenguas ni comportamientos viperinos.

Agotada toda la farmacopea se guarda el 煤ltimo cartucho, -es una plaga para hacerse con el control del Estado, son aspirantes del poder- se les acusa. Y el toperio r铆e. Esas especulaciones son cosquillas, porque su prop贸sito no va por ah铆. Para nada, su ambici贸n es mucho mayor… quieren transformar el mundo. Y el primer paso ya est谩 dado: sus t煤neles, grutas y cavernas secretas hacen que el mundo de los de arriba se tambalee.




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