OPINIÓN de Emilio Cafassi .- El próximo martes 7, se cumplirá el centenario de la más impactante e influyente revolución social del siglo pasado. Que se la suela llamar “Revolución de Octubre” es apenas una anécdota menor, aunque coherente con el atraso ruso que hasta allí utilizaba el calendario juliano, mientras toda Europa ya había adoptado nuestro actual gregoriano. Ni el mérito de ese monumental proceso histórico reside en haber saltado del 1 al 13 de febrero del año 1918, compatibilizando sus fechas con el mundo occidental, ni por ello se le puede atribuir el descrédito en el que su posterior devenir sumió al pensamiento y acción revolucionaria. Hasta la propia utopía se encuentra hoy cada vez más diluida. A lo sumo evoca un vago horizonte que connota mucho más la obstinación humana contra la resignación que una verdadera alternativa. Está en crisis y reclama urgente reconstrucción, erosionada por los fracasos fácticos. No sólo ella, sino un proyecto concreto de aproximación una