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De Rosa a Simone: un siglo de inacabadas luchas

OPINI脫N de Emilio Cafassi.- Exactamente un siglo atr谩s era asesinada Rosa Luxemburgo en Berl铆n por la Socialdemocracia (SPD) que ayud贸 a construir, antes de alejarse de ella frente a las genuflexiones imperial-chauvinistas de apoyo a la primera guerra mundial. Tambi茅n cay贸 su compa帽ero Karl Liebknech con quien fund贸 el peri贸dico La bandera roja, adem谩s de la Liga Espartaquista (no es casual ni infrecuente que los peri贸dicos y revistas deriven en la formaci贸n de grupos pol铆ticos) embri贸n de lo que luego ser铆a el Partido Comunista Alem谩n (KPD).
Por supuesto que en esos d铆as tambi茅n asesinaron a miles de manifestantes m谩s an贸nimos de la insurrecci贸n de enero del ´19 y masacraron la Rep煤blica de los Consejos de Babiera. Con el aplastamiento de la revoluci贸n alemana de ese a帽o, comenzaba a sellarse la suerte de las dos sucesivas (’21 y ´23) y la monstruosa tragedia pol铆tica que se avecinar铆a en aquel pa铆s y toda Europa. Probablemente hoy, 15 de enero, mientras garabateo estas l铆neas, Berl铆n quede sin claveles rojos porque anualmente, en un raro reconocimiento -que descreo tenga un 谩pice de necrofilia- decenas de miles de personas se dan cita ante su tumba para depositar esa flor. Hasta su propia muerte parecer铆a otra de sus pioneras denuncias, ya que esas acciones criminales del primer presidente de la Rep煤blica de Weimar, Friedrich Ebert, anunciaban la descomposici贸n de la socialdemocracia europea hasta nuestros d铆as, aunque su primera l铆nea de fuego actual haya sustituido a los paramilitares por politiqueros profesionales de la puerta giratoria.

Venimos reconociendo a Rosa, tal vez insuficientemente, por sus inmensas contribuciones a la teor铆a cl谩sica del imperialismo (sin duda su libro sobre la acumulaci贸n es uno de los 4 que la fundan), a la cr铆tica tan fraterna como demoledoramente premonitoria de la Revoluci贸n Rusa ya en el ´18, a su inquebrantable militancia libertaria en la organizaci贸n de huelgas, consejos y tambi茅n por sus experimentaciones en el amor libre (de sujeciones, propertizaciones, aunque no necesariamente de padecimientos).

Pero quisiera ensayar una semblanza algo diferente y permitirme una interconexi贸n que intuyo m谩s inexplorada. Creo que Rosa, tanto como Alejandra Kollontai, Clara Zetkin y otras revolucionarias que jam谩s hablaron de patriarcado ni de g茅nero alguno, contribuyeron a fundar las bases de un feminismo hist贸ricamente ligado a la condici贸n proletaria. Por caso, aquel feminismo setentista, de Mary Alice Waters o Isabel Largu铆a si tomamos ejemplos tan distantes entre s铆. Las concibo herederas de aquel movimiento de mujeres revolucionarias que tanto intentaron promover. Y en este prop贸sito quisiera aprovechar provocativamente el azar de las efem茅rides para traer conjuntamente a la memoria el 70° aniversario de la publicaci贸n de El Segundo Sexo de Simone de Beavoir.

El feminismo sufragista de principios de siglo, despreciado por las revolucionarias, aunque mayoritariamente conquistado en la Europa de la segunda posguerra, fue contextualizado como irrelevante para emancipaci贸n alguna por Simone. Pero la convergencia que pretendo insinuar no est谩 en la posici贸n distante sobre el importante movimiento sufragista a煤n vigente en el ´49, ni en las b煤squedas de libertad en las pr谩cticas amatorias, sino en el combate al mundo privado, sentimentalizado, significado socialmente como subalterno, de retaguardia, privado de las caracter铆sticas de productividad, poder organizacional y potencialidad cognitiva reservado a los varones. Es decir a la construcci贸n hist贸rica -expl铆cita en Simone y t谩cita en Rosa- de la vulnerabilidad y estupidizaci贸n femenina por la coqueter铆a y la sacralizaci贸n uterina. Desde sus trayectorias, nada gen茅tico le impedir谩 a la mujer tomar parte de las luchas por su propia emancipaci贸n y la de la humanidad, que trasciende y complejiza la de g茅nero.

Un agudo art铆culo de la polit贸loga Nancy Fraser, glosado por Mar铆a Bartolomeu en la publicaci贸n Sin Permiso, llama particularmente la atenci贸n sobre el giro individualista, meritocr谩tico y hasta neoliberal (o emprendedorista) del feminismo actual, consecuencia parcial de la deshistorizaci贸n y neodeterminismo del concepto de g茅nero. En parte tambi茅n el que, a煤n con prop贸sitos antideterministas, es reconocible en las concepciones de libertad e independencia de la primera versi贸n de El segundo sexo que lo sit煤a en la inserci贸n calificada de la mujer en el mercado laboral.

Sin embargo, no es la que sostiene en la 煤ltima d茅cada de su vida, ya pasados los acontecimientos del mayo franc茅s, 25 a帽os m谩s tarde, cuando revisa su texto y al respecto afirma en una entrevista que fue a trav茅s de ese libro que comprendi贸 “que la gran mayor铆a de las mujeres simplemente no ten铆a la posibilidad de elecci贸n que yo hab铆a tenido”. De forma tal que “s贸lo las que tienen una fe pol铆tica, las que militan en un sindicato, conf铆an en el futuro y pueden dar un sentido 茅tico a las ingratas fatigas cotidiana. As铆, la militancia aparece como una realizaci贸n en s铆 misma y como una promesa de libertad para las que no tienen elecci贸n, que son la gran mayor铆a de las mujeres”. Pareciera escrito por Rosa, aunque la primera no tuvo el contacto con el existencialismo que Simone logr贸 con el marxismo.

Obviamente sus destinos les depararon divergentes desenlaces. Mientras Rosa, luego de soportar la c谩rcel, persecuciones y tortura encontr贸 la muerte cruenta en la plenitud de sus 47 a帽os, Simone consigui贸 en vida el mayor de los reconocimientos que un texto puede alcanzar: la prohibici贸n de la iglesia cat贸lica.




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