OPINIÓN de Álvaro Cuadra.- Más allá de las diferencias y tensiones que pudiera generar el triunfo más que previsible de Michelle Bachelet, lo cierto es que su candidatura y su futuro mandato concitan un amplio consenso dentro y fuera de Chile. Desde sectores empresariales nacionales e internacionales, hasta la izquierda tradicional, incluidos los comunistas, se ha respaldado un programa de gobierno que apunta a reformas de mediana intensidad en el ámbito educacional, tributario y constitucional. En esta segundo vuelta electoral, la triunfadora es Michelle Bachelet, su figura y su programa. Casi como en una profecía auto cumplida, la ex mandataria fue reafirmando su liderazgo en amplios sectores de la ciudadanía, seducidos por sus “cualidades blandas” que contrastan con el talante tecnocrático de la candidata de la derecha, la ex ministra señora Evelyn Matthei. Triunfó la simpatía de Bachelet, fuera de toda duda, pero también triunfó la promesa de reformas democráticas que el país