OPINI脫N de 脕lvaro Cuadra.- 29.08.13.
Hay hombres que a trav茅s de su vida van tomando conciencia de su inmortalidad hist贸rica. De alg煤n modo, estos hombres se saben protagonistas de una cierta 茅pica que los trasciende. Dir铆ase que tales figuras adquieren la p谩tina bronc铆nea que convierte sus gestos y palabras en verdaderos ecos simb贸licos que resuenan en otra parte y destinados a inscribirse, por derecho propio, en la mitolog铆a de sus pueblos. As铆, los h茅roes de la antig眉edad, as铆 nuestros pr贸ceres de la Independencia, as铆, el presidente Salvador Allende.
La muerte misma aparece como un tr谩mite, sangriento, es cierto, pero insignificante frente a la grandeza espiritual de quien la enfrenta en nombre de un sue帽o justo. Frente a la hora final, absoluta y definitiva, el gran hombre entona el 煤nico canto que le est谩 permitido, aquel que dignifica su gesta para siempre. Se trata de consagrar en un presente ignominioso, la palabra simiente que se profiere m谩s all谩 de la historia, el s铆mbolo meta hist贸rico que animar谩 a muchas generaciones futuras. Las 煤ltimas palabras del presidente Allende perviven hasta hoy como denuncia y reclamo, como promesa y destino.
Toda la felon铆a y la traici贸n que est谩 en el origen de una cruenta dictadura militar est谩n ya contenidas en las palabras del presidente Salvador Allende. En medio de un dantesco escenario donde el palacio presidencial es asediado y bombardeado por los golpistas, el presidente hace lo 煤nico que puede hacer, dirigirse a su pueblo denunciando la bajeza y la codicia de sus adversarios, un estigma que los ha acusado para siempre. Pero hay m谩s, no se trata tan solo de denunciar los horrores de una circunstancia sino de mostrar un horizonte.
Con una sorprendente lucidez en esos momentos aciagos, el presidente les habla a los hombres y mujeres de su pueblo, a los obreros, campesinos e intelectuales de Chile, se帽alando un camino democr谩tico de dignidad. Les advierte a sus seguidores de los graves peligros que se ciernen sobre ellos, pero, adem谩s, les se帽ala un horizonte pol铆tico y moral que se realizar谩 en un porvenir que se aproxima. Salvador Allende nos ha dejado una gran lecci贸n a todos los chilenos: El reclamo por la dignidad humana y la justicia social se realiza en la historia, pero se fundamenta mucha m谩s all谩 de cualquier circunstancia hist贸rica, En este sentido, se trata de un mensaje que trasciende, con mucho, el acotado tiempo que le ha tocado vivir.
Hoy, a cuarenta a帽os de la tragedia, en las calles Moneda y Morand茅, la estatua de bronce de Salvador Allende comparte el pante贸n republicano junto a otros ex mandatarios, reafirmando su fe en Chile y su destino. Los inadvertidos transe煤ntes sumidos en sus afanes cotidianos no advierten que en esa estatua est谩 la semilla de muchos anhelos que esperan su realizaci贸n, un reclamo pol铆tico y 茅tico todav铆a postergado, palabras provistas de un “aura” que sigue lozana, esperando su primavera, sobreviviendo al dolor y a la verg眉enza.
Hay hombres que a trav茅s de su vida van tomando conciencia de su inmortalidad hist贸rica. De alg煤n modo, estos hombres se saben protagonistas de una cierta 茅pica que los trasciende. Dir铆ase que tales figuras adquieren la p谩tina bronc铆nea que convierte sus gestos y palabras en verdaderos ecos simb贸licos que resuenan en otra parte y destinados a inscribirse, por derecho propio, en la mitolog铆a de sus pueblos. As铆, los h茅roes de la antig眉edad, as铆 nuestros pr贸ceres de la Independencia, as铆, el presidente Salvador Allende.
La muerte misma aparece como un tr谩mite, sangriento, es cierto, pero insignificante frente a la grandeza espiritual de quien la enfrenta en nombre de un sue帽o justo. Frente a la hora final, absoluta y definitiva, el gran hombre entona el 煤nico canto que le est谩 permitido, aquel que dignifica su gesta para siempre. Se trata de consagrar en un presente ignominioso, la palabra simiente que se profiere m谩s all谩 de la historia, el s铆mbolo meta hist贸rico que animar谩 a muchas generaciones futuras. Las 煤ltimas palabras del presidente Allende perviven hasta hoy como denuncia y reclamo, como promesa y destino.
Toda la felon铆a y la traici贸n que est谩 en el origen de una cruenta dictadura militar est谩n ya contenidas en las palabras del presidente Salvador Allende. En medio de un dantesco escenario donde el palacio presidencial es asediado y bombardeado por los golpistas, el presidente hace lo 煤nico que puede hacer, dirigirse a su pueblo denunciando la bajeza y la codicia de sus adversarios, un estigma que los ha acusado para siempre. Pero hay m谩s, no se trata tan solo de denunciar los horrores de una circunstancia sino de mostrar un horizonte.
Con una sorprendente lucidez en esos momentos aciagos, el presidente les habla a los hombres y mujeres de su pueblo, a los obreros, campesinos e intelectuales de Chile, se帽alando un camino democr谩tico de dignidad. Les advierte a sus seguidores de los graves peligros que se ciernen sobre ellos, pero, adem谩s, les se帽ala un horizonte pol铆tico y moral que se realizar谩 en un porvenir que se aproxima. Salvador Allende nos ha dejado una gran lecci贸n a todos los chilenos: El reclamo por la dignidad humana y la justicia social se realiza en la historia, pero se fundamenta mucha m谩s all谩 de cualquier circunstancia hist贸rica, En este sentido, se trata de un mensaje que trasciende, con mucho, el acotado tiempo que le ha tocado vivir.
Hoy, a cuarenta a帽os de la tragedia, en las calles Moneda y Morand茅, la estatua de bronce de Salvador Allende comparte el pante贸n republicano junto a otros ex mandatarios, reafirmando su fe en Chile y su destino. Los inadvertidos transe煤ntes sumidos en sus afanes cotidianos no advierten que en esa estatua est谩 la semilla de muchos anhelos que esperan su realizaci贸n, un reclamo pol铆tico y 茅tico todav铆a postergado, palabras provistas de un “aura” que sigue lozana, esperando su primavera, sobreviviendo al dolor y a la verg眉enza.