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CHILE - El ocaso de la derecha dura

*5.11.13. OPINIÓN de Álvaro Cuadra.-  La candidata a la presidencia de Chile, señora Evelyn Matthei, ha sido una de las peores candidatas que ha representado a la derecha. Todas las encuestas muestran el débil arraigo que suscitan sus propuestas. El fracaso de su candidatura, que no alcanza a seducir ni a su propio sector, no se debe a defectos personales – que los tiene y en abundancia – sino al ocaso político de la llamada “derecha dura” Si algo evidenció la conmemoración de los cuarenta años del golpe de estado, es el hastío de los chilenos con el diseño dictatorial que se ha prolongado desde entonces.

Lo que marca el ocaso de la “derecha dura” no es una figura, por controversial que sea, sino el proyecto que plantea al país. Insistir, como hace, en profundizar el modelo neoliberal en lo económico y antidemocrático en lo político, en nombre de rancios valores oligárquicos, aparece ante el electorado como un “cocktail” reaccionario y extemporáneo que ya no se puede tomar en serio en el Chile actual. La derecha se ha quedado sin un discurso verosímil y políticamente aceptable a esta altura del siglo XXI.

Es cierto que por diferentes circunstancias, entre ellas el cambio de candidatos, le ha jugado en contra. Pero la fractura es mucho más profunda que una coyuntura electoral, se advierte el fin de una etapa en la sociedad chilena. Aquellos iluminados por las antorchas de “Chacarillas” tienen muy poco que agregar a la historia contemporánea de nuestro país. El ideario pinochetista de construir un modelo basado en el enriquecimiento de un empresariado en un país desigual con una democracia limitada ya no se sostiene.

Es muy probable que la señora Matthei sea la última representante de su especie, una candidata de la “derecha dura”, sin máscaras ni coartadas. En los años venideros, la derecha chilena deberá adaptarse a los nuevos tiempos, sea buscando alianzas con el centro político o reinventándose tras un discurso de tinte más liberal. Desde luego, no es el fin de las ideas de derechas, tampoco su extinción de la vida política nacional, pero sí es un golpe decisivo a la derecha extrema que se ha enseñoreado por más de cuarenta años, condicionando el decurso de nuestra historia.

Cualesquiera sean las cifras de los próximos comicios presidenciales y parlamentarios, no cabe duda que habrá un “antes” y un “después” de las elecciones. La tarea que espera a este sector es clara, exorcizar la maldición del pinochetismo de sus filas y de su discurso. Una empresa nada fácil, cuando ha sido la herencia autoritaria la que le ha permitido enriquecerse como nunca y ocupar un lugar de privilegio en la política chilena. No obstante, se trata de un cambio imprescindible para sobrevivir en la democracia que ya se avizora en el horizonte de nuestra historia.





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