La misma derecha guarda silencio cuando aparece el rostro horrido de la tortura y la muerte. Recordemos que un personaje tan eficiente como execrable de esta industria del terror se encarn贸 en Osvaldo Romo Mena. A diferencia de las exequias del dictador al que sirvi贸, fue enterrado en la m谩s pat茅tica soledad. Un personaje que fue capaz de defender de manera expl铆cita y descarnada sus m谩s crueles actuaciones, fue demasiado para la sensibilidad de sus patrones que prefieren los c贸modos sillones del poder y la sonrisas pseudo democr谩ticas.
La 茅tica acomodaticia de nuestra derecha se niega a aceptar que desde aquel fat铆dico d铆a de septiembre de 1973 se instal贸 en Chile una organizaci贸n criminal que incluye a miles de personas, desde generales hasta los m谩s miserables delincuentes. La DINA-CNI fue el rostro represivo de un r茅gimen sostenido desde su origen en la violencia homicida al servicio de los poderosos.
Durante cuatro d茅cadas, nuestro pa铆s ha debido soportar que la violaci贸n de derechos humanos siga siendo una cuesti贸n inconclusa. Hasta la fecha hay un pacto de silencio de quienes participaron en estos hechos. Hasta el presente, los sucesivos gobiernos han venido postergando la justicia reclamada, postergando as铆 el desarrollo mismo de nuestra democracia.
A cuarenta a帽os de distancia no es ya aceptable seguir defendiendo privilegios e impunidad hacia quienes han protagonizado un cap铆tulo tan vergonzoso de nuestra historia reciente. La sociedad chilena de hoy no puede soslayar un imperativo 茅tico y pol铆tico, construir una democracia que deje atr谩s la oscura herencia pinochetista. No es ya aceptable la ambig眉edad o la debilidad 茅tica frente a los responsables de la tragedia de Chile, sean estos civiles o uniformados.
*Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS