OPINIÓN de Emilio Cafassi.- Un hedor político se instaló como densa niebla en Brasil prefigurando un futuro irrespirable. A las repugnancias pasadas y presentes por la magnitud y extensión de la corrupción de la totalidad del sistema político y empresarial se le sumará la fetidez cadavérica de las promesas de limpieza étnica, vindicta y exterminio que anuncian los vencedores. La nueva atmósfera política ya vino conformando tormentas neofascistas en EEUU y Europa, orientando luego la virazón hacia este sur. Hoy Brasil es el lóbrego escenario donde se cierne esta amenaza.