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Uso de efectivo y patentes de corso

OPINI脫N de Emilio Cafassi, Uruguay.- Me ha llamado particularmente la atenci贸n el incremento de mails recibidos a prop贸sito de un art铆culo reciente en este medio sobre la ley uruguaya de inclusi贸n financiera.
La casi totalidad de las dudas pueden inscribirse con diversos matices sobre una delimitaci贸n conceptual y 茅tica previa respecto a la naturaleza de la socializaci贸n mercantil. No deja de tener un dejo ir贸nico que en el a帽o en que se cumple el 150 aniversario de la edici贸n de “El Capital” de Marx, el manejo dinerario se pretenda defender como perteneciente a la esfera de la privacidad. Entre muchas otras precisiones, para el pensador de Tr茅veris el valor (y su signo f铆sico, la moneda met谩lica) expresa la forma hist贸rica concreta que adopta el car谩cter social del trabajo en el capitalismo como consumo de fuerza de trabajo social. No se constituye en una relaci贸n t茅cnica, sino una relaci贸n entre personas que en el capitalismo asume una "forma natural" que se introyecta en el sentido com煤n como propiedad de esa forma. Es precisamente el mercado el que convierte los trabajos privados en trabajo social. Alienadamente, a trav茅s de la violencia expropiatoria no s贸lo de proporciones ingentes de riqueza, sino de capacidad decisional colectiva. El fetichismo de la mercanc铆a, adquiere luego su m谩xima potencia y contundente seducci贸n, como fetichismo del dinero, atravesando clases, etnias, g茅neros y franjas etarias. Es imposible separar la defensa del car谩cter secreto e 铆ntimo de la posesi贸n y utilizaci贸n del dinero de la -a煤n involuntaria- defensa de la corrupci贸n, raz贸n por la cual incluyo la dimensi贸n moral en esta pol茅mica.

Pero adem谩s del ir贸nico resurgimiento de esta discusi贸n en el a帽o de esta efem茅ride, las sociedades protagonizan el sainete de la exhibici贸n tecnol贸gica de toda clase de intimidades, gustos, inclinaciones y lazos en las redes sociales, para beneficio de la National Security Agency (NSA) estadounidense auxiliada por el oligopolio del capitalismo informacional y del procesamiento del Big Data por las grandes empresas privadas con prop贸sitos de inteligencia comercial y publicitaria. Aquello que la soci贸loga argentino-brasilera Paula Sibila define como “extimidad”. Hoy s贸lo se lograr铆a escabullir las transacciones mediante el secreto del uso y finalidad del dinero met谩lico. Grandes propietarios de fortunas, corruptos de toda laya, evasores fiscales, lavadores y traficantes, agradecer谩n la defensa del sigilo.

Esta semana le铆a en el sitio “Rebeli贸n” un art铆culo del periodista uruguayo Marcelo Marchese argumentando con las mejores intenciones contra la ley de inclusi贸n financiera. La primera raz贸n de su resistencia se centra en que no se trata s贸lo de una iniciativa del oficialista Frente Amplio (FA), acotada a su pa铆s, sino de una recomendaci贸n internacional promovida desde el G20, con apoyo del Banco Mundial y seudo fil谩ntropos como Bill Gates con el fin de “liberar el potencial econ贸mico y social de los 2.500 millones de personas m谩s pobres del mundo”. Comparto con el autor que acercar a los bancos a esos miles de millones de sumergidos no va a liberar potencial alguno. Pero la vigencia de la circulaci贸n met谩lica libera actualmente a toda clase de facinerosos de todo control o tutela. El objetivo local es m谩s modesto: tan s贸lo evitar la evasi贸n, el lavado y algo de la posible corrupci贸n.

El segundo argumento concomitante es el beneficio del sistema financiero, al que atribuye como causa motriz de la iniciativa, cosa muy probable trat谩ndose de los impulsores internacionales, aunque en el caso uruguayo se acota para el sistema bancario privado. Pero a煤n si lo fuera en ambos, ser铆a imposible eludir en el capitalismo el inter茅s y beneficio de alguna rama del capital en alg煤n tipo de desarrollo. Supongamos que en vez de inclusi贸n financiera la iniciativa fuera de “inclusi贸n habitacional”, algo adem谩s impostergable no s贸lo en Uruguay sino en toda Am茅rica Latina. Sin duda beneficiar铆a a las empresas constructoras que explotar谩n la fuerza de trabajo de los oficios de la construcci贸n, extray茅ndole plusval铆a como bien puede atestiguar el sindicato uruguayo SUNCA, particularmente en las zonas privilegiadas de Maldonado, Montevideo y en los barrios m谩s favorecidos de todas las capitales departamentales.

El tercer argumento es que los bancos obtendr铆an conocimiento y control de sus nuevos clientes. Mucho antes y m谩s variado lo tienen las grandes empresas del capitalismo informacional, como Facebook, due帽a adem谩s de whatsapp, las agencias de inteligencia internacional y todas las operadoras de Big Data sobre usuarios bancarizados o no. Preocupado por el futuro, Marchese sostiene que “con la bancarizaci贸n forzosa esta concentraci贸n de riquezas, conocimiento y poder alcanzar谩 niveles maravillosos y llegaremos un d铆a al colmo de que el dinero ser谩 unos simples n煤meros, sin soporte f铆sico, esto es, con mayor posibilidad de ser alterado o inventado, como si estuvi茅ramos a las puertas de la era de la preeminencia de lo virtual y adulterable sobre lo real, el dinero electr贸nico sobre el dinero, el libro digital sobre el libro de papel”. Pero ese d铆a ya lleg贸. El 90% del dinero mundial son simples bits transados por algoritmos y protegidos por criptograf铆a electr贸nica. Y adem谩s hay una profusi贸n de criptomonedas, m谩s all谩 del masivo bitcoin, que es en verdad la radicalizaci贸n digital de la idea liberal por excelencia de la pertenencia del dinero a la esfera 铆ntima, secreta y privada, por fuera de todo Estado.

Para ir ci帽茅ndome a la particularidad uruguaya que el texto cuestiona, en mi ejemplo comparativo con la industria inmobiliaria existe una diferencia sustantiva y es la existencia de la banca p煤blica, tanto en el mundo cuanto en el pa铆s oriental. Pero adem谩s en 茅ste, el peso proporcional es enorme, comparativamente con la gran mayor铆a de los pa铆ses del orbe capitalista. Lo que la ley obliga a la totalidad de la banca no es a obtener beneficios, sino algunos perjuicios en la medida que exige mantenimiento administrativo gratuito. La debilidad de la ley es no haber exigido m谩s beneficios a cambio de los clientes que le otorga. Mas para obtener beneficios, deber谩n convencer a los clientes que la adquisici贸n de servicios pagos (como tarjetas de cr茅dito nacionales o internacionales, seguros, garant铆as de descubierto, transferencias, etc.) le resultar铆an convenientes. En cualquier caso, la tendencia es ineluctable.

La casi totalidad de los ciudadanos escandinavos lo practica, sin obligaci贸n alguna. En Suecia (al igual que en Dinamarca en apenas una m铆nima proporci贸n) el 95% de las compras por menor se hacen sin efectivo. El total de billetes y monedas en circulaci贸n alcanza al 2% del Producto Bruto. Los cajeros autom谩ticos siguen la suerte menguante de los tel茅fonos p煤blicos, hasta su definitiva desaparici贸n. Cientos de sucursales bancarias ya no aceptan efectivo ni lo proporcionan. Inclusive remitir la inevitable desaparici贸n del dinero met谩lico exclusivamente al uso de tarjetas (tambi茅n f铆sicas) es una verdadera antigualla. El mismo celular desde el que se env铆an y reciben mails, mensajes, audios, videos es, simult谩neamente, una billetera. En China, de los 650 millones de personas con celular, el 65% carece de otro monedero que el propio aparatito.

Marchese se queja de que “el gobierno ol铆mpicamente olvida nuestro derecho y libertad y paternalmente nos incluye financieramente, aunque uno no quiera ser incluido (…) cuando bien sabemos que es un cuento de hadas elaborado en un lugar muy muy lejano, donde no tiene cabida ning煤n gobierno ni sirviente”. La misma libertad y derecho gracias a la que por ejemplo el ex viceministro de planificaci贸n argentino (谩rea encargada de la obra p煤blica) Jos茅 L贸pez, intent贸 revolear bolsos que no conten铆an tarjetas ni tablets con bits, sino 9 millones de d贸lares contantes y sonantes tras los muros de un convento a fin de ponerlos a resguardo, a la saz贸n fallidamente.

El liberalismo atrasa doblemente. En su resguardo invertido de lo p煤blico y social bajo el manto reservado de la intimidad privada y en su apego al soporte f铆sico de las fuentes de la desigualdad y violencia que produce con sus pr谩cticas expropiatorias y su filosof铆a ideologizada. Su defensa no debilita al sistema financiero.

S贸lo auxilia al delito.




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