OPINI脫N de Emilio Cafassi.- El pasado s谩bado 6 de mayo, el Congreso Rodney Arismendi del Frente Amplio uruguayo (FA) -autodeclarado en cuarto intermedio desde fines de noviembre- logr贸 presionar por 煤ltima vez la recurrente tecla punto que todo autor espera, cuando es final, para cerrar un texto que siempre tendr谩 v铆nculo, t谩cito o expl铆cito, con una nueva aventura literaria. Los 4 cap铆tulos del documento de principios y valores compartidos, pendientes de enmienda y correcci贸n fueron concluidos. De este modo, el FA renov贸 el complejo y apasionante mecanismo de elaboraci贸n colectiva de sus textos fundantes, concluyendo definitivamente el Congreso. No puedo aseverar que sea la 煤nica fuerza pol铆tica en el mundo que distribuye de un modo tan masivo el poder de producci贸n documental, particularmente de sus textos fundantes y categ贸ricos. Pero a煤n si compartiera esta metodolog铆a con otros partidos en otras latitudes, pertenecer谩 a un estrech铆simo c铆rculo de valiosos precursores de la democratizaci贸n partidaria. Nunca es sencilla ni espont谩nea coautor铆a alguna, a煤n entre escasas plumas. Menos puede serlo de a miles de ellas. Ser铆a m谩s dif铆cil a煤n, si no presuponemos que su militancia ley贸 detenidamente el original disparador, deliber贸 sobre contenidos y formas, particip贸 de la elaboraci贸n de alguna propuesta o moci贸n, mandatando finalmente a sus delegados para defender, rechazar o modificar cada l铆nea. Aunque no es algo que los integrantes puedan hacer por exclusiva voluntad o iniciativa, sino que es la propia estructura organizativa y sus coyunturales direcciones, las que deben estimular y facilitar la elaboraci贸n conjunta.
Sin duda arduo y moroso, este procedimiento contiene varias potencialidades superadoras de las diversas opciones decisionales cerradas (del tipo “t贸malo o d茅jalo” o “茅ste o el otro”) que se ampl铆an al considerar la heterogeneidad ideol贸gica, te贸rica, de experiencia e inserci贸n social que contiene el FA. Por un lado, permite auscultar los acuerdos o desacuerdos en sus diversos “interiores” ya sean los comit茅s de base, los propios sectores, los 贸rganos directivos o los much铆simos representantes en los poderes del Estado. Por otro, trascender posteriormente las delimitaciones de tales “interiores” construyendo puentes y alianzas que fortalecen la unidad y las convicciones hacia resultados realistas y factibles. Genera adem谩s implicancia y pertenencia induciendo a la acci贸n y defensa de lo decidido, cualquiera haya sido la opini贸n sobre ello. La participaci贸n, cuando es activa, compromete necesariamente la consecuci贸n de lo resuelto. Inversamente, si es simb贸lica o ficticia, se transforma en un placebo que desemboca inevitablemente en el des谩nimo y la despolitizaci贸n.
Si bien el grado o nivel de democraticidad depende de la extensi贸n inclusiva de los decisores y de la igualdad que exista para la adopci贸n de las decisiones (en el m谩s amplio sentido posible, no s贸lo de derecho sino tambi茅n de informaci贸n y de intervenci贸n en las discusiones) no se participa id茅nticamente optando por alternativas generadas por alguna fracci贸n o sector, necesariamente estrecho por definici贸n, que siendo co-creador de ellas. De este modo se supera la concepci贸n liberal que reduce los procedimientos democr谩ticos al mero acto de votar eligiendo exclusivamente entre variantes. La distinci贸n es cualitativa y se traduce inmediatamente en mayor legitimidad. Por 煤ltimo, metodol贸gicamente contribuye a reducir la distancia entre dirigentes y dirigidos, otorg谩ndole a la vez id茅nticas condiciones a los militantes sectorizados que a los independientes que constituyen el sustrato fundamental del car谩cter movimientista del FA, aunque hoy se perciba en franca declinaci贸n.
Indudablemente la descripci贸n precedente traza un ideal y contiene una serie de presupuestos, que luego la pr谩ctica puede entorpecer o modificar, debido a m煤ltiples causas. Desde errores, dificultades coyunturales, desmovilizaci贸n y desinformaci贸n de algunos o varios comit茅s o sectores, confusiones por la propia complejidad y velocidad de las decisiones a adoptar, o de car谩cter comunicativo. Hasta podr铆a haberlas por razones voluntarias, aunque no creo que sea el caso en el FA. Ni el desarrollo del largo cuarto intermedio, ni la sesi贸n de cierre carecieron de algunos obst谩culos. No reiterar茅 lo que consider茅 en otros art铆culos errores de la mayor铆a de la comisi贸n organizadora que contrariaban el esp铆ritu de extensi贸n de los debates y nuevas propuestas, de celeridad en la distribuci贸n informativa y el est铆mulo a la interacci贸n con el que fue fundamentado y aprobado el cuarto intermedio por una amplia mayor铆a. Me refiero aqu铆 a otras cuestiones m谩s pedestres como, por caso, algunas contradicciones u omisiones entre la versi贸n digital distribuida a los comit茅s (al menos del exterior) y la versi贸n impresa y la propia edici贸n en dos tabloides independientes -que requer铆an ser cotejados en cada par谩grafo- con los que finalmente se consideraron las opciones sometidas a decisi贸n, generando confusi贸n.
Frente a la tensi贸n entre las dificultades y el esp铆ritu democratizador, la alternativa es el perfeccionamiento y ampliaci贸n de esta estimulante arquitectura de elaboraci贸n colectiva de las decisiones, adem谩s de hacerla cada vez m谩s extendida y frecuente, cosa que requiere de una revisi贸n cr铆tica de la organizaci贸n y medios de esta m谩xima instancia de direcci贸n del FA: su Congreso. No s贸lo para que las decisiones reflejen del modo m谩s fidedigno posible la concepci贸n del conjunto de la militancia frentista, sino asimismo para mantener activa, informada y movilizada a esa amplia masa de activistas que cotidianamente sustenta la acci贸n pol铆tica. Afortunadamente el desarrollo de las tecnolog铆as actuales (sumado al desarrollo de la inform谩tica y las telecomunicaciones en Uruguay que lo ubica en un lugar de vanguardia en Am茅rica Latina) hace de este prop贸sito una posibilidad muy concreta. Volviendo a se帽alar un ejemplo puntual, ¿no resulta risible que en pleno siglo XXI, en el FA sigan votando m谩s de un millar de delegados con una cartulina, contabilizando a trav茅s de “contadores humanos” por zonas que transmiten en un papelito los resultados hacia otro humano centralizador, con la consecuente p茅rdida de tiempo, posibles errores y fundamentalmente posibilidad de registro de la trayectoria electoral de cada delegado para posterior verificaci贸n del cumplimiento de su mandato por parte de sus mandantes?
Como la mec谩nica concebida proviene de una tradici贸n hist贸rica sustentada en una pr谩ctica, encarnada por sujetos concretos, no s贸lo se trata de eludir obst谩culos pr谩cticos, sino tambi茅n de reflexionar sobre los factores sociol贸gicos y subjetivos. Ninguna fuerza de izquierda o progresista puede dejar de interrogarse cotidianamente sobre sus propios riesgos de burocratizaci贸n ni sobre los modos de reproducci贸n de sus estructuras y jerarqu铆as. De hecho, varios sectores lo hacen consigo mismos, pero es llamativo que el propio FA se despreocupe de ellos. Quiz谩s parte de la distancia entre la realidad y sus ideales, provengan de la indiferencia te贸rica e ideol贸gica por este problema end茅mico de las izquierdas, m谩s acuciante a煤n cuando acceden al poder pol铆tico. Y en esta misma esfera m谩s subjetiva, tambi茅n llama la atenci贸n la ausencia de formaci贸n de su militancia, dej谩ndola en manos exclusivas de los sectores. A los efectos de lo que discuto, no refiero a aspectos ideol贸gicos, sino m谩s concretamente a los modos de participaci贸n en estas instancias cardinales de producci贸n colectiva, que exceden la lectura de un simple reglamento. Si ya la participaci贸n requiere de concentraci贸n, rapidez de respuesta, talento para anticipar imprevistos, ¿cu谩nto se ampl铆a la diferencia entre los militantes profesionales, dedicados exclusivamente a la tarea pol铆tica y aquellos que entregan sus esfuerzos luego de las propias jornadas laborales sin recibir siquiera un m铆nimo de instrucci贸n para acortar las distancias con los primeros, comprender la mec谩nica y posibilidades aportando su contacto con la realidad social? ¿Cu谩nto de los resultados, no depende de vivezas y artesan铆as cuyos oficios son transmitidos en c铆rculos selectivos y conocidos por unos pocos experimentados?
Sin embargo, no quisiera dejar la discusi贸n en un plano exclusivamente hipot茅tico o especulativo, sino remitirme a los resultados f谩cticos. El FA no s贸lo produjo sus programas y documentos hist贸ricos por estos procedimientos inclusivos de la totalidad de sus adherentes, sino que en el caso del documento de principios y valores, logr贸 enriquecer el original de manera sustantiva, delimitando en varios casos conceptos y objetivos, al tiempo que desaparec铆an varios lugares comunes. El texto aprobado, aunque resta a煤n la correcci贸n de estilo decidida por el propio congreso, guarda escasa similitud con el que fue enviado a las bases el a帽o pasado, super谩ndolo claramente. Mantengo no obstante la preocupaci贸n por varias debilidades del cap铆tulo V que en v铆speras de la decisi贸n de la Mesa Pol铆tica acerca de la iniciativa de reforma constitucional, le aporta escasos insumos para alentarla, adem谩s de la premura ante la proximidad de instancias electorales. Resulta de este modo una prueba de que los ideales de producci贸n colectiva concebidos en el origen frentista pueden ser encarnados aunque merezcan profundizaci贸n y aggiornamiento.
En otros t茅rminos, m谩s y mejor poder colectivo.
Sin duda arduo y moroso, este procedimiento contiene varias potencialidades superadoras de las diversas opciones decisionales cerradas (del tipo “t贸malo o d茅jalo” o “茅ste o el otro”) que se ampl铆an al considerar la heterogeneidad ideol贸gica, te贸rica, de experiencia e inserci贸n social que contiene el FA. Por un lado, permite auscultar los acuerdos o desacuerdos en sus diversos “interiores” ya sean los comit茅s de base, los propios sectores, los 贸rganos directivos o los much铆simos representantes en los poderes del Estado. Por otro, trascender posteriormente las delimitaciones de tales “interiores” construyendo puentes y alianzas que fortalecen la unidad y las convicciones hacia resultados realistas y factibles. Genera adem谩s implicancia y pertenencia induciendo a la acci贸n y defensa de lo decidido, cualquiera haya sido la opini贸n sobre ello. La participaci贸n, cuando es activa, compromete necesariamente la consecuci贸n de lo resuelto. Inversamente, si es simb贸lica o ficticia, se transforma en un placebo que desemboca inevitablemente en el des谩nimo y la despolitizaci贸n.
Si bien el grado o nivel de democraticidad depende de la extensi贸n inclusiva de los decisores y de la igualdad que exista para la adopci贸n de las decisiones (en el m谩s amplio sentido posible, no s贸lo de derecho sino tambi茅n de informaci贸n y de intervenci贸n en las discusiones) no se participa id茅nticamente optando por alternativas generadas por alguna fracci贸n o sector, necesariamente estrecho por definici贸n, que siendo co-creador de ellas. De este modo se supera la concepci贸n liberal que reduce los procedimientos democr谩ticos al mero acto de votar eligiendo exclusivamente entre variantes. La distinci贸n es cualitativa y se traduce inmediatamente en mayor legitimidad. Por 煤ltimo, metodol贸gicamente contribuye a reducir la distancia entre dirigentes y dirigidos, otorg谩ndole a la vez id茅nticas condiciones a los militantes sectorizados que a los independientes que constituyen el sustrato fundamental del car谩cter movimientista del FA, aunque hoy se perciba en franca declinaci贸n.
Indudablemente la descripci贸n precedente traza un ideal y contiene una serie de presupuestos, que luego la pr谩ctica puede entorpecer o modificar, debido a m煤ltiples causas. Desde errores, dificultades coyunturales, desmovilizaci贸n y desinformaci贸n de algunos o varios comit茅s o sectores, confusiones por la propia complejidad y velocidad de las decisiones a adoptar, o de car谩cter comunicativo. Hasta podr铆a haberlas por razones voluntarias, aunque no creo que sea el caso en el FA. Ni el desarrollo del largo cuarto intermedio, ni la sesi贸n de cierre carecieron de algunos obst谩culos. No reiterar茅 lo que consider茅 en otros art铆culos errores de la mayor铆a de la comisi贸n organizadora que contrariaban el esp铆ritu de extensi贸n de los debates y nuevas propuestas, de celeridad en la distribuci贸n informativa y el est铆mulo a la interacci贸n con el que fue fundamentado y aprobado el cuarto intermedio por una amplia mayor铆a. Me refiero aqu铆 a otras cuestiones m谩s pedestres como, por caso, algunas contradicciones u omisiones entre la versi贸n digital distribuida a los comit茅s (al menos del exterior) y la versi贸n impresa y la propia edici贸n en dos tabloides independientes -que requer铆an ser cotejados en cada par谩grafo- con los que finalmente se consideraron las opciones sometidas a decisi贸n, generando confusi贸n.
Frente a la tensi贸n entre las dificultades y el esp铆ritu democratizador, la alternativa es el perfeccionamiento y ampliaci贸n de esta estimulante arquitectura de elaboraci贸n colectiva de las decisiones, adem谩s de hacerla cada vez m谩s extendida y frecuente, cosa que requiere de una revisi贸n cr铆tica de la organizaci贸n y medios de esta m谩xima instancia de direcci贸n del FA: su Congreso. No s贸lo para que las decisiones reflejen del modo m谩s fidedigno posible la concepci贸n del conjunto de la militancia frentista, sino asimismo para mantener activa, informada y movilizada a esa amplia masa de activistas que cotidianamente sustenta la acci贸n pol铆tica. Afortunadamente el desarrollo de las tecnolog铆as actuales (sumado al desarrollo de la inform谩tica y las telecomunicaciones en Uruguay que lo ubica en un lugar de vanguardia en Am茅rica Latina) hace de este prop贸sito una posibilidad muy concreta. Volviendo a se帽alar un ejemplo puntual, ¿no resulta risible que en pleno siglo XXI, en el FA sigan votando m谩s de un millar de delegados con una cartulina, contabilizando a trav茅s de “contadores humanos” por zonas que transmiten en un papelito los resultados hacia otro humano centralizador, con la consecuente p茅rdida de tiempo, posibles errores y fundamentalmente posibilidad de registro de la trayectoria electoral de cada delegado para posterior verificaci贸n del cumplimiento de su mandato por parte de sus mandantes?
Como la mec谩nica concebida proviene de una tradici贸n hist贸rica sustentada en una pr谩ctica, encarnada por sujetos concretos, no s贸lo se trata de eludir obst谩culos pr谩cticos, sino tambi茅n de reflexionar sobre los factores sociol贸gicos y subjetivos. Ninguna fuerza de izquierda o progresista puede dejar de interrogarse cotidianamente sobre sus propios riesgos de burocratizaci贸n ni sobre los modos de reproducci贸n de sus estructuras y jerarqu铆as. De hecho, varios sectores lo hacen consigo mismos, pero es llamativo que el propio FA se despreocupe de ellos. Quiz谩s parte de la distancia entre la realidad y sus ideales, provengan de la indiferencia te贸rica e ideol贸gica por este problema end茅mico de las izquierdas, m谩s acuciante a煤n cuando acceden al poder pol铆tico. Y en esta misma esfera m谩s subjetiva, tambi茅n llama la atenci贸n la ausencia de formaci贸n de su militancia, dej谩ndola en manos exclusivas de los sectores. A los efectos de lo que discuto, no refiero a aspectos ideol贸gicos, sino m谩s concretamente a los modos de participaci贸n en estas instancias cardinales de producci贸n colectiva, que exceden la lectura de un simple reglamento. Si ya la participaci贸n requiere de concentraci贸n, rapidez de respuesta, talento para anticipar imprevistos, ¿cu谩nto se ampl铆a la diferencia entre los militantes profesionales, dedicados exclusivamente a la tarea pol铆tica y aquellos que entregan sus esfuerzos luego de las propias jornadas laborales sin recibir siquiera un m铆nimo de instrucci贸n para acortar las distancias con los primeros, comprender la mec谩nica y posibilidades aportando su contacto con la realidad social? ¿Cu谩nto de los resultados, no depende de vivezas y artesan铆as cuyos oficios son transmitidos en c铆rculos selectivos y conocidos por unos pocos experimentados?
Sin embargo, no quisiera dejar la discusi贸n en un plano exclusivamente hipot茅tico o especulativo, sino remitirme a los resultados f谩cticos. El FA no s贸lo produjo sus programas y documentos hist贸ricos por estos procedimientos inclusivos de la totalidad de sus adherentes, sino que en el caso del documento de principios y valores, logr贸 enriquecer el original de manera sustantiva, delimitando en varios casos conceptos y objetivos, al tiempo que desaparec铆an varios lugares comunes. El texto aprobado, aunque resta a煤n la correcci贸n de estilo decidida por el propio congreso, guarda escasa similitud con el que fue enviado a las bases el a帽o pasado, super谩ndolo claramente. Mantengo no obstante la preocupaci贸n por varias debilidades del cap铆tulo V que en v铆speras de la decisi贸n de la Mesa Pol铆tica acerca de la iniciativa de reforma constitucional, le aporta escasos insumos para alentarla, adem谩s de la premura ante la proximidad de instancias electorales. Resulta de este modo una prueba de que los ideales de producci贸n colectiva concebidos en el origen frentista pueden ser encarnados aunque merezcan profundizaci贸n y aggiornamiento.
En otros t茅rminos, m谩s y mejor poder colectivo.