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Jazz Life: William Claxton

Alan Queipo.- William Claxton ha sido (murió hace poco más de dos años un día antes de cumplir los 81 años), es y será hasta el fin de los días el jazz en imágenes. Le ha tocado ser joven, universitario (estudió psicología) y con ambiciones artísticas en la California de la década de los ’50, aquella en la que el jazz eclosionó y época que le hizo codearse con gente como Chet Baker o Shorty Rogers. Le ha tocado ver desde el foco de su cámara no sólo como la música popular cogía sus raíces desde los suburbios niggers sino todo el crecimiento, estabilización y fin del segregacionismo, la mezcla de razas y el comienzo de un nuevo mundo no sólo en aspecto musical, sino social. Claxton estuvo ahí, como también ha estado recorriendo el país en 1959 y 1960 acompañado de su cámara de fotos y del musicólogo alemán Joachim Berendt, lo que supuso la formalización de la Biblia del jazz en imágenes (con prefacios textuales servidos por Berendt en bandeja para una recreación más objetiva, lúcida y nutrida de las fotos de Claxton): Jazz Life, su segundo libro editado (después de aquel I Like What I Know) y el primero de una larga trayectoria de volúmenes dedicados a las personalidades más importantes del mundo en el género (sus Jazz Postcards, el Jazz Seen o Jazz West Coast, entre muchos otros; además de esos conocidos trabajos para celebrities hollywoodienses como Steve McQueen, su viaje al Tibet o sus memorias fotográficas: un legado impagable) retratando no sólo su accionar a la hora de tocar y crear música, sino también la persecución (permitida) detrás del escenario, en su vida diaria, el choque y conflicto social y, en definitiva, la perfecta explicación de cómo un género musical acaba siendo mucho más que eso: es una forma de vida.

Esa forma de vida que tuvo en Claxton los mejores ojos posibles se salda en la reedición que Taschen hace más de cincuenta años después de Jazz Life, un documento primerizo para un fotógrafo aún con un margen de crecimiento de cincuenta años (más) y muchos carretes aún que revelar. Aún así, el enorme documento sagrado (más de quinientas páginas y un CD) del sonido y el modo de vida que supone Jazz Life es tan esencial para conocer la historia, el crecimiento y estallido del género en su etapa más dulce (luego llegarían el rock and roll y Chuck Berry, Elvis, Little Richard, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash, The Rolling Stones, The Doors y The Beatles para, sí, decir que el jazz y el blues los habían influido pero, a su vez, acabar con el apogeo masivo del género y robarles las nenas a Stan Kenton, Duke Ellington, Bill Perkins o André Previn -todos retratados por Claxton, entre varios cientos-) como para adivinar la evolución de la sociedad norteamericana, el american way of life, los nexos de unión y desunión y la geografía más natural de su país: su gente. Kansas City, New Orleans, Memphis, Saint Louis, San Francisco, el barrio neoyorquino de Harlem, las primeras Big Bands, el sexo a la orilla de un piano de cola, el coqueteo de esa generación con el caballo, los escenarios minúsculos, los conciertos populares, el proceso de creación, la fiesta post-concierto, los excesos de la noche, el desayuno creativo, la técnica depurada y la oxidada. El núcleo duro de la historia del jazz clásico y el retrato informal, excesivo y religioso de una época todavía añorable y un descomunal ejercicio documental del sonido callejero, la juventud eréctil, la bohemia transitiva y el sentir de la generación beat tras los focos y debajo de un escenario. Casi como un manuscrito sagrado del fondo, la forma y el espíritu de una época y una generación que quedan, a su vez, retratados como fotografías sonoras en el CD que acompaña el libro y que incluye 23 canciones (pertenecientes a aquellos dos 7'' que antaño acompañaban el libro con los títulos Jazzlife I y Jazzlife II) remasterizadas para la reedición del libro que, en vez de encumbrar y recopilar a típicos artistas de la época, se encarga de tumbar la tradición con canciones y grabaciones populares realizadas por los mismos Claxton y Berendt (como se hacía en los inicios de la música jazz) a artistas con los que se cruzaban por el camino y dejaban marca en títulos como las impresionantes Jesus Cares. Blow Low o Gabriel Shout: himnos dignos de permanecer en la memoria del género. A no profanar sus restos.



www.taschen.com
www.williamclaxton.com




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