OPINIÓN de Miguel Angel Núñez
Día a día, como el 16 de Octubre, decretado el Día Internacional de los Alimentos y en especial el del 2011 (Precios de los Alimentos, de la Crisis a la Estabilidad) por la subida perenne de los precios de los alimentos; nos quejamos y nos alarmamos. El resultado es que, estamos comiendo menos y bastante mal: además que se nos reduce el bolsillo, la dieta común de los venezolanos tiene profundos desajustes en las concepciones alimentarias. Comidas improvisadas e impuestas por un patrón industrial agroalimentario que cada vez se hace más extractivo y especulativo.
Los alimentos procesados, aromatizados, color-izados y contaminados con agrotóxicos nos han hecho perder el valor biológico de los mismos. Irrumpe otro tipo de hambre: el de la baja condición nutricional en los alimentos que estamos consumiendo, moviéndose, hacia el hambre de la escasez y la penuria por adquirir o comprar alimentos. Ambas son distintas maneras de humillar al ser humano.
Al valorarse esta situación como un problema ético, también el comer contaminado y el no comer, es el resultado de una política económica equivocada. Hoy, a nivel internacional, nuestros alimentos se transformaron en instrumentos de lucro y especulación, modificando todo el sistema agroalimentario mundial en un negocio muy rentable de extraordinarios y casi garantizados rendimientos, tanto como el especular con los precios del oro, comportamiento que vienen demostrando en sus estudios asesores financieros especializados como Ned W. Schmidt[1]. Ver a continuación gráfico de Índice de Precios del Sector Agroalimentario (Agri-Food en color verde) vs. Oro (Gold en color rojo), en el cual vemos reflejadas razones-tasas de rendimiento de una inversión de 100US$ durante los últimos meses (en los que no sólo tienden al alza de y se más-que-duplican, sino que sus rendimientos se hacen finalmente casi idénticos, alimentos=oro).
Otro estudio, de 2008, de la empresa especuladora Lehman Brothers, calculó que desde 2003 los índices de negociaciones fraudulentas de materias primas se había incrementado un 1900%, de 13 a 260 billones de dólares (Waldie 2008). En este trabajo se cita que la Eurocámara en su danza lucrativa es responsable de un 50% del aumento de los precios de alimentos.
Esta producción agrotóxica de alimentos, también arrastró la visión básica que había predominado hasta la llegada de la industrialización. Donde se daba entre el hombre y la naturaleza una relación de relativo respeto por la utilización racional de los recursos naturales. En nuestros agroecosistemas productivos, todavía nuestros campesinos y productores saben y conocen, como manejar distintas racionalidades, para permitirles fases de recuperación y regeneración de los mismos.
Hasta que se agoten, los procesos agrícolas tecnológicos “modernos” siguen actuando sobre la base de la extracción de nuestros los recursos naturales. Además de los valores agregados y que se disparan en los productos y sub-productos alimentarios y en los tantos insumos que utilizan; allí hay, otra combinación de lucros mediante la mecanización y la alta tecnología que nos impuso la revolución verde en los años 60 del siglo pasado. Esta revolución químic-a-sesinó!!!, toda la producción de alimentos. Los efectos son ahora muy perceptibles: severos problemas de salud pública en población de productores y consumidores; en el empobrecimiento y pérdida de los suelos, cuencas; cambios climáticos y desaparición de nuestros recursos hídricos y la agrobiodiversidad. Incluimos nuestras variedades de semillas, las cuales son reservas originarias, frente a las crisis futuras en la producción de alimentos. La cría de animales también se ha transformado radicalmente. La exigida producción intensiva, fundada en los estimulantes de crecimiento rápido; en la incorporación de vacunas, esteroides, antibióticos, inseminación artificial y clonaciones, son otras prácticas que orientan las nuevas rutas de la especulación y precios en los mercados financieros.
Todo este cuadro, a nivel mundial generalizado, ha incidido en el abandono de los campos y en avanzar por la acelerada urbanización del mundo y aumentar la demanda de alimentos en las ciudades. Dándonos propicias condiciones, para justificar y continuar con la producción de alimentos contaminantes y extractivos en los recursos; pero con la diferencia, que en vez de propiciar una justa y equitativa distribución de los alimentos, cada vez más se abona el terreno para seguir propiciando la otra guerra silenciosa como lo es la”guerra comercial alrededor de los alimentos”.
Apoyados por las recetas económicas neoliberales; los organismos multilaterales, agencias internacionales; centros de financiación; transnacionales de alimentos, fármacos, entre otros, empujan a los países ricos mono-productores de alimentos a subsidiar cosechas enteras y a la producción de carne. Todo ello para colocarlas a “mejores” precios en el mercado mundial, contribuyendo a cotizar o convertir a los alimentos producidos en artículos de valores financieros, perjudicando a otros tantos países, cuya principal riqueza consiste en la producción y exportación de productos agrícolas y carnes. Se dan los casos en que obligan a exportar granos y cereales, que van a alimentar el ganado de los países industrializados, cuando en el mercado interno podrían servir de alimento para sus poblaciones.
Con el objetivo de seguir imponiendo sus reglas económicas para mantener garantizado el lucro y la especulación, hoy día, nos encontramos con el fenómeno de comprar o alquilar grandes lotes de tierra con acceso a riego, todavía sin explotar en países del Asia, Africa y Sur América, como Colombia, Brasil, Paraguay, entre otros. Espacios para seguir imponiendo sus distintas capacidades tecnológicas extractivas. Por ello y para seguir con el lucro, a nivel planetario, hay un afán de privatizar todo.
¡Desde las semillas!, cubriendo todo el andamiaje tecnológico, en la integración vertical de los medios de producción. Menos de una decena de empresas transnacionales de los alimentos controlan el mercado de esos tantos niveles de integración.
Es todo un paquete de dominación ideológica-científica-técnica, desde las semillas y sus cambios hacia la transgenia, lo que incluye la tecnología, los agrotóxicos, la maquinaria y la financiación bancaria, los contenidos de-formativos, atando a los productores a los intereses agroalimentarios de las empresas transnacionales. Se da un paquete, para garantizar las ganancias y perpetuar la especulación y “la guerra comercial alrededor de los precios de los alimentos”, sin alimentar a los pueblos del mundo. De esta forma, es imposible que pueda existir, o mencionar, la prosecución de una Soberanía Agroalimentaria.
Matínez y Duch(2011) señalan que en esta pérdida de soberanía, a entender de los análisis más competentes, dos son los motivos que provocan el actual aumento de precios de materias primas: la especulación de los fondos de inversión y similares en éstos bienes y el aumento del consumo de granos para los agrocombustibles. La falta de rentabilidad monetaria en otros sectores (deuda pública, sector inmobiliario, etc.) ha provocado un trasvase de los fondos de inversión hacia el mercado de futuros alimentarios. Un contrato a futuro es un acuerdo que obliga a las partes contratantes a comprar o vender un número de bienes, a un determinado precio, en una fecha concreta. Estos contratos luego saltan, de las manos de las partes, hasta el parque de la bolsa de valores donde se negocia con ellos, no con los productos en si. Vienen construyendo allí la siguiente burbuja financiero-especulativa.
Día a día, como el 16 de Octubre, decretado el Día Internacional de los Alimentos y en especial el del 2011 (Precios de los Alimentos, de la Crisis a la Estabilidad) por la subida perenne de los precios de los alimentos; nos quejamos y nos alarmamos. El resultado es que, estamos comiendo menos y bastante mal: además que se nos reduce el bolsillo, la dieta común de los venezolanos tiene profundos desajustes en las concepciones alimentarias. Comidas improvisadas e impuestas por un patrón industrial agroalimentario que cada vez se hace más extractivo y especulativo.
Los alimentos procesados, aromatizados, color-izados y contaminados con agrotóxicos nos han hecho perder el valor biológico de los mismos. Irrumpe otro tipo de hambre: el de la baja condición nutricional en los alimentos que estamos consumiendo, moviéndose, hacia el hambre de la escasez y la penuria por adquirir o comprar alimentos. Ambas son distintas maneras de humillar al ser humano.
Al valorarse esta situación como un problema ético, también el comer contaminado y el no comer, es el resultado de una política económica equivocada. Hoy, a nivel internacional, nuestros alimentos se transformaron en instrumentos de lucro y especulación, modificando todo el sistema agroalimentario mundial en un negocio muy rentable de extraordinarios y casi garantizados rendimientos, tanto como el especular con los precios del oro, comportamiento que vienen demostrando en sus estudios asesores financieros especializados como Ned W. Schmidt[1]. Ver a continuación gráfico de Índice de Precios del Sector Agroalimentario (Agri-Food en color verde) vs. Oro (Gold en color rojo), en el cual vemos reflejadas razones-tasas de rendimiento de una inversión de 100US$ durante los últimos meses (en los que no sólo tienden al alza de y se más-que-duplican, sino que sus rendimientos se hacen finalmente casi idénticos, alimentos=oro).
Otro estudio, de 2008, de la empresa especuladora Lehman Brothers, calculó que desde 2003 los índices de negociaciones fraudulentas de materias primas se había incrementado un 1900%, de 13 a 260 billones de dólares (Waldie 2008). En este trabajo se cita que la Eurocámara en su danza lucrativa es responsable de un 50% del aumento de los precios de alimentos.
Esta producción agrotóxica de alimentos, también arrastró la visión básica que había predominado hasta la llegada de la industrialización. Donde se daba entre el hombre y la naturaleza una relación de relativo respeto por la utilización racional de los recursos naturales. En nuestros agroecosistemas productivos, todavía nuestros campesinos y productores saben y conocen, como manejar distintas racionalidades, para permitirles fases de recuperación y regeneración de los mismos.
Hasta que se agoten, los procesos agrícolas tecnológicos “modernos” siguen actuando sobre la base de la extracción de nuestros los recursos naturales. Además de los valores agregados y que se disparan en los productos y sub-productos alimentarios y en los tantos insumos que utilizan; allí hay, otra combinación de lucros mediante la mecanización y la alta tecnología que nos impuso la revolución verde en los años 60 del siglo pasado. Esta revolución químic-a-sesinó!!!, toda la producción de alimentos. Los efectos son ahora muy perceptibles: severos problemas de salud pública en población de productores y consumidores; en el empobrecimiento y pérdida de los suelos, cuencas; cambios climáticos y desaparición de nuestros recursos hídricos y la agrobiodiversidad. Incluimos nuestras variedades de semillas, las cuales son reservas originarias, frente a las crisis futuras en la producción de alimentos. La cría de animales también se ha transformado radicalmente. La exigida producción intensiva, fundada en los estimulantes de crecimiento rápido; en la incorporación de vacunas, esteroides, antibióticos, inseminación artificial y clonaciones, son otras prácticas que orientan las nuevas rutas de la especulación y precios en los mercados financieros.
Todo este cuadro, a nivel mundial generalizado, ha incidido en el abandono de los campos y en avanzar por la acelerada urbanización del mundo y aumentar la demanda de alimentos en las ciudades. Dándonos propicias condiciones, para justificar y continuar con la producción de alimentos contaminantes y extractivos en los recursos; pero con la diferencia, que en vez de propiciar una justa y equitativa distribución de los alimentos, cada vez más se abona el terreno para seguir propiciando la otra guerra silenciosa como lo es la”guerra comercial alrededor de los alimentos”.
Apoyados por las recetas económicas neoliberales; los organismos multilaterales, agencias internacionales; centros de financiación; transnacionales de alimentos, fármacos, entre otros, empujan a los países ricos mono-productores de alimentos a subsidiar cosechas enteras y a la producción de carne. Todo ello para colocarlas a “mejores” precios en el mercado mundial, contribuyendo a cotizar o convertir a los alimentos producidos en artículos de valores financieros, perjudicando a otros tantos países, cuya principal riqueza consiste en la producción y exportación de productos agrícolas y carnes. Se dan los casos en que obligan a exportar granos y cereales, que van a alimentar el ganado de los países industrializados, cuando en el mercado interno podrían servir de alimento para sus poblaciones.
Con el objetivo de seguir imponiendo sus reglas económicas para mantener garantizado el lucro y la especulación, hoy día, nos encontramos con el fenómeno de comprar o alquilar grandes lotes de tierra con acceso a riego, todavía sin explotar en países del Asia, Africa y Sur América, como Colombia, Brasil, Paraguay, entre otros. Espacios para seguir imponiendo sus distintas capacidades tecnológicas extractivas. Por ello y para seguir con el lucro, a nivel planetario, hay un afán de privatizar todo.
¡Desde las semillas!, cubriendo todo el andamiaje tecnológico, en la integración vertical de los medios de producción. Menos de una decena de empresas transnacionales de los alimentos controlan el mercado de esos tantos niveles de integración.
Es todo un paquete de dominación ideológica-científica-técnica, desde las semillas y sus cambios hacia la transgenia, lo que incluye la tecnología, los agrotóxicos, la maquinaria y la financiación bancaria, los contenidos de-formativos, atando a los productores a los intereses agroalimentarios de las empresas transnacionales. Se da un paquete, para garantizar las ganancias y perpetuar la especulación y “la guerra comercial alrededor de los precios de los alimentos”, sin alimentar a los pueblos del mundo. De esta forma, es imposible que pueda existir, o mencionar, la prosecución de una Soberanía Agroalimentaria.
Matínez y Duch(2011) señalan que en esta pérdida de soberanía, a entender de los análisis más competentes, dos son los motivos que provocan el actual aumento de precios de materias primas: la especulación de los fondos de inversión y similares en éstos bienes y el aumento del consumo de granos para los agrocombustibles. La falta de rentabilidad monetaria en otros sectores (deuda pública, sector inmobiliario, etc.) ha provocado un trasvase de los fondos de inversión hacia el mercado de futuros alimentarios. Un contrato a futuro es un acuerdo que obliga a las partes contratantes a comprar o vender un número de bienes, a un determinado precio, en una fecha concreta. Estos contratos luego saltan, de las manos de las partes, hasta el parque de la bolsa de valores donde se negocia con ellos, no con los productos en si. Vienen construyendo allí la siguiente burbuja financiero-especulativa.
Para los movimientos sociales y revolucionarios del mundo y los gobiernos progresistas que vienen caminando y en camino, en cualquier condición de luchas y de presión social que se presente; luce imperativo y obligante, SIN MIEDOS, avanzar y producir una profunda inversión del orden de cosas, situaciones, acciones y empredimientos frente a los contrasentidos de la hegemonía técnico-político-agroalimentaria-financiera que hemos descrito y nos-han sometido.
Un paso para motivar y avanzar en la reversión de ese estado de cosas es mover en distintos niveles de la sociedad, la propuesta agroecológica. Ciencia emergente, que irrumpe con un andamiaje de sentidos y tecnologías apropiadas y apropiables y que actúan como antídotos en la preservación y recuperación de nuestros agroecosistemas. ¡La Agroecología tecno-lógicamente puede alimentar el Mundo!, lo que realmente puede motivar a nuestros productores a generar nuevas formas de organización social de la producción y de la distribución, las cuales con su sustrato formativo-educativo y la base jurídica, que dinamiza los procesos productivos; estamos seguros, que la agroecología ayudará a fortalecer nuestro movimiento de campesinos y productores y les dará cuerpo y forma a la nueva economía comunal que, empecinada-mente, venimos gestando en la Venezuela revolucionaria.
Enérgicamente re-afirmamos: un proceso de producción agrícola sustentable basado en la agroecología anclando-se en una economía local prospera y auto[socio]sostenida, hará que ésta someta al devenir político, hacia una nueva orientación -marcada por la ética- y una ética inspirada por una sensibilidad humanitaria mínima. Sin estas cualidades es imposible que labremos las luchas para el-combatir al hambre y la desnutrición mundial. Llego la hora, sin miedos y perjuicios, de luchar por la humanización del hambre.
[1] http://www.marketoracle.co.uk/UserInfo-Ned_W_Schmidt.html
Otras referencias consultadas:
Martinez G y Duch G. Crisis, Alimentaria Ecologista nro 70, Otoño 2011.
Waldie P., “Why grocery prices are set to soar Global and mail, Toronto, 24 Abril 2008.
Un paso para motivar y avanzar en la reversión de ese estado de cosas es mover en distintos niveles de la sociedad, la propuesta agroecológica. Ciencia emergente, que irrumpe con un andamiaje de sentidos y tecnologías apropiadas y apropiables y que actúan como antídotos en la preservación y recuperación de nuestros agroecosistemas. ¡La Agroecología tecno-lógicamente puede alimentar el Mundo!, lo que realmente puede motivar a nuestros productores a generar nuevas formas de organización social de la producción y de la distribución, las cuales con su sustrato formativo-educativo y la base jurídica, que dinamiza los procesos productivos; estamos seguros, que la agroecología ayudará a fortalecer nuestro movimiento de campesinos y productores y les dará cuerpo y forma a la nueva economía comunal que, empecinada-mente, venimos gestando en la Venezuela revolucionaria.
Enérgicamente re-afirmamos: un proceso de producción agrícola sustentable basado en la agroecología anclando-se en una economía local prospera y auto[socio]sostenida, hará que ésta someta al devenir político, hacia una nueva orientación -marcada por la ética- y una ética inspirada por una sensibilidad humanitaria mínima. Sin estas cualidades es imposible que labremos las luchas para el-combatir al hambre y la desnutrición mundial. Llego la hora, sin miedos y perjuicios, de luchar por la humanización del hambre.
[1] http://www.marketoracle.co.uk/UserInfo-Ned_W_Schmidt.html
Otras referencias consultadas:
Martinez G y Duch G. Crisis, Alimentaria Ecologista nro 70, Otoño 2011.
Waldie P., “Why grocery prices are set to soar Global and mail, Toronto, 24 Abril 2008.