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Colombia. Periodismo en tiempo de balas

OPINI脫N de Juan Alberto S谩nchez Mar铆n    

"La 煤nica forma de comunicaci贸n adecuada, desde la perspectiva del poder, es la propagand铆stica. En tal sentido, el periodismo bueno es aquel que es 煤til a los intereses de quien lo juzga o califica. La radio refuerza lo dicho por la televisi贸n. Los portales de los medios masivos y sus derivaciones lo complementan. Los medios impresos hacen eco de lo mismo y le a帽aden nuevos matices. Todos hablan de lo mismo, todos entrevistan al mismo y casi a la misma vez. La verdad deja de tener algo que ver con la honestidad o la sinceridad, y no es un acuerdo social sobre la realidad y sus hechos: La verdad se acomoda en salas de redacci贸n, pero antes se configur贸 en una oficina burocr谩tica o en una pomposa gerencia. El periodista en contrav铆a es negado. El medio lo descarta, la sociedad lo desaprueba y condena. Los actores de la guerra le endilgan las culpas a conveniencia."

El poder, entre otras, tiene dos cosas claras: que los vencedores son quienes cuentan la historia y que si la historia no existe hay que inventarla al tama帽o o moldearla seg煤n se le de la gana. Y algo m谩s: que buena parte de la historia, hoy en d铆a, la asumen los medios, los periodistas, por abrogaci贸n, implantaci贸n, cesi贸n, irrupci贸n, en fin.

O al menos, que tal versi贸n es la que principalmente va quedando retenida en los dispositivos de almacenamiento masivo. Una memoria de la humanidad que ya no est谩 en las “Casas de la Vida” (1) de Tebas o Karnak, ni en Alejandr铆a, sino en caldeados servidores en los Estados Unidos.

Llevamos 25 siglos creyendo, como Herodoto, que los griegos eran los civilizados y los persas los b谩rbaros, s贸lo porque quienes vencieron en las Guerras M茅dicas fueron los primeros. Herodoto, que era cario, pero siempre se crey贸 griego. Como nosotros, que no nos tenemos por b谩rbaros, aunque sabemos muy bien que, al menos seg煤n la consideraci贸n de la cultura hegem贸nica, tampoco somos los civilizados.

脕frica es salvaje desde aquellos d铆as de los Atlantes, condenados en la descripci贸n de Plinio el Viejo a ser vistos como “una degeneraci贸n de las costumbres humanas” (2). ¿Qui茅nes ser铆an Atila o Alarico, o los hunos y los v谩ndalos, despojados de la leyenda negra fraguada desde la estrecha dicotom铆a de b谩rbaros y civilizados de los romanos? Es muy probable que entonces esa visi贸n de seres brutales la mut谩ramos por la de libertadores, porque as铆 de leves y aleves son tambi茅n nuestras convicciones acerca de los personajes hist贸ricos.

A Occidente nos lleg贸 de ellos la narraci贸n del mundo y as铆 lo concebimos todav铆a: grecorromanamente. Lo cual no es malo, sino mal铆simo, por lo que tiene de sesgado y excluyente. Pero, peor a煤n: La visi贸n lleg贸 trajinada y cansada, sin la curiosidad de Herodoto, el “Padre de la Historia”, y sin el enciclopedismo de Plinio el Viejo.

Lleg贸 el poder a nosotros, en cambio, lo mismo de arisco y asustadizo: En Washington o Bogot谩, al modo de Atenas o Roma, los buenos conquistadores nunca dejan de estar nerviosos ni de curarse en salud de la mejor manera que pueden, que es el peor padecimiento para el resto de los mortales, a quienes unos pocos nos cuentan lo que nos pasa e incluso nos indican lo que somos.

Otro Plinio (Apuleyo Mendoza) y otros arrogados “padres de la histeria”, como Carlos Alberto Montaner, Enrique Krauze, Andr茅s Oppenheimer, 脕lvaro Vargas Llosa, Mois茅s Na铆m, hasta Jaime Bayly, o, en Colombia, Alfredo Rangel, Rafael Nieto, Mar铆a Isabel Rueda, Salud Hern谩ndez, Jos茅 Obdulio Gaviria, Fernando Londo帽o, Francisco Santos y un largo etc茅tera, ejecutan la tarea de acu帽ar matrices, desnaturalizar hechos y desviar la atenci贸n en nuestra historia reciente.

Son periodistas sin sentido del contenido social del oficio u oficiantes sin sentido del quehacer profesional, lo cual es lo mismo, pero s铆 de una firme y definida militancia en torno a los principios de la autoridad, una proyecci贸n condescendiente y disfrazada de los valores del imperio y del dominio a los cuales sirven.

Ellos siguen neg谩ndose a ver en los contrarios otra cosa que no sean degeneraciones de las costumbres humanas. Y rehuyendo tambi茅n a aceptar que todo idiota 煤til nunca deja de ser un contrario. Un pist贸n del engranaje mayor. Vean si no lo que le pas贸 a Londo帽o. Uno de los m谩s detestables mejores ejemplos.

Sus c贸mplices e interesadas interpretaciones de lo que acontece son registradas por los medios como si fuera la realidad que vivimos y la historia que deviene.

El poder los utiliza para describir el mundo a sus pies, funcional y obsecuente, y ellos se usan a s铆 mismos para interpretarse e interpretarnos como una comprometida parte de 茅l. Alguno de ellos podr铆a serlo en verdad, ninguno de nosotros lo es.

Lo molesto: lo malo

En una sociedad en la que el ayer se desdibuja en el recuerdo y ni siquiera se le relega a la an茅cdota, y donde el ma帽ana s贸lo se vislumbra desde lo noticioso, el presente se relata como una manera de afianzar lo que se es y lo que no. Y las diversas fuerzas encontradas procuran que la historia se vuelva una puesta en escena ante el ojo de la c谩mara o unas l铆neas bien memorizadas frente al micr贸fono.

Los gobiernos prometen y las instituciones aparentan hacer algo, cualquier cosa. Las corporaciones son empresas altruistas. Los banqueros apoyan proyectos sociales y le prestan al pobre. El devoto act煤a de manera desinteresada y pone cara de tal. El poder es noble.

Si el mundo no marcha, tienen la culpa el indio, el negro, el homosexual, el pobret贸n, el guerrillero, el invierno, el verano, la crisis mundial. O el correveidile, que es el periodista contando, publicando, fotografiando lo que puede que todo el mundo quiera saber, pero que a los centros del poder casi nunca conviene.

Hacer periodismo puede ser igual de vedado y aventurado en China, pa铆s al que se le endilgan tantos males al respecto, como en los Estados Unidos, que se precian de lo contrario justamente para disimular que el asunto es id茅ntico. Corrijo: mucho m谩s malo. El lobo suaviza el aullido, rumia, se recubre de lana, se hace llamar Dolly, pero no es una oveja y no se necesita ser Linneo para saberlo.

Porque la amenaza a la libertad de informaci贸n no es un asunto de la clase de sistema pol铆tico o econ贸mico imperante, o de cobertura o localizaci贸n, ni siquiera es ideol贸gico: Es, sencillamente, de p谩nico del poder hacia la verdad.

El poderoso que asciende o se mantiene de modo fraudulento no puede considerar indicada una simple referencia al tema. El gobierno que ha violado los derechos humanos ha de tildar de terroristas a sus defensores. El pol铆tico que ha saqueado las arcas p煤blicas tiene que ver adversarios malintencionados en quienes intenten hacer las cuentas. Cuando menos, es l贸gico.

El ex presidente colombiano 脕lvaro Uribe V茅lez dijo que el periodista franc茅s Romeo Langlois, en poder de las FARC, es un grosero (3): En plena faena p煤blica el periodista se atrevi贸 a interpelar al ex mandatario acerca de la cesi贸n de tierras a la multinacional canadiense Anglo Gold Ashanti, torn谩ndole la sonrisa en un rictus rabioso (4). Un grosero con el poder. M谩s a煤n: Un malcriado con sus intr铆ngulis.

Los secretos de estado, las clasificaciones preventivas de informaci贸n, los llamados datos sensibles y los delicados asuntos gubernamentales, sin desconocer que algunas veces pueden ser razonables, en muchas ocasiones son m谩scaras para ocultar pr谩cticas insanas, atentados constitucionales o claras violaciones a las leyes hechas por los propios gobiernos y sus c铆rculos de poder.

Los Estados Unidos han puesto todas las trabas posibles para hacer efectiva la Ley de Libertad de Informaci贸n (FOIA), denegando de manera injusta la desclasificaci贸n de documentos y trabajando solapadamente en la reclasificaci贸n de otros que eran p煤blicos.

En virtud de la FOIA y gracias a la labor del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington (5), una organizaci贸n dedicada a la desclasificaci贸n de documentos confidenciales del gobierno norteamericano y de ponerlos a la disposici贸n de la prensa y los ciudadanos, conocimos de primera mano los asedios y hostigamientos hacia Cuba y buena parte de la operaci贸n C贸ndor, la alianza siniestra entre el gobierno estadounidense, la CIA y las dictaduras del Cono Sur.

La publicaci贸n de Wikileaks de m谩s de 800 mil documentos clasificados, 250 mil cables diplom谩ticos secretos y 5 millones de correos de la empresa Stratfor, la C脥A en la sombra, fue un viento fuerte que dej贸 al descubierto muchas pr谩cticas infames en la conducci贸n de la pol铆tica internacional de los Estados Unidos y sus allegados. La ira divina de Washington hacia Assange se manifest贸 en cargos contra 茅l redactados, c贸mo no, en secreto (6).

En Colombia, para no ir m谩s lejos, el secreto a voces de la asociaci贸n de 脕lvaro Uribe V茅lez con el narcotr谩fico y los paramilitares no afect贸 su favorabilidad ni le impidi贸 el ascenso a la presidencia del pa铆s en 2002.

Sin embargo, fue la revelaci贸n de los mecanismos utilizados en su paranoia, durante el ejercicio del poder, la que lo puso en el ojo del hurac谩n. En el af谩n por permanecer en la Casa de Nari帽o, el ex presidente espi贸 y persigui贸, en pr谩cticas que seg煤n parece nunca le fueron extra帽as, s贸lo que esta vez aconteci贸 con una diferencia: los complots denunciados, unos tras otros, fueron noticia.

Esto hace suponer que los esc谩ndalos son las 煤nicas boyas que quedan puestas en la v铆a guiando el transcurrir de la deleznable democracia de papel que es el pa铆s suramericano.

Lo 煤til: lo bueno

La 煤nica forma de comunicaci贸n adecuada, desde la perspectiva del poder, es la propagand铆stica. En tal sentido, el periodismo bueno es aquel que es 煤til a los intereses de quien lo juzga o califica.

Y de tal modo lo asumen los medios, desde los grandes y transnacionales, hasta los desvalidos y locales, pasando por los estadios intermedios.

Una sujeci贸n entendible desde todo punto de vista: En los unos, porque ellos mismos son el poder, pues los grandes medios cada vez son m谩s ap茅ndices corporativos que proyectos aut贸nomos e independientes. En los otros, porque si no se alinean se mueren: si dices lo que quieres, te recorto los fondos (publicidad, auspicio, financiaci贸n, o como se llame la fuente del chantaje); si no dices lo que quiero, te los suprimo. M谩s grave: si dices algo que no me gusta o conviene, te demando.

La seducci贸n subliminal, de la que se echaba mano hace tiempo, ahora no es necesaria, y los estudios especializados incluso la descalifican como recurso. Hoy la trama – tramoya es al descaro.

Las llamadas alianzas estrat茅gicas informativas en boga son alineaciones continentales mal disimuladas. Expl铆citas durante ocasiones particulares, como una tragedia o una cumbre, con una metodolog铆a azarosa y un aire de mundo terminal. O impl铆citas, en el codo a codo del d铆a a d铆a. En todo caso, gobiernos, multinacionales y medios confabulados y alineados tras la misma zanja, desde la Patagonia hasta arriba de los Grandes Lagos.

La radio refuerza lo dicho por la televisi贸n. Los portales de los medios masivos y sus derivaciones lo complementan. Los medios impresos hacen eco de lo mismo y le a帽aden nuevos matices. Todos hablan de lo mismo, todos entrevistan al mismo y casi a la misma vez.

La verdad deja de tener algo que ver con la honestidad o la sinceridad, y no es un acuerdo social sobre la realidad y sus hechos: La verdad se acomoda en salas de redacci贸n, pero antes se configur贸 en una oficina burocr谩tica o en una pomposa gerencia.

El periodista en contrav铆a es negado. El medio lo descarta, la sociedad lo desaprueba y condena. Los actores de la guerra le endilgan las culpas a conveniencia.

En una realidad transformada en un escenario de constante conflicto medi谩tico, no existen los desinteresados, sino los bien disimulados. Una premisa importante de la credibilidad period铆stica: Aparentar lo que no se piensa, en aras del falso equilibrio informativo, y decir de vez en cuando lo que muchos quieren o铆r, en bien del enga帽o masivo.

Quienes se sustraen a ello van portando el estandarte del bien o del mal, seg煤n qui茅n mire y desde d贸nde. Entonces, el periodista es esto u aquello; el periodista es corporativo o subversivo. Lo que no puede conducir sino a que el periodista es aliado, o adversario.

Y el animal social y pol铆tico que es el periodista termina asumiendo que lo que hace es una cosa u otra, ti帽endo con aspectos ideol贸gicos la informaci贸n, lo que empeora porque se lleva a cabo ocultando lo que pasa en bien de las creencias o de su bolsillo, secundando a sabiendas o no un prop贸sito pol铆tico o econ贸mico, y, lo m谩s grave, callando las injusticias o atacando las causas justas.

Como en la propaganda, otra vez, no se busca que los medios mientan, sino que omitan. No se pretende que ellos alteren la realidad, sino que le den una estructura informativa, antes que con base en los principios elementales del oficio, en el c谩lculo de su impacto y poder de convicci贸n. No se llega a la simpleza de ofrecer una sola arista de los fen贸menos, sino a la comprobaci贸n de que una sola visi贸n de ellos es admisible: ¡civilizada!

El resultado, desde luego, es una falacia mayor, donde lo que se discute o llega a cuestionar en foros y simposios es el tama帽o de la mentira. Su venialidad o no. No la mentira en s铆, que ha sido convalidada en lo medi谩tico, aprobada en lo gubernamental, bendecida por el cura y es parte esencial del espect谩culo.

Lo otro: lo peligroso

Experiencias interesantes han surgido siempre para romper este c铆rculo (cerco) medi谩tico. Algunas han terminado sumidas en el ostracismo y su impacto no ha traspasado sino restringidos 谩mbitos de circulaci贸n. Sectas de opini贸n e informaci贸n casi secretas. Es que no resulta sencilla la batalla contra el poder con los sesgos providenciales a favor, los extendidos tent谩culos y las fortunas alertas.

Pero otros medios alternativos, necesarias experiencias de comunicaci贸n transversal, se帽ales que fluyen desde abajo, todos con contenidos tan resbaladizos para ese poder, configuran sin duda alguna una esperanza desde la pluriculturalidad y la diversidad de su esencia. Son en ocasiones valerosas voces insertas en estructuras demoledoras, cuya palabra es fuente de juicio al permitirnos estar al corriente de aquellos hechos que son primordiales y a nadie importan. Nadie, desde luego, es el medio masivo que no los reportar谩 jam谩s.

El surgimiento de la Internet 2.0, la blog贸sfera y las redes sociales abrieron nuevos caminos, aunque la determinaci贸n e impacto reales contin煤an sin estudiarse plenamente, incluyendo el papel en las llamadas revoluciones de la Primavera 脕rabe, sobrevalorado por unos, minimizado por otros.

Varios portales y blogs interesantes han llegado a ser notorios en el marem谩gnum de la red, pero muchos de ellos tambi茅n se han desvanecido con la misma facilidad y rapidez con la que aparecieron.

Estos 谩mbitos tambi茅n son penetrados por los intereses imperiales, que a trav茅s de sus capitales sobornan, compran, alquilan y, en todo caso, adquieren partidarios y generan voces contestatarias al gusto, como es el caso de Cuba, donde el gobierno de los Estados Unidos y la CIA explotan las dif铆ciles condiciones que debe afrontar el pa铆s caribe帽o gracias al ilegal bloqueo y financian propuestas mercenarias, a las que luego otorgan, por ejemplo, el Premio Internacional Mujeres de Coraje, que otorga cada a帽o la Secretar铆a de Estado de los mismos Estados Unidos. “Me canto y me celebro, me celebro y me canto”, como lo cant贸 el finado Facundo Cabral, repetidor de Whitman (7), el emblem谩tico poeta de la enjundia estadounidense.

Me refiero, por supuesto, al blog “Generaci贸n Y”, inspirado, seg煤n la autora, en nombres de generaciones de los a帽os setenta y ochenta que inician con la “i griega” o la contienen, pero que en realidad es “pro Y”, por su irrestricta adhesi贸n al yanqui.

O en Venezuela. O en Ecuador, Bolivia o Nicaragua, donde capitales provenientes de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos, USAID, han apoyado l铆deres, instituciones y medios opositores, y han capacitado en el uso de redes como Twitter y Facebook (8).

No obstante, el car谩cter personal o de peque帽os grupos, a la deriva o virtualmente con filiaciones malucas, la proliferaci贸n de puntos de vista diferentes, la posibilidad de penetraci贸n al coraz贸n de muchos acontecimientos, la variedad y versatilidad de los recursos y los formatos utilizados, el juego de cuerda entre la inmediatez y el regodeo informativos, como factores fuera del control del poder, han conducido a que los novedosos recursos cuajen a veces como entes molestos y peligrosos.

A los que hay que meter en cintura cuanto antes y de cualquier modo. Para eso est谩n las leyes. Para eso las usa el poder: SOPA, PIPA (EEUU), SINDE-WERT (Espa帽a), LLERAS 1 y 2.0 (Colombia), D脰RING (M茅xico), SOCA (Reino Unido), HADOPI (Francia), ACTA (de todas partes), en fin.

Y una utop铆a incontinenti, que nada tiene que ver con las renacentistas de Moro, Bacon o Campanella, pero que s铆 constituye un delirio quiz谩s producto de las innovaciones existidas: Un mundo de desconectados, aislados, desterrados, castigados, encarcelados, escarmentados y sometidos. La 铆nsula no se bordea en la medialuna de su contorno imaginario: se circunda en el cuadrado PC de cada quien.

Aires frescos fluyen, para el caso, frente a la vigilancia, censura y persecuci贸n en la Internet. No hace falta enunciar sino a Free Software Foundation, Open Source Initiative, OpenDNS, Tor Project (navegaci贸n an贸nima) o la reciente puesta en marcha del proyecto UTUTO XS 2012, nacido y criado en la Argentina. Software libre frente al patio entre rejas electrificadas que es la Global Online Freedom Act de los Estados Unidos, o la ley de alto espionaje que ese mismo pa铆s cocina a fuego lento, la CISPA (CIAspa, m谩s bien).

A pocas cosas teme m谩s el sistema capitalista que a la libertad y a ninguna como a la de la expresi贸n de las comunidades, aunque pueda parecer un contrasentido con sus axiomas pregonados de reivindicaci贸n de las individualidades. La pretensi贸n de un pensamiento uniforme, algo de lo que tanto se ha acusado al socialismo, surge m谩s bien como un requisito vital para el capitalismo. Los medios convencionales no hacen otra cosa que buscarlo y afianzarlo.

Basta darle una ojeada al lenguaje, que en la estrechez a la que es trasladado se hace determinante en el prop贸sito de emparejar los ambientes: Los medios son los motores del di谩logo e intentan ser los m贸viles de la deliberaci贸n, en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en el descanso. Un conductismo rampl贸n que, dif铆cil no reconocerlo, le saca el jugo a nuestros m谩s resignados y livianos comportamientos.

脷nicamente el poder es fractal y los medios le confieren el don de la ubicuidad. A quienes lo encarnan y a lo que dice. Y los adjetivos calificativos o descalificativos usados se vuelven id茅nticos. El pobre lenguaje padece la desgracia sobre el lomo de pocas, poqu铆simas palabras.

El polic铆a muerto, h茅roe patrio. El militar muerto, h茅roe de la patria. Y ambos vivos enviados a confirmar su ingrato papel en esa especie de Frente Este que es buena parte de Colombia. O de M茅xico. O de Honduras. O del mundo.

El lenguaje se hizo panfletario. Veros铆mil para los adeptos, odioso para los ant贸nimos. De pronto, ineficaz en su fin soterrado de convencer, y mucho m谩s en el pregonado e inmediato de informar. La repetici贸n de frases hace lemas los contextos, los afanes por explicitar la sumisi贸n vuelven un bastidor ideol贸gico cualquier descripci贸n, los cuestionamientos rinden m谩s pleites铆a que las loas. Basta ver las entrevistas de CNN para entenderlo. De Cala a Uribe, para no ir m谩s lejos. O de Cala a cualquiera, para no restringir el prototipo (9).

Muchas veces, la inexperiencia y los temores a generar una agenda noticiosa propia, junto al car谩cter reactivo en el manejo de la informaci贸n, determinan desde adentro los mayores l铆mites de varios de esos interesantes planteamientos en contrav铆a, los que a toda costa buscan fortalecer un camino comunicacional distinto.

M谩s all谩 de los vetos, las acusaciones y la innegable persecuci贸n de que son objeto las experiencias opcionales, con otro enfoque y con inter茅s social, el riesgo es que terminen siendo bastiones burocr谩ticos o b煤nkeres ideol贸gicos dedicados a reproducir, desde otra orilla, los mismos modelos existentes.

La penitencia: lo criminal

Las circunstancias muestran cu谩nto benefician al poder las escisiones ideol贸gicas, sociales, pol铆ticas. La demonizaci贸n del otro cierra filas en torno a ideas y acciones, con la adicional ventaja que otorga dejar de lado la reflexi贸n, base de cualquier cuestionamiento.

Los medios, en tanto que factores de homogenizaci贸n en el consumismo, en la impudicia de los prop贸sitos, en la indiferencia hacia temas trascendentes, endurecen a toda costa las posiciones en pos de hacer una sociedad dividida en grupos de pensamiento cada vez m谩s radicales y antag贸nicos. Un desliz desprevenidamente menor que, con todo c谩lculo, auxilia gobiernos, grupos econ贸micos y sectores fuertes de la sociedad, que, apoy谩ndose en mecanismos sutiles de control y manipulaci贸n, ven mejorar las condiciones para afianzar sus oscuras premisas en los imaginarios.

Durante el gobierno de 脕lvaro Uribe, en Colombia, una mirada paramilitar de la vida intent贸 posicionarse en todos los espacios de la cotidianidad del pa铆s y en buena medida lo consigui贸: El mensaje corri贸 desde las estructuras del poder gubernamentales, terratenientes, empresariales, militares, clericales.

Y vino hasta los mismos vecinos de las v铆ctimas, algunos de los cuales terminaron creyendo m谩s la quimera medi谩tica que el escenario frente a sus narices. Claro, tambi茅n fueron muchos menos de los que afirmaban los propios medios masivos o las mediciones hechas a sueldo.

Periodistas colombianos como Alfredo Molano, Daniel Coronel, Holman Morris, Felipe Zuleta, Claudia Julieta Duque, Ramiro Bejarano, Carlos Lozano, entre much铆simos otros, quienes no dejaron de estorbarle al festejo delincuencial reinante, debieron exiliarse o ejercer su profesi贸n contra viento y marea. La verdad, para la represi贸n, es subversiva. La mentira, para la sociedad, act煤a como un tranquilizante.

La verdad se hizo nociva para la salud y el enga帽o fue cada vez m谩s necesario para que la guerra no fuera algo psicosom谩tico que afectara todos los 贸rganos del pa铆s y ense帽ara la debilidad connatural. Muchos creyeron entonces que la Seguridad Democr谩tica era algo necesario, seguro, cierto.

Una sociedad hip贸critamente fundada en los valores cat贸licos, que hab铆a convalidado con su voto una estructura criminal al frente del pa铆s, hall贸 algo de indulgencia al convencerse de que todo era en pos de un fin ulterior ben茅fico. Uribe, paramilitarismo, falsos positivos, espionaje, persecuciones, asesinatos… se justificaban como el precio de un pa铆s sin FARC.

Pero esa sociedad no se percat贸 de que un pa铆s con todo lo anterior y a la vez sin porvenir, sin alimento, sin salud, sin vivienda, sin justicia social, nunca dejar谩 de ser un pa铆s con FARC, con ELN, con inconformismo, con atentados, con muertos, con sindicalistas sin entregarse y con todos los riesgos vivos. La primera causa es elemental: la mentira, que comparte con las ilusiones el hecho de que no se comen, al contrario de estas, no alimenta. (10) Tampoco alivia ni abriga, ni tranquiliza.

La profesi贸n del periodista siempre ha estado rodeada de riesgos, asedios y espantos cuando, en vez de seguir adelante con el concierto medi谩tico para delinquir, da a conocer los asuntos que esa penitencia social niega, y cuando llama a preocuparse por lo que ocurre detr谩s de las trincheras mentales que cada quien va forj谩ndose muchas veces sin pensarlo.

En Colombia, el establecimiento pone el grito en el cielo de labios para afuera por la retenci贸n del periodista franc茅s Romeo Langlois. Un esc谩ndalo asistido por el provecho que puede sacar en la guerra contra las FARC, la que no se libra s贸lo en las selvas y barriadas, sino tambi茅n unilateralmente en los medios.

Es neur谩lgico que un vocero de la intolerancia, como Fernando Londo帽o, en ves de percatarse de que est谩 vivo y pagarle sus deudas de corrupci贸n al estado, se crea un elegido vuelto de la muerte y prosiga su siniestra misi贸n invocando al diablo. Nunca hubo una hora de la verdad, en cambio estamos contando las primeras horas de quien sabe cu谩ntos a帽os de la segunda serie de sus malintencionadas mentiras (11).

Es triste que el periodista Langlois, despu茅s de esta experiencia, pueda ser bueno si dice una cosa o malo si la contraria. Pero tambi茅n es cierto que as铆 ser谩 porque ese es el fatal sino de hacer periodismo en tiempo de balas.

Pocos pistoleros aceptan que las palabras tienen una coraza que ninguna bala penetra. Y que la historia va siendo esclarecida aun a pesar de ella misma, de sus connotados narradores de platea y de sus afanosos archiveros, m谩s tarde o m谩s temprano; sea en milenios, como en los tiempos de los griegos y los persas, o en a帽os o d铆as, como en el presente.

Por m谩s que colapsen durante alg煤n tiempo las instituciones dedicadas a la defensa de la justicia, por m谩s que las altas esferas intercambien favores para cubrirse la espalda o por m谩s que su divulgaci贸n no deje de ser una actividad de alt铆simo riesgo, los abusos e injusticias contra los pueblos no pueden ocultarse por siempre. Y se pagan.


NOTAS:

(1) Los egipcios llamaban “Casas de la Vida” a las bibliotecas, que se ubicaban en los palacios reales y en los templos.

(2) Plinio el Viejo. Historia Natural. Volumen V. P谩g. 44.

(3) El Espectador: “Uribe asegura que Romeo Langlois es un periodista ‘muy grosero”. 8 de mayo de 2012. http://bit.ly/KiOzeP

(4) “Por todo el oro de Colombia” (documental). Dir: Romeo Langlois. El pasaje citado se encuentra aproximadamente en el minuto 25. El documental fue subtitulado por “La Silla Vac铆a”, pero las gestiones de 脕lvaro Uribe, seg煤n lo afirma el propio portal, hicieron que el material tuviera que ser retirado de su sitio. http://bit.ly/J7tbFL

(5)The National Security Archive. The George Washington University. http://www.gwu.edu/~nsarchiv/

(6) “Los correos de Stratfor revelan que EEUU tiene preparada una acusaci贸n contra Assange”. P煤blico.es http://bit.ly/y16xlc

(7) WHITMAN, Walt. Hojas de Hierba. Ed. Novaro. Espa帽a, 11 ed. 1979. P谩g. 113.

(8) La Jornada: “La USAID en Venezuela”. Por: Jos茅 Steinsleger. M茅xico, 1 de febrero de 2012.

(9) Portal de CNN Espa帽ol. “Esta semana en Cala”. 脕lvaro Uribe, lunes 21 de mayo de 2012. http://bit.ly/KXKwWm - “Cala en Colombia”. 26 de septiembre de 2011. http://bit.ly/rtBidj

(10) GARC脥A M脕RQUEZ, Gabriel. El coronel no tiene qui茅n le escriba. Ed. La Oveja Negra. Bogot谩, 1980. P谩g. 28.
Referencia al di谩logo entre el coronel y su mujer: “-La ilusi贸n no se come -dijo ella./ -No se come, pero alimenta -replic贸 el coronel-.”

(11) El Espectador. “Fernando Londo帽o dice que atentado no es de extrema derecha”. 23 de mayo de 2012. http://bit.ly/KDFdZN

*Juan Alberto S谩nchez Mar铆n es periodista y realizador de cine y televisi贸n colombiano. http://juanalbertosm.com
 




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