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Aportes teóricos y políticos del neozapatismo. Homenaje póstumo al Subcomandante Marcos

OPINIÓN de René Báez.- Noam Chomsky advirtió desde el inicio de la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 1 de enero de 1994 -el mismo día de la incorporación de México al TLC (Tratado de Libre Colonización) con Estados Unidos-, que el subcomandante Marcos, vocero de los rebeldes indígenas de Chiapas, había planteado un “problema” sin precedentes.

Más allá de que el neozapatismo representa una proyección –o nueva “visibilización”- del discurso y la práctica de la Revolución de 1910 forjados bajo el lema “Tierra y Libertad”, la opinión chomskiana se justifica por diversas razones. En efecto, y conforme han destacado académicos como Pablo González Casanova, la prédica de los descendientes de los mayas no se inscribe en el planteamiento clásico de izquierda, porque sus postulados son más genéricos: dignidad, democracia, justicia, libertad, soberanía; ideales anteriores y posteriores a la utopía socialista.

El pensamiento neozapatista-marcosiano tiene que ser comprendido, de otro lado, como una suerte de síntesis de diversas teorías y doctrinas políticas, en la medida que fusiona parábolas cristianas, memorias vernáculas recuperadas del Popol Vuh y el Chilam Balam, liberalismo jacobino, marxismo, gramscianismo, prédicas de los caudillos agraristas…

El radical rompimiento con la historia oficial es otro aporte del redivivo zapatismo. En la I Declaración de la Selva Lacandona, documento fechado el 12 de enero de 1994, puede leerse: “Somos producto de 500 años de lucha: primero contra la esclavitud en la guerra de independencia contra España encabezada por los insurgentes, después por evitar ser absorbidos por el expansionismo norteamericano, luego por promulgar nuestra Constitución y expulsar al Imperio francés de nuestro suelo, después la dictadura porfirista nos negó la aplicación justa de las leyes de Reforma y el pueblo se rebeló formando sus propios líderes, surgieron Zapata y Villa.... Somos los herederos de los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad”.

Rescate de la historia pretérita pero también recuperación e impugnación de la contemporánea. Esto último explica la plataforma con que el EZLN enfiló contra el régimen neoliberal, entreguista y tecnocrático del Harvard boy CarlosSalinas de Gortari, plataforma que contiene demandas como las siguientes: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, autonomía, libertad, democracia, justicia y paz.

En el neozapatismo es posible identificar varias ideas-fuerza. Una de ellas, acaso la más seductora, se relaciona con su renuncia explícita del poder. Otra, novedosa y atractiva, tiene que ver con su concepción del poder y la democracia; conforme al “Sup” Marcos, el poder no es un fin en sí mismo y, mucho menos, un mecanismo de dominación y enriquecimiento. Según el propio dirigente, la legitimidad del poder proviene de su concordancia con el lema ancestral del “mandar obedeciendo”, enfoque diametralmente distinto al meramente electoralista y mediático de las democracias burguesas (al “cretinismo parlamentario” que denunciaran algunos connotados teóricos marxistas), y más bien equiparable a la concepción del poder de Gramsci, quien lo identificó como una hegemonía ético-política.

Una noción clave del neozapatismo se refiere a su comprensión del cambio societal; a este respecto, el citado subcomandante le transmitió a Dauro Tótoro, de la revista chilena Punto Final, la alumbradora idea siguiente: “Nosotros manejamos el siguiente concepto de cambio: creemos que el mundo nuevo, o la nueva sociedad, o como se quiera llamarlo, debe pasar previamente por una antesala. Es decir, que las propuestas o conceptos del rumbo que debe seguir el país, sea esto el comunismo, el socialismo, la social democracia, la democracia cristiana, el liberalismo, o cualquiera sea la corriente ideológica de moda, debe confrontarse con la realidad de cada pueblo. El soporte real de cualquier modelo social es la aceptación que el mismo tenga en la población. Si no existe, estaríamos hablando de una falsa revolución, y no porque sea una revolución que mienta, sino que sin el sustento mencionado, sería siempre susceptible de desviarse o de voltearse”.

El discurso del neozapatismo no ha quedado circunscrito a la disección de los problemas de los indígenas mexicanos y, ni siquiera, a la dialéctica política-económica-cultural de la patria de Benito Juárez. La lucha contra la globalización corporativa -también identificada como globocolonización de las riquezas materiales y de los cerebros- y sus mitos del libre mercado y la modernización refleja ha tenido en las contribuciones teórico-prácticas de esa vertiente de pensamiento un soporte invaluable.

En la esfera interpretativa, particularmente recomendables a este respecto son los trabajos del “Sup” titulados “El neoliberalismo, caótica teoría del caos económico” (1995) y “La IV Guerra Mundial ha comenzado” (publicado originalmente por Le Monde Diplomatique, 1997)

A nivel de la práctica política, la vocación universalizante del neozapatismo puede ilustrarse con la concreción, en agosto de 1996, en una aldea chiapaneca conocida con el sugestivo y enigmático nombre de La Realidad de uno de los cónclaves más singulares de que haya memoria: La Internacional de la Esperanza, evento convocado por el EZLN. A la cita concurrieron miles de intelectuales, activistas y observadores procedentes de 41 países, inclusive de Estados Unidos. Clausuró el encuentro el siempre enmascarado Marcos con un llamado a “volver a humanizar la humanidad”; así como con la referencia a la imponente “Marcha del Silencio”, protagonizada por decenas de miles de hombres-mujeres-niños de ancestros mayas que, encabezados por los comandantes indígenas y Marcos, transmitió un creativo mensaje sin palabras que advirtió urbi et orbi, a fines de diciembre del 2012, sobre el ineluctable colapso de la civilización del capital.

De lo universal a lo particular. En el siglo que avanza, los “hombres de maíz”, como los identificara Asturias a los pobladores originarios del sureste mexicano, sorprendieron a sus simpatizantes de dentro y fuera de México con pensamientos-acciones como las siguientes:

° La creación o activación de los “caracoles” y las “Juntas del Buen Gobierno” como formas de organización de la socioeconomía y de resistencia a la sistemática y sanguinaria ofensiva militar y paramilitar de Los Pinos. Formas organizativas que, imaginamos, guardan afinidad con las que actualmente se han evidenciado en Ecuador a propósito de la oposición indígena y campesina al extranjerizado proyecto petrolero, minero y acuífero que contra viento y marea empuja el régimen reformista conservador de Rafael Correa. Juicio tanto más verosímil cuanto que, conforme les confiara el propio “Sup” Marcos a los periodistas Samuel Blixen y Carlos Fazio, el ¡Ya basta! zapatista de los albores de 1994 fue en gran medida alimentado por el levantamiento decidido en el verano de 1990 por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), liderada por Luis Macas, en repudio al neoliberalismo solapado de Rodrigo Borja Cevallos. (La aludida entrevista apareció publicada, el 27 de octubre de 1995, en el semanario uruguayo Brecha bajo el justiciero título de “EZLN: los quijotes de fin de siglo”).

° Las campañas por la “Otra Política” y la “Digna Rabia” impugnadoras de los recientes gobiernos del PAN y el PRI –presididos por Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto- que han acentuado para el hermano país azteca condiciones de Estado fallido, cleptómano y policiaco.

P.D.- La autoinmolación del holograma “Sup” Marcos la madrugada del pasado 25 de mayo y la sobrevivencia de su alter ego de nombre Rafael Sebastián Guillén, ameritan un análisis específico dados sus proteicos significados y repercusiones.

Fuentes: EZLN: Documentos y comunicados I, México, D.F., Ediciones Era, 1994.- EZLN: Documentos y comunicados II, México, D.F., Ediciones Era, 1995.- R. Báez,Conversaciones con Marcos, Quito, Eskeletra, 1996.- Gloria Muñoz Ramírez, El fuego y la palabra, México, D.F., Ediciones recientes del matutino La Jornada.



*René Báez, economista ecuatoriano, es catedrático universitario, Premio Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association.





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