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Vida de camioneros

Jorge Zavaleta Alegre.- La historia de Am茅rica est谩 saturada de violencia y quiz谩 el mayor aporte en pro de la integraci贸n proviene de los camioneros que unen los pueblos con su acci贸n cotidiana, superando dantescas cumbres y precipicios de geograf铆a de este continente.




Si a principios del siglo XVI, en Cajamarca, los conquistadores espa帽oles quebrantaron el Tahuantinsuyo, asesinando al Inca Atahualpa, cinco siglos despu茅s, los pol铆ticos de siempre sepultaron, por ejemplo, un instituto moderno de educaci贸n para los campesinos, en un territorio de socavones de oro y plata, donde los j贸venes pod铆an ser formados para administrar la tierra dentro de un proceso integral de reforma agraria y minera, presidida por el general de las FFAA Juan Velasco Alvarado (1968-75), que tambi茅n fue boicoteada.

El promotor de ese proceso de integraci贸n pac铆fica, Obispo Dammert Bellido, siempre incid铆a en la indispensable capacitaci贸n de los pobladores para conseguir la unidad de las regiones y as铆 salir del atraso secular. En ese contexto dedic贸 estudios sobre la funci贸n de los caminos y el rol de los camioneros, como promotores del progreso. Estos nuevos conquistadores de la caprichosa geograf铆a de los andes, tienen la capacidad de convertir un Chevrolet en un Ford o viceversa, figura literaria que simboliza el ingenio y la capacidad necesaria para cruzar y dominar caminos m谩s dif铆ciles.


Pues en el siglo XXI el conducir un veh铆culo no solo es disfrutar del coche, sino tambi茅n del entorno. A carreteras famosas como el puerto de Stelvio, en los Alpes italianos, la Ruta 66, en EEUU, desde hace casi un siglo se ha unido la espectacular Carretera Panamericana.

Esta v铆a tal vez no sea tan t茅cnica como conducir en el N眉rburgrig, pero ofrece nada menos que casi 26.000 kil贸metros de extensi贸n. Uno de los sistemas carreteros m谩s largos del mundo, para unir Am茅rica, se帽ala una investigaci贸n de Adri谩n Gastelum.

La Carretera Panamericana no es una sola carretera, son muchas. Es decir, desde su comienzo en el extremo sur de Argentina hasta Alaska, la v铆a tiene varios ramales que se dividen a partir del original; tramos creados para beneficiar a ciertas comunidades desde el punto de vista tur铆stico y social.


La Panamericana tiene una historia digna de ser contada, ya que la idea de su construcci贸n se remonta a 1880 y ni siquiera hoy est谩 totalmente terminada.

El origen hist贸rico de la Carretera Panamericana inici贸 su andadura con el Imperio Inca (entre los siglos XIII y XVI), con los llamados "caminos del Inca", Capac帽an, en quechua. 脡stos conformaban un extenso sistema de rutas que conduc铆an a la ciudad peruana de Cuzco, que en lengua nativa significa "ombligo del mundo". La iniciativa m谩s reciente para su construcci贸n comenz贸 en 1880 cuando el gobierno de los Estados Unidos decidi贸 unir todo el continente americano por medio de un ferrocarril Intercontinental que conectara a Alaska con la Patagonia, en el sur del continente.

Entre atrasos por falta de fondos y ciertos problemas pol铆ticos en los pa铆ses que deb铆a recorrer la l铆nea f茅rrea, el proyecto se atras贸 muchos a帽os. Para cuando se retom贸, el tren ya no era el medio de transporte principal, sino que era el autom贸vil. El proyecto original del tren dej贸 paso a una carretera que pudiera unir toda Am茅rica.



La Carretera Panamericana no fue abierta sino hasta 1943, en que se liberaba el primer tramo de 960 kil贸metros. Con el paso de los a帽os, casi todos los pa铆ses de Am茅rica se unieron a la construcci贸n de la Carretera Panamericana.

A煤n existe un tramo de 87 km de selva monta帽osa, ubicado entre el extremo este de Panam谩 y el noroeste de Colombia, llamado el Tap贸n de Dari茅n, que ha sido paralizado debido a que deber铆a atravesar por zonas ecol贸gicamente protegidas.

El resto de los tramos han podido finalizarse y ni siquiera el canal de Panam谩 ha logrado interrumpir el paso de la Panamericana, que atraviesa el canal por imponente el Puente de las Am茅ricas.

La diversidad de topograf铆as que recorre "la Panamericana" hace que atraviese zonas monta帽osas, des茅rticas y selv谩ticas. En algunos tramos es casi imposible pasar cuando llega la 茅poca de lluvias, el invierno o el verano, ya que el clima extremo es otra caracter铆stica a tener en cuenta por los aventureros que deciden realizar el recorrido completo.

Pero las grandes empresas que viven del erario o presupuesto de los Estados presionan nuevos caminos para facilitar el comercio, pero al mismo tiempo burlan el pago de impuestos, propician negociados que la imaginaci贸n se trunca.

Corresponde a los llamados Bancos de Desarrollo propiciar las condiciones de endeudamiento de los Estados, con extrema supervisor, para eliminar la debilidad de gobernantes, muy d贸ciles al halago, a las donaciones y contratos ilegales con consorcios, como IIRSA - Odebrecht-FAO.

La corrupci贸n en Latinoam茅rica ha crecido tanto que cada metro de carretera implica sacrificar fondos para educaci贸n, salud mental y cultura. El reparto presupuestal de cada a帽o “no es una operaci贸n marcada por las necesidades vitales de la naci贸n, sino un reparto entre buitres hambrientos”, en palabras de un prestigiado rector de la Universidad Nacional de Ingenier铆a y ministro de Educaci贸n del Per煤 en los primeros a帽os de este siglo XXI.



Juan Zevallos, natural de Huarochir铆, sierra de Lima, describe las bondades del camionero, como el encontrar un amor en cada pueblo o sufrir la obligada lejan铆a de sus hogares, adem谩s de librar batallas como el Quijote contra los vientos: “Llevaba el cami贸n cargado de motores para ser instalados en lugares remotos. La tarea es muy f谩cil cuando se viaja por una pista de doble v铆a, como la de Los Libertadores en Ayacucho, pero llegar a las peque帽as comarcas es casi un ritual. Uno se encuentra con avisos y controles que obligan a detenerse. No hay paso, no hay paso. Me bajo del cami贸n y le pido al custodio que levante la tranquera. Y 茅l me pregunta de d贸nde soy. Le respondo de Huarochir铆. Para usted si hay paso porque solo los paisanos nacidos en esta ciudad, tienen la valent铆a y destreza para conducir la pesada carga al filo de precipicios de cientos y miles de metros de profundidad. Si el cami贸n se cae no hay posibilidad alguna para recoger los muertos o las partes del gigante veh铆culo. Es tan peligroso como trabajar con algunas empresas o ministerios que atienden a las provincias”.

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