OPINI脫N de Daniel Tanuro.- Trump tiene un proyecto: dirigir Estados Unidos como una empresa, transformarla en una fortaleza del “capitalismo judeocristiano”, reestructurarla a lo bestia, despu茅s darle la hegemon铆a mundial sin compartir. Acoso del personal, brutalidad con los opositores, negaci贸n de los perjuicios medioambientales…; simplemente un corta y pega del nivel de sus negocios aplicado a la sociedad. Millonario populista inculto, nacionalista, racista, sexista, hom贸fobo, islam贸fobo, antisemita, Trump ambiciona remodelar la sociedad de USA y el mapa del mundo a martillazos, despreciando lo que existe y destrozando lo que se resiste.
Diversas fracciones de la clase dominante siguen los antojos del nuevo presidente con inquietud. ¿Podr谩n encarrilarlo? ¿Tendr谩n que deshacerse de 茅l? Las dos opciones est谩n abiertas. Pero no se puede descartar una tercera: que el pir贸mano, en una huida hacia adelante, incline el mundo hacia una pesadilla de guerra y desastre clim谩tico. Porque Trump no ha ca铆do del cielo, es el resultado de las contradicciones capitalistas inextricables que la gobernanza neoliberal domina cada vez con m谩s dificultades y que fragilizan hasta el extremo las superestructuras pol铆ticas en un mundo en crisis de hegemon铆a. En estas circunstancias, la autonom铆a relativa de lo pol铆tico as铆 como la de los individuos tiende a aumentar. El poder fuerte se convierte en tendencia. No solo entre el proteccionista Trump, tambi茅n entre sus competidores mundiales de Europa y Asia. La amenaza es global, la respuesta social debe estar a su altura.
Aprehender la significaci贸n del trumpismo implica tener perspectiva de las contradicciones del capital y su evoluci贸n, de d贸nde viene la situaci贸n actual. As铆 estaremos en mejor situaci贸n para comprender que la elecci贸n de Trump para la presidencia de Estados Unidos no es un accidente en el camino sino el s铆ntoma de algo m谩s profundo que puede marcar el inicio de una nueva era.
Una de las caracter铆sticas m谩s significativas del capitalismo es la creciente contradicci贸n entre la racionalidad parcial de las empresas y la irracionalidad global del sistema. Las empresas -especialmente, las grandes- colocan la ciencia m谩s moderna al servicio del beneficio para organizar rigurosamente el trabajo y planificar las inversiones. Por el contrario, la econom铆a y la sociedad en su conjunto se desarrollan sin plan, de una manera ca贸tica seg煤n las presiones y el azar del mercado.
Esta contradicci贸n es el resultado de la naturaleza misma del modo de producci贸n capitalista. Por una parte, las decisiones sobre qu茅 debe ser producido, c贸mo, por qu茅, por qui茅n, en qu茅 cantidad, son tomadas por capitalistas competidores en funci贸n del 煤nico objetivo del beneficio. Para sobrevivir, cada capitalista est谩 obligado a no dejar nada al azar. Por otra parte, la socializaci贸n de la producci贸n se hace a ciegas. El inter茅s general solo se define en el vac铆o: en la forma como se pliegan la sociedad y el medioambiente paso a paso al imperativo de la producci贸n del m谩ximo beneficio.
Un giro crucial para Estados Unidos, un momento de transici贸n para el mundo
Una funci贸n clave de las superestructuras pol铆ticas y del Estado es disimular esta realidad para asegurar al modo de producci贸n la legitimidad social sin la que no podr铆a sobrevivir. Sin embargo, la ideolog铆a neoliberal y la forma de desregulaci贸n que provoca, en adelante est谩n bien lejos de asumir esa tarea. Sobre todo, en Estados Unidos. El rescate de los bancos durante la crisis de 2007-8 constituye a este respecto, un punto de inflexi贸n. La idea de que el sistema tal como es, funciona en inter茅s general, salt贸 por los aires. A eso se a帽ade el fiasco de la guerra de Irak -fomentada a golpe de mentiras sobre las “armas de destrucci贸n masiva” -que da argumentos a los partidarios del aislamiento estadounidense. La desestabilizaci贸n es profunda, la crisis de los dos grandes partidos burgueses lo atestigua El problema del (r茅gimen del) capitalismo est谩 planteada. En la izquierda, esta desestabilizaci贸n gener贸 los movimientos Occupy, Black Lives Matter, el Movimiento por los 15 d贸lares y la campa帽a de Sanders as铆 como una movilizaci贸n de las mujeres que encontr贸 una de sus expresiones en la Marcha del 21 de enero. En la derecha, produjo el Tea Party y despu茅s a Trump que prolonga, radicaliza y sobrepasa al Tea Party. Su victoria supone un gran giro.
Visto el peso decisivo de Estados Unidos en todos los 谩mbitos, podemos aventurar la hip贸tesis de que estamos en un momento de transici贸n de la historia mundial comparable a los de las crisis del siglo XX. Un giro importante, m谩s profundo que el que fue impulsado por Thatcher (1979) y Reagan (1980). En efecto, lo que se ha tambaleado no es solamente el orden neoliberal instaurado desde la d茅cada de los 80 del siglo pasado, sino el equilibrio de las relaciones entre las potencias, el sistema de hegemon铆as tal como se cre贸 y evolucion贸 despu茅s de la Segunda Guerra Mundial. Es necesario intentar tomar la medida de esto. Recordando de qu茅 es capaz el capitalismo...
De la carnicer铆a de 1914-18 a la obsesi贸n por la estabilidad
Cuanto m谩s se desarrolla la racionalidad parcial del capital, m谩s aumenta la irracionalidad global del sistema y se hace amenazadora. Se expresa por la crisis peri贸dica de superproducci贸n y sobreacumulaci贸n y, si es necesario, por la guerra. Pues la guerra capitalista no es m谩s que la continuaci贸n de la competencia por otros medios por parafrasear a Clausewitz. Como la crisis, la guerra tiene su lugar en la racionalidad parcial del capital: forma extrema de la “destrucci贸n creadora” querida por Schumpeter, elimina las fuerzas productivas excedentarias, favorece la innovaci贸n tecnol贸gica y abre nuevos campos a la revalorizaci贸n del capital.
A lo largo del siglo XX, la irracionalidad global se manifest贸 por primera vez en toda su amplitud bajo la forma de la carnicer铆a de 1914-1918. La Revoluci贸n Rusa de 1917 abri贸 una brecha pero qued贸 aislada de suerte que la loca carrera productivista del capital se expandi贸 sin control por todo el planeta. Conocemos la continuaci贸n: la racionalidad parcial de los capitales en lucha desemboca en la crisis de 1929. A continuaci贸n vino el triunfo del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la Shoah y las bombas at贸micas sobre Hiroshima y Nagasaki.... Como lo se帽alaba Ernest Mandel, los Treinta Gloriosos de la posguerra fueron posibles por la amplitud de las destrucci贸n que les precedi贸 /1.
En la segunda mitad de siglo, la posibilidad de que el sistema se incline hacia autodestrucci贸n comienza a espantar incluso a sus propios representantes pol铆ticos. En un momento, algunos sopesaron terminar militarmente con el “campo socialista” (que ya no ten铆a nada de “socialista” pero segu铆a fuera de las inversiones capitalistas)... Sin embargo, a fin de cuentas, se adopt贸 otra v铆a. Bajo la batuta de la superpotencia estadounidense y gracias al largo periodo de expansi贸n de las posguerra, el capitalismo se dot贸 de instituciones pol铆ticas y econ贸micas para intentar impedir un nuevo derrape hacia la barbarie generalizada. La estabilidad del mundo se convirti贸 en una obsesi贸n. El clima burocr谩tico del poder en la URSS la compart铆a, a partir de sus intereses espec铆ficos: fue la “coexistencia pac铆fica”.
Despu茅s del derrumbe del Bloque del Este y el restablecimiento del capitalismo en China, los dirigentes rusos y chinos se integraron entre los jefes capitalistas que defienden su parte del pastel colaborando con al estabilidad. El neoliberalismo lanzado por Thatcher y Reagan m谩s de diez a帽os antes hab铆a suministrado la biblia com煤n y los medios de comunicaci贸n repitieron sin parar la f贸rmula de Fukuyama sobre el “fin de la historia”. Se trataba de olvidar que el capitalismo es incapaz de atajar de forma duradera sus contradicciones. En 2007 estallaba la crisis financiera mostrando que la racionalidad parcial de los capitales no hab铆a dejado de acumular material explosivo en sus entra帽as. Al contrario, lo acumulaba m谩s que nunca.
El agotamiento de un sistema
Hoy lo podemos medir. En la estela de 2008, el mundo fue sacudido por las revoluciones (y contrarrevoluciones) 谩rabes as铆 como por la crisis de la Uni贸n Europea -con el estrangulamiento de Grecia, despu茅s el Brexit. Mientras tanto, la guerra intercapitalista ya no era solo comercial: el imperialismo de USA hab铆a relanzado la guerra a secas, en Afganist谩n y en Irak. Estas guerras locales implicaban un desaf铆o global: mantener el control de Oriente medio, lugar estrat茅gico de la hegemon铆a de USA sobre el planeta. El resultado, lo sabemos, ha sido el contrario: Irak en ruinas fue el terreno abonado para el Estado Isl谩mico; toda la zona est谩 desestabilizada hoy con la amenaza de una conflagraci贸n regional generalizada... En este caso, las consecuencias son planetarias: la Uni贸n Europea se juega su supervivencia en la “crisis de refugiados”, el gendarme estadounidense no consigue recuperar su capacidad de intervenci贸n, China y Rusia se aprovechan de la situaci贸n para adelantar sus peones sobre el tablero capitalista mundial.
El cuadro est谩 pintado a trazos gruesos para que aparezca el aumento de las contradicciones del sistema y la gobernanza neoliberal global. Especie de mecanismo desp贸tico de construcci贸n de consenso bajo la presi贸n de maximizaci贸n del beneficio capitalista, esta gobernanza permiti贸 evitar o mitigar las crisis, pero sus dispositivos, cada vez m谩s numerosos y opacos solo consigue prorrogar los plazos sin resolver nada. Siguen desarroll谩ndose las tensiones objetivas porque cada vez es m谩s dif铆cil para el capitalismo compensar la baja tasa de beneficio por el crecimiento de su masa como lo explica Fran莽ois Chesnais /2. Simult谩neamente, la dificultad objetiva de controlar estas tensiones aumenta porque los partidos en el poder juegan a no ser m谩s que los ejecutores de un monstruo tecnocr谩tico que han creado para someterse a sus reglas.
Es ah铆 donde estamos: este r茅gimen alcanza sus l铆mites. Alimenta la crisis de lo pol铆tico que se convierte en un boomerang contra los gobernantes y en un elemento importante del caos. En el fondo de este fen贸meno, est谩 el hecho de que las instituciones de la democracia parlamentaria burguesa est谩n ampliamente vaciadas de su contenido. Esta realidad es especialmente insoportable para los burgueses y los peque帽os burgueses que, por un lado, no pueden imaginarse el fin del capitalismo y por otro, no tienen sitio en los centros de poder mundial donde el liberalismo intenta gestionar sus contradicciones (“el partido Davos” como dice Steve Bannon). Trabajadores (blancos y varones sobre todo) pueden ser enga帽ados pero el trumpismo expresa antes que nada, una revuelta reaccionaria de las capas peque帽o burguesas y burguesas medias, enfadadas contra la gobernanza neoliberal globalizada que les ha despose铆do de su poder pol铆tico /3.
Volver a llevar a USA Inc. al regazo del buen capitalismo de anta帽o
Marx ironizaba de buena gana sobre el hecho de que la sociedad capitalista anda de espaldas a la realidad. Es el caso de Trump y sus partidarios. En el universo mental de estas gentes, la falsa racionalidad parcial que es la causa del caos se ha convertido en el medio para acabar con el caos. As铆 que mientras que el frenes铆 del beneficio del capitalismo es el responsable 煤ltimo de la crisis social, incluyendo la crisis pol铆tica, los “capitanes de la industria” son vistos como salvadores capaces de liberar la sociedad de la injerencia de los pol铆ticos, de los bur贸cratas y del mal capitalismo de amiguetes (financiero, cosmopolita, sin fe (el “crony capitalism” seg煤n Bannon) que echa a perder el buen capitalismo de anta帽o /4. Para resolver los problemas, ser铆a “suficiente” que un jefe restableciera el orden, liberase a las empresas y a los ciudadanos de las “cargas” que los asfixian y restaure el dominio del Occidente cristiano.
Trump lleva esta l贸gica hasta la caricatura. Con su equipo de millonarios santurrones y de generales llenos de galones, al nuevo inquilino de la Casa Blanca se le ha metido en la cabeza dirigir Estados Unidos f茅rreamente como una gran empresa. Es f谩cil convertir el personaje en alguien rid铆culo pero ser铆a peligroso subestimarlo. Porque Trump tiene un proyecto que consiste, por decirlo de alguna manera, en reestructurar radicalmente la multinacional USA Inc. Sabe que el grupo es a煤n dominante pero est谩 a punto de perder su posici贸n de l铆der mundial. En su mentalidad, hay que golpear r谩pido y fuerte.
¿Qu茅 hace un empresario que llega a la c煤spide de una empresa en semejante situaci贸n? R谩pidamente da muestras claras de su determinaci贸n, se desprende de actividades que no son (suficientemente) rentables, siembra el miedo, despide personal (en primer lugar, mujeres y emigrantes), centra su grupo en su n煤cleo empresarial, aumenta los ritmos de trabajo, echa una bronca a sus directivos de sucursales (¡as铆 ha tratado al Presidente de M茅xico y al Primer Ministro australiano!) y establece nuevas alianzas estrat茅gicas para preparar el enfrentamiento con sus principales enemigos. El paralelismo con los primeros pasos de la nueva presidencia es bastante claro.
Hegemon铆a, guerra santa en el exterior y reacci贸n en el interior
Lo que hace extremadamente peligroso potencial a Trump es la crisis de hegemon铆a, dicho con otras palabras, la ausencia de cualquier potencia -o de una relaci贸n estable entre potencias- para establecer reglas, trazar las l铆neas que no se pueden franquear entre fuerzas imperialistas o “campos opuestos”. Durante la crisis de los misiles en Cuba (1962), el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Extrayendo la lecci贸n de aquel acontecimiento, Mosc煤 y Washington establecieron una l铆nea directa entre el Kremlin y la Casa Blanca: el “tel茅fono rojo”. Hoy no hay nada semejante entre China, Rusia y Estados Unidos. Esto sin recordar los primeros a帽os del siglo XX, cuando el declive del Reino Unido y el ascenso de Alemania desembocaron en la Primera Guerra Mundial. No se puede excluir que el aumento de las tensiones genere en el futuro una situaci贸n en la que bastar铆a una chispa para encender la mecha. En el mar de China del Sur o en otras partes...
Aparentemente, lo esencial para Trump es la lucha contra el ascenso del poder de la China capitalista, 煤nica rival capaz de amenazar un d铆a la hegemon铆a de unos Estados Unidos declinantes. En el plano geoestrat茅gico, hay que separar Mosc煤 de Pek铆n y por eso dar una zanahoria a Putin: por ejemplo, una parte de lo que Rusia considera su “espacio vital” en Europa Central y en Medio Oriente (Siria)... De esta alianza con el Kremlin, adem谩s, Trump espera una colaboraci贸n en la guerra santa contra el islamismo que es su otra obsesi贸n. De golpe, las declaraciones sobre la “obsolescencia” de la OTAN y en favor del Brexit son menos absurdas de lo que parec铆an y solo los ingenuos pod铆an creer que la llamada telef贸nica a la dirigente de Formosa era un error debido a la inexperiencia.
Tambi茅n en el plano interior, hay una l贸gica: el racismo, la homofobia, el sexismo, la islamofobia, el muro en la frontera de M茅xico, el apoyo a los “pro-vida”, el “veto a la entrada de musulmanes”, etc., no apuntan solo a sembrar la divisi贸n en el mundo del trabajo se帽alando a los chivos expiatorios sino a preparar los ataques de regresi贸n social (especialmente, contra el Obamacare). Estos temas tambi茅n tienen la funci贸n de unir fuerzas y redes reaccionarias blancas, cuyo apoyo militante le ser谩 muy necesario a Trump para afrontar la resistencia social, incluso en el seno de su propia clase.
Ocultad esta crisis clim谩tica que yo no puedo ver
En esta amalgama, el negacionismo clim谩tico ocupa un lugar espec铆fico del que hay que decir dos palabras. De entrada, se ha se帽alado que la contradicci贸n entre racionalidad parcial e irracionalidad global tiende a profundizarse a medida que se desarrolla el capitalismo. Esta profundizaci贸n no es solo cuantitativa: aparecen nuevos problemas. La crisis ecol贸gica juega aqu铆 un papel clave, especialmente, el desaf铆o clim谩tico. De hecho, las medidas que hay que tomar han sido pospuestas tanto tiempo que es casi imposible parar el peligro seriamente sin cuestionar la l贸gica de acumulaci贸n capitalista.
La hoja de ruta de la gobernanza global integra a partir de ahora objetivos de “desarrollo duradero” y de “internacionalizaci贸n de los perjuicios o beneficios”. Pero ni los millares de p谩ginas dedicadas a los beneficios de una “econom铆a verde” ni los acuerdos penosamente negociados en las cumbres internacionales disuaden al capital de quemar masivamente combustibles f贸siles. El calentamiento continua sin control, amenaza a la humanidad con una mega cat谩strofe irreversible, de una amplitud inimaginable: ¿qui茅n se puede imaginar las consecuencias de una subida de doce metros del nivel de los oc茅anos?
En un momento de lucidez, Nicholas Stern hab铆a escrito que “el cambio clim谩tico es el fracaso m谩s grave de la econom铆a de mercado” /5. Esta confesi贸n se enterr贸 r谩pidamente: demasiado explosiva. No es casualidad: de forma general, los capitalistas, sus ide贸logos y sus representantes pol铆ticos son literalmente incapaces de comprender que la irracionalidad global se desarrolla a partir de la racionalidad parcial del capital. Su posici贸n de clase se lo impide. Deber铆an admitir que la racionalidad del capital es una falsa racionalidad que arrastra a la humanidad hacia el abismo, una mistificaci贸n de la que hay que desprenderse urgentemente. No quieren esta conclusi贸n a ning煤n precio.
Sin embargo, el cambio clim谩tico es el colmo de la irracionalidad global. Realmente, se puede imaginar una locura m谩s completa que esta: una sociedad de alto cientificismo que tiene los medios para actuar sabe casi con certitud que su din谩mica de acumulaci贸n amenaza la destrucci贸n de centenares de millones de gente y de innumerables riquezas naturales pero no hace en serio nada m谩s que declaraci贸n de intenciones... Para Trump y Cia, esta contradicci贸n es demasiado. Incapaces de hacerle frente, eligen simplemente negar su fundamento y meten los acuerdos internacionales en la bolsa de desperdicios de la globalizaci贸n. Es as铆 como el negacionismo clim谩tico es expulsado del debate p煤blico por la puerta de la ciencia y vuelve a entrar por la ventana de la pol铆tica.
Un proyecto reaccionario global
El proyecto de Trump es global y supone una amenaza global. Es el proyecto reaccionario de un capitalismo delincuente, brutal y muy autoritario salido directamente de la cabeza de un empresario nacionalista que echa pestes contra todas las obligaciones: las “cargas sociales”, los sindicatos, la competencia, “el papeleo”, la prensa, los ecologistas, las reglas de la “buena gobernanza”... Un patr贸n que frente a estos desaf铆os, busca dividir a los trabajadores mediante ataques racistas y sexistas.
Este proyecto debe ser combatido como tal. En todos sus aspectos, sin ninguna ambig眉edad. Esta afirmaci贸n no es un谩nime en la izquierda. Tres ejemplos:
Una parte de los dirigentes sindicales estadounidenses esperan que el proteccionismo relance el empleo en Estados Unidos. Como dice Lance Selfa, “ Estos dirigentes sindicales ofrecen a Trump la cobertura que necesita para cubrir su programa econ贸mico con un color “populista” y favorable a los trabajadores”. “Dan una capa de legitimidad a una administraci贸n cuya intenci贸n es atacar a sectores enteros de la clase trabajadora, incluyendo a emigrantes y sin papeles” /6.
El hecho de que Trump se alegre del Brexit no lo convierte en un “aliado objetivo” de la izquierda opuesta a la Uni贸n Europea como algunos “soberanistas de izquierda” parecen pensar. La izquierda combate la Uni贸n Europea desde una perspectiva anticapitalista por tanto, internacionalista. No tiene nada que ver ni de cerca ni de lejos, con el campo de los Trump, Farage, Le Pen y Cia.
En el mismo orden de ideas, la izquierda no tiene de qu茅 alegrarse cuando Trump habla de la obsolescencia de la OTAN. Combatimos a la OTAN porque rechazamos la guerra y el militarismo. Nuestro objetivo no puede ser crear “otro dispositivo de seguridad europea integrando a Mosc煤”. Semejante dispositivo aumentar铆a la influencia de la principal fuerza reaccionaria del continente -Rusia- y dejar铆a las manos libres a USA para un conflicto con China.... ¿Alguien dice “pacifismo”?
Ciertamente, el trumpismo no es un nazismo pero el uso sistem谩tico de la mentira, el nacionalismo y la movilizaci贸n reaccionaria de los peque帽os burgueses encolerizados recuerdan la d茅cada de 1930. Adem谩s, ¿ c贸mo no relacionar “ America first” (NT. Am茅rica primero) con “ Deutschland 眉ber alles” (NT “Alemania por encima de todo”). “Soy el candidato de la ley y del orden” ha martilleado Trump durante su campa帽a electoral. Y ah铆 est谩 en la Casa Blanca y reclama abiertamente el uso de la tortura, da la orden de publicar semanalmente una lista de los delitos cometidos por extranjeros y ataca a los periodistas en nombre de los “hechos alternativos”... Ser铆a peligroso dejar que la indignaci贸n y la vigilancia decaigan apostando en el hecho de que la mayor铆a de la clase dominante estadounidense no apoya estos caprichos.
Autonom铆a relativa de lo pol铆tico, papel de los individuos en la historia
Los grandes medios de comunicaci贸n se han dado prisa en decir que el nuevo presidente deber铆a necesariamente de “rebajar su tono”. Es verdad que su equipo parec铆a dividido y heter贸clito: el perdonavidas populista de Wall Street, Steve Bannon, se codea con Gary Cohn, n煤mero dos de Goldman Sach, que dirigir谩 el Consejo Econ贸mico. Sin embargo, a lo largo de su primera semana, Trump ha concretado a rienda suelta la mayor铆a de sus promesas populistas.
No es seguro que pueda continuar. Por una parte, a la jerarqu铆a militar -cuya estrategia imperialista es muy constante desde Bush- no le gusta ver a Bannon suplantarle en el Consejo Nacional de Seguridad. Por otra parte, c铆rculos muy influyentes del gran capital estadounidense son contrarios a Trump especialmente respecto a cuatro puntos vinculados entre s铆: la pol铆tica internacional, el proteccionismo, los migrantes y la reforma fiscal. Si Trump no es “reorientado” sobre estas cuestiones, una parte de la burgues铆a USA podr铆a querer desembarazarse de 茅l como la burgues铆a brit谩nica se desembaraz贸 de Thatcher en 1990 (en la 茅poca de la poll tax). Porque es la clase dirigente -no los individuos- quien dirige en 煤ltima instancia.
En apoyo de esta tesis, se pueden citar las reacciones capitalistas al “Muslim ban” -prohibici贸n de entrada en Estados Unidos a los procedentes de siete pa铆ses de Oriente Medio. Efectivamente, un gran n煤mero de empresarios de empresas clave (Facebook, Google, Starbuck, Goldman Sachs, Citigroup, Mastercard, Ford, Coca-Cola, Amazon...) han criticado esta prohibici贸n abiertamente, a veces, duramente. Algunos (Uber, Syft) lo han hecho por temor a un boicot de los consumidores pero el fondo del asunto es que el nacionalismo blanco de Trump tiene un completo desfase a todos los niveles en relaci贸n al cosmopolitismo del personal de los grandes grupos tecnol贸gicos /7.
Sin embargo, la partida es m谩s compleja. Por una parte, el capital est谩 dividido: los importadores (Walmart) se oponen al proyecto de aranceles aduaneros pero los exportadores (Boeing, General Electric) son favorables. Por otra parte, la “base trumpista” tambi茅n se moviliza:, el lunes, 30 de enero, en reacci贸n a las declaraciones del CEO de Starbuck contra el “Muslim ban”, #BoycottStarbucks era el hashtag m谩s popular en Twitter en los Estados Unidos /8...
Afirmar que la clase dirigente dirige “en 煤ltima instancia” -esas tres palabritas son importantes- significa que hay una doble autonom铆a relativa: de la espera pol铆tica respecto a la esfera econ贸mica y de los individuos respecto a la esfera pol铆tica /9. La nominaci贸n de Trump en las primarias republicanas, despu茅s su elecci贸n para la Casa Blanca muestran que esta autonom铆a es muy real. Los observadores que hab铆an pronosticado que el magnate ser铆a vencido porque Wall Street no lo quer铆a, se equivocaron.
El montaje como m茅todo pol铆tico
La comparaci贸n no significa raz贸n pero el gran capital alem谩n puso en el poder a Hitler para que derrotara al movimiento obrero no para que la arrastrara a la Segunda Guerra Mundial y a la Soah. Sin embargo, 茅l hab铆a previsto hacerlo y lo hizo... enga帽ando a sus interlocutores respecto a sus intenciones, despu茅s instaurando su dictadura... ¿Y qu茅 hicieron los magnates Thyssen, Krupp, IG Farben, Allianz y otros florones de la econom铆a alemana? Se acomodaron a la situaci贸n y se aprovecharon de la”destrucci贸n creadora”.
No hay que hacerse ninguna ilusi贸n y hay que recordar que es la dictadura -y no la democracia- la que es inherente al sistema capitalista. Es cotidiana en las relaciones de trabajo en el seno de las empresas y en el “mercado de trabajo”. El movimiento obrero conquist贸 mediante la lucha sus derechos democr谩ticos pero estos son cuestionados en cuanto la clase dominante siente su poder amenazado. Era verdad en los a帽os treinta del siglo XX y sigue siendo verdad hoy. Trump inquieta algunos sectores de los propietarios pero al mismo tiempo, responde a su manera, a una “demanda” capitalista pues la profundizaci贸n de las pol铆ticas de austeridad necesita un poder fuerte. Que sea bajo una forma populista o bajo la forma neoliberal, la tendencia autoritaria se afirma por todas partes: Erdogan, Putin, Junker, Xi Jiping, Fillon...
El “Muslim ban”, un primer ensayo
Donald Trump no es un pol铆tico burgu茅s cualquiera. Es un mentiroso sin escr煤pulos y un manipulador, a la altura de Hitler, de Napole贸n III y de otras figuras de la misma cala帽a. Sin embargo, en los periodos de crisis pol铆tica y confusi贸n, en los que la misma burgues铆a est谩 profundamente dividida, los personajes de este tipo son capaces de montajes para generar el pretexto de su dictadura -como lo hizo Hitler con el incendio del Reichstag. A los ojos de la burgues铆a, el nacional populismo racista, se帽alando chivos expiatorios, puede facilitar la instauraci贸n de un r茅gimen autoritario. Si no encuentra una resistencia social suficiente, la mayor铆a de la patronal puede sumarse o dejar hacer.
Analizando en detalle la orden ejecutiva del “Muslim ban”, Laleh Khalili estima que ha sido concebido deliberadamente para crear la incertidumbre y la arbitrariedad necesarias para el ejercicio del poder mediante los hechos /10. Adem谩s, la autora llama la atenci贸n sobre el hecho de que esta orden ejecutiva de Trump ha sido aplicada inmediatamente y con celo por funcionarios de la administraci贸n de fronteras, un medio muy favorable al nuevo presidente. Nos podemos preguntar c贸mo hubiera evolucionado el asunto sin la resistencia social antirracista espont谩nea y masiva.
La crisis de los partidos estadounidenses, especialmente la del Partido republicano, crea un contexto favorable a la “estrategia del shock” y solo podemos seguir a Laleh Khalili cuando se帽ala que “este m茅todo conviene perfectamente al estilo autoritario de Trump y sus consejeros”. El principal de ellos, Steve Bannon, es un estratega de extrema derecha, fundamentalista cristiano que ambiciona destruir el establishment estadounidense para instaurar una dictadura que haga la guerra al Islam y a China. Una vez que individuos de este estilo se apoderan del poder pol铆tico, no se puede excluir que efectivamente, lleguen a forzar el futuro dentro de ciertos l铆mites.
Un potencial de barbarie sin precedentes
Las consecuencias ser铆an temibles. En el plano socio-pol铆tico sin duda. Pero tambi茅n en el plano medioambiental con repercusiones sociales y sanitarias importantes. A prop贸sito de esto, hay que leer la transcripci贸n de la audiencia delante de la comisi贸n del Senado de Scott Pruitt a quien Trump design贸 para dirigir la Agencia de Protecci贸n del Medioambiente: Pruitt miente descaradamente pero no llega a esconder que ambiciona desmantelar no solamente la pol铆tica clim谩tica (muy insuficiente) sino tambi茅n la legislaci贸n clave sobre la regulaci贸n de las emisiones de plomo, de mercurio, etc /11.
Jeremy Legget cree que la capacidad de perjuicio de Trump en el dossier clim谩tico es limitada porque la transici贸n energ茅tica capitalista es irreversible /12. En efecto, sin duda es irreversible dado que la ca铆da de los precios de la electricidad de origen renovable condena a la de los f贸siles en los pr贸ximos a帽os. Pero por una parte, esta transici贸n capitalista no salvar谩 el clima pues no respeta las obligaciones en t茅rminos de reducci贸n de emisiones, ni los plazos de esta /13. Por otra parte, como el mismo Legget admite, la pol铆tica internacional de Trump podr铆a, por una huida hacia adelante en la guerra, crear una situaci贸n de hecho en la que la clase dominante de USA estar铆a obligada, lo quiera o no, a mandar la lucha contra el calentamiento a la en茅sima fila de las prioridades...
Dado que estamos en el filo de la navaja, el resultado ser铆a terrible y probablemente, irreversible. Desde ese punto de vista, el potencial de barbarie de Trump sobrepasa todo de lo que el capitalismo se ha mostrado capaz en el pasado. Como escribe Fran莽ois Chenais (op.cit.): Que el capitalismo encuentre l铆mites que no puede franquear, de ninguna manera significa el fin de la dominaci贸n pol铆tica y social de la burgues铆a, a煤n menos su muerte pero abre la perspectiva de que arrastre la humanidad a la barbarie.
Nada est谩 determinado, todo depende de la lucha
Una conocida expresi贸n inglesa afirma que “ Every cloud has its silver ligning” (toda nube tiene su ribete de plata). La incapacidad de la gobernanza neoliberal frente a la creciente irracionalidad global no solo se manifiesta en la derecha, en el trumpismo. Se expresa tambi茅n en la izquierda en la gran radicalizaci贸n visibilizada por el movimiento Occupy, despu茅s por la campa帽a de Bernie Sanders para la investidura dem贸crata. La elecci贸n de Trump refuerza espectacularmente esta polarizaci贸n.
Las personas explotadas y oprimidas han reaccionado inmediatamente mediante movilizaciones masivas y muy espont谩neas. Una semana despu茅s de la gigantesca Marcha de las Mujeres del 21 de febrero, centenares de miles de personas han pasado a la acci贸n contra el “Muslim ban”. Seguir谩n otras luchas. Ya, la llamada a una Marcha Popular por el Clima el 29 de abril tiene todas las posibilidades de sobrepasar en n煤mero la gran manifestaci贸n del “clima” que reuni贸 300 000 personas en Nueva York en 2014.
En esta lucha no hay que esperar nada de los pol铆ticos dem贸cratas. Bernie Sanders los asustaba mucho m谩s que Trump. Hablan de democracia pero encarnan una pol铆tica neoliberal agotada y cada vez m谩s autoritaria. La 煤nica estrategia realista consiste en desarrollar movilizaciones y hacerlas converger intentando orientarlas en un sentido anticapitalista. Pues se trata de extraer la lecci贸n del 茅xito de Bernie Sanders en las primarias dem贸cratas: solo oponiendo a una racionalidad ecosocialista -la racionalidad de la satisfacci贸n de las necesidades humanas reales, democr谩ticamente definidas en el respeto al medioambiente- a la falsa racionalidad parcial del capital, es posible impedir el paso a Trump.
A la gente explotada y oprimida de todo el mundo le interesa manifestar la solidaridad m谩s amplia y m谩s activa posible con las movilizaciones de Estados Unidos. Adem谩s, no se trata de solidaridad sino de un combate com煤n. Pues el inter茅s com煤n de las personas explotadas y oprimidas del mundo entero es combatir a Trump. Su derrota ser谩 la de todos los d茅spotas -o candidatos a d茅spotas- que juegan al nacionalismo o al populismo para oprimir a la gente.
La prueba de fuerza que se juega en Estados Unidos es de alcance planetario. Si el trumpismo es combatido o se debe “abandonar” bajo la presi贸n de la calle, esta victoria animar谩 por todas partes la contraofensiva de los pueblos. Por el contrario, si 茅l gana, habr谩 que empezar a temer seriamente el riesgo de una Tercera Guerra Mundial.
7/02/2017
Gracias a Dan La Botz y a Charles-Andr茅 Udry por sus comentarios (D.T.)
Notas:
1/ Ernest Mandel, “Las ondas largas del desarrollo capitalista. Una interpretaci贸n marxista” Siglo XXI, 1986.
2/ Leer Fran莽ois Chesnais, “Le capitalisme a-t-il rencontr茅 des limites infranchissables?” ,http://alencontre.org/laune/le-capitalisme-a-t-il-rencontre-des-limites-infranchissables.html
3/ Kim Moody, “Who Put Trump in the White House?”, Against The Current, jan-feb 2017.
4/ Bannon expuso su visi贸n estrat茅gica en una conferencia impartida en 2014 en los locales del Vaticano (¡!) La lectura de ese texto es esencial. http://www.dignitatishumanae.com/index.php/this-is-how-steve-bannon-sees-the-entire-world/
5/ Stern Review, The Economics of Climate Change, 2006.
6/ Leer Lance Selfa, “Qu’est-ce que signifie ‘rendre l’Am茅rique 脿 nouveau grande’?” http://alencontre.org/ameriques/americnord/usa/etats-unis-quest-ce-que-signifie-rendre-lamerique-a-nouveau-grande.html
7/Dan La Botz, “Trump Makes Early Enemies”, http://www.internationalviewpoint.org/spip.php?article4854
8/ Financial Times, 31 enero. https://www.ft.com/content/315f7568-e6fe-11e6-893c-082c54a7f539
9/ Sobre el papel de los individuos en la historia, leer a Ernest Mandel, “Les individus et les classes sociales: le cas de la Seconde guerre mondiale” http://www.ernestmandel.org/new/ecrits/article/les-individus-et-les-classes
10/ Laleh Khalili, “With Muslim Ban, Trump and Bannon Wanted Chaos, but Not Resistance” http://www.truth-out.org/news/item/39298-sowing-mayhem-to-reap-power-the-sinister-strategy-behind-trump-s-muslim-ban
11/ https://www.nrdc.org/experts/john-walke/trump-epa-nominee-answers-senators-contempt-and-extremism?utm_source=tw&utm_medium=tweet&utm_campaign=socialmedia
12/ Jeremy Legget, «State of The Transition, December 2016”, http://www.jeremyleggett.net/2017/01/state-of-the-transition-december-2016-as-fossil-fuel-diehards-take-over-the-white-house-the-evidence-of-a-fast-moving-global-energy-transition-has-never-been-clearer/
13/ Sobre el posible impacto de las medidas clima-negacionistas que tomar铆a Trump, leer a D. Tanuro, “Emp锚chons Trump de commettre un crime climatique” http://www.lcr-lagauche.org/empechons-trump-de-commettre-un-crime-climatique-contre-lhumanite-et-lenvironnement/
Traducci贸n: VIENTO SUR
Diversas fracciones de la clase dominante siguen los antojos del nuevo presidente con inquietud. ¿Podr谩n encarrilarlo? ¿Tendr谩n que deshacerse de 茅l? Las dos opciones est谩n abiertas. Pero no se puede descartar una tercera: que el pir贸mano, en una huida hacia adelante, incline el mundo hacia una pesadilla de guerra y desastre clim谩tico. Porque Trump no ha ca铆do del cielo, es el resultado de las contradicciones capitalistas inextricables que la gobernanza neoliberal domina cada vez con m谩s dificultades y que fragilizan hasta el extremo las superestructuras pol铆ticas en un mundo en crisis de hegemon铆a. En estas circunstancias, la autonom铆a relativa de lo pol铆tico as铆 como la de los individuos tiende a aumentar. El poder fuerte se convierte en tendencia. No solo entre el proteccionista Trump, tambi茅n entre sus competidores mundiales de Europa y Asia. La amenaza es global, la respuesta social debe estar a su altura.
Aprehender la significaci贸n del trumpismo implica tener perspectiva de las contradicciones del capital y su evoluci贸n, de d贸nde viene la situaci贸n actual. As铆 estaremos en mejor situaci贸n para comprender que la elecci贸n de Trump para la presidencia de Estados Unidos no es un accidente en el camino sino el s铆ntoma de algo m谩s profundo que puede marcar el inicio de una nueva era.
Una de las caracter铆sticas m谩s significativas del capitalismo es la creciente contradicci贸n entre la racionalidad parcial de las empresas y la irracionalidad global del sistema. Las empresas -especialmente, las grandes- colocan la ciencia m谩s moderna al servicio del beneficio para organizar rigurosamente el trabajo y planificar las inversiones. Por el contrario, la econom铆a y la sociedad en su conjunto se desarrollan sin plan, de una manera ca贸tica seg煤n las presiones y el azar del mercado.
Esta contradicci贸n es el resultado de la naturaleza misma del modo de producci贸n capitalista. Por una parte, las decisiones sobre qu茅 debe ser producido, c贸mo, por qu茅, por qui茅n, en qu茅 cantidad, son tomadas por capitalistas competidores en funci贸n del 煤nico objetivo del beneficio. Para sobrevivir, cada capitalista est谩 obligado a no dejar nada al azar. Por otra parte, la socializaci贸n de la producci贸n se hace a ciegas. El inter茅s general solo se define en el vac铆o: en la forma como se pliegan la sociedad y el medioambiente paso a paso al imperativo de la producci贸n del m谩ximo beneficio.
Un giro crucial para Estados Unidos, un momento de transici贸n para el mundo
Una funci贸n clave de las superestructuras pol铆ticas y del Estado es disimular esta realidad para asegurar al modo de producci贸n la legitimidad social sin la que no podr铆a sobrevivir. Sin embargo, la ideolog铆a neoliberal y la forma de desregulaci贸n que provoca, en adelante est谩n bien lejos de asumir esa tarea. Sobre todo, en Estados Unidos. El rescate de los bancos durante la crisis de 2007-8 constituye a este respecto, un punto de inflexi贸n. La idea de que el sistema tal como es, funciona en inter茅s general, salt贸 por los aires. A eso se a帽ade el fiasco de la guerra de Irak -fomentada a golpe de mentiras sobre las “armas de destrucci贸n masiva” -que da argumentos a los partidarios del aislamiento estadounidense. La desestabilizaci贸n es profunda, la crisis de los dos grandes partidos burgueses lo atestigua El problema del (r茅gimen del) capitalismo est谩 planteada. En la izquierda, esta desestabilizaci贸n gener贸 los movimientos Occupy, Black Lives Matter, el Movimiento por los 15 d贸lares y la campa帽a de Sanders as铆 como una movilizaci贸n de las mujeres que encontr贸 una de sus expresiones en la Marcha del 21 de enero. En la derecha, produjo el Tea Party y despu茅s a Trump que prolonga, radicaliza y sobrepasa al Tea Party. Su victoria supone un gran giro.
Visto el peso decisivo de Estados Unidos en todos los 谩mbitos, podemos aventurar la hip贸tesis de que estamos en un momento de transici贸n de la historia mundial comparable a los de las crisis del siglo XX. Un giro importante, m谩s profundo que el que fue impulsado por Thatcher (1979) y Reagan (1980). En efecto, lo que se ha tambaleado no es solamente el orden neoliberal instaurado desde la d茅cada de los 80 del siglo pasado, sino el equilibrio de las relaciones entre las potencias, el sistema de hegemon铆as tal como se cre贸 y evolucion贸 despu茅s de la Segunda Guerra Mundial. Es necesario intentar tomar la medida de esto. Recordando de qu茅 es capaz el capitalismo...
De la carnicer铆a de 1914-18 a la obsesi贸n por la estabilidad
Cuanto m谩s se desarrolla la racionalidad parcial del capital, m谩s aumenta la irracionalidad global del sistema y se hace amenazadora. Se expresa por la crisis peri贸dica de superproducci贸n y sobreacumulaci贸n y, si es necesario, por la guerra. Pues la guerra capitalista no es m谩s que la continuaci贸n de la competencia por otros medios por parafrasear a Clausewitz. Como la crisis, la guerra tiene su lugar en la racionalidad parcial del capital: forma extrema de la “destrucci贸n creadora” querida por Schumpeter, elimina las fuerzas productivas excedentarias, favorece la innovaci贸n tecnol贸gica y abre nuevos campos a la revalorizaci贸n del capital.
A lo largo del siglo XX, la irracionalidad global se manifest贸 por primera vez en toda su amplitud bajo la forma de la carnicer铆a de 1914-1918. La Revoluci贸n Rusa de 1917 abri贸 una brecha pero qued贸 aislada de suerte que la loca carrera productivista del capital se expandi贸 sin control por todo el planeta. Conocemos la continuaci贸n: la racionalidad parcial de los capitales en lucha desemboca en la crisis de 1929. A continuaci贸n vino el triunfo del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, la Shoah y las bombas at贸micas sobre Hiroshima y Nagasaki.... Como lo se帽alaba Ernest Mandel, los Treinta Gloriosos de la posguerra fueron posibles por la amplitud de las destrucci贸n que les precedi贸 /1.
En la segunda mitad de siglo, la posibilidad de que el sistema se incline hacia autodestrucci贸n comienza a espantar incluso a sus propios representantes pol铆ticos. En un momento, algunos sopesaron terminar militarmente con el “campo socialista” (que ya no ten铆a nada de “socialista” pero segu铆a fuera de las inversiones capitalistas)... Sin embargo, a fin de cuentas, se adopt贸 otra v铆a. Bajo la batuta de la superpotencia estadounidense y gracias al largo periodo de expansi贸n de las posguerra, el capitalismo se dot贸 de instituciones pol铆ticas y econ贸micas para intentar impedir un nuevo derrape hacia la barbarie generalizada. La estabilidad del mundo se convirti贸 en una obsesi贸n. El clima burocr谩tico del poder en la URSS la compart铆a, a partir de sus intereses espec铆ficos: fue la “coexistencia pac铆fica”.
Despu茅s del derrumbe del Bloque del Este y el restablecimiento del capitalismo en China, los dirigentes rusos y chinos se integraron entre los jefes capitalistas que defienden su parte del pastel colaborando con al estabilidad. El neoliberalismo lanzado por Thatcher y Reagan m谩s de diez a帽os antes hab铆a suministrado la biblia com煤n y los medios de comunicaci贸n repitieron sin parar la f贸rmula de Fukuyama sobre el “fin de la historia”. Se trataba de olvidar que el capitalismo es incapaz de atajar de forma duradera sus contradicciones. En 2007 estallaba la crisis financiera mostrando que la racionalidad parcial de los capitales no hab铆a dejado de acumular material explosivo en sus entra帽as. Al contrario, lo acumulaba m谩s que nunca.
El agotamiento de un sistema
Hoy lo podemos medir. En la estela de 2008, el mundo fue sacudido por las revoluciones (y contrarrevoluciones) 谩rabes as铆 como por la crisis de la Uni贸n Europea -con el estrangulamiento de Grecia, despu茅s el Brexit. Mientras tanto, la guerra intercapitalista ya no era solo comercial: el imperialismo de USA hab铆a relanzado la guerra a secas, en Afganist谩n y en Irak. Estas guerras locales implicaban un desaf铆o global: mantener el control de Oriente medio, lugar estrat茅gico de la hegemon铆a de USA sobre el planeta. El resultado, lo sabemos, ha sido el contrario: Irak en ruinas fue el terreno abonado para el Estado Isl谩mico; toda la zona est谩 desestabilizada hoy con la amenaza de una conflagraci贸n regional generalizada... En este caso, las consecuencias son planetarias: la Uni贸n Europea se juega su supervivencia en la “crisis de refugiados”, el gendarme estadounidense no consigue recuperar su capacidad de intervenci贸n, China y Rusia se aprovechan de la situaci贸n para adelantar sus peones sobre el tablero capitalista mundial.
El cuadro est谩 pintado a trazos gruesos para que aparezca el aumento de las contradicciones del sistema y la gobernanza neoliberal global. Especie de mecanismo desp贸tico de construcci贸n de consenso bajo la presi贸n de maximizaci贸n del beneficio capitalista, esta gobernanza permiti贸 evitar o mitigar las crisis, pero sus dispositivos, cada vez m谩s numerosos y opacos solo consigue prorrogar los plazos sin resolver nada. Siguen desarroll谩ndose las tensiones objetivas porque cada vez es m谩s dif铆cil para el capitalismo compensar la baja tasa de beneficio por el crecimiento de su masa como lo explica Fran莽ois Chesnais /2. Simult谩neamente, la dificultad objetiva de controlar estas tensiones aumenta porque los partidos en el poder juegan a no ser m谩s que los ejecutores de un monstruo tecnocr谩tico que han creado para someterse a sus reglas.
Es ah铆 donde estamos: este r茅gimen alcanza sus l铆mites. Alimenta la crisis de lo pol铆tico que se convierte en un boomerang contra los gobernantes y en un elemento importante del caos. En el fondo de este fen贸meno, est谩 el hecho de que las instituciones de la democracia parlamentaria burguesa est谩n ampliamente vaciadas de su contenido. Esta realidad es especialmente insoportable para los burgueses y los peque帽os burgueses que, por un lado, no pueden imaginarse el fin del capitalismo y por otro, no tienen sitio en los centros de poder mundial donde el liberalismo intenta gestionar sus contradicciones (“el partido Davos” como dice Steve Bannon). Trabajadores (blancos y varones sobre todo) pueden ser enga帽ados pero el trumpismo expresa antes que nada, una revuelta reaccionaria de las capas peque帽o burguesas y burguesas medias, enfadadas contra la gobernanza neoliberal globalizada que les ha despose铆do de su poder pol铆tico /3.
Volver a llevar a USA Inc. al regazo del buen capitalismo de anta帽o
Marx ironizaba de buena gana sobre el hecho de que la sociedad capitalista anda de espaldas a la realidad. Es el caso de Trump y sus partidarios. En el universo mental de estas gentes, la falsa racionalidad parcial que es la causa del caos se ha convertido en el medio para acabar con el caos. As铆 que mientras que el frenes铆 del beneficio del capitalismo es el responsable 煤ltimo de la crisis social, incluyendo la crisis pol铆tica, los “capitanes de la industria” son vistos como salvadores capaces de liberar la sociedad de la injerencia de los pol铆ticos, de los bur贸cratas y del mal capitalismo de amiguetes (financiero, cosmopolita, sin fe (el “crony capitalism” seg煤n Bannon) que echa a perder el buen capitalismo de anta帽o /4. Para resolver los problemas, ser铆a “suficiente” que un jefe restableciera el orden, liberase a las empresas y a los ciudadanos de las “cargas” que los asfixian y restaure el dominio del Occidente cristiano.
Trump lleva esta l贸gica hasta la caricatura. Con su equipo de millonarios santurrones y de generales llenos de galones, al nuevo inquilino de la Casa Blanca se le ha metido en la cabeza dirigir Estados Unidos f茅rreamente como una gran empresa. Es f谩cil convertir el personaje en alguien rid铆culo pero ser铆a peligroso subestimarlo. Porque Trump tiene un proyecto que consiste, por decirlo de alguna manera, en reestructurar radicalmente la multinacional USA Inc. Sabe que el grupo es a煤n dominante pero est谩 a punto de perder su posici贸n de l铆der mundial. En su mentalidad, hay que golpear r谩pido y fuerte.
¿Qu茅 hace un empresario que llega a la c煤spide de una empresa en semejante situaci贸n? R谩pidamente da muestras claras de su determinaci贸n, se desprende de actividades que no son (suficientemente) rentables, siembra el miedo, despide personal (en primer lugar, mujeres y emigrantes), centra su grupo en su n煤cleo empresarial, aumenta los ritmos de trabajo, echa una bronca a sus directivos de sucursales (¡as铆 ha tratado al Presidente de M茅xico y al Primer Ministro australiano!) y establece nuevas alianzas estrat茅gicas para preparar el enfrentamiento con sus principales enemigos. El paralelismo con los primeros pasos de la nueva presidencia es bastante claro.
Hegemon铆a, guerra santa en el exterior y reacci贸n en el interior
Lo que hace extremadamente peligroso potencial a Trump es la crisis de hegemon铆a, dicho con otras palabras, la ausencia de cualquier potencia -o de una relaci贸n estable entre potencias- para establecer reglas, trazar las l铆neas que no se pueden franquear entre fuerzas imperialistas o “campos opuestos”. Durante la crisis de los misiles en Cuba (1962), el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Extrayendo la lecci贸n de aquel acontecimiento, Mosc煤 y Washington establecieron una l铆nea directa entre el Kremlin y la Casa Blanca: el “tel茅fono rojo”. Hoy no hay nada semejante entre China, Rusia y Estados Unidos. Esto sin recordar los primeros a帽os del siglo XX, cuando el declive del Reino Unido y el ascenso de Alemania desembocaron en la Primera Guerra Mundial. No se puede excluir que el aumento de las tensiones genere en el futuro una situaci贸n en la que bastar铆a una chispa para encender la mecha. En el mar de China del Sur o en otras partes...
Aparentemente, lo esencial para Trump es la lucha contra el ascenso del poder de la China capitalista, 煤nica rival capaz de amenazar un d铆a la hegemon铆a de unos Estados Unidos declinantes. En el plano geoestrat茅gico, hay que separar Mosc煤 de Pek铆n y por eso dar una zanahoria a Putin: por ejemplo, una parte de lo que Rusia considera su “espacio vital” en Europa Central y en Medio Oriente (Siria)... De esta alianza con el Kremlin, adem谩s, Trump espera una colaboraci贸n en la guerra santa contra el islamismo que es su otra obsesi贸n. De golpe, las declaraciones sobre la “obsolescencia” de la OTAN y en favor del Brexit son menos absurdas de lo que parec铆an y solo los ingenuos pod铆an creer que la llamada telef贸nica a la dirigente de Formosa era un error debido a la inexperiencia.
Tambi茅n en el plano interior, hay una l贸gica: el racismo, la homofobia, el sexismo, la islamofobia, el muro en la frontera de M茅xico, el apoyo a los “pro-vida”, el “veto a la entrada de musulmanes”, etc., no apuntan solo a sembrar la divisi贸n en el mundo del trabajo se帽alando a los chivos expiatorios sino a preparar los ataques de regresi贸n social (especialmente, contra el Obamacare). Estos temas tambi茅n tienen la funci贸n de unir fuerzas y redes reaccionarias blancas, cuyo apoyo militante le ser谩 muy necesario a Trump para afrontar la resistencia social, incluso en el seno de su propia clase.
Ocultad esta crisis clim谩tica que yo no puedo ver
En esta amalgama, el negacionismo clim谩tico ocupa un lugar espec铆fico del que hay que decir dos palabras. De entrada, se ha se帽alado que la contradicci贸n entre racionalidad parcial e irracionalidad global tiende a profundizarse a medida que se desarrolla el capitalismo. Esta profundizaci贸n no es solo cuantitativa: aparecen nuevos problemas. La crisis ecol贸gica juega aqu铆 un papel clave, especialmente, el desaf铆o clim谩tico. De hecho, las medidas que hay que tomar han sido pospuestas tanto tiempo que es casi imposible parar el peligro seriamente sin cuestionar la l贸gica de acumulaci贸n capitalista.
La hoja de ruta de la gobernanza global integra a partir de ahora objetivos de “desarrollo duradero” y de “internacionalizaci贸n de los perjuicios o beneficios”. Pero ni los millares de p谩ginas dedicadas a los beneficios de una “econom铆a verde” ni los acuerdos penosamente negociados en las cumbres internacionales disuaden al capital de quemar masivamente combustibles f贸siles. El calentamiento continua sin control, amenaza a la humanidad con una mega cat谩strofe irreversible, de una amplitud inimaginable: ¿qui茅n se puede imaginar las consecuencias de una subida de doce metros del nivel de los oc茅anos?
En un momento de lucidez, Nicholas Stern hab铆a escrito que “el cambio clim谩tico es el fracaso m谩s grave de la econom铆a de mercado” /5. Esta confesi贸n se enterr贸 r谩pidamente: demasiado explosiva. No es casualidad: de forma general, los capitalistas, sus ide贸logos y sus representantes pol铆ticos son literalmente incapaces de comprender que la irracionalidad global se desarrolla a partir de la racionalidad parcial del capital. Su posici贸n de clase se lo impide. Deber铆an admitir que la racionalidad del capital es una falsa racionalidad que arrastra a la humanidad hacia el abismo, una mistificaci贸n de la que hay que desprenderse urgentemente. No quieren esta conclusi贸n a ning煤n precio.
Sin embargo, el cambio clim谩tico es el colmo de la irracionalidad global. Realmente, se puede imaginar una locura m谩s completa que esta: una sociedad de alto cientificismo que tiene los medios para actuar sabe casi con certitud que su din谩mica de acumulaci贸n amenaza la destrucci贸n de centenares de millones de gente y de innumerables riquezas naturales pero no hace en serio nada m谩s que declaraci贸n de intenciones... Para Trump y Cia, esta contradicci贸n es demasiado. Incapaces de hacerle frente, eligen simplemente negar su fundamento y meten los acuerdos internacionales en la bolsa de desperdicios de la globalizaci贸n. Es as铆 como el negacionismo clim谩tico es expulsado del debate p煤blico por la puerta de la ciencia y vuelve a entrar por la ventana de la pol铆tica.
Un proyecto reaccionario global
El proyecto de Trump es global y supone una amenaza global. Es el proyecto reaccionario de un capitalismo delincuente, brutal y muy autoritario salido directamente de la cabeza de un empresario nacionalista que echa pestes contra todas las obligaciones: las “cargas sociales”, los sindicatos, la competencia, “el papeleo”, la prensa, los ecologistas, las reglas de la “buena gobernanza”... Un patr贸n que frente a estos desaf铆os, busca dividir a los trabajadores mediante ataques racistas y sexistas.
Este proyecto debe ser combatido como tal. En todos sus aspectos, sin ninguna ambig眉edad. Esta afirmaci贸n no es un谩nime en la izquierda. Tres ejemplos:
Una parte de los dirigentes sindicales estadounidenses esperan que el proteccionismo relance el empleo en Estados Unidos. Como dice Lance Selfa, “ Estos dirigentes sindicales ofrecen a Trump la cobertura que necesita para cubrir su programa econ贸mico con un color “populista” y favorable a los trabajadores”. “Dan una capa de legitimidad a una administraci贸n cuya intenci贸n es atacar a sectores enteros de la clase trabajadora, incluyendo a emigrantes y sin papeles” /6.
El hecho de que Trump se alegre del Brexit no lo convierte en un “aliado objetivo” de la izquierda opuesta a la Uni贸n Europea como algunos “soberanistas de izquierda” parecen pensar. La izquierda combate la Uni贸n Europea desde una perspectiva anticapitalista por tanto, internacionalista. No tiene nada que ver ni de cerca ni de lejos, con el campo de los Trump, Farage, Le Pen y Cia.
En el mismo orden de ideas, la izquierda no tiene de qu茅 alegrarse cuando Trump habla de la obsolescencia de la OTAN. Combatimos a la OTAN porque rechazamos la guerra y el militarismo. Nuestro objetivo no puede ser crear “otro dispositivo de seguridad europea integrando a Mosc煤”. Semejante dispositivo aumentar铆a la influencia de la principal fuerza reaccionaria del continente -Rusia- y dejar铆a las manos libres a USA para un conflicto con China.... ¿Alguien dice “pacifismo”?
Ciertamente, el trumpismo no es un nazismo pero el uso sistem谩tico de la mentira, el nacionalismo y la movilizaci贸n reaccionaria de los peque帽os burgueses encolerizados recuerdan la d茅cada de 1930. Adem谩s, ¿ c贸mo no relacionar “ America first” (NT. Am茅rica primero) con “ Deutschland 眉ber alles” (NT “Alemania por encima de todo”). “Soy el candidato de la ley y del orden” ha martilleado Trump durante su campa帽a electoral. Y ah铆 est谩 en la Casa Blanca y reclama abiertamente el uso de la tortura, da la orden de publicar semanalmente una lista de los delitos cometidos por extranjeros y ataca a los periodistas en nombre de los “hechos alternativos”... Ser铆a peligroso dejar que la indignaci贸n y la vigilancia decaigan apostando en el hecho de que la mayor铆a de la clase dominante estadounidense no apoya estos caprichos.
Autonom铆a relativa de lo pol铆tico, papel de los individuos en la historia
Los grandes medios de comunicaci贸n se han dado prisa en decir que el nuevo presidente deber铆a necesariamente de “rebajar su tono”. Es verdad que su equipo parec铆a dividido y heter贸clito: el perdonavidas populista de Wall Street, Steve Bannon, se codea con Gary Cohn, n煤mero dos de Goldman Sach, que dirigir谩 el Consejo Econ贸mico. Sin embargo, a lo largo de su primera semana, Trump ha concretado a rienda suelta la mayor铆a de sus promesas populistas.
No es seguro que pueda continuar. Por una parte, a la jerarqu铆a militar -cuya estrategia imperialista es muy constante desde Bush- no le gusta ver a Bannon suplantarle en el Consejo Nacional de Seguridad. Por otra parte, c铆rculos muy influyentes del gran capital estadounidense son contrarios a Trump especialmente respecto a cuatro puntos vinculados entre s铆: la pol铆tica internacional, el proteccionismo, los migrantes y la reforma fiscal. Si Trump no es “reorientado” sobre estas cuestiones, una parte de la burgues铆a USA podr铆a querer desembarazarse de 茅l como la burgues铆a brit谩nica se desembaraz贸 de Thatcher en 1990 (en la 茅poca de la poll tax). Porque es la clase dirigente -no los individuos- quien dirige en 煤ltima instancia.
En apoyo de esta tesis, se pueden citar las reacciones capitalistas al “Muslim ban” -prohibici贸n de entrada en Estados Unidos a los procedentes de siete pa铆ses de Oriente Medio. Efectivamente, un gran n煤mero de empresarios de empresas clave (Facebook, Google, Starbuck, Goldman Sachs, Citigroup, Mastercard, Ford, Coca-Cola, Amazon...) han criticado esta prohibici贸n abiertamente, a veces, duramente. Algunos (Uber, Syft) lo han hecho por temor a un boicot de los consumidores pero el fondo del asunto es que el nacionalismo blanco de Trump tiene un completo desfase a todos los niveles en relaci贸n al cosmopolitismo del personal de los grandes grupos tecnol贸gicos /7.
Sin embargo, la partida es m谩s compleja. Por una parte, el capital est谩 dividido: los importadores (Walmart) se oponen al proyecto de aranceles aduaneros pero los exportadores (Boeing, General Electric) son favorables. Por otra parte, la “base trumpista” tambi茅n se moviliza:, el lunes, 30 de enero, en reacci贸n a las declaraciones del CEO de Starbuck contra el “Muslim ban”, #BoycottStarbucks era el hashtag m谩s popular en Twitter en los Estados Unidos /8...
Afirmar que la clase dirigente dirige “en 煤ltima instancia” -esas tres palabritas son importantes- significa que hay una doble autonom铆a relativa: de la espera pol铆tica respecto a la esfera econ贸mica y de los individuos respecto a la esfera pol铆tica /9. La nominaci贸n de Trump en las primarias republicanas, despu茅s su elecci贸n para la Casa Blanca muestran que esta autonom铆a es muy real. Los observadores que hab铆an pronosticado que el magnate ser铆a vencido porque Wall Street no lo quer铆a, se equivocaron.
El montaje como m茅todo pol铆tico
La comparaci贸n no significa raz贸n pero el gran capital alem谩n puso en el poder a Hitler para que derrotara al movimiento obrero no para que la arrastrara a la Segunda Guerra Mundial y a la Soah. Sin embargo, 茅l hab铆a previsto hacerlo y lo hizo... enga帽ando a sus interlocutores respecto a sus intenciones, despu茅s instaurando su dictadura... ¿Y qu茅 hicieron los magnates Thyssen, Krupp, IG Farben, Allianz y otros florones de la econom铆a alemana? Se acomodaron a la situaci贸n y se aprovecharon de la”destrucci贸n creadora”.
No hay que hacerse ninguna ilusi贸n y hay que recordar que es la dictadura -y no la democracia- la que es inherente al sistema capitalista. Es cotidiana en las relaciones de trabajo en el seno de las empresas y en el “mercado de trabajo”. El movimiento obrero conquist贸 mediante la lucha sus derechos democr谩ticos pero estos son cuestionados en cuanto la clase dominante siente su poder amenazado. Era verdad en los a帽os treinta del siglo XX y sigue siendo verdad hoy. Trump inquieta algunos sectores de los propietarios pero al mismo tiempo, responde a su manera, a una “demanda” capitalista pues la profundizaci贸n de las pol铆ticas de austeridad necesita un poder fuerte. Que sea bajo una forma populista o bajo la forma neoliberal, la tendencia autoritaria se afirma por todas partes: Erdogan, Putin, Junker, Xi Jiping, Fillon...
El “Muslim ban”, un primer ensayo
Donald Trump no es un pol铆tico burgu茅s cualquiera. Es un mentiroso sin escr煤pulos y un manipulador, a la altura de Hitler, de Napole贸n III y de otras figuras de la misma cala帽a. Sin embargo, en los periodos de crisis pol铆tica y confusi贸n, en los que la misma burgues铆a est谩 profundamente dividida, los personajes de este tipo son capaces de montajes para generar el pretexto de su dictadura -como lo hizo Hitler con el incendio del Reichstag. A los ojos de la burgues铆a, el nacional populismo racista, se帽alando chivos expiatorios, puede facilitar la instauraci贸n de un r茅gimen autoritario. Si no encuentra una resistencia social suficiente, la mayor铆a de la patronal puede sumarse o dejar hacer.
Analizando en detalle la orden ejecutiva del “Muslim ban”, Laleh Khalili estima que ha sido concebido deliberadamente para crear la incertidumbre y la arbitrariedad necesarias para el ejercicio del poder mediante los hechos /10. Adem谩s, la autora llama la atenci贸n sobre el hecho de que esta orden ejecutiva de Trump ha sido aplicada inmediatamente y con celo por funcionarios de la administraci贸n de fronteras, un medio muy favorable al nuevo presidente. Nos podemos preguntar c贸mo hubiera evolucionado el asunto sin la resistencia social antirracista espont谩nea y masiva.
La crisis de los partidos estadounidenses, especialmente la del Partido republicano, crea un contexto favorable a la “estrategia del shock” y solo podemos seguir a Laleh Khalili cuando se帽ala que “este m茅todo conviene perfectamente al estilo autoritario de Trump y sus consejeros”. El principal de ellos, Steve Bannon, es un estratega de extrema derecha, fundamentalista cristiano que ambiciona destruir el establishment estadounidense para instaurar una dictadura que haga la guerra al Islam y a China. Una vez que individuos de este estilo se apoderan del poder pol铆tico, no se puede excluir que efectivamente, lleguen a forzar el futuro dentro de ciertos l铆mites.
Un potencial de barbarie sin precedentes
Las consecuencias ser铆an temibles. En el plano socio-pol铆tico sin duda. Pero tambi茅n en el plano medioambiental con repercusiones sociales y sanitarias importantes. A prop贸sito de esto, hay que leer la transcripci贸n de la audiencia delante de la comisi贸n del Senado de Scott Pruitt a quien Trump design贸 para dirigir la Agencia de Protecci贸n del Medioambiente: Pruitt miente descaradamente pero no llega a esconder que ambiciona desmantelar no solamente la pol铆tica clim谩tica (muy insuficiente) sino tambi茅n la legislaci贸n clave sobre la regulaci贸n de las emisiones de plomo, de mercurio, etc /11.
Jeremy Legget cree que la capacidad de perjuicio de Trump en el dossier clim谩tico es limitada porque la transici贸n energ茅tica capitalista es irreversible /12. En efecto, sin duda es irreversible dado que la ca铆da de los precios de la electricidad de origen renovable condena a la de los f贸siles en los pr贸ximos a帽os. Pero por una parte, esta transici贸n capitalista no salvar谩 el clima pues no respeta las obligaciones en t茅rminos de reducci贸n de emisiones, ni los plazos de esta /13. Por otra parte, como el mismo Legget admite, la pol铆tica internacional de Trump podr铆a, por una huida hacia adelante en la guerra, crear una situaci贸n de hecho en la que la clase dominante de USA estar铆a obligada, lo quiera o no, a mandar la lucha contra el calentamiento a la en茅sima fila de las prioridades...
Dado que estamos en el filo de la navaja, el resultado ser铆a terrible y probablemente, irreversible. Desde ese punto de vista, el potencial de barbarie de Trump sobrepasa todo de lo que el capitalismo se ha mostrado capaz en el pasado. Como escribe Fran莽ois Chenais (op.cit.): Que el capitalismo encuentre l铆mites que no puede franquear, de ninguna manera significa el fin de la dominaci贸n pol铆tica y social de la burgues铆a, a煤n menos su muerte pero abre la perspectiva de que arrastre la humanidad a la barbarie.
Nada est谩 determinado, todo depende de la lucha
Una conocida expresi贸n inglesa afirma que “ Every cloud has its silver ligning” (toda nube tiene su ribete de plata). La incapacidad de la gobernanza neoliberal frente a la creciente irracionalidad global no solo se manifiesta en la derecha, en el trumpismo. Se expresa tambi茅n en la izquierda en la gran radicalizaci贸n visibilizada por el movimiento Occupy, despu茅s por la campa帽a de Bernie Sanders para la investidura dem贸crata. La elecci贸n de Trump refuerza espectacularmente esta polarizaci贸n.
Las personas explotadas y oprimidas han reaccionado inmediatamente mediante movilizaciones masivas y muy espont谩neas. Una semana despu茅s de la gigantesca Marcha de las Mujeres del 21 de febrero, centenares de miles de personas han pasado a la acci贸n contra el “Muslim ban”. Seguir谩n otras luchas. Ya, la llamada a una Marcha Popular por el Clima el 29 de abril tiene todas las posibilidades de sobrepasar en n煤mero la gran manifestaci贸n del “clima” que reuni贸 300 000 personas en Nueva York en 2014.
En esta lucha no hay que esperar nada de los pol铆ticos dem贸cratas. Bernie Sanders los asustaba mucho m谩s que Trump. Hablan de democracia pero encarnan una pol铆tica neoliberal agotada y cada vez m谩s autoritaria. La 煤nica estrategia realista consiste en desarrollar movilizaciones y hacerlas converger intentando orientarlas en un sentido anticapitalista. Pues se trata de extraer la lecci贸n del 茅xito de Bernie Sanders en las primarias dem贸cratas: solo oponiendo a una racionalidad ecosocialista -la racionalidad de la satisfacci贸n de las necesidades humanas reales, democr谩ticamente definidas en el respeto al medioambiente- a la falsa racionalidad parcial del capital, es posible impedir el paso a Trump.
A la gente explotada y oprimida de todo el mundo le interesa manifestar la solidaridad m谩s amplia y m谩s activa posible con las movilizaciones de Estados Unidos. Adem谩s, no se trata de solidaridad sino de un combate com煤n. Pues el inter茅s com煤n de las personas explotadas y oprimidas del mundo entero es combatir a Trump. Su derrota ser谩 la de todos los d茅spotas -o candidatos a d茅spotas- que juegan al nacionalismo o al populismo para oprimir a la gente.
La prueba de fuerza que se juega en Estados Unidos es de alcance planetario. Si el trumpismo es combatido o se debe “abandonar” bajo la presi贸n de la calle, esta victoria animar谩 por todas partes la contraofensiva de los pueblos. Por el contrario, si 茅l gana, habr谩 que empezar a temer seriamente el riesgo de una Tercera Guerra Mundial.
7/02/2017
Gracias a Dan La Botz y a Charles-Andr茅 Udry por sus comentarios (D.T.)
Notas:
1/ Ernest Mandel, “Las ondas largas del desarrollo capitalista. Una interpretaci贸n marxista” Siglo XXI, 1986.
2/ Leer Fran莽ois Chesnais, “Le capitalisme a-t-il rencontr茅 des limites infranchissables?” ,http://alencontre.org/laune/le-capitalisme-a-t-il-rencontre-des-limites-infranchissables.html
3/ Kim Moody, “Who Put Trump in the White House?”, Against The Current, jan-feb 2017.
4/ Bannon expuso su visi贸n estrat茅gica en una conferencia impartida en 2014 en los locales del Vaticano (¡!) La lectura de ese texto es esencial. http://www.dignitatishumanae.com/index.php/this-is-how-steve-bannon-sees-the-entire-world/
5/ Stern Review, The Economics of Climate Change, 2006.
6/ Leer Lance Selfa, “Qu’est-ce que signifie ‘rendre l’Am茅rique 脿 nouveau grande’?” http://alencontre.org/ameriques/americnord/usa/etats-unis-quest-ce-que-signifie-rendre-lamerique-a-nouveau-grande.html
7/Dan La Botz, “Trump Makes Early Enemies”, http://www.internationalviewpoint.org/spip.php?article4854
8/ Financial Times, 31 enero. https://www.ft.com/content/315f7568-e6fe-11e6-893c-082c54a7f539
9/ Sobre el papel de los individuos en la historia, leer a Ernest Mandel, “Les individus et les classes sociales: le cas de la Seconde guerre mondiale” http://www.ernestmandel.org/new/ecrits/article/les-individus-et-les-classes
10/ Laleh Khalili, “With Muslim Ban, Trump and Bannon Wanted Chaos, but Not Resistance” http://www.truth-out.org/news/item/39298-sowing-mayhem-to-reap-power-the-sinister-strategy-behind-trump-s-muslim-ban
11/ https://www.nrdc.org/experts/john-walke/trump-epa-nominee-answers-senators-contempt-and-extremism?utm_source=tw&utm_medium=tweet&utm_campaign=socialmedia
12/ Jeremy Legget, «State of The Transition, December 2016”, http://www.jeremyleggett.net/2017/01/state-of-the-transition-december-2016-as-fossil-fuel-diehards-take-over-the-white-house-the-evidence-of-a-fast-moving-global-energy-transition-has-never-been-clearer/
13/ Sobre el posible impacto de las medidas clima-negacionistas que tomar铆a Trump, leer a D. Tanuro, “Emp锚chons Trump de commettre un crime climatique” http://www.lcr-lagauche.org/empechons-trump-de-commettre-un-crime-climatique-contre-lhumanite-et-lenvironnement/
Traducci贸n: VIENTO SUR