LA ACADEMIA.- El cine es uno de los canales de comunicación más poderosos y tiene una gran capacidad para cambiar modas, costumbres, incluso conductas. Bajo esta premisa, la Fundación We Are Water ha puesto sus ojos en la gran pantalla para sensibilizar a la opinión pública y las instituciones sobre la necesidad de crear una nueva cultura del agua que permita el desarrollo justo y una gestión sostenible de los recursos hídricos en el mundo.
En su apuesta por el cine que crea conciencia social, esta Fundación creada por Roca ha ampliado su compromiso “con el desarrollo sostenible y el medio ambiente, en especial con las personas y las comunidades más afectadas por la carencia del agua” con la puesta en marcha de proyectos cinematográficos que incidan sobre este grave problema planetario. Y el primer resultado de esta iniciativa ha sido Aral. El mar perdido, documental dirigido por Isabel Coixet que narra las consecuencias de la desecación de este mar interior situado entre Karakalpakstan (una república autónoma de Uzbekistán) y las regiones de Kizilòrdi y Aktubinsk en Kazajstán, que en su día fue el cuarto lago más grande del mundo.
“Por su facilidad para conectar y explicar los problemas, el cine forma parte de nuestra línea de actuación. Isabel Coixet tenía en mente lo del mar de Aral y de ahí surgió este maridaje con el medio. La experiencia ha sido muy positiva porque Coixet ha hecho que todo fuera sencillo, tenía muy claro qué y cómo quería rodar”, explica Xavi Torras, de We Are Water.
Conscientes de que la problemática del agua se puede retratar desde muchos puntos de vista –social, político, humano, económico…– “porque hay muchos ejemplos en nuestro planeta”, los responsables de esta institución quieren cineastas con una visión personal: “Queremos que se impliquen, no que hagan meros documentales porque el objetivo es conectar con el espectador. Los cineastas tienen talento para tratar emociones y lo que queremos es que la gente sea consciente de la importancia de este valioso recurso que va camino de convertirse en un futuro en algo más preciado que el petróleo”, dice Torras.
El trabajo firmado por Coixet se proyectó en los festivales de San Sebastián y Sevilla y también ha viajado a México, India, China y Portugal, y también se verá en Australia. “Hay que aprovechar el circuito de festivales, tanto nacionales como extranjeros, porque el agua es una necesidad mundial. También queremos exhibirlo en escuelas, academias de cine y en televisión. De hecho, estamos en conversaciones con algunas cadenas para emitirlo”.
Visión personal y sensibilidad
No es la primera vez que se utiliza el cine como herramienta para hacer llegar un mensaje. “Por su lenguaje universal y su capacidad emotiva, el cine es un medio para tomar conciencia y ayudar a ser consciente de la importancia de estos temas. Además, es un medio que viaja muy fácilmente y su capacidad de síntesis facilita contar en 30 minutos un problema de años”.
Para este miembro de We Are Water, la preocupación por el cambio climático, la sequía, el crecimiento de la población y la escasez del agua han aumentado en todo el mundo, también en España. “Hay países con más sensibilidad por lo verde y otros que no lo son tanto. Al Gore hizo mucho con su documental Una verdad incómoda, en el que alertaba sobre la amenaza del cambio climático mostrando los daños que hemos hecho a la Tierra”.
Una verdad… ganó un Oscar y movilizó a estrellas del cine y la música para salvar el planeta con su participación en documentales, en eventos, presidiendo organizaciones sobre el medio ambiente y aplicando en su vida personal sus propios discursos, desde el uso de coches autos híbridos a la ropa orgánica pasando por el reciclaje y la construcción de casas ecológicas.
“Una cosa es que la gente lo sepa y otra que se quiera implicar. En lo que todos están de acuerdo es en que hay que hacer algo para cuidar y proteger el planeta. El agua como fuente de vida está en la agenda de los gobiernos”.
En los planes de We Are Water figura el rodar una película al año. El documental de Coixet ha sido el primer paso al que seguirán más trabajos realizados por directores, tanto nacionales como extranjeros, con una visión personal y sensibilidad sobre el problema del agua. “Todas las vías están abiertas, tanto en formatos como en cineastas. “Estamos a la búsqueda de directores conocidos y también atentos a los jóvenes valores”.
De momento, la fundación ha contactado con el equipo de También la lluvia, película de Icíar Bollaín que, entre otros temas, aborda la guerra del agua en la localidad boliviana de Cochabamba. “Hemos grabado unas cápsulas en las que directora y actores dan su visión sobre la privatización de este recurso en esa zona”, añade Torras.
El cine y la realidad se parecen mucho más de lo que pensamos. En su última aventura cinematográfica, Quantum of Solace, el famoso James Bond luchaba contra un malvado que trataba de controlar recursos estratégicos de agua en un país en desarrollo. ¿Una trama de ficción demasiado exagerada?
En su apuesta por el cine que crea conciencia social, esta Fundación creada por Roca ha ampliado su compromiso “con el desarrollo sostenible y el medio ambiente, en especial con las personas y las comunidades más afectadas por la carencia del agua” con la puesta en marcha de proyectos cinematográficos que incidan sobre este grave problema planetario. Y el primer resultado de esta iniciativa ha sido Aral. El mar perdido, documental dirigido por Isabel Coixet que narra las consecuencias de la desecación de este mar interior situado entre Karakalpakstan (una república autónoma de Uzbekistán) y las regiones de Kizilòrdi y Aktubinsk en Kazajstán, que en su día fue el cuarto lago más grande del mundo.
“Por su facilidad para conectar y explicar los problemas, el cine forma parte de nuestra línea de actuación. Isabel Coixet tenía en mente lo del mar de Aral y de ahí surgió este maridaje con el medio. La experiencia ha sido muy positiva porque Coixet ha hecho que todo fuera sencillo, tenía muy claro qué y cómo quería rodar”, explica Xavi Torras, de We Are Water.
Conscientes de que la problemática del agua se puede retratar desde muchos puntos de vista –social, político, humano, económico…– “porque hay muchos ejemplos en nuestro planeta”, los responsables de esta institución quieren cineastas con una visión personal: “Queremos que se impliquen, no que hagan meros documentales porque el objetivo es conectar con el espectador. Los cineastas tienen talento para tratar emociones y lo que queremos es que la gente sea consciente de la importancia de este valioso recurso que va camino de convertirse en un futuro en algo más preciado que el petróleo”, dice Torras.
El trabajo firmado por Coixet se proyectó en los festivales de San Sebastián y Sevilla y también ha viajado a México, India, China y Portugal, y también se verá en Australia. “Hay que aprovechar el circuito de festivales, tanto nacionales como extranjeros, porque el agua es una necesidad mundial. También queremos exhibirlo en escuelas, academias de cine y en televisión. De hecho, estamos en conversaciones con algunas cadenas para emitirlo”.
Visión personal y sensibilidad
No es la primera vez que se utiliza el cine como herramienta para hacer llegar un mensaje. “Por su lenguaje universal y su capacidad emotiva, el cine es un medio para tomar conciencia y ayudar a ser consciente de la importancia de estos temas. Además, es un medio que viaja muy fácilmente y su capacidad de síntesis facilita contar en 30 minutos un problema de años”.
Para este miembro de We Are Water, la preocupación por el cambio climático, la sequía, el crecimiento de la población y la escasez del agua han aumentado en todo el mundo, también en España. “Hay países con más sensibilidad por lo verde y otros que no lo son tanto. Al Gore hizo mucho con su documental Una verdad incómoda, en el que alertaba sobre la amenaza del cambio climático mostrando los daños que hemos hecho a la Tierra”.
Una verdad… ganó un Oscar y movilizó a estrellas del cine y la música para salvar el planeta con su participación en documentales, en eventos, presidiendo organizaciones sobre el medio ambiente y aplicando en su vida personal sus propios discursos, desde el uso de coches autos híbridos a la ropa orgánica pasando por el reciclaje y la construcción de casas ecológicas.
“Una cosa es que la gente lo sepa y otra que se quiera implicar. En lo que todos están de acuerdo es en que hay que hacer algo para cuidar y proteger el planeta. El agua como fuente de vida está en la agenda de los gobiernos”.
En los planes de We Are Water figura el rodar una película al año. El documental de Coixet ha sido el primer paso al que seguirán más trabajos realizados por directores, tanto nacionales como extranjeros, con una visión personal y sensibilidad sobre el problema del agua. “Todas las vías están abiertas, tanto en formatos como en cineastas. “Estamos a la búsqueda de directores conocidos y también atentos a los jóvenes valores”.
De momento, la fundación ha contactado con el equipo de También la lluvia, película de Icíar Bollaín que, entre otros temas, aborda la guerra del agua en la localidad boliviana de Cochabamba. “Hemos grabado unas cápsulas en las que directora y actores dan su visión sobre la privatización de este recurso en esa zona”, añade Torras.
El cine y la realidad se parecen mucho más de lo que pensamos. En su última aventura cinematográfica, Quantum of Solace, el famoso James Bond luchaba contra un malvado que trataba de controlar recursos estratégicos de agua en un país en desarrollo. ¿Una trama de ficción demasiado exagerada?