Por Jairalá Jairalá
Ante la proximidad del fin de 2010, el mundo árabe tiene que reconocer que hay nuevas realidades sobre el terreno difíciles de superar. Tendrán que reconocer estos hechos si los árabes quieren de verdad dar un primero paso para salir de su frágil situación que empeora por momentos.
El mundo árabe, tarde o temprano, tendrá que partir de estos hechos para tratar de responder a muchas preguntas, entre ellas tres cuestiones trascendentales que en realidad representan retos que amenazan el futuro de toda la región. Está claro que hay otras preguntas que deben ser respondidas, sin embargo, estas tres cuestiones parecen ser más urgentes que otras. A menos que se pueda confiar en los libaneses en 2011 para que eviten que su país se convierta de nuevo en un campo de batalla de carácter regional, en otras palabras, que no siga siendo un «campo» de las guerras de otros en su territorio. Así ha sido desde 1969, la fecha de la firma del fatídico acuerdo de El Cairo, hasta llegar al acuerdo de Taif en 1989 cuando los libaneses acordaron bajo el patrocinio árabe e internacional poner fin a la guerra civil y a las guerras de otros sobre su pequeña tierra...
La primera cuestión es qué hacer con Israel que se niega en la práctica a cualquier acuerdo con los palestinos y al mismo tiempo insiste en consolidar su ocupación de Cisjordania, incluida Jerusalén Este que es considerada un espacio «en litigio». Israel se niega a admitir que Cisjordania es un territorio ocupado desde 1967 e insiste en que tiene que formar parte de cualquier negociación. ¿Sobre qué negociarán los palestinos si Israel está reclamando compartir el estrecho terreno llamado Cisjordania y que éstos olviden el asunto de Jerusalén? Por lo tanto, las negociaciones que tienen como objetivo llegar a la solución de los dos Estados son una farsa. ¿Qué harán los árabes que construyeron la iniciativa de paz aprobada en la cumbre de Beirut en 2002 sobre el cemento de la solución de los dos Estados? Esta solución consiste en aceptar a Israel como un país más de los países de la región si éste se retira de los territorios ocupados en 1967, incluido el Golán sirio. Parece que Israel no está interesado en ninguna retirada, de cualquier tipo, a menos que haya una aceptación por parte de los palestinos y árabes de que las fronteras impuestas por los asentamientos de Cisjordania sean las fronteras del maldito Estado palestino que acepte la existencia del Estado judío. ¿Qué harán los árabes después de pasar la página a la opción de los dos Estados? ¿Tienen una alternativa a la iniciativa de paz árabe que se basa en esta opción? Tendrían que responder a estas preguntas como éstas vinculadas a la primera cuestión sobre el rechazo de la paz por parte de Israel y todo lo que tiene relación, de cerca o de lejos, con la paz...
La segunda pregunta tiene que ver con Iraq ¿Están concienciados los árabes del terremoto iraquí y lo que está pasando en este importante país, considerado como uno de los pilares del sistema de seguridad árabe y del equilibrio regional? ¿Qué futuro tiene Iraq, miembro fundador de la Liga de Estados Árabes, después de que quedar en evidencia solo se puede formar un gobierno tras un acuerdo estadounidense-iraní sobre el puesto de primer ministro? Día tras día, está quedando patente que la región está inmersa en un estado de desequilibrio después de que Iraq se quedara fuera del sistema árabe y después de descubrir que la influencia árabe en Iraq es nula, independientemente de lo que digan algunos investigadores sobre supuestos roles. Había una razonable queja árabe en una determinada fase del antiguo régimen iraquí que trató de extender la mano hacia el exterior de su territorio bajo diferentes lemas «patrióticos». Ahora la queja es por el hecho de que Iraq se haya convertido en un «campo» para otros, incluyendo el vecino turco que no duda en confesar que tiene intereses en Iraq y que no puede quedarse con los brazos cruzados ante el desarrollo de los acontecimientos que vive este país. Los árabes deben intervenir en Iraq porque no son capaces de hacerlo, y si decidiesen hacerlo, seguro que su intervención cogería el camino equivocado. Pero esta realidad no nos pude impedir plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo vivirán los árabes sin Iraq y con la presencia de un país importante y diferente cerca de sus fronteras, sobre todo de las fronteras de los países del Golfo?
La tercera cuestión está relacionada con Sudán. Sudán se encamina, con fecha de enero de 2011, hacia su fragmentación. ¿Se separará solamente el sur o Sudán, el país con la superficie más grande de África, se dividirá en varios Estados? Podríamos estar hablando de un divorcio amistoso entre el norte y el sur, algo similar a lo que sucedió a Checoslovaquia en los años noventa del siglo pasado, sino fuera porque hablamos de la seguridad del Nilo, la arteria de la vida para Egipto, el país árabe más grande. ¿Cómo puede suceder lo que está sucediendo en Sudán, mientras que los árabes permanecen expectantes? Parece que ya han visto mucho de la película de Sudán, hasta tal punto que en 2011 solo les queda aceptar la nueva realidad de la que todavía desconocen su grado de peligrosidad, tal vez dará lugar a pequeñas guerras que abrirán las puertas a todo tipo de intervención extranjera en Sudán.
Desde luego que se pueden plantear muchas otras preguntas, algunas tienen que ver con la negligencia árabe en Yemen y las dimensiones de las diferencias ideológicas surgidas de Iraq y otros lugares de la región. Lo que está claro es que se necesita una revisión árabe total. Todas las preguntas pendientes podrían resumirse en una: ¿Qué es posible hacer y qué no? ... O mejor dicho, ¿todavía puede hacerse algo?
Ante la proximidad del fin de 2010, el mundo árabe tiene que reconocer que hay nuevas realidades sobre el terreno difíciles de superar. Tendrán que reconocer estos hechos si los árabes quieren de verdad dar un primero paso para salir de su frágil situación que empeora por momentos.
El mundo árabe, tarde o temprano, tendrá que partir de estos hechos para tratar de responder a muchas preguntas, entre ellas tres cuestiones trascendentales que en realidad representan retos que amenazan el futuro de toda la región. Está claro que hay otras preguntas que deben ser respondidas, sin embargo, estas tres cuestiones parecen ser más urgentes que otras. A menos que se pueda confiar en los libaneses en 2011 para que eviten que su país se convierta de nuevo en un campo de batalla de carácter regional, en otras palabras, que no siga siendo un «campo» de las guerras de otros en su territorio. Así ha sido desde 1969, la fecha de la firma del fatídico acuerdo de El Cairo, hasta llegar al acuerdo de Taif en 1989 cuando los libaneses acordaron bajo el patrocinio árabe e internacional poner fin a la guerra civil y a las guerras de otros sobre su pequeña tierra...
La primera cuestión es qué hacer con Israel que se niega en la práctica a cualquier acuerdo con los palestinos y al mismo tiempo insiste en consolidar su ocupación de Cisjordania, incluida Jerusalén Este que es considerada un espacio «en litigio». Israel se niega a admitir que Cisjordania es un territorio ocupado desde 1967 e insiste en que tiene que formar parte de cualquier negociación. ¿Sobre qué negociarán los palestinos si Israel está reclamando compartir el estrecho terreno llamado Cisjordania y que éstos olviden el asunto de Jerusalén? Por lo tanto, las negociaciones que tienen como objetivo llegar a la solución de los dos Estados son una farsa. ¿Qué harán los árabes que construyeron la iniciativa de paz aprobada en la cumbre de Beirut en 2002 sobre el cemento de la solución de los dos Estados? Esta solución consiste en aceptar a Israel como un país más de los países de la región si éste se retira de los territorios ocupados en 1967, incluido el Golán sirio. Parece que Israel no está interesado en ninguna retirada, de cualquier tipo, a menos que haya una aceptación por parte de los palestinos y árabes de que las fronteras impuestas por los asentamientos de Cisjordania sean las fronteras del maldito Estado palestino que acepte la existencia del Estado judío. ¿Qué harán los árabes después de pasar la página a la opción de los dos Estados? ¿Tienen una alternativa a la iniciativa de paz árabe que se basa en esta opción? Tendrían que responder a estas preguntas como éstas vinculadas a la primera cuestión sobre el rechazo de la paz por parte de Israel y todo lo que tiene relación, de cerca o de lejos, con la paz...
La segunda pregunta tiene que ver con Iraq ¿Están concienciados los árabes del terremoto iraquí y lo que está pasando en este importante país, considerado como uno de los pilares del sistema de seguridad árabe y del equilibrio regional? ¿Qué futuro tiene Iraq, miembro fundador de la Liga de Estados Árabes, después de que quedar en evidencia solo se puede formar un gobierno tras un acuerdo estadounidense-iraní sobre el puesto de primer ministro? Día tras día, está quedando patente que la región está inmersa en un estado de desequilibrio después de que Iraq se quedara fuera del sistema árabe y después de descubrir que la influencia árabe en Iraq es nula, independientemente de lo que digan algunos investigadores sobre supuestos roles. Había una razonable queja árabe en una determinada fase del antiguo régimen iraquí que trató de extender la mano hacia el exterior de su territorio bajo diferentes lemas «patrióticos». Ahora la queja es por el hecho de que Iraq se haya convertido en un «campo» para otros, incluyendo el vecino turco que no duda en confesar que tiene intereses en Iraq y que no puede quedarse con los brazos cruzados ante el desarrollo de los acontecimientos que vive este país. Los árabes deben intervenir en Iraq porque no son capaces de hacerlo, y si decidiesen hacerlo, seguro que su intervención cogería el camino equivocado. Pero esta realidad no nos pude impedir plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo vivirán los árabes sin Iraq y con la presencia de un país importante y diferente cerca de sus fronteras, sobre todo de las fronteras de los países del Golfo?
La tercera cuestión está relacionada con Sudán. Sudán se encamina, con fecha de enero de 2011, hacia su fragmentación. ¿Se separará solamente el sur o Sudán, el país con la superficie más grande de África, se dividirá en varios Estados? Podríamos estar hablando de un divorcio amistoso entre el norte y el sur, algo similar a lo que sucedió a Checoslovaquia en los años noventa del siglo pasado, sino fuera porque hablamos de la seguridad del Nilo, la arteria de la vida para Egipto, el país árabe más grande. ¿Cómo puede suceder lo que está sucediendo en Sudán, mientras que los árabes permanecen expectantes? Parece que ya han visto mucho de la película de Sudán, hasta tal punto que en 2011 solo les queda aceptar la nueva realidad de la que todavía desconocen su grado de peligrosidad, tal vez dará lugar a pequeñas guerras que abrirán las puertas a todo tipo de intervención extranjera en Sudán.
Desde luego que se pueden plantear muchas otras preguntas, algunas tienen que ver con la negligencia árabe en Yemen y las dimensiones de las diferencias ideológicas surgidas de Iraq y otros lugares de la región. Lo que está claro es que se necesita una revisión árabe total. Todas las preguntas pendientes podrían resumirse en una: ¿Qué es posible hacer y qué no? ... O mejor dicho, ¿todavía puede hacerse algo?