Por Leticia Roncero Portas
Bahr茅in, el m谩s peque帽o de los estados del Golfo P茅rsico, tiene un gran inter茅s estrat茅gico para Estados Unidos, que tiene all铆 la base de la Quinta Flota de su Marina, desde donde controla la regi贸n. El miedo a que las revoluciones acaben con la estabilidad que hasta ahora manten铆an gracias al silencio y la complicidad internacional. Se les vend铆a armas a los gobiernos, se aseguraba el suministro energ茅tico y se jugaba a los cochecitos de F贸rmula 1, hasta que las represiones sangrientas llevaron al Presidente Obama a reaccionar e invitar al r茅gimen a contenerse y respetar los derechos de la poblaci贸n.
Los manifestantes de la plaza de la Perla de Manama, en Bahr茅in, comparten algo fundamental con los tunecinos, egipcios o yemen铆es. M谩s all谩 de las diferencias internas entre sun铆es y chi铆es, o de las caracter铆sticas estructurales que distinguen a este archipi茅lago del Golfo P茅rsico de los pa铆ses del Norte de 脕frica, los protagonistas de las revueltas buscan el cambio. Ellos tambi茅n quieren reformas, libertad, participaci贸n. Pero Bahr茅in no es T煤nez ni Egipto.
La poblaci贸n del pa铆s no alcanza el mill贸n de personas. La mitad son extranjeros, en su mayor铆a inmigrantes africanos y asi谩ticos con unas precarias condiciones laborales. El PIB per c谩pita de Bahr茅in (34.200
d贸lares) es muy superior al de los pa铆ses que acaban de ver caer a sus dictadores, aunque las diferencias econ贸micas entre clases sociales son notables. El negocio del petr贸leo y el gas, o las actividades bancarias enriquecen a una peque帽a parte de la poblaci贸n. El n煤mero de millonarios ha aumentado en los 煤ltimos a帽os gracias a la eliminaci贸n de barreras econ贸micas y comerciales mientras las clases medias se empobrec铆an, lo que ha contribuido en gran medida a aumentar las tensiones sociales que ahora se reflejan en manifestaciones y revueltas.
Bahr茅in comparte con los pa铆ses 谩rabes la falta de una verdadera democracia y la complicidad con que hasta ahora el resto del mundo ha tratado a estos reg铆menes. La monarqu铆a de Hamad bin Isa al Jalifa sostiene un gobierno dirigido por la familia real. El Primer Ministro y t铆o del Rey, Jalifa Bin Salman al Jalifa, lleva en el cargo desde 1971, lo que le convierte en el Jefe de Gobierno m谩s veterano del mundo. Los principales cargos de gobierno est谩n ocupados por miembros de la familia Al Jalifa. La Constituci贸n permite al Rey nombrar a los 40 miembros de la Asamblea Consultiva, que tiene la 煤ltima palabra sobre las decisiones del Parlamento, y designar a los jueces y comandantes de las fuerzas armadas, adem谩s de otra serie de prebendas basadas en un legado hist贸rico que considera a los Al Jalifa creadores y conquistadores del pa铆s. La falta de representaci贸n democr谩tica tiene su reflejo en un poder pol铆tico que margina a la comunidad chi铆, mayoritaria en el pa铆s, tanto en cuestiones religiosas, como educativas y pol铆ticas.
El Secretario General de la Asociaci贸n de Derechos Humanos de Bahr茅in, Abdallah al-Drazi, aseguraba que "es el propio gobierno el que est谩 fomentando el comunitarismo por medio de sus continuas acusaciones a la asociaci贸n Al-Wifaq (principal bloque de oposici贸n chi铆) de crear v铆nculos con Ir谩n". Pese a todo, los participantes en las protestas de Manama, capital del pa铆s, quieren dejar claro que sus reivindicaciones van por otro lado, que lo que buscan es democracia. "Ni chi铆es, ni sun铆es, somos bahrein铆es" era el lema que portaban varios de los carteles de los manifestantes en los 煤ltimos d铆as.
Lo que comenz贸 como una represi贸n brutal e indiscriminada contra el propio pueblo, con la mano amiga saud铆 detr谩s, pretende ahora convertirse en di谩logo. Tarde. La poblaci贸n responde a la falta de soluciones de un gobierno excluyente. Los defensores de los derechos humanos del pa铆s denuncian desde hace a帽os los abusos de las autoridades, la falta de derechos civiles y pol铆ticos, la ausencia de libertades de asociaci贸n y expresi贸n. En un pa铆s que ha ratificado varios tratados internacionales de derechos humanos, muchos de estos activistas fueron encarcelados. Ahora el r茅gimen pretende resarcirse con su liberaci贸n. Pero en la plaza de la Perla s贸lo se escucha "Abajo los Al Jalifa". Es la voz de quienes se sumaron a la ola, conscientes de la injusticia, y nos ense帽aron una lecci贸n.
Bahr茅in, el m谩s peque帽o de los estados del Golfo P茅rsico, tiene un gran inter茅s estrat茅gico para Estados Unidos, que tiene all铆 la base de la Quinta Flota de su Marina, desde donde controla la regi贸n. El miedo a que las revoluciones acaben con la estabilidad que hasta ahora manten铆an gracias al silencio y la complicidad internacional. Se les vend铆a armas a los gobiernos, se aseguraba el suministro energ茅tico y se jugaba a los cochecitos de F贸rmula 1, hasta que las represiones sangrientas llevaron al Presidente Obama a reaccionar e invitar al r茅gimen a contenerse y respetar los derechos de la poblaci贸n.
Los manifestantes de la plaza de la Perla de Manama, en Bahr茅in, comparten algo fundamental con los tunecinos, egipcios o yemen铆es. M谩s all谩 de las diferencias internas entre sun铆es y chi铆es, o de las caracter铆sticas estructurales que distinguen a este archipi茅lago del Golfo P茅rsico de los pa铆ses del Norte de 脕frica, los protagonistas de las revueltas buscan el cambio. Ellos tambi茅n quieren reformas, libertad, participaci贸n. Pero Bahr茅in no es T煤nez ni Egipto.
La poblaci贸n del pa铆s no alcanza el mill贸n de personas. La mitad son extranjeros, en su mayor铆a inmigrantes africanos y asi谩ticos con unas precarias condiciones laborales. El PIB per c谩pita de Bahr茅in (34.200
d贸lares) es muy superior al de los pa铆ses que acaban de ver caer a sus dictadores, aunque las diferencias econ贸micas entre clases sociales son notables. El negocio del petr贸leo y el gas, o las actividades bancarias enriquecen a una peque帽a parte de la poblaci贸n. El n煤mero de millonarios ha aumentado en los 煤ltimos a帽os gracias a la eliminaci贸n de barreras econ贸micas y comerciales mientras las clases medias se empobrec铆an, lo que ha contribuido en gran medida a aumentar las tensiones sociales que ahora se reflejan en manifestaciones y revueltas.
Bahr茅in comparte con los pa铆ses 谩rabes la falta de una verdadera democracia y la complicidad con que hasta ahora el resto del mundo ha tratado a estos reg铆menes. La monarqu铆a de Hamad bin Isa al Jalifa sostiene un gobierno dirigido por la familia real. El Primer Ministro y t铆o del Rey, Jalifa Bin Salman al Jalifa, lleva en el cargo desde 1971, lo que le convierte en el Jefe de Gobierno m谩s veterano del mundo. Los principales cargos de gobierno est谩n ocupados por miembros de la familia Al Jalifa. La Constituci贸n permite al Rey nombrar a los 40 miembros de la Asamblea Consultiva, que tiene la 煤ltima palabra sobre las decisiones del Parlamento, y designar a los jueces y comandantes de las fuerzas armadas, adem谩s de otra serie de prebendas basadas en un legado hist贸rico que considera a los Al Jalifa creadores y conquistadores del pa铆s. La falta de representaci贸n democr谩tica tiene su reflejo en un poder pol铆tico que margina a la comunidad chi铆, mayoritaria en el pa铆s, tanto en cuestiones religiosas, como educativas y pol铆ticas.
El Secretario General de la Asociaci贸n de Derechos Humanos de Bahr茅in, Abdallah al-Drazi, aseguraba que "es el propio gobierno el que est谩 fomentando el comunitarismo por medio de sus continuas acusaciones a la asociaci贸n Al-Wifaq (principal bloque de oposici贸n chi铆) de crear v铆nculos con Ir谩n". Pese a todo, los participantes en las protestas de Manama, capital del pa铆s, quieren dejar claro que sus reivindicaciones van por otro lado, que lo que buscan es democracia. "Ni chi铆es, ni sun铆es, somos bahrein铆es" era el lema que portaban varios de los carteles de los manifestantes en los 煤ltimos d铆as.
Lo que comenz贸 como una represi贸n brutal e indiscriminada contra el propio pueblo, con la mano amiga saud铆 detr谩s, pretende ahora convertirse en di谩logo. Tarde. La poblaci贸n responde a la falta de soluciones de un gobierno excluyente. Los defensores de los derechos humanos del pa铆s denuncian desde hace a帽os los abusos de las autoridades, la falta de derechos civiles y pol铆ticos, la ausencia de libertades de asociaci贸n y expresi贸n. En un pa铆s que ha ratificado varios tratados internacionales de derechos humanos, muchos de estos activistas fueron encarcelados. Ahora el r茅gimen pretende resarcirse con su liberaci贸n. Pero en la plaza de la Perla s贸lo se escucha "Abajo los Al Jalifa". Es la voz de quienes se sumaron a la ola, conscientes de la injusticia, y nos ense帽aron una lecci贸n.