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Profesionalizaci贸n del crimen

Por Miguel 脕ngel S谩nchez de Armas

Una explicaci贸n simple del por qu茅 existe una amplia y bien estructurada organizaci贸n criminal alrededor del narcotr谩fico es que hay consumidores dispuestos a pagar cantidades exorbitantes y, en un sentido m谩s que figurado, incluso dar la vida para transportarse al nirvana prometido por los alcaloides.

C谩lculos de las Naciones Unidas indican que un gramo de coca铆na puede costar, seg煤n su grado de pureza, entre 60 y 200 d贸lares, equivalentes a entre 12 y 41 d铆as de salario m铆nimo, es decir, entre 750 y dos mil 500 pesos mexicanos. No tengo idea de la cantidad diaria que consuma un adicto consuetudinario, pero por m铆nima que 茅sta sea estamos hablando de una cantidad muy considerable de dinero. Entonces, una vez m谩s, la raz贸n verdadera pasa por la relectura del apotegma de Dumas (padre): “Cherchez l’argent!”. O, en t茅rminos de los angloparlantes, “Follow the money!” es la premisa para descubrir el crimen.

En un bien documentado informe del Centro de Estudios Sociales y de Opini贸n P煤blica (CESOP) de la C谩mara de Diputados -que llega al escritorio de JdO gracias a los buenos oficios del maestro Efr茅n Arellano- se citan estimaciones de investigadores norteamericanos en el sentido de que los recursos manejados por los c谩rteles mexicanos en el 2008 ascendieron a 30 mil millones de d贸lares, lo cual representa poco m谩s del 10% de las exportaciones mexicanas en ese mismo a帽o. Otras aproximaciones se帽alan que esa cantidad es s贸lo la que ingresa anualmente a M茅xico como producto de las actividades del narcotr谩fico. Un par de datos m谩s de ponderaci贸n de la fuerza econ贸mica de las organizaciones criminales: el valor del mercado al menudeo de la coca铆na, hero铆na y metanfetaminas es de 55 mil millones de d贸lares, mientras que el valor mundial del de coca铆na es de 88 mil millones de d贸lares.

Con tal volumen de recursos es comprensible que tanto l铆deres como empleados de las organizaciones criminales asociadas al narcotr谩fico est茅n dispuestos a matar y a arriesgar la vida. Tambi茅n explica la ferocidad con la que luchan por los territorios. Diversos estudios en Estados Unidos, comparados por el CESOP, consideran que las ganancias de los c谩rteles mexicanos oscilan entre 5 y 7.1 mil millones de d贸lares.

Con tales pedradas no hay sapo que aguante. O dicho de otra manera, este “unto mexicano” sirve tanto para garantizar la incondicionalidad de los militantes como para comprar lealtades en todos los niveles, y financia aut茅nticas milicias de sicarios. Podemos suponer tambi茅n que las tareas inherentes a la producci贸n, distribuci贸n y venta de drogas se vuelven cada vez m谩s especializadas y definidas, de tal modo que la informaci贸n sobre las asignaciones de trabajo queda fragmentada para resguardar la identidad y ubicaci贸n de los l铆deres. Es imaginable considerar que la dimensi贸n alcanzada por los mercados de la droga requiere un manejo de planeaci贸n financiera y operativa cada vez m谩s compleja, m谩s profesional. Quiz谩 por esa raz贸n se dice que anteriormente el narcotr谩fico era manejado por capos y actualmente lo es por yuppies, como los acicalados, sonrientes y bien vestidos traficantes que recientemente las autoridades han presentado ante las c谩maras de televisi贸n.

El acopio de informaci贸n del CESOP se帽ala que aproximadamente el 70 por ciento de las drogas que se consumen en Estados Unidos proviene de M茅xico –principalmente marihuana y coca铆na- y se calcula que el 90 por ciento de la producci贸n mundial de la 煤ltima es consumida por los estadounidenses. Se ha identificado asimismo que cerca de la mitad de la marihuana consumida por nuestro vecino del norte es ahora de producci贸n local y casera ―la m谩xima del “h谩galo usted mismo” hasta en los vicios―, lo cual ha disminuido una parte del mercado de los c谩rteles mexicanos. En materia de coca铆na los c谩rteles mexicanos se ocupan b谩sicamente de la distribuci贸n, ya que 茅sta se produce en la regi贸n de los Andes.

En t茅rminos globales se considera que en Estados Unidos se consumen entre mil y cinco mil toneladas m茅tricas anuales de marihuana, entre 165 y 207 toneladas de coca铆na, 44 toneladas de hero铆na y 19 de metanfetaminas, a pesar de lo cual se estima que el consumo total ha disminuido, en tanto que el europeo ha crecido, de tal manera que se compensa la contracci贸n del consumo estadounidense.

Las cifras colosales de droga consumida por los estadounidenses nos ponen a pensar seriamente en las condiciones de su salud f铆sica y mental y por lo menos nos llevan a preguntarnos si son v谩lidos los argumentos de las autoridades de varios pa铆ses que se resisten a considerar la legalizaci贸n de las drogas como opci贸n para resolver algunos de los problemas asociados a su consumo, por el ejemplo, el de salud p煤blica.

Los gobiernos han emprendido acciones para intentar socavar el poder铆o econ贸mico de los c谩rteles. En la frontera se realizan operativos para detectar el traslado ilegal de dinero, procedimiento muy socorrido hasta hace poco pero que ahora se utiliza cada vez menos debido a los decomisos, especialmente desde que se penaliz贸 la introducci贸n de m谩s de diez mil d贸lares. En 2009 se incautaron cerca de 125 millones de d贸lares y fueron detenidas 191 personas, cifra muy poco significativa comparada con los 29 mil millones de d贸lares que se calcula cruzan cada a帽o a M茅xico. Para evadir los grandes decomisos, los c谩rteles prefieren actualmente las operaciones financieras hacia pa铆ses cuya estructura de operaci贸n y sistema cambiario o monetario las facilitan. Tambi茅n echan mano del traslado hormiga para lo cual contratan personas que transportan hasta el l铆mite de diez mil d贸lares por un pago de 500.

La banca mundial, en general, ha hecho poco para limitar las operaciones ilegales o para detectarlas. A ello responden las medidas gubernamentales aplicadas en diversas operaciones cambiarias. En M茅xico, por ejemplo, est谩n los l铆mites impuestos a las transacciones en efectivo y la reciente prohibici贸n para que los comercios capten d贸lares en billete, as铆 como las tareas de supervisi贸n que realiza la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretar铆a de Hacienda y Cr茅dito P煤blico, creada en 2004, para identificar operaciones sospechosas.

Es incierta la repercusi贸n que han tenido las acciones de los gobiernos de Estados Unidos y de M茅xico para minar la econom铆a del crimen organizado, cuyos ingresos cuantiosos en d贸lares, siempre de acuerdo con datos del CESOP, se destinan al pago de pandillas que controlan las calles, cuidan las casas de seguridad y transportan dinero o personal. Se usan para cubrir los sobornos a pol铆ticos o cuerpos policiacos que protegen sus organizaciones, para comprar armas y para adquirir bienes muebles e inmuebles. Una parte queda a resguardo de los l铆deres que conf铆an en la estabilidad del d贸lar.

La cara econ贸mica del crimen organizado es casi tan siniestra como la que a diario produce asesinatos sangrientos que estremecen a nuestra sociedad, pero es quiz谩 mucho m谩s amenazadora porque del poder铆o econ贸mico proviene su fuerza, sin olvidar que toda esa estructura criminal est谩 soportada por un consumo escandaloso y por las organizaciones criminales que operan en Estados Unidos, lo cual mencionan poco o nada las autoridades de ese pa铆s, porque es mucho m谩s f谩cil venir a dar palmadas en la espalda y declararse “fan” del Presidente por su lucha contra el crimen organizado, como lo hizo la secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuando se trata de una batalla que deber铆an estar librando las dos naciones por igual.





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