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Que el miedo al imperio no nos paralice

Por Pascual Serrano y Juan Carlos Monedero

Los levantamientos populares que se est谩n sucediendo en los pa铆ses 谩rabes abren sin duda la peligrosa posibilidad de que despierten, e incluso faciliten, la intervenci贸n de las potencias occidentales v铆a OTAN, con la consecuente tragedia de ocupaci贸n, crimen y atropello a la soberan铆a que caracteriza las intervenciones de la Alianza y los Estados Unidos. Es evidente que en r铆o revuelto pueden suceder muchas cosas. Sin embargo, ese temor no debe impedirnos a qui茅nes, como el Che, nos indignamos ante cualquier injusticia y contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo, apoyar los movimientos populares que se rebelan contra tiranos. Y los gobernantes de los tres pa铆ses 谩rabes donde en este momento m谩s lejos han llegado las rebeliones lo son. Tan tiranos como amigos de los gobernantes europeos, con qui茅nes tan buenos negocios ten铆an cuando el pueblo a煤n no hab铆a empezado a hablar.

Tampoco faltan quienes piensan que, detr谩s de los levantamientos, se encuentra la mano del imperio, interesado, como siempre, en desestabilizar y tomar el control del pa铆s y de sus recursos, repitiendo para ello el esquema que tan bien conoce de las revoluciones de colores. Por supuesto que Estados Unidos y sus escuderos europeos estar铆an encantado de tomar ese control, e incluso en estos momentos, caben pocas dudas de que descansan sobre las mesas de los gobiernos estudios que permitan legitimar esa ocupaci贸n. Para saber de esos planes, basta conocer la manipulaci贸n sobre los acontecimientos en Libia, algo que ya ha quedado al descubierto. En las primeras veinticuatro horas de su llegada a Tripoli el periodista de Il Manifesto Maurizio Matteuzzi comprobaba que muchos de los acontecimientos difundidos por los medios occidentales -y tambi茅n por 谩rabes como Al Jazzira y Al Arabiya-, no se correspond铆an con la verdad. No exist铆an las fosas comunes en Tadjoura, no era cierto que el distrito de Fascilum y otros distritos de la capital hubieran sido bombardeados. No era cierto que el aeropuerto de Mitiga hubiera sido tomado por los rebeldes. Informaciones falsas que no ayudan a entender las razones profundas del pueblo libio para mostrar su rebeld铆a ante quien hace mucho abandon贸 la pelea de los pueblos 谩rabes –tergiversaciones que, a veces, pueden haber tenido la voluntad de informar –el caso de los medios que, a d铆a de hoy, tienen ganada su credibilidad-, pero que sabemos que, de manera m谩s general, tienen la 煤nica voluntad de confundir y preparar el camino a la intervenci贸n de la OTAN–tarea constante de los medios tradicionales al servicio de los intereses creados-.

Sin embargo, la amenaza del control de las grandes potencias no puede ser raz贸n para condenar a los pueblos 谩rabes al yugo de unos gobernantes d茅spotas y corruptos. En la par谩bola de Buda y la casa en llamas, Bertolt Brecht narra la historia de una familia cuya vivienda est谩 ardiendo. Mientras los vecinos les increpan para que la abandonen y se salven de morir abrasados, la familia no deja de preguntarse sobre el futuro que les espera fuera de la casa, si el fr铆o les amenazar谩, si conseguir铆an otro techo, si podr铆an alimentarse. El miedo al futuro les paralizaba y les imped铆a abandonar una muerte segura. Es verdad que el vac铆o de poder y la desestabilizaci贸n planea sobre esos pa铆ses y la regi贸n, pero es de ese modo como siempre se produjeron las revoluciones. El vac铆o de poder puede ser aprovechado por los militares, por un l铆der mesi谩nico, por el imperio, pero tambi茅n podr铆a serlo por el pueblo que ha tenido el coraje de romper su obediencia y desafiar al poder.

De modo que de eso se trata, de que mientras algunos poderes est谩n al acecho, tambi茅n lo est茅n los hombres y mujeres de T煤nez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, Jordania, Argelia o Marruecos, para no permitir que nadie que no les represente ocupe ileg铆timamente el gobierno. Y con ese pueblo debemos estar qui茅nes siempre denunciamos las dictaduras de los pa铆ses 谩rabes, esas que vend铆an a precio de saldo los recursos naturales del pa铆s a las potencias europeas a cambio de ser mantenidas en el poder con la excusa de que conten铆an la amenaza isl谩mica. Ahora hemos visto que quien de verdad amenazaba esos reg铆menes era la sed de justicia de un pueblo.

Muy inteligentemente los gobiernos europeos han abandonado a los dictadores una vez comprobado que no pueden seguir manteniendo la farsa. Ser铆a un error imperdonable que fuera la izquierda quien, temerosa de la garra del imperio, se refugiara en el mal menor. El vac铆o de poder est谩 llegando, y con el pueblo movilizado se abre una etapa constituyente con un pueblo soberano al que le corresponde dibujar los contornos de su organizaci贸n social y pol铆tica. Sabemos que en muchos centros de poder se estar谩n maniobrando para colocar a un candidato que permita mantener el saqueo y la corrupci贸n. La propuesta del presidente espa帽ol de inventar un plan Marshall de reconstrucci贸n de Libia o trasladar el modelo de la transici贸n espa帽ola al mundo 谩rabe son las pen煤ltimas mentiras de un occidente que prefiere seguir negociando con 茅lites en vez de con el pueblo y sus representantes leg铆timos. Ni el dinero privado de ese Plan Marshall, que entregar铆a Libia a las grandes empresas, ni una transici贸n que se hicera por las c煤pulas y olvidase al pueblo pueden solventar las d茅cadas perdidas en el mundo 谩rabe. Muy al contrario, ser铆a un retroceso que traicionar铆a las esperanzas depositadas por los pueblos que est谩n rompiendo con sus yugos. Ayudemos a los pueblos a que sean ellos los que, de una vez, tomen el destino de sus pa铆ses, lejos de repetir el saqueo de las empresas transnacionales y los grupos que las representan.

No son pocos los rebeldes alzados en los pueblos 谩rabes que miran a los procesos emancipadores de Am茅rica Latina en busca de ejemplo. Es momento de que las revoluciones latinoamericanas acompa帽en a las revoluciones 谩rabes. Un sue帽o internacionalista por la base, lleno de dificultades pero tambi茅n lleno de esperanzas. Esos mismos dictadores, sostenidos por los gobiernos europeos, han sido expulsados de la historia por mujeres y hombres que quieren tomar las riendas de su destino. No demos ni una sola baza al imperio y sus comparsas para frenar las revoluciones de Am茅rica, de Egipto, de T煤nez, de Libia.

Mubarak, Ben Ali, Gadafi, escogieron un camino contrario a los intereses de sus pueblos y fueron arrastrados por el viento popular. Los l铆deres de Am茅rica Latina, que han demostrado estar con sus pueblos, deben encontrar su lugar con esos pueblos 谩rabes que se levantan. Por que la lucha por la emancipaci贸n es una. Pueblos que han tomado la palabra. Y la palabra del pueblo es la 煤nica palabra que reconocer谩n los rebeldes all谩 donde se alzan.

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