Por Eduardo P茅rsico
(Del libro "Los que conocieron a Borges nos cuentan" Editorial Tres Haches, febrero del 2000).
- ¿En qu茅 posici贸n ubica usted, Eduardo P茅rsico, la vida y la obra de Borges en la literatura nacional?
- Como una costumbre t铆picamente argentina, nosotros durante mucho tiempo ignoramos a Borges. Nos tuvieron que insistir con 茅l desde Europa para que aqu铆 lo empezaran a reconocer. Se le atribuye a Roger Caillois ser el descubridor de Borges, y algo parecido nos sucedi贸 con Carlos Gardel, considerado por mucho tiempo como un simple cantor popular pero al fin result贸 una personalidad cultural de los argentinos. Si debiera nombrar a dos valores fundamentales, - con nuestras contradicciones propias- dir铆a que Jorge Luis Borges y Carlos Gardel son exponentes de nuestra comarca. No inventados en el exterior pero s铆 descubiertos desde all铆, igual que sucediera con otros meritorios, Julio Cort谩zar y Astor Piazzolla. Es como si necesit谩ramos la aprobaci贸n externa para darle valor a lo propio porque asimilamos mejor cualquier imagen de afuera; pero al margen de toda genuflexi贸n cultural, Gardel y Borges valen por ellos mismos sin ninguna pol茅mica provinciana .
- ¿Qu茅 condici贸n literaria le atrajo m谩s de Borges?
- Bien, lo m谩s interesante que yo encontr茅 en Borges desde el punto de vista literario, es que 茅l escrib铆a como si estuviese escribiendo. Siento que lo har铆a como un juego de ida y vuelta usando permanentemente la complicidad del lector. Ninguna complicidad f谩cil sino una complicidad l煤dica, vinculada al juego que inventara al punto de hacerse bromas a 茅l mismo y a los dem谩s. De Leopoldo Lugones, un referente literario obligado entre nosotros, 茅l lo defini贸 como " un hombre que se tomaba demasiado en serio".
- ¿A qu茅 atribuye usted las fantas铆as borgeanas?
- Yo creo que la veta fant谩stica de Borges no le vino desde la literatura sino del propio pa铆s; Borges era un argentino indudable, y la inflexi贸n y el modo con que dec铆a las cosas, entiendo, lo hacen el escritor nacional por excelencia. Al leerlo en voz alta lo imagino, siempre, como a esos hombres que acercados al fog贸n en una cocina del campo, dec铆an "y vea don, yo le voy a contar, esto sucedi贸 cuando fuera la crecida grande del noventa."... Borges empezaba a relatar as铆 y en un pa铆s como la Argentina, poblado por lo europeo, que no tiene jungla y muestra una geograf铆a transparente; un pa铆s que casi no ha tenido literatura rural porque esa ha quedado reducida a tres o cuatro obras, lo "nacional" estar铆a m谩s en la manera de contarnos que por lo tem谩tico. Y ahora se me ocurre que por eso mismo, la literatura rural argentina no tiene lo misterioso ni lo enigm谩tico que podr铆a tener un pa铆s selv谩tico.
- ¿ Ten铆a alg煤n m茅todo para escribir?
Sin duda que Borges fue un cult铆simo escritor y ofrece detalles que literariamnte tienen su valor: Borges no tomaba distancia con el texto como buscamos los narradores para no estar involucrados. Borges no esquivaba la primera persona e incluso con ella daba su opini贸n, y esto se aprecia bien en " Hombre de la Esquina Rosada". Adem谩s., sus condiciones en el trato personal, - ojo, no m谩s de cuatro o cinco charlas entre 茅l y yo- me hicieron imaginar en 茅l m谩s que a un escritor a un "compadrito inconcluso". Lo pens茅 encarnado en un payador y me atrajo tanto eso que escrib铆 un cuento con esa idea: "Borges, el Inglesito, payador que supo contrapuntear por milonga en un boliche de Turdera". ( "Laberinto de Gardel y el Inglesito").
- ¿ C贸mo era personalmente?
- Bueno, si uno entraba en su confianza Borges era un porte帽o sobrador y canchero, y as铆 lo vi desde que lo conoc铆 por 1970. Una de sus condiciones m谩s salientes era no evitar, si se lo animaba, a contar alg煤n detalle ingenioso aunque no era un hombre que usara mucho la ingeniosidad; esa malversaci贸n del ingenio; sino que dosificaba su ingenio sin caer en la ramploner铆a sin gracia. Bromeaba de s铆 mismo y tambi茅n de otros escritores: de Federico Garc铆a Lorca sentenci贸 que era un " andaluz profesional", y eso dicho entre los redactores del diario "Cr铆tica" de Buenos Aires por 1940, era una "cargada" de cualquier porte帽o. Borges era un escritor que correg铆a incansablemente, una condici贸n a veces no muy estimada, y no s茅 si jod铆a con Alfonso Reyes, el mexicano, a quien sol铆a recomendar: "si uno quiere escribir bien en castellano debe leer a Alfonso Reyes". Adem谩s era un incansable corrector – "hay que publicar para no seguir corrigiendo"- que mostr贸 al suprimir la palabra "trinchante" en dos ocasiones muy precisas. Dec铆a que los mexicanos a ese sitio donde se guardan las copas y la vajilla costosa lo llaman "trinchero"; y esa palabra lo disgustaba. En "El Muerto" dice "hay un remoto trinchante con un espejo de luna empa帽ada" y en "El Aleph" repite "Beatriz Viterbo, frente al trinchante". Bueno, esto lo sac贸 y repuso varias veces, dijo, hasta que decidi贸 " Beatriz Viterbo de perfil en colores". Otro buen ejemplo ser铆a que "Hombre de la Esquina Rosada" conoci贸 dos versiones anteriores; una cierta cr贸nica policial que se publicara en el suplemento de "Cr铆tica" como " Hombres Pelearon", y m谩s tarde otra anterior al cuento definitivo.
- Hay muchos que quieren ver en Borges a un escritor puramente ingenioso, plet贸rico de argumentos perfectos.
- Es que Borges se divert铆a escribiendo, y la frescura de su literatura pasa por ah铆, y yo estim茅 a Borges un "porte帽o sobrador y canchero" al leer lo que escribiera junto a Adolfo Bioy Casares con el seud贸nimo H. Bustos Domecq, "Seis problemas para Don Isidro Parodi". En ese libro estupendo, escrito "en complicidad" durante 1942, insinuan una broma de tipo futbolero, seguramente urdida por Bioy, y al comentarle esto Borges fingi贸 una sorpresa prefabricada y se sonri贸. En el libro hacen decir a Honorio Bustos Domecq "durante la interveci贸n de Labruna, fue nombrado primero Inspector de Ensa帽anza y despu茅s Defensor de Pobres". Esto estaba escrito en el a帽o ’42 cuando el equipo de f煤tbol River Plate sali贸 campe贸n y ellos escrib铆an no s茅 si en Pardo o en al campo de Vicente Casares, escuchando la radio. Borges jam谩s fue futbolero pero lo mismo le pregunt茅 si el nombre Labruna lo recogieron de alg煤n locutor diciendo "brillante intervenci贸n de Labruna" y Borges sonri贸 por inclu铆r al goleador del campeonato, como un nombre m谩s... A 茅l le daban de costado esas cuestiones que 铆ntimamente negaba aunque entonces mantuvo su sonrisa sobradora "esa fue una ocurrencia de Adolfito". En otro de los cuentos de "Seis Problemas.." alguien habla de las figuras del zod铆aco y Don Isidro Parodi le propone que se las nombre al rev茅s . Y en vez de pronunciar "Toro" dec铆a "roto", por " carnero" dec铆a "ronecar". Entonces le dije a Borges que eso no era dar vuelta las palabras y 茅l me insinu贸 "no, es que 茅l las pronunciaba al vesre". Y all铆 yo empec茅 a tomarme m谩s confianza con Borges.
- ¿C贸mo lo conoci贸?
- Lo conoc铆 en 1971 o 1972; yo era responsable de una empresa metal煤rgica pero me hac铆a tiempo para colaborar con una revista literaria que se editaba en Lan煤s, "Ateneo", de la que aparecieron casi setenta n煤meros y los historiadores y ant贸logos nunca se enteraron. As铆 y por mis asuntos yo iba muy seguido a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, en la calle M茅xico y un d铆a quise entrevistar a Borges, que era el director. Era el fervor del retorno peronista de los setenta y en realidad, quien dirig铆a la biblioteca era Jos茅 Edmundo Clemente, que sali贸 antes que 茅l. Hab铆a tres delegados gremiales muy j贸venes; se me ocurre que uno se apellidaba Pariente; que enarbolaban las banderas de la "transforamci贸n profunda que deb铆a hacerse en el pa铆s" y otras apoyaturas como la "liberaci贸n Nacional" por ejemplo. Hab铆a tambi茅n dos empleados con quienes yo hablaba siempre, uno era Zolezzi y otro se帽or, Am贸n, y ellos fueron quienes me contaban lo que suced铆a. Al no estar Clemente los delegados pidieron una entrevista y esa vez los atendi贸 Borges; los muchachos le hicieron una serie de planteos del tipo "hagamos ya mismo la revoluci贸n" y cualquiera pensar铆a que Borges se escandaliz贸 pero terminada la reuni贸n le dijo a Zolezzi "hay que atenderlos a estos muchachos. Yo estoy de acuerdo con ellos en muchas cosas". Y el m谩s asombtrado fue el delegado joven porque 茅l como tantos, daba por cierto que Borges era un reaccionario sistem谩tico. Es cierto que Jorge Luis Borges cada tanto se mandaba alguna opini贸n grotescamente retr贸grada pero en toda su obra no sugiere nada contra el orillero, el gaucho, el negro o los laburantes comunes. Y los escritores se califican por lo que hayan escrito... El despacho de Borges de la calle M茅xico estaba en el primer piso y generalmente 茅l sub铆a por el ascensor. Enfrente hab铆a una dependencia de la prefectura mar铆tima, creo, y al lado una casa de inquilinato, un "convoy" t铆pico de esa zona, Montserrat, San Telmo. Y una vez, en verano, Borges manten铆a su ventana abierta y abajo alguien, en el zagu谩n del inquilinato, buscaba trabajosamente tocar una milonga en su guitarra. Entonces Zolezzi le pregunt贸 "¿quiere que cierre la ventana?" y el viejo Borges le dijo "no, que es linda la milonga. Ojal谩 que el hombre no la aprenda nunca as铆 la sigue tocando". Igual, Borges ten铆a una idea de la milonga taconera, digamos retrechera, muy propia a su edad, y no esa versi贸n nostalgiosa y tristona que asumi贸 la milonga m谩s tarde. Acaso porque respecto al tango 茅l ten铆a la l贸gica de los argentinos de Buenos Aires, ver gloriosamente su pasado, y se habla de 茅pocas de oro como negando las trasnformaciones instrumentales y de gustos que fueron ocurriendo. Aunque sab铆a bien qu茅 era el tango mantuvo cierta disputa con Piazzolla y una vez, en un reuni贸n en la que est谩bamos, hab铆a un se帽or a punto de amenizar con una guitarra cuando Borges se hab铆a cansado de opinar sobre todo, hasta del Papa diciendo que era "un funcionario de la iglesia" y una se帽ora se enoj贸 mucho. Entonces el de la guitarra empez贸 a entonar "Jacinto Chiclana" y le pregunt贸 a Borges si recordaba al autor de la m煤sica de esa milonga con sus versos, y el viejo le respondi贸 "no s茅, no me acuerdo, me parece que fue Guastavino". Para evitar nombrar a Piazzolla, que era el autor de la m煤sica. Ten铆a una visi贸n buc贸lica y congelada del tango de los a帽os veinte.
- Hay dos etapas en Borges, una criollista y otra m谩s ligada al cosmopolitismo?
- De verdad, aunque se burlara de ciertas exageraciones del criollismo, Borges jam谩s dej贸 de ser un criollista. Una vez, sabiiendo qu茅 me contestar铆a, le pregunt茅 si Macedonio Fern谩ndez tocaba la guitarra y 茅l me respondi贸 lo esperado: "yo creo que le gustaba afinarla y sacarse alguna fotos con ella, pero realmente nunca lo escuch茅 tocarla". Y a prop贸sito de Ricardo G眉iraldes dijo "s铆, G眉iraldes tocaba la guitarra, pero ¿sabe por qu茅? Porque cre铆a que de ese modo defend铆a el criollismo". Borges rechazaba la zamba bailada por "chinas" vestidas de celeste y blanco y esa parafernalia de la exaltaci贸n nacionalista, como hac铆a con la religi贸n. "Mi madre es cat贸lica como todas las se帽oras argentinas, ¿no?", y contaba que en una ocasi贸n su padre le pregunt贸 si quer铆a tomar la comuni贸n "aunque se tratara de una ceremonia absurda" y 茅l no quiso. "Mi hermana decidi贸 tomar la comuni贸n y es cat贸lica, yo decid铆 no tomarla y soy librepensador, todav铆a; aunque eso de ser librepensador tambi茅n parece algo anticuado". Para disfrutar una charla con Borges el interlocutor deb铆a domesticarse a los giros y contestaciones que sol铆a repetir. Se divert铆a en hacerlo y por ejemplo, de los marxistas pronunci贸 tantos agravios como del peronismo, que lo acusaron de todo, y con el favor del tiempo a Borges hay que juzgarlo como a Carlos Gardel, el otro gran referente, criticando sus obras que son inigualables. Por supuesto, Borges mereci贸 muchas veces ser juzgado por el "Borges oral", que era sin duda un provocador, aunque de cualquier manera yo lo siento y lo imagino como un porte帽o sobrador y canchero, acodado en el mostrador de un boliche de barrio, - de esos que conoc铆- con un pucho en la comisura de los labios que si alguien se lo quitara, descubrir铆a debajo una sonrisa burlona. Una sonrisa c贸mplice de "no me haga caso, estoy hablando en joda". La intelectualidad elegante de "La Naci贸n" ni el izquierdismo esquem谩tico supieron ver ese perfil de guitarrero de patio, - esos cantores que conociera mi padre- que vest铆an un corbat铆n y un saco oscuro. Mi retrato de Borges est谩 vinculado con esa imagen y no otra.
- ¿Usted no vincula esa fascinaci贸n con algo snob?
- Vea, 茅l mismo dec铆a que el compadrito era una invenci贸n literaria, y de esa atracci贸n verdadera surg铆a su provocaci贸n permanente. Le repito, a Borges le hubiera encantado ser un payador de boliche y haber tenido las andanzas aquellas de los verdaderos compadritos; y esto lo confesaba diciendo que se hab铆a criado detr谩s de una cancela colonial. Aunque en el fondo, en una doble vuelta, 茅l mismo se burlaba de todo eso. Una vez fue a pasear con Francisco Luis Bern谩rdez y Carlos Mastronardi por el barrio sur, la Boca, Barracas, buscando hallar alg煤n bodeg贸n abierto donde descubrieran esos hombres de coraje, compadritos o cuchilleros; y result贸 que esa noche no encontraron nada abierto y al preguntarle "¿y usted que recuper贸, Borges?", se sonr铆贸 a medias "y, nada. Que hac铆a un fr铆o tremendo y 茅ramos tres ilusos perdiendo el tiempo". Digamos que si en un lugar est谩 el Jorge Luis Borges que se r铆e de los mitos argentinos es en "Seis problemas para don Isidro Parodi", escrito en sociedad con Adolfo Bioy Casares. Y si Borges no hubiera pintado esos personajes, hubieran quedado en el olvido.
- ¿Lo trat贸 mucho antes de morir?
- Bueno, en la biblioteca de la calle M茅xico hablamos un par de veces en el breve tiempo que ya le dije, por el setenta, pero luego lo volv铆 a ver y tratar a mediados de 1983. Deb铆a ir a casa de una escritora amiga, Mar铆a Luisa Biolcati, y como yo lo acompa帽ar铆a en la charla lo fui a buscar a la calle Maip煤 donde viv铆a. Ah铆 lo atend铆a una se帽ora Fanny y fue el mismo d铆a que hab铆a operado a Beppo, su gato, que le regalara una familia "pero se llamaba Pepo. Imag铆nese, un nombre horrible. Entonces yo lo bautic茅 Beppo, como un personajes de Byron y el gato no se enter贸 y sigui贸 viviendo"; era la explicaci贸n que sol铆a repetir. Recuerdo verlo salir buscando anudarse la corbata de una habitaci贸n en penumbras y la se帽ora Fanny lo ayud贸. Deb铆amos ir a la calle Charcas, a una reuni贸n donde yo le har铆a las preguntas y le reiter茅 mi apellido. "Si claro, un apellido italiano, pero tambi茅n puede tener alg煤n origen sefarad铆. Persico puede provenir de Persia". Le dije que adem谩s era un fruto similar al damasco y 茅l quer铆a explicarme el suyo: "s铆, pero seguramente viene de Italia. En cambio el m铆o tiene ascendencia portuguesa. Borges quiere decir burgu茅s". Pocos saben la cantidad de progres que se indignaron por esa frase y ah铆 pens茅 "con este viejo me debo cuidar porque me est谩 cargando", Despu茅s me pregunt贸 sobre una palabra, "arcane", que hallar铆a en el Shorter, un diccionario, y cuando la encontr茅 dije "Arcane: mystic, secret", con una pronunciaci贸n propia de Remedios de Escalada. Ah铆 el viejo agreg贸 algo de lo m铆stico y lo secreto y "yo creo que tiene que ver con el tiempo, ¿no le parece?". Era lo que se dice un tipo con estilo, de esos que jerarquizan a su interlocutor al preguntarle y si uno es un gil engre铆do, perd铆a. Era un anciano condescendiente y a los dos o tres d铆as lo visit茅 por la tarde, le le铆 unos sonetos lunfardos que nombraban a Len铆n, Pirandello y alg煤n otro, que a 茅l le parecieron "de un reo que escribe para intelectuales". Una cr铆tica que luego me aviv茅 era una feroz cr铆tica borgeana.
- Usted menciona algo de la relaci贸n de Borges con la prensa.
- S铆, 茅l tuvo diferencias con algunos periodistas que igual a mucha gente, cre铆an que Borges s贸lo sab铆a de libros y record茅 el brulote de un periodista que quiso saber si conoc铆a al director t茅cnico de la selecci贸n de f煤tbol. El tipo insisti贸 cuando Borges le dijo que no lo conoc铆a hasta que el fin el viejo se disculp贸 "usted perdone mi ignorancia". Otro se hubiera suicidado ah铆 mismo pero aquel periodista como el gato Beppo, no se enter贸 y sigui贸 viviendo; y al preguntarle si de verdad no conoc铆a el nombre del t茅cnico me dijo "por supuesto que escuch茅 ese nombre, escucho la radio todas las ma帽anas". Porque Borges en el fondo era una "persona normal"... Cuando le pregunt茅 si Victoria Ocampo era una mujer hermosa hermosa, contest贸 "yo no s茅, la conoc铆 cuando ten铆a veinticinco a帽os". Y eso s铆, recuerdo bien hablar con 茅l sobre mujeres, de "minas", que el cholulismo supone que no ser铆a capaz, y por ah铆 arriesg贸 que la mujer madura era m谩s hermosa "porque la belleza de los veinte es casi mec谩nica, en cambio a una mujer de cuarenta detr谩s de los ojos se le intuye la mirada". La frase fue m谩s o menos as铆 y le dije si lo hab铆a ensayado la noche anterior y se sonri贸 "no, no, hace tiempo que la repito". Por eso le digo que era un porte帽o sobrador y canchero que buscaba la apoyatura en su interlocutor, que nunca pontificaba tal vez porque como cualquier porte帽o que se precie, ten铆a temor al rid铆culo.
- ¿Era tan radical y pol茅mista con sus ideas pol铆ticas?
- Era como le dije, un provocador a veces un tanto gratuitto, porque s铆. Del "M铆o Cid" dijo que era un cosa ilegible; del "Quijote" pod铆a hacer alguna broma liviana sobre algunos cap铆tulos del libro pero que sin el "Quijote" no podr铆amos entender la historia de Espa帽a. De Calder贸n de la Barca sosten铆a que era un invento de los alemanes, de Guy de Maupassant una vez sentenci贸 que no era ning煤n cuentista genial y que antes de morir hab铆a mejorado porque "muri贸 loco pero toda la vida hab铆a sido est煤pido". De estas conjeturas Borges llen贸 much铆simos tomos, como al decir que los espa帽oles hablaban muy mal el espa帽ol pero que lo respetaban "porque lo consideran un idioma extranjero". Lo mismo, considero a Borges el n煤mero uno de la cultura de los argentinos de este siglo, y que todav铆a no entendimos su perfiles nacionales ni su radicalidad. Creo que solamente podr铆amos comparar la grandiosidad de Jorge Luis Borges con Domingo Faustino Sarmiento, otro tit谩n fundador de nuestra literatura. Y vea usted, en un pa铆s tan contradictorio como es el nuestro, los personajes m谩s representativos de nuestra cultura no podr铆an dejar de ser contradictorios. Sarmiento, Borges, Facundo, Per贸n, por decir al voleo tres o cuatro; una vez Borges habl贸 a favor de Pinochet pero cuando se enter贸 bien de lo que era en Argentina el r茅gimen militar de Videla, Massera y aquella banda delincuencial, les hizo mucho da帽o con sus cr铆ticas. Principalmente las que se publicaron en Europa. En pleno Proceso de estos asesinos, de los militares argentinos dijo a "Le Monde" y toda la prensa francesa "cuando yo era chico quise ser militar, pero con el tiempo me fui haciendo m谩s cobarde y menos est煤pido". Ah铆 pint贸 a la Junta Militar, de quienes no quiso ser utilizado, y quede claro que 茅l lo hizo sin atribu铆rse - como Ernesto S谩bato- ser el referente moral y 茅tico de los argentinos. Pero mejor es volver a Borges: entendamos que en cualquier contexto, en Argentina siempre las l铆neas ideol贸gcias han sido muy tensas, irreconciliables, peronismo y antiperonismo, y esto hoy se tiende a olvidar, Con Borges uno pod铆a hablar de asuntos terrenales y cuando alguien le dijo que el proceso Militar en Argentina pudo ser una m谩s de las sangrientas internas del peronismo 茅l, Jorge Luis Borges agreg贸 "ese es un pensamiento muy coherente".
- ¿Cu谩nto debe la fama de Borges a los medios de comunicaci贸n?
- Supongo que Borges, como Gardel, en el contexto de la concentraci贸n actual de la comunicaci贸n, globalizaci贸n mediante, hubieran pasado desapercibidos. Quiz谩 Gardel no hubiera llegado a ser lo que fue si debiera pelear con los multimedios de hoy que mastican y devoran lo que sea. Igual, Borges nunca fue un escritor popular; ha sido un provocador, hay un buen Borges oral, pero nunca fue un escritor popular de los que se nombran en la calle. Bueno, ahora me preguntar铆a qui茅nes son esos... Pero hay cosas estupendas en la obra de Borges: su "Poema Conjetural" con relaci贸n a Francisco Narciso de Laprida asesinado el 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, es una pieza hist贸rica monumental. Ah铆, en ese poema, describe su latinoamericanismo y aunque nosotros lo podamos acusar de cualquir cosa, Borges era de aqu铆.
- ¿Qu茅 parte prefiere de la obra de Borges?
- Sus cuentos. "El Muerto" es sensacional no s贸lo por su remate. "Hombre de la Esquina Rosada", una pintura precisa de una 茅poca del arrabal de Buenos Aires, perfecta calidad borgeana en cada fragmento. Cuando en el personaje Francisco Real da un pechazo y atropella a los gritos la puerta del prost铆bulo, Borges, el relator, que est谩 de espaldas a la puerta, al verlo exclama "el hombre era parecido a la voz". Siete palabras no m谩s y deja un concepto definitivo del tipo, esa era la calidad de Borges cuentista armando frases perfectas y definitivas que mostraban su capacidad incansable para corregir. La suya era una generaci贸n que escrib铆a muy bien y muchos consideraron que Bioy Casares era superior, pero ambos se influenciaban. Bioy era un mundano y un "sportman", en tanto Borges era de biblioteca, escuch茅 alguna vez; se influenciaban.
- ¿Qu茅 se olvida generalmente de la obra de Borges?
- Ahora, se me ocurre su cuento "Juan Mura帽a". Ser铆a bueno que la gente lo releyera para entender el enfoque casi ensay铆stico sobre el compadrito. Tambi茅n se olvidaron los ambientados en el Uruguay; en "El Muerto" ubica la acci贸n en un pueblo llamado San Jos茅, creo, que es una pintura. Borges era un conocedor de las costumbres aunque fuera incapaz de escribir alguna mala palabra, por ah铆. En una reuni贸n le dije "vea, yo me voy porque esto me hincha las bolas" y el afirm贸 "tiene raz贸n, a m铆 tambi茅n", y nos fuimos. En otra oportunidad, en televisi贸n, le preguntaron si hab铆a conocido alg煤n guapo verdadero y dijo "s铆, en Montevideo"; result贸 que un hombre hab铆a faltado el respeto a la casa y el due帽o, que era un hombre de acci贸n pero muy respetuoso, fue al cuarto contiguo y volvi贸 con dos cuchillos. Le ofreci贸 a quien ofendiera su casa "usted elige". "¿Y qu茅 hizo el otro?", le pregunt贸 el conductor del programa. "Y, ¿qu茅 iba a hacer? Se achic贸". Borges dijo lo mismo que mi viejo, siempre taxista o colectivero. O al definir a su gato Beppo con una inflexi贸n bolichera, "un gato m谩s ventajero que atorrante". Antes que nada, era un hombre que respetaba la autenticidad de la gente y no soportaba a los cholulos; de ah铆 su rechazo a los periodistas. ¿Usted no es periodista, no?" "No. ¿Qu茅 tiene contra los periodistas?", y repiti贸 algo algo ya escuchado "Es gente muy sonora". Con la gente aut茅ntica era divertido de verdad y hasta de re铆rse al confiarle "¿usted Borges, no ser谩 un compadrito frustrado?", diciendo "creo que s铆".
Fueron esas charlas a mediados de 1983 y no daba para m谩s. 脣l ya era un anciano desvalido en el exilio de la ceguera, rodeado por personas que a veces lo cre铆an alguien de la televisi贸n; y deb铆amos respetarnos. Muri贸 en el ’86. En definitiva, conocimos a mucha gente infatuada de importante; deportistas, faranduleros, pol铆ticos y tilingos varios, pero si frecuentamos su obra literaria, - la identificaci贸n real de un escritor- Jorge Luis Borges fue importante de verdad. Y esa es la diferencia.
(Del libro "Los que concieron a Borges nos cuentan". Editorial Tres Haches, febrero del 2000)
Laberinto de Gardel y el Inglesito
Y fue por ah铆 cuando el Inglesito, que descollara por milonga en el despacho de bebidas de do帽a Rosa, all谩 por Turdera, empez贸 a desovillar sobre Gardel y lo acontecido con su extra帽a muerte. Hoy confieso que no entend铆a as铆 nom谩s su manera de unir las palabras y al comprenderlas, ya el hombre andaba respirando en otra frase. Porque al Jorge Luis, el Inglesito, que fuera tambi茅n imbatible payador del boliche de los Iberra, era un gusto verlo apoyar sus manos sobre el m谩stil de la guitarra hablando de Carlos Gardel, el Zorzal Criollo. Y como los poetas siempre agregan imaginaci贸n hasta cuando saludan, no era f谩cil descifrar cada rengl贸n del Inglesito aunque recupere su voz trabajosa y la mirada opaca al o铆rlo hablar de esas utop铆as que adoran los pueblos.
- La historia verdadera requiere de la ficci贸n que la humanice; no hay estad铆stica que valga sin la neblina de la imaginaci贸n y el mito - pronunci贸 Jorge Luis el Inglesito en aquel bodeg贸n oloroso de aceitunas y vino moscato. Neblina de la imaginaci贸n y el mito - repiti贸 y mirando al techo reacomod贸 una mano sobre otra y hamacado en la guitarra asegur贸 que sin creerse las historias de Sancho y don Quijote la historia de Espa帽a no tendr铆a pies ni cabeza. Y por ah铆 sigui贸 ubicando cada palabra en su sitio, igual al personaje que contaba un cuento sin saber si lo recordaba o s贸lo recib铆a las voces para decirlo. No era f谩cil seguirle la idea, y yo porfi茅 no distraerme si pretend铆a conocer la muerte de Gardel y gustar la sal nutricia de lo verdadero, seg煤n ameniz贸 el Inglesito convencido que ning煤n p谩rrafo de la tragedia gardeliana de junio del '35 ten铆a parentesco con la verdad.
- La cr贸nica dice que Carlos Gardel, el artista m谩s respetado en Am茅rica del Sur, muri贸 quemado en un accidente de aviaci贸n en Colombia, pero eso apenas guarda cercan铆a con lo cierto y seg煤n el historiador uruguayo Wilson P.Sarnari, tambi茅n esa fantas铆a debiera desecharse – tartamude贸 casi inaudible.
Era lindo ver al payador que llegara de contrapuntear del Camino de las Tropas, relatar con la simpleza de quien aprecia lo extraordinario y en los resuellos de silencio, irse a divagar por alg煤n t煤nel de recordaci贸n. Me gusta este relato y confieso que aquel imprevisto de Gardel y Jorge Luis Borges, el Inglesito, me aconteci贸 en horas de una realidad secundaria, impenetrable, aunque igual reconocer铆a los rostros de aquellos parroquianos esquivos en mirar de frente al payador que al irse a morir a Suiza, les debiera los rituales del avieso velorio y alg煤n llanto televisivo. De aquella gente nadie perdonaba al p谩lido Inglesito que apoyaba su ment贸n en la guitarra, que al haberse muerto tan lejos les sustrajera alguna foto del jadeo final, trofeo a mostrar sonrientes en el despliegue f煤nebre. Por eso hoy presiento haber vivido all铆 un tiempo prestado y sin relojes, de otra instancia, donde me anotici茅 que el Wilson P.Sarnari, del cual el Inglesito atesoraba una larga conversaci贸n en Montevideo, le refiri贸 datos que ning煤n investigador del "Pasi贸n y Muerte de Carlos Gardel" conoc铆a. A saber: las horas previas del Zorzal Criollo antes de abordar su vuelo final en Medell铆n, si lo hiciera, y el nombre de la enigm谩tica mujer que se le acerc贸 por un aut贸grafo y luego desapareciera para siempre sin que jam谩s fuera reconocida, y otras conjeturas que Wilson P.Sarnari le hiciera esa vez. Porque hubo muchas invenciones que el payador Jorge Luis el Inglesito despreciar铆a esa noche, aunque sin quitarle todo el prestigio de misterio a lo propuesto por el otro.
- Tambi茅n se dijo que el accidente vino por aquel mozo Lepera, amigo del cantor y continuo abrevador de Amado Nervo, - desliz贸 el Inglesito su juicio literario- que por un enredo sentimental arremeti贸 a balazos con toda la concurrencia. Se murmur贸 tambi茅n que por mantener en alto el buen humor argentino al piloto lo ahorcaron con un lengue blanco al carretear el avi贸n, y m谩s frases de entrecasa porque la verdadera muerte de Gardel proseguir谩 su enigma. Aunque si el portador de un secreto subestima los recuerdos, igual se confesar谩; toda verdad clandestina resulta insoportable – pareci贸 cansino el Inglesito al reiterar que esas ideas se las habr铆a confiado en Montevideo el historiador Wilson P.Sarnari, quien luego de escuchar las milongas del Inglesito que con el tiempo ser铆an leyenda, empez贸 a darle relaci贸n de la "Verdadera Muerte de Gardel" y otros asuntos. Como que antes del accidente, el Idolo de la Canci贸n estuvo acompa帽ado solamente por 茅l; Sarnari y Gardel s贸lo a s贸lo, hablando del entorno que rodea al hombre desbordado por el adular ajeno, esa difusa y desp贸tica imposici贸n del absurdo. Adem谩s nos relat贸 el Inglesito que 茅l supo aguantarse a pie firme los parlamentos del historiador uruguayo al memorar la tristeza de un Gardel desolado, marioneta de magia fugaz y perdido su gardeleo en turbios callejones.
- Carlos Gardel, artista virtuoso devenido en partiquino lugare帽o y malversado por nietos con sonrisa de rocanrol y extra帽os a la palabra tango. Porque Gardel supo retirarse a tiempo, no era ning煤n botarate y ten铆a tan anticipada su memoria que alcanz贸 a confiarle a Wilson P.Sarnari su temor por los tiempos venideros y d贸nde resonar铆an los ecos de su voz luego que 茅l debiera quemarse en Medell铆n. "Vea Sarnari, alg煤n d铆a har谩n de m铆 un mu帽eco publicitario. ¡Qu茅 verg眉enza!" – le habr铆a dicho el morocho del Abasto, adem谩s de anticiparle a Sarnari el mal uso que de su inflexi贸n arrabalera har铆an los atorrantes que nunca faltan, de los titulares de prensa amarilla que informar铆an de sus apariciones en Quito y Bogot谩, con el rostro deforme por el incendio; o ircerdio; pero aclamado ni bien entonara la primera estrofa. Y habr铆a otras imaginer铆as: el tiempo que esper贸 Gardel en el aer贸dromo antes de reanudar su viaje, sus verdaderas hembras y la incierta tendencia de su entrepierna, el exacto lugar donde naciera y otras tantas err谩tiles haza帽as, con suicidios de millonaria y alg煤n hijo que casualmente cantar铆a como 茅l pero un poco diferente.
- Mucha tonter铆a fue glosada por los nocheros como si hablaran de virtudes propias – me dijo el historiador Sarnari y luego predijo el impiadoso final que a Gardel le fijar铆an los congeladores del arte. Gardel es paradigm谩tico, nadie cantar谩 como 茅l, repetir谩n los mediocres; y ah铆 lament贸 por decir paradigm谩tico, esa palabra que yo desechar铆a por olvidable, como el dictamen de Enrico Caruso, "Gardel ten铆a una l谩grima en la voz", que a madre le ser铆a una ambigua alabanza de italiano.
Jorge Luis el Inglesito afloj贸 las comisuras sin alcanzar la sonrisa y la sigui贸 con cuanto le contara el historiador uruguayo Wilson P.Sarnari, de un Carlos Gardel solitario que luego de ser confundido con otro pasajero de un avi贸n que jam谩s abordara, seguir铆a con su lustroso smoking, el chambergo inclinado y aquel mo帽ito a pintas, y hasta luciendo su perdonable atuendo de gaucho palaciego. Siempre Gardel, cantando y sonriendo como nadie, aunque ya empezaban a disponer de 茅l las multitudes vigorosas y los negociantes de un "Gardel, producto terminado". 脡l nada menos, El Gran Modernizador devenido en c贸mico accesorio de un tablado en la costanera, o chaplinesco de tercera recluido en un loquero y corrido a cascotazos por cualquier barra futbolera.
- Una noche lejos de mi patria le escuch茅 a Gardel cantar un tango deleznable, que jam谩s apreciar铆a – dijo el Inglesito de su cosecha- y sin embargo, al oirlo reviv铆 cierta calle de Palermo con una madreselva trepando una tapia, y de pronto llor茅. Por esa memoria dictada por la voz compadre de Gardel y acaso, porque lo popular es un secreto en los pueblos, ¿no le parece? - pregunt贸 el Inglesito y sigui贸 hurgando otras palabras que oyera de Wilson P.Sarnari en esa noche lejana: Carlos Gardel internado en un dep贸sito de viejos llamado geri谩trico, ensayando ante el espejo aquel peinado brilloso y su sonrisa luminosa pero ignorado por otros ancianos derruidos que tambi茅n se mean encima. Seg煤n Sarnari, el Zorzal Criollo tal vez sea otro cuerpo sin retorno tirado en alg煤n hogar de ancianos, tumba previa donde entona "tal vez una noche me encane la muerte, y chau Buenos Aires no te vuelvo a ver", hasta que un enfermero lo acalla de un sopapo.
- Adem谩s, luego de esa afirmaci贸n tan contundente, - sugiri贸 otra sonrisa Borges el payador – el uruguayo Sarnari desliz贸 un nuevo enigma. "Pobre Carlitos, confundirlo con un buf贸n de discoteca"...
Y al concluir Jorge Luis el Inglesito, antes o despu茅s de morirse en Ginebra hamac谩ndose en el asta de su guitarra o en su bast贸n, vaya uno a saber, un reci茅nvenido al despacho de bebidas nos trunc贸 el relato.
- No crean m谩s zonceras, se帽ores - impuso con voz chillona el comedido- lo cierto fue que el 24 de junio de 1935 al insuperable chansonnier Carlitos Gardel no consiguieron subirlo al aeroplano. ¿A 茅l sentarlo en un cacharro que ni levantar铆a vuelo? Vamos, que no era ning煤n gil el Morocho.
- Pero qu茅 triste ser铆a un Gardel sin poes铆a, sin esa eternidad - culmin贸 tr茅mulo el payador que se luciera por milonga en un bodeg贸n de Turdera, en el d铆a que a usted mejor le convenga.
Un tal Borges, el amigo de Juli谩n
Ni bien en la reuni贸n entraron a opinar sobre la poes铆a significante y dem谩s brujer铆as, sin aflojar su bast贸n el anciano Borges pidi贸 tomar un poco de aire.
- Un d铆a la gente caminar谩 hacia el sur - dijo mirando el cielo.
- Y se orientar谩n siguiendo a Las Tres Mar铆as, seg煤n antiguos navegantes – lo secund贸 Juli谩n al tomarlo del brazo.
- O cumpliendo alguna voluntad de Dios; otra incierta constelaci贸n – insinu贸 el viejo una sonrisa y prosigui贸.
- Camine despacio se帽or, sin llevarme a remolque. Apenas quiero estirar las piernas y dejar un rato la ingeniosidad de hablar sobre la muerte, el Papa y la fatalidad del tiempo. Eso ya me hincha, le aseguro.
- Le creo – le contest贸 Juli谩n y esquiv贸 a un perro acostado en la vereda-. ¿Le gustan los animales, Borges?
- No me desagradan. Una vez me regalaron un gato llamado Peppo, un nombre horrible; yo lo bautic茅 Beppo, como a un personaje de Byron, pero el gato ni se enter贸 y sigui贸 viviendo. Muri贸 hace poco, lo extra帽o.
Juli谩n sab铆a jugar de acompa帽ante y acept贸 escuchar la semejanza de Beppo con los tigres, esa otra recurrida alegor铆a del "m谩s grande escritor argentino", en tanto supon铆a que de haber nacido perro Borges ser铆a un abacanado cocker spaniel, propiedad de alguna veterana que lo cepillara sin dejarlo trompetear tachos de basura en la madrugada. Seguramente Borges ser铆a un afectado perro de living, un so帽ador sin necesidades – y sonri贸 Juli谩n por su idea tan ramplona.
- Fuera de los caballos que me atra铆an y jam谩s trat茅 de cerca, mi mundo casi no tuvo animales – insisti贸 el viejo. Beppo fue un gato m谩s ventajero que atorrante, se dejaba acariciar sin inquietarse, siempre dormido sobre el sill贸n. Cierta vez me fotografiaron con un perro que no era m铆o, y no s茅, siempre prefer铆 el enigma que suponen los gatos.
- S铆, hubo fotos en su casa que suger铆an eso. Las recuerdo.
- Yo tambi茅n, se帽or. Pero fue otra equivocaci贸n porque en verdad, yo lamento no haber sido un cuchillero de fama, y a veces tambi茅n no recordar la sensaci贸n de arrancar una anguila del barrial mierdoso que fuera el Maldonado, entre el griter铆o de los otros chicos. Hoy me gustar铆a mucho tener ese recuerdo, pero desech茅 eso al demorarme con la palabra escrita. A veces a desgano, le aseguro.
- Nadie imagina a usted en menesteres de potrero, Borges, y menos hundido en el barro del Maldonado para sacar una anguila.
- Es que siempre me rodearon seres equivocados; periodistas sonoros, aburridos intelectuales que ni sospechan quien soy. Yo no concibo el mundo sin esta ciudad que jam谩s pude abandonar del todo. Algunas veces pregunt茅 qu茅 divierte hoy a la gente de aqu铆 y me respondieron cosas ajenas, tonter铆as. Nadie se anima a conversar conmigo como se acostumbra con cualquier porte帽o sobrador y canchero, que tanto pretend铆 ser. Por eso espero que un d铆a la gente caminar谩 hacia el sur.
Sin llevarlo a remolque, Juli谩n sosten铆a el caminar del viejo "socio de nadie", criado tras una cancela colonial, ciego, piel transparente, inflexi贸n inglesa al silabear "Borges quiere decir burgu茅s", y por siempre, patr贸n de milongas y cuchilleros imaginarios.
- Una noche de invierno vine con unos amigos a este barrio de Barracas, a ver si reloje谩bamos alg煤n guapo de esos que inventara la literatura. ¿Usted no cree que al fin todo es una invenci贸n literaria? Vea, en esa ocasi贸n hac铆a un fr铆o tremendo y anduvimos con Mastronardi y otro m谩s, Bern谩rdez, bordeando el Riachuelo sin encontrar abierto ni un solo bodeg贸n de esos que mencionan los tangos. Rituales almacenes concurridos por gente de re铆rse fuerte y no tomarse muy en serio; esa manera de ser inteligente.
Juli谩n conoc铆a esa an茅cdota y aprovech贸 a darle su versi贸n.
- Si no lo aburro, quiero recordarle de un almac茅n de bebidas y dos payadores de contrapunto. Los dos cantores se provocaban con la mirada. Uno era El Inglesito" pero ten铆a su rostro, Borges. El hombre luc铆a una seda oscura al cuello y zapatillas de carrero a rayas celestes, mostrando sus guarangos empeines y hamac谩ndose en el m谩stil de la guitarra; o del bast贸n, vaya usted a saber. Y anduvo desafiando "vine al sur porque estoy buscando un hombre de coraje y dicen que por ac谩 sabe haber". El otro cantor, de flor montada en la oreja, afinaba desprolijo las seis cuerdas y apenas le dijo "no busqu茅s ro帽a, Inglesito prepotente, que te vas a arrepentir".
- Eso me gusta, se帽or. Lo escuch茅 alguna vez y suena lindo, vea usted – dijo Borges y se afirm贸 mejor al brazo de Juli谩n.
- Entonces prosigo. El gallego que atend铆a el boliche desancl贸 una faca de alg煤n rinc贸n y dando un cojonudo planazo en la mugrienta tabla de cortar fiambre, puso fin al contrapunto.
- S铆, de madrugada por aqu铆 pasan al puerto unos estibadores muy guapos, hombres de aguante al infortunio; y ustedes dos no anden buscando pleito que los matones no son de aqu铆 – los prepote贸 el bolichero
- Esa historia la escuch茅 otras veces y no me disgusta. Quiz谩 porque ah铆 yo, Borges, soy ese payador que disfrutaba provocando en los bodegones, el emborracharse con ginebra y hablar de hembras como cualquier mortal. Y mejor hubiera disfrutado en cuerpo propio esas imaginaciones. ¿ A usted no le parece?
-¿Quiere que volvamos, Borges?
- S铆, aunque la entrevista con esa gente seguir谩 insabora. Usted sabe, no se detendr谩n hasta preguntar porqu茅 decid铆 morime en Suiza y privarlos de mi velorio. Pero igual entremos, que este fr铆o me jode mucho.
Viejo sobrador
"El que dice burgu茅s pronuncia Borges",
tartamude贸 el chicato, despacioso,
junando al cielo con cara de pirado,
canchero en su papel de hacerse el oso.
Los giles daban todo por ficharlo:
Poderlo franelear, enchabonados
a escracharse con 茅l. El cholulaje
la juega de arrastr贸n en cualquier lado...
Pero el Yoryi fue un seso de primera.
Un pensante entrenao de ponga y meta.
Un marote a bast贸n yirando el mundo.
Que a veces se zarp贸, como cualquiera,
y nos dio embole con su manganeta
de tipo sobrador, turro y profundo.
TV textual
-¿Y c贸mo se llamaba aquel viejo de bast贸n que invitamos al programa y era ciego pero igual hablaba y escrib铆a? ¿Jos茅 Luis qu茅, era el tipo?
(Del libro "Los que conocieron a Borges nos cuentan" Editorial Tres Haches, febrero del 2000).
- ¿En qu茅 posici贸n ubica usted, Eduardo P茅rsico, la vida y la obra de Borges en la literatura nacional?
- Como una costumbre t铆picamente argentina, nosotros durante mucho tiempo ignoramos a Borges. Nos tuvieron que insistir con 茅l desde Europa para que aqu铆 lo empezaran a reconocer. Se le atribuye a Roger Caillois ser el descubridor de Borges, y algo parecido nos sucedi贸 con Carlos Gardel, considerado por mucho tiempo como un simple cantor popular pero al fin result贸 una personalidad cultural de los argentinos. Si debiera nombrar a dos valores fundamentales, - con nuestras contradicciones propias- dir铆a que Jorge Luis Borges y Carlos Gardel son exponentes de nuestra comarca. No inventados en el exterior pero s铆 descubiertos desde all铆, igual que sucediera con otros meritorios, Julio Cort谩zar y Astor Piazzolla. Es como si necesit谩ramos la aprobaci贸n externa para darle valor a lo propio porque asimilamos mejor cualquier imagen de afuera; pero al margen de toda genuflexi贸n cultural, Gardel y Borges valen por ellos mismos sin ninguna pol茅mica provinciana .
- ¿Qu茅 condici贸n literaria le atrajo m谩s de Borges?
- Bien, lo m谩s interesante que yo encontr茅 en Borges desde el punto de vista literario, es que 茅l escrib铆a como si estuviese escribiendo. Siento que lo har铆a como un juego de ida y vuelta usando permanentemente la complicidad del lector. Ninguna complicidad f谩cil sino una complicidad l煤dica, vinculada al juego que inventara al punto de hacerse bromas a 茅l mismo y a los dem谩s. De Leopoldo Lugones, un referente literario obligado entre nosotros, 茅l lo defini贸 como " un hombre que se tomaba demasiado en serio".
- ¿A qu茅 atribuye usted las fantas铆as borgeanas?
- Yo creo que la veta fant谩stica de Borges no le vino desde la literatura sino del propio pa铆s; Borges era un argentino indudable, y la inflexi贸n y el modo con que dec铆a las cosas, entiendo, lo hacen el escritor nacional por excelencia. Al leerlo en voz alta lo imagino, siempre, como a esos hombres que acercados al fog贸n en una cocina del campo, dec铆an "y vea don, yo le voy a contar, esto sucedi贸 cuando fuera la crecida grande del noventa."... Borges empezaba a relatar as铆 y en un pa铆s como la Argentina, poblado por lo europeo, que no tiene jungla y muestra una geograf铆a transparente; un pa铆s que casi no ha tenido literatura rural porque esa ha quedado reducida a tres o cuatro obras, lo "nacional" estar铆a m谩s en la manera de contarnos que por lo tem谩tico. Y ahora se me ocurre que por eso mismo, la literatura rural argentina no tiene lo misterioso ni lo enigm谩tico que podr铆a tener un pa铆s selv谩tico.
- ¿ Ten铆a alg煤n m茅todo para escribir?
Sin duda que Borges fue un cult铆simo escritor y ofrece detalles que literariamnte tienen su valor: Borges no tomaba distancia con el texto como buscamos los narradores para no estar involucrados. Borges no esquivaba la primera persona e incluso con ella daba su opini贸n, y esto se aprecia bien en " Hombre de la Esquina Rosada". Adem谩s., sus condiciones en el trato personal, - ojo, no m谩s de cuatro o cinco charlas entre 茅l y yo- me hicieron imaginar en 茅l m谩s que a un escritor a un "compadrito inconcluso". Lo pens茅 encarnado en un payador y me atrajo tanto eso que escrib铆 un cuento con esa idea: "Borges, el Inglesito, payador que supo contrapuntear por milonga en un boliche de Turdera". ( "Laberinto de Gardel y el Inglesito").
- ¿ C贸mo era personalmente?
- Bueno, si uno entraba en su confianza Borges era un porte帽o sobrador y canchero, y as铆 lo vi desde que lo conoc铆 por 1970. Una de sus condiciones m谩s salientes era no evitar, si se lo animaba, a contar alg煤n detalle ingenioso aunque no era un hombre que usara mucho la ingeniosidad; esa malversaci贸n del ingenio; sino que dosificaba su ingenio sin caer en la ramploner铆a sin gracia. Bromeaba de s铆 mismo y tambi茅n de otros escritores: de Federico Garc铆a Lorca sentenci贸 que era un " andaluz profesional", y eso dicho entre los redactores del diario "Cr铆tica" de Buenos Aires por 1940, era una "cargada" de cualquier porte帽o. Borges era un escritor que correg铆a incansablemente, una condici贸n a veces no muy estimada, y no s茅 si jod铆a con Alfonso Reyes, el mexicano, a quien sol铆a recomendar: "si uno quiere escribir bien en castellano debe leer a Alfonso Reyes". Adem谩s era un incansable corrector – "hay que publicar para no seguir corrigiendo"- que mostr贸 al suprimir la palabra "trinchante" en dos ocasiones muy precisas. Dec铆a que los mexicanos a ese sitio donde se guardan las copas y la vajilla costosa lo llaman "trinchero"; y esa palabra lo disgustaba. En "El Muerto" dice "hay un remoto trinchante con un espejo de luna empa帽ada" y en "El Aleph" repite "Beatriz Viterbo, frente al trinchante". Bueno, esto lo sac贸 y repuso varias veces, dijo, hasta que decidi贸 " Beatriz Viterbo de perfil en colores". Otro buen ejemplo ser铆a que "Hombre de la Esquina Rosada" conoci贸 dos versiones anteriores; una cierta cr贸nica policial que se publicara en el suplemento de "Cr铆tica" como " Hombres Pelearon", y m谩s tarde otra anterior al cuento definitivo.
- Hay muchos que quieren ver en Borges a un escritor puramente ingenioso, plet贸rico de argumentos perfectos.
- Es que Borges se divert铆a escribiendo, y la frescura de su literatura pasa por ah铆, y yo estim茅 a Borges un "porte帽o sobrador y canchero" al leer lo que escribiera junto a Adolfo Bioy Casares con el seud贸nimo H. Bustos Domecq, "Seis problemas para Don Isidro Parodi". En ese libro estupendo, escrito "en complicidad" durante 1942, insinuan una broma de tipo futbolero, seguramente urdida por Bioy, y al comentarle esto Borges fingi贸 una sorpresa prefabricada y se sonri贸. En el libro hacen decir a Honorio Bustos Domecq "durante la interveci贸n de Labruna, fue nombrado primero Inspector de Ensa帽anza y despu茅s Defensor de Pobres". Esto estaba escrito en el a帽o ’42 cuando el equipo de f煤tbol River Plate sali贸 campe贸n y ellos escrib铆an no s茅 si en Pardo o en al campo de Vicente Casares, escuchando la radio. Borges jam谩s fue futbolero pero lo mismo le pregunt茅 si el nombre Labruna lo recogieron de alg煤n locutor diciendo "brillante intervenci贸n de Labruna" y Borges sonri贸 por inclu铆r al goleador del campeonato, como un nombre m谩s... A 茅l le daban de costado esas cuestiones que 铆ntimamente negaba aunque entonces mantuvo su sonrisa sobradora "esa fue una ocurrencia de Adolfito". En otro de los cuentos de "Seis Problemas.." alguien habla de las figuras del zod铆aco y Don Isidro Parodi le propone que se las nombre al rev茅s . Y en vez de pronunciar "Toro" dec铆a "roto", por " carnero" dec铆a "ronecar". Entonces le dije a Borges que eso no era dar vuelta las palabras y 茅l me insinu贸 "no, es que 茅l las pronunciaba al vesre". Y all铆 yo empec茅 a tomarme m谩s confianza con Borges.
- ¿C贸mo lo conoci贸?
- Lo conoc铆 en 1971 o 1972; yo era responsable de una empresa metal煤rgica pero me hac铆a tiempo para colaborar con una revista literaria que se editaba en Lan煤s, "Ateneo", de la que aparecieron casi setenta n煤meros y los historiadores y ant贸logos nunca se enteraron. As铆 y por mis asuntos yo iba muy seguido a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, en la calle M茅xico y un d铆a quise entrevistar a Borges, que era el director. Era el fervor del retorno peronista de los setenta y en realidad, quien dirig铆a la biblioteca era Jos茅 Edmundo Clemente, que sali贸 antes que 茅l. Hab铆a tres delegados gremiales muy j贸venes; se me ocurre que uno se apellidaba Pariente; que enarbolaban las banderas de la "transforamci贸n profunda que deb铆a hacerse en el pa铆s" y otras apoyaturas como la "liberaci贸n Nacional" por ejemplo. Hab铆a tambi茅n dos empleados con quienes yo hablaba siempre, uno era Zolezzi y otro se帽or, Am贸n, y ellos fueron quienes me contaban lo que suced铆a. Al no estar Clemente los delegados pidieron una entrevista y esa vez los atendi贸 Borges; los muchachos le hicieron una serie de planteos del tipo "hagamos ya mismo la revoluci贸n" y cualquiera pensar铆a que Borges se escandaliz贸 pero terminada la reuni贸n le dijo a Zolezzi "hay que atenderlos a estos muchachos. Yo estoy de acuerdo con ellos en muchas cosas". Y el m谩s asombtrado fue el delegado joven porque 茅l como tantos, daba por cierto que Borges era un reaccionario sistem谩tico. Es cierto que Jorge Luis Borges cada tanto se mandaba alguna opini贸n grotescamente retr贸grada pero en toda su obra no sugiere nada contra el orillero, el gaucho, el negro o los laburantes comunes. Y los escritores se califican por lo que hayan escrito... El despacho de Borges de la calle M茅xico estaba en el primer piso y generalmente 茅l sub铆a por el ascensor. Enfrente hab铆a una dependencia de la prefectura mar铆tima, creo, y al lado una casa de inquilinato, un "convoy" t铆pico de esa zona, Montserrat, San Telmo. Y una vez, en verano, Borges manten铆a su ventana abierta y abajo alguien, en el zagu谩n del inquilinato, buscaba trabajosamente tocar una milonga en su guitarra. Entonces Zolezzi le pregunt贸 "¿quiere que cierre la ventana?" y el viejo Borges le dijo "no, que es linda la milonga. Ojal谩 que el hombre no la aprenda nunca as铆 la sigue tocando". Igual, Borges ten铆a una idea de la milonga taconera, digamos retrechera, muy propia a su edad, y no esa versi贸n nostalgiosa y tristona que asumi贸 la milonga m谩s tarde. Acaso porque respecto al tango 茅l ten铆a la l贸gica de los argentinos de Buenos Aires, ver gloriosamente su pasado, y se habla de 茅pocas de oro como negando las trasnformaciones instrumentales y de gustos que fueron ocurriendo. Aunque sab铆a bien qu茅 era el tango mantuvo cierta disputa con Piazzolla y una vez, en un reuni贸n en la que est谩bamos, hab铆a un se帽or a punto de amenizar con una guitarra cuando Borges se hab铆a cansado de opinar sobre todo, hasta del Papa diciendo que era "un funcionario de la iglesia" y una se帽ora se enoj贸 mucho. Entonces el de la guitarra empez贸 a entonar "Jacinto Chiclana" y le pregunt贸 a Borges si recordaba al autor de la m煤sica de esa milonga con sus versos, y el viejo le respondi贸 "no s茅, no me acuerdo, me parece que fue Guastavino". Para evitar nombrar a Piazzolla, que era el autor de la m煤sica. Ten铆a una visi贸n buc贸lica y congelada del tango de los a帽os veinte.
- Hay dos etapas en Borges, una criollista y otra m谩s ligada al cosmopolitismo?
- De verdad, aunque se burlara de ciertas exageraciones del criollismo, Borges jam谩s dej贸 de ser un criollista. Una vez, sabiiendo qu茅 me contestar铆a, le pregunt茅 si Macedonio Fern谩ndez tocaba la guitarra y 茅l me respondi贸 lo esperado: "yo creo que le gustaba afinarla y sacarse alguna fotos con ella, pero realmente nunca lo escuch茅 tocarla". Y a prop贸sito de Ricardo G眉iraldes dijo "s铆, G眉iraldes tocaba la guitarra, pero ¿sabe por qu茅? Porque cre铆a que de ese modo defend铆a el criollismo". Borges rechazaba la zamba bailada por "chinas" vestidas de celeste y blanco y esa parafernalia de la exaltaci贸n nacionalista, como hac铆a con la religi贸n. "Mi madre es cat贸lica como todas las se帽oras argentinas, ¿no?", y contaba que en una ocasi贸n su padre le pregunt贸 si quer铆a tomar la comuni贸n "aunque se tratara de una ceremonia absurda" y 茅l no quiso. "Mi hermana decidi贸 tomar la comuni贸n y es cat贸lica, yo decid铆 no tomarla y soy librepensador, todav铆a; aunque eso de ser librepensador tambi茅n parece algo anticuado". Para disfrutar una charla con Borges el interlocutor deb铆a domesticarse a los giros y contestaciones que sol铆a repetir. Se divert铆a en hacerlo y por ejemplo, de los marxistas pronunci贸 tantos agravios como del peronismo, que lo acusaron de todo, y con el favor del tiempo a Borges hay que juzgarlo como a Carlos Gardel, el otro gran referente, criticando sus obras que son inigualables. Por supuesto, Borges mereci贸 muchas veces ser juzgado por el "Borges oral", que era sin duda un provocador, aunque de cualquier manera yo lo siento y lo imagino como un porte帽o sobrador y canchero, acodado en el mostrador de un boliche de barrio, - de esos que conoc铆- con un pucho en la comisura de los labios que si alguien se lo quitara, descubrir铆a debajo una sonrisa burlona. Una sonrisa c贸mplice de "no me haga caso, estoy hablando en joda". La intelectualidad elegante de "La Naci贸n" ni el izquierdismo esquem谩tico supieron ver ese perfil de guitarrero de patio, - esos cantores que conociera mi padre- que vest铆an un corbat铆n y un saco oscuro. Mi retrato de Borges est谩 vinculado con esa imagen y no otra.
- ¿Usted no vincula esa fascinaci贸n con algo snob?
- Vea, 茅l mismo dec铆a que el compadrito era una invenci贸n literaria, y de esa atracci贸n verdadera surg铆a su provocaci贸n permanente. Le repito, a Borges le hubiera encantado ser un payador de boliche y haber tenido las andanzas aquellas de los verdaderos compadritos; y esto lo confesaba diciendo que se hab铆a criado detr谩s de una cancela colonial. Aunque en el fondo, en una doble vuelta, 茅l mismo se burlaba de todo eso. Una vez fue a pasear con Francisco Luis Bern谩rdez y Carlos Mastronardi por el barrio sur, la Boca, Barracas, buscando hallar alg煤n bodeg贸n abierto donde descubrieran esos hombres de coraje, compadritos o cuchilleros; y result贸 que esa noche no encontraron nada abierto y al preguntarle "¿y usted que recuper贸, Borges?", se sonr铆贸 a medias "y, nada. Que hac铆a un fr铆o tremendo y 茅ramos tres ilusos perdiendo el tiempo". Digamos que si en un lugar est谩 el Jorge Luis Borges que se r铆e de los mitos argentinos es en "Seis problemas para don Isidro Parodi", escrito en sociedad con Adolfo Bioy Casares. Y si Borges no hubiera pintado esos personajes, hubieran quedado en el olvido.
- ¿Lo trat贸 mucho antes de morir?
- Bueno, en la biblioteca de la calle M茅xico hablamos un par de veces en el breve tiempo que ya le dije, por el setenta, pero luego lo volv铆 a ver y tratar a mediados de 1983. Deb铆a ir a casa de una escritora amiga, Mar铆a Luisa Biolcati, y como yo lo acompa帽ar铆a en la charla lo fui a buscar a la calle Maip煤 donde viv铆a. Ah铆 lo atend铆a una se帽ora Fanny y fue el mismo d铆a que hab铆a operado a Beppo, su gato, que le regalara una familia "pero se llamaba Pepo. Imag铆nese, un nombre horrible. Entonces yo lo bautic茅 Beppo, como un personajes de Byron y el gato no se enter贸 y sigui贸 viviendo"; era la explicaci贸n que sol铆a repetir. Recuerdo verlo salir buscando anudarse la corbata de una habitaci贸n en penumbras y la se帽ora Fanny lo ayud贸. Deb铆amos ir a la calle Charcas, a una reuni贸n donde yo le har铆a las preguntas y le reiter茅 mi apellido. "Si claro, un apellido italiano, pero tambi茅n puede tener alg煤n origen sefarad铆. Persico puede provenir de Persia". Le dije que adem谩s era un fruto similar al damasco y 茅l quer铆a explicarme el suyo: "s铆, pero seguramente viene de Italia. En cambio el m铆o tiene ascendencia portuguesa. Borges quiere decir burgu茅s". Pocos saben la cantidad de progres que se indignaron por esa frase y ah铆 pens茅 "con este viejo me debo cuidar porque me est谩 cargando", Despu茅s me pregunt贸 sobre una palabra, "arcane", que hallar铆a en el Shorter, un diccionario, y cuando la encontr茅 dije "Arcane: mystic, secret", con una pronunciaci贸n propia de Remedios de Escalada. Ah铆 el viejo agreg贸 algo de lo m铆stico y lo secreto y "yo creo que tiene que ver con el tiempo, ¿no le parece?". Era lo que se dice un tipo con estilo, de esos que jerarquizan a su interlocutor al preguntarle y si uno es un gil engre铆do, perd铆a. Era un anciano condescendiente y a los dos o tres d铆as lo visit茅 por la tarde, le le铆 unos sonetos lunfardos que nombraban a Len铆n, Pirandello y alg煤n otro, que a 茅l le parecieron "de un reo que escribe para intelectuales". Una cr铆tica que luego me aviv茅 era una feroz cr铆tica borgeana.
- Usted menciona algo de la relaci贸n de Borges con la prensa.
- S铆, 茅l tuvo diferencias con algunos periodistas que igual a mucha gente, cre铆an que Borges s贸lo sab铆a de libros y record茅 el brulote de un periodista que quiso saber si conoc铆a al director t茅cnico de la selecci贸n de f煤tbol. El tipo insisti贸 cuando Borges le dijo que no lo conoc铆a hasta que el fin el viejo se disculp贸 "usted perdone mi ignorancia". Otro se hubiera suicidado ah铆 mismo pero aquel periodista como el gato Beppo, no se enter贸 y sigui贸 viviendo; y al preguntarle si de verdad no conoc铆a el nombre del t茅cnico me dijo "por supuesto que escuch茅 ese nombre, escucho la radio todas las ma帽anas". Porque Borges en el fondo era una "persona normal"... Cuando le pregunt茅 si Victoria Ocampo era una mujer hermosa hermosa, contest贸 "yo no s茅, la conoc铆 cuando ten铆a veinticinco a帽os". Y eso s铆, recuerdo bien hablar con 茅l sobre mujeres, de "minas", que el cholulismo supone que no ser铆a capaz, y por ah铆 arriesg贸 que la mujer madura era m谩s hermosa "porque la belleza de los veinte es casi mec谩nica, en cambio a una mujer de cuarenta detr谩s de los ojos se le intuye la mirada". La frase fue m谩s o menos as铆 y le dije si lo hab铆a ensayado la noche anterior y se sonri贸 "no, no, hace tiempo que la repito". Por eso le digo que era un porte帽o sobrador y canchero que buscaba la apoyatura en su interlocutor, que nunca pontificaba tal vez porque como cualquier porte帽o que se precie, ten铆a temor al rid铆culo.
- ¿Era tan radical y pol茅mista con sus ideas pol铆ticas?
- Era como le dije, un provocador a veces un tanto gratuitto, porque s铆. Del "M铆o Cid" dijo que era un cosa ilegible; del "Quijote" pod铆a hacer alguna broma liviana sobre algunos cap铆tulos del libro pero que sin el "Quijote" no podr铆amos entender la historia de Espa帽a. De Calder贸n de la Barca sosten铆a que era un invento de los alemanes, de Guy de Maupassant una vez sentenci贸 que no era ning煤n cuentista genial y que antes de morir hab铆a mejorado porque "muri贸 loco pero toda la vida hab铆a sido est煤pido". De estas conjeturas Borges llen贸 much铆simos tomos, como al decir que los espa帽oles hablaban muy mal el espa帽ol pero que lo respetaban "porque lo consideran un idioma extranjero". Lo mismo, considero a Borges el n煤mero uno de la cultura de los argentinos de este siglo, y que todav铆a no entendimos su perfiles nacionales ni su radicalidad. Creo que solamente podr铆amos comparar la grandiosidad de Jorge Luis Borges con Domingo Faustino Sarmiento, otro tit谩n fundador de nuestra literatura. Y vea usted, en un pa铆s tan contradictorio como es el nuestro, los personajes m谩s representativos de nuestra cultura no podr铆an dejar de ser contradictorios. Sarmiento, Borges, Facundo, Per贸n, por decir al voleo tres o cuatro; una vez Borges habl贸 a favor de Pinochet pero cuando se enter贸 bien de lo que era en Argentina el r茅gimen militar de Videla, Massera y aquella banda delincuencial, les hizo mucho da帽o con sus cr铆ticas. Principalmente las que se publicaron en Europa. En pleno Proceso de estos asesinos, de los militares argentinos dijo a "Le Monde" y toda la prensa francesa "cuando yo era chico quise ser militar, pero con el tiempo me fui haciendo m谩s cobarde y menos est煤pido". Ah铆 pint贸 a la Junta Militar, de quienes no quiso ser utilizado, y quede claro que 茅l lo hizo sin atribu铆rse - como Ernesto S谩bato- ser el referente moral y 茅tico de los argentinos. Pero mejor es volver a Borges: entendamos que en cualquier contexto, en Argentina siempre las l铆neas ideol贸gcias han sido muy tensas, irreconciliables, peronismo y antiperonismo, y esto hoy se tiende a olvidar, Con Borges uno pod铆a hablar de asuntos terrenales y cuando alguien le dijo que el proceso Militar en Argentina pudo ser una m谩s de las sangrientas internas del peronismo 茅l, Jorge Luis Borges agreg贸 "ese es un pensamiento muy coherente".
- ¿Cu谩nto debe la fama de Borges a los medios de comunicaci贸n?
- Supongo que Borges, como Gardel, en el contexto de la concentraci贸n actual de la comunicaci贸n, globalizaci贸n mediante, hubieran pasado desapercibidos. Quiz谩 Gardel no hubiera llegado a ser lo que fue si debiera pelear con los multimedios de hoy que mastican y devoran lo que sea. Igual, Borges nunca fue un escritor popular; ha sido un provocador, hay un buen Borges oral, pero nunca fue un escritor popular de los que se nombran en la calle. Bueno, ahora me preguntar铆a qui茅nes son esos... Pero hay cosas estupendas en la obra de Borges: su "Poema Conjetural" con relaci贸n a Francisco Narciso de Laprida asesinado el 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, es una pieza hist贸rica monumental. Ah铆, en ese poema, describe su latinoamericanismo y aunque nosotros lo podamos acusar de cualquir cosa, Borges era de aqu铆.
- ¿Qu茅 parte prefiere de la obra de Borges?
- Sus cuentos. "El Muerto" es sensacional no s贸lo por su remate. "Hombre de la Esquina Rosada", una pintura precisa de una 茅poca del arrabal de Buenos Aires, perfecta calidad borgeana en cada fragmento. Cuando en el personaje Francisco Real da un pechazo y atropella a los gritos la puerta del prost铆bulo, Borges, el relator, que est谩 de espaldas a la puerta, al verlo exclama "el hombre era parecido a la voz". Siete palabras no m谩s y deja un concepto definitivo del tipo, esa era la calidad de Borges cuentista armando frases perfectas y definitivas que mostraban su capacidad incansable para corregir. La suya era una generaci贸n que escrib铆a muy bien y muchos consideraron que Bioy Casares era superior, pero ambos se influenciaban. Bioy era un mundano y un "sportman", en tanto Borges era de biblioteca, escuch茅 alguna vez; se influenciaban.
- ¿Qu茅 se olvida generalmente de la obra de Borges?
- Ahora, se me ocurre su cuento "Juan Mura帽a". Ser铆a bueno que la gente lo releyera para entender el enfoque casi ensay铆stico sobre el compadrito. Tambi茅n se olvidaron los ambientados en el Uruguay; en "El Muerto" ubica la acci贸n en un pueblo llamado San Jos茅, creo, que es una pintura. Borges era un conocedor de las costumbres aunque fuera incapaz de escribir alguna mala palabra, por ah铆. En una reuni贸n le dije "vea, yo me voy porque esto me hincha las bolas" y el afirm贸 "tiene raz贸n, a m铆 tambi茅n", y nos fuimos. En otra oportunidad, en televisi贸n, le preguntaron si hab铆a conocido alg煤n guapo verdadero y dijo "s铆, en Montevideo"; result贸 que un hombre hab铆a faltado el respeto a la casa y el due帽o, que era un hombre de acci贸n pero muy respetuoso, fue al cuarto contiguo y volvi贸 con dos cuchillos. Le ofreci贸 a quien ofendiera su casa "usted elige". "¿Y qu茅 hizo el otro?", le pregunt贸 el conductor del programa. "Y, ¿qu茅 iba a hacer? Se achic贸". Borges dijo lo mismo que mi viejo, siempre taxista o colectivero. O al definir a su gato Beppo con una inflexi贸n bolichera, "un gato m谩s ventajero que atorrante". Antes que nada, era un hombre que respetaba la autenticidad de la gente y no soportaba a los cholulos; de ah铆 su rechazo a los periodistas. ¿Usted no es periodista, no?" "No. ¿Qu茅 tiene contra los periodistas?", y repiti贸 algo algo ya escuchado "Es gente muy sonora". Con la gente aut茅ntica era divertido de verdad y hasta de re铆rse al confiarle "¿usted Borges, no ser谩 un compadrito frustrado?", diciendo "creo que s铆".
Fueron esas charlas a mediados de 1983 y no daba para m谩s. 脣l ya era un anciano desvalido en el exilio de la ceguera, rodeado por personas que a veces lo cre铆an alguien de la televisi贸n; y deb铆amos respetarnos. Muri贸 en el ’86. En definitiva, conocimos a mucha gente infatuada de importante; deportistas, faranduleros, pol铆ticos y tilingos varios, pero si frecuentamos su obra literaria, - la identificaci贸n real de un escritor- Jorge Luis Borges fue importante de verdad. Y esa es la diferencia.
(Del libro "Los que concieron a Borges nos cuentan". Editorial Tres Haches, febrero del 2000)
Laberinto de Gardel y el Inglesito
Y fue por ah铆 cuando el Inglesito, que descollara por milonga en el despacho de bebidas de do帽a Rosa, all谩 por Turdera, empez贸 a desovillar sobre Gardel y lo acontecido con su extra帽a muerte. Hoy confieso que no entend铆a as铆 nom谩s su manera de unir las palabras y al comprenderlas, ya el hombre andaba respirando en otra frase. Porque al Jorge Luis, el Inglesito, que fuera tambi茅n imbatible payador del boliche de los Iberra, era un gusto verlo apoyar sus manos sobre el m谩stil de la guitarra hablando de Carlos Gardel, el Zorzal Criollo. Y como los poetas siempre agregan imaginaci贸n hasta cuando saludan, no era f谩cil descifrar cada rengl贸n del Inglesito aunque recupere su voz trabajosa y la mirada opaca al o铆rlo hablar de esas utop铆as que adoran los pueblos.
- La historia verdadera requiere de la ficci贸n que la humanice; no hay estad铆stica que valga sin la neblina de la imaginaci贸n y el mito - pronunci贸 Jorge Luis el Inglesito en aquel bodeg贸n oloroso de aceitunas y vino moscato. Neblina de la imaginaci贸n y el mito - repiti贸 y mirando al techo reacomod贸 una mano sobre otra y hamacado en la guitarra asegur贸 que sin creerse las historias de Sancho y don Quijote la historia de Espa帽a no tendr铆a pies ni cabeza. Y por ah铆 sigui贸 ubicando cada palabra en su sitio, igual al personaje que contaba un cuento sin saber si lo recordaba o s贸lo recib铆a las voces para decirlo. No era f谩cil seguirle la idea, y yo porfi茅 no distraerme si pretend铆a conocer la muerte de Gardel y gustar la sal nutricia de lo verdadero, seg煤n ameniz贸 el Inglesito convencido que ning煤n p谩rrafo de la tragedia gardeliana de junio del '35 ten铆a parentesco con la verdad.
- La cr贸nica dice que Carlos Gardel, el artista m谩s respetado en Am茅rica del Sur, muri贸 quemado en un accidente de aviaci贸n en Colombia, pero eso apenas guarda cercan铆a con lo cierto y seg煤n el historiador uruguayo Wilson P.Sarnari, tambi茅n esa fantas铆a debiera desecharse – tartamude贸 casi inaudible.
Era lindo ver al payador que llegara de contrapuntear del Camino de las Tropas, relatar con la simpleza de quien aprecia lo extraordinario y en los resuellos de silencio, irse a divagar por alg煤n t煤nel de recordaci贸n. Me gusta este relato y confieso que aquel imprevisto de Gardel y Jorge Luis Borges, el Inglesito, me aconteci贸 en horas de una realidad secundaria, impenetrable, aunque igual reconocer铆a los rostros de aquellos parroquianos esquivos en mirar de frente al payador que al irse a morir a Suiza, les debiera los rituales del avieso velorio y alg煤n llanto televisivo. De aquella gente nadie perdonaba al p谩lido Inglesito que apoyaba su ment贸n en la guitarra, que al haberse muerto tan lejos les sustrajera alguna foto del jadeo final, trofeo a mostrar sonrientes en el despliegue f煤nebre. Por eso hoy presiento haber vivido all铆 un tiempo prestado y sin relojes, de otra instancia, donde me anotici茅 que el Wilson P.Sarnari, del cual el Inglesito atesoraba una larga conversaci贸n en Montevideo, le refiri贸 datos que ning煤n investigador del "Pasi贸n y Muerte de Carlos Gardel" conoc铆a. A saber: las horas previas del Zorzal Criollo antes de abordar su vuelo final en Medell铆n, si lo hiciera, y el nombre de la enigm谩tica mujer que se le acerc贸 por un aut贸grafo y luego desapareciera para siempre sin que jam谩s fuera reconocida, y otras conjeturas que Wilson P.Sarnari le hiciera esa vez. Porque hubo muchas invenciones que el payador Jorge Luis el Inglesito despreciar铆a esa noche, aunque sin quitarle todo el prestigio de misterio a lo propuesto por el otro.
- Tambi茅n se dijo que el accidente vino por aquel mozo Lepera, amigo del cantor y continuo abrevador de Amado Nervo, - desliz贸 el Inglesito su juicio literario- que por un enredo sentimental arremeti贸 a balazos con toda la concurrencia. Se murmur贸 tambi茅n que por mantener en alto el buen humor argentino al piloto lo ahorcaron con un lengue blanco al carretear el avi贸n, y m谩s frases de entrecasa porque la verdadera muerte de Gardel proseguir谩 su enigma. Aunque si el portador de un secreto subestima los recuerdos, igual se confesar谩; toda verdad clandestina resulta insoportable – pareci贸 cansino el Inglesito al reiterar que esas ideas se las habr铆a confiado en Montevideo el historiador Wilson P.Sarnari, quien luego de escuchar las milongas del Inglesito que con el tiempo ser铆an leyenda, empez贸 a darle relaci贸n de la "Verdadera Muerte de Gardel" y otros asuntos. Como que antes del accidente, el Idolo de la Canci贸n estuvo acompa帽ado solamente por 茅l; Sarnari y Gardel s贸lo a s贸lo, hablando del entorno que rodea al hombre desbordado por el adular ajeno, esa difusa y desp贸tica imposici贸n del absurdo. Adem谩s nos relat贸 el Inglesito que 茅l supo aguantarse a pie firme los parlamentos del historiador uruguayo al memorar la tristeza de un Gardel desolado, marioneta de magia fugaz y perdido su gardeleo en turbios callejones.
- Carlos Gardel, artista virtuoso devenido en partiquino lugare帽o y malversado por nietos con sonrisa de rocanrol y extra帽os a la palabra tango. Porque Gardel supo retirarse a tiempo, no era ning煤n botarate y ten铆a tan anticipada su memoria que alcanz贸 a confiarle a Wilson P.Sarnari su temor por los tiempos venideros y d贸nde resonar铆an los ecos de su voz luego que 茅l debiera quemarse en Medell铆n. "Vea Sarnari, alg煤n d铆a har谩n de m铆 un mu帽eco publicitario. ¡Qu茅 verg眉enza!" – le habr铆a dicho el morocho del Abasto, adem谩s de anticiparle a Sarnari el mal uso que de su inflexi贸n arrabalera har铆an los atorrantes que nunca faltan, de los titulares de prensa amarilla que informar铆an de sus apariciones en Quito y Bogot谩, con el rostro deforme por el incendio; o ircerdio; pero aclamado ni bien entonara la primera estrofa. Y habr铆a otras imaginer铆as: el tiempo que esper贸 Gardel en el aer贸dromo antes de reanudar su viaje, sus verdaderas hembras y la incierta tendencia de su entrepierna, el exacto lugar donde naciera y otras tantas err谩tiles haza帽as, con suicidios de millonaria y alg煤n hijo que casualmente cantar铆a como 茅l pero un poco diferente.
- Mucha tonter铆a fue glosada por los nocheros como si hablaran de virtudes propias – me dijo el historiador Sarnari y luego predijo el impiadoso final que a Gardel le fijar铆an los congeladores del arte. Gardel es paradigm谩tico, nadie cantar谩 como 茅l, repetir谩n los mediocres; y ah铆 lament贸 por decir paradigm谩tico, esa palabra que yo desechar铆a por olvidable, como el dictamen de Enrico Caruso, "Gardel ten铆a una l谩grima en la voz", que a madre le ser铆a una ambigua alabanza de italiano.
Jorge Luis el Inglesito afloj贸 las comisuras sin alcanzar la sonrisa y la sigui贸 con cuanto le contara el historiador uruguayo Wilson P.Sarnari, de un Carlos Gardel solitario que luego de ser confundido con otro pasajero de un avi贸n que jam谩s abordara, seguir铆a con su lustroso smoking, el chambergo inclinado y aquel mo帽ito a pintas, y hasta luciendo su perdonable atuendo de gaucho palaciego. Siempre Gardel, cantando y sonriendo como nadie, aunque ya empezaban a disponer de 茅l las multitudes vigorosas y los negociantes de un "Gardel, producto terminado". 脡l nada menos, El Gran Modernizador devenido en c贸mico accesorio de un tablado en la costanera, o chaplinesco de tercera recluido en un loquero y corrido a cascotazos por cualquier barra futbolera.
- Una noche lejos de mi patria le escuch茅 a Gardel cantar un tango deleznable, que jam谩s apreciar铆a – dijo el Inglesito de su cosecha- y sin embargo, al oirlo reviv铆 cierta calle de Palermo con una madreselva trepando una tapia, y de pronto llor茅. Por esa memoria dictada por la voz compadre de Gardel y acaso, porque lo popular es un secreto en los pueblos, ¿no le parece? - pregunt贸 el Inglesito y sigui贸 hurgando otras palabras que oyera de Wilson P.Sarnari en esa noche lejana: Carlos Gardel internado en un dep贸sito de viejos llamado geri谩trico, ensayando ante el espejo aquel peinado brilloso y su sonrisa luminosa pero ignorado por otros ancianos derruidos que tambi茅n se mean encima. Seg煤n Sarnari, el Zorzal Criollo tal vez sea otro cuerpo sin retorno tirado en alg煤n hogar de ancianos, tumba previa donde entona "tal vez una noche me encane la muerte, y chau Buenos Aires no te vuelvo a ver", hasta que un enfermero lo acalla de un sopapo.
- Adem谩s, luego de esa afirmaci贸n tan contundente, - sugiri贸 otra sonrisa Borges el payador – el uruguayo Sarnari desliz贸 un nuevo enigma. "Pobre Carlitos, confundirlo con un buf贸n de discoteca"...
Y al concluir Jorge Luis el Inglesito, antes o despu茅s de morirse en Ginebra hamac谩ndose en el asta de su guitarra o en su bast贸n, vaya uno a saber, un reci茅nvenido al despacho de bebidas nos trunc贸 el relato.
- No crean m谩s zonceras, se帽ores - impuso con voz chillona el comedido- lo cierto fue que el 24 de junio de 1935 al insuperable chansonnier Carlitos Gardel no consiguieron subirlo al aeroplano. ¿A 茅l sentarlo en un cacharro que ni levantar铆a vuelo? Vamos, que no era ning煤n gil el Morocho.
- Pero qu茅 triste ser铆a un Gardel sin poes铆a, sin esa eternidad - culmin贸 tr茅mulo el payador que se luciera por milonga en un bodeg贸n de Turdera, en el d铆a que a usted mejor le convenga.
Un tal Borges, el amigo de Juli谩n
Ni bien en la reuni贸n entraron a opinar sobre la poes铆a significante y dem谩s brujer铆as, sin aflojar su bast贸n el anciano Borges pidi贸 tomar un poco de aire.
- Un d铆a la gente caminar谩 hacia el sur - dijo mirando el cielo.
- Y se orientar谩n siguiendo a Las Tres Mar铆as, seg煤n antiguos navegantes – lo secund贸 Juli谩n al tomarlo del brazo.
- O cumpliendo alguna voluntad de Dios; otra incierta constelaci贸n – insinu贸 el viejo una sonrisa y prosigui贸.
- Camine despacio se帽or, sin llevarme a remolque. Apenas quiero estirar las piernas y dejar un rato la ingeniosidad de hablar sobre la muerte, el Papa y la fatalidad del tiempo. Eso ya me hincha, le aseguro.
- Le creo – le contest贸 Juli谩n y esquiv贸 a un perro acostado en la vereda-. ¿Le gustan los animales, Borges?
- No me desagradan. Una vez me regalaron un gato llamado Peppo, un nombre horrible; yo lo bautic茅 Beppo, como a un personaje de Byron, pero el gato ni se enter贸 y sigui贸 viviendo. Muri贸 hace poco, lo extra帽o.
Juli谩n sab铆a jugar de acompa帽ante y acept贸 escuchar la semejanza de Beppo con los tigres, esa otra recurrida alegor铆a del "m谩s grande escritor argentino", en tanto supon铆a que de haber nacido perro Borges ser铆a un abacanado cocker spaniel, propiedad de alguna veterana que lo cepillara sin dejarlo trompetear tachos de basura en la madrugada. Seguramente Borges ser铆a un afectado perro de living, un so帽ador sin necesidades – y sonri贸 Juli谩n por su idea tan ramplona.
- Fuera de los caballos que me atra铆an y jam谩s trat茅 de cerca, mi mundo casi no tuvo animales – insisti贸 el viejo. Beppo fue un gato m谩s ventajero que atorrante, se dejaba acariciar sin inquietarse, siempre dormido sobre el sill贸n. Cierta vez me fotografiaron con un perro que no era m铆o, y no s茅, siempre prefer铆 el enigma que suponen los gatos.
- S铆, hubo fotos en su casa que suger铆an eso. Las recuerdo.
- Yo tambi茅n, se帽or. Pero fue otra equivocaci贸n porque en verdad, yo lamento no haber sido un cuchillero de fama, y a veces tambi茅n no recordar la sensaci贸n de arrancar una anguila del barrial mierdoso que fuera el Maldonado, entre el griter铆o de los otros chicos. Hoy me gustar铆a mucho tener ese recuerdo, pero desech茅 eso al demorarme con la palabra escrita. A veces a desgano, le aseguro.
- Nadie imagina a usted en menesteres de potrero, Borges, y menos hundido en el barro del Maldonado para sacar una anguila.
- Es que siempre me rodearon seres equivocados; periodistas sonoros, aburridos intelectuales que ni sospechan quien soy. Yo no concibo el mundo sin esta ciudad que jam谩s pude abandonar del todo. Algunas veces pregunt茅 qu茅 divierte hoy a la gente de aqu铆 y me respondieron cosas ajenas, tonter铆as. Nadie se anima a conversar conmigo como se acostumbra con cualquier porte帽o sobrador y canchero, que tanto pretend铆 ser. Por eso espero que un d铆a la gente caminar谩 hacia el sur.
Sin llevarlo a remolque, Juli谩n sosten铆a el caminar del viejo "socio de nadie", criado tras una cancela colonial, ciego, piel transparente, inflexi贸n inglesa al silabear "Borges quiere decir burgu茅s", y por siempre, patr贸n de milongas y cuchilleros imaginarios.
- Una noche de invierno vine con unos amigos a este barrio de Barracas, a ver si reloje谩bamos alg煤n guapo de esos que inventara la literatura. ¿Usted no cree que al fin todo es una invenci贸n literaria? Vea, en esa ocasi贸n hac铆a un fr铆o tremendo y anduvimos con Mastronardi y otro m谩s, Bern谩rdez, bordeando el Riachuelo sin encontrar abierto ni un solo bodeg贸n de esos que mencionan los tangos. Rituales almacenes concurridos por gente de re铆rse fuerte y no tomarse muy en serio; esa manera de ser inteligente.
Juli谩n conoc铆a esa an茅cdota y aprovech贸 a darle su versi贸n.
- Si no lo aburro, quiero recordarle de un almac茅n de bebidas y dos payadores de contrapunto. Los dos cantores se provocaban con la mirada. Uno era El Inglesito" pero ten铆a su rostro, Borges. El hombre luc铆a una seda oscura al cuello y zapatillas de carrero a rayas celestes, mostrando sus guarangos empeines y hamac谩ndose en el m谩stil de la guitarra; o del bast贸n, vaya usted a saber. Y anduvo desafiando "vine al sur porque estoy buscando un hombre de coraje y dicen que por ac谩 sabe haber". El otro cantor, de flor montada en la oreja, afinaba desprolijo las seis cuerdas y apenas le dijo "no busqu茅s ro帽a, Inglesito prepotente, que te vas a arrepentir".
- Eso me gusta, se帽or. Lo escuch茅 alguna vez y suena lindo, vea usted – dijo Borges y se afirm贸 mejor al brazo de Juli谩n.
- Entonces prosigo. El gallego que atend铆a el boliche desancl贸 una faca de alg煤n rinc贸n y dando un cojonudo planazo en la mugrienta tabla de cortar fiambre, puso fin al contrapunto.
- S铆, de madrugada por aqu铆 pasan al puerto unos estibadores muy guapos, hombres de aguante al infortunio; y ustedes dos no anden buscando pleito que los matones no son de aqu铆 – los prepote贸 el bolichero
- Esa historia la escuch茅 otras veces y no me disgusta. Quiz谩 porque ah铆 yo, Borges, soy ese payador que disfrutaba provocando en los bodegones, el emborracharse con ginebra y hablar de hembras como cualquier mortal. Y mejor hubiera disfrutado en cuerpo propio esas imaginaciones. ¿ A usted no le parece?
-¿Quiere que volvamos, Borges?
- S铆, aunque la entrevista con esa gente seguir谩 insabora. Usted sabe, no se detendr谩n hasta preguntar porqu茅 decid铆 morime en Suiza y privarlos de mi velorio. Pero igual entremos, que este fr铆o me jode mucho.
Viejo sobrador
"El que dice burgu茅s pronuncia Borges",
tartamude贸 el chicato, despacioso,
junando al cielo con cara de pirado,
canchero en su papel de hacerse el oso.
Los giles daban todo por ficharlo:
Poderlo franelear, enchabonados
a escracharse con 茅l. El cholulaje
la juega de arrastr贸n en cualquier lado...
Pero el Yoryi fue un seso de primera.
Un pensante entrenao de ponga y meta.
Un marote a bast贸n yirando el mundo.
Que a veces se zarp贸, como cualquiera,
y nos dio embole con su manganeta
de tipo sobrador, turro y profundo.
TV textual
-¿Y c贸mo se llamaba aquel viejo de bast贸n que invitamos al programa y era ciego pero igual hablaba y escrib铆a? ¿Jos茅 Luis qu茅, era el tipo?