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Estrasburgo condena al Estado español dos veces en dos semanas

Por Carlos Tena  

Parece que se ha colado un demócrata en el Tribunal de Derechos Humanos en Estrasburgo. No puede ser de otra forma, dado que en dos semanas el estado español ha recibido sendos varapalos, que afectan a la ansiada credibilidad democrática que defienden PP y PSOE, a sabiendas de que los derechos humanos son conculcados de manera constante, pertinaz e insostenible.

Entre las torturas, los malos tratos, las leves condenas a miembros de la Guardia Civil, a los Mossos catalanes, a Ertzainas vascos, Policías Nacionales, Municipales y otros uniformados, el régimen del Borbón no pasa por su mejor momento. Un personaje como Antonio Camacho, mano derecha de Rubalcaba, que negaba ante una televisión australiana que en España se cometieran todo tipo de malos tratos y vejaciones a cientos de detenidos, también queda una vez más en entredicho ante las sentencias que el Tribunal de Estrasburgo ha dictaminado en estas dos primeras semanas del mes de Marzo.

Efectivamente, hace unos días se condenó al estado a indemnizar con 23.000 euros a Aritz Beristain Ukar por no haber investigado los malos tratos denunciados por el demandante, tras su detención el 5 de septiembre de 2002 por actos de kale borroka (violencia callejera). La punta de un iceberg vergonzoso.

Según la sentencia, el estado español violó el artículo 3 (prohibición de la tortura) del Convenio Europeo de Derechos Humanos, desde el punto de vista procedimental, por “la ausencia de una investigación profunda y efectiva” de los malos tratos denunciados por Beristain, nacido en 1980 y residente en Hernani (Guipúzcoa).

El estado español violó la libertad de expresión de Arnaldo Otegui

Y la más reciente condena, llegó hace un par de días. El mismo Tribunal condena al estado español por vulnerar la libertad de expresión de Arnaldo Otegui, aún en prisión a pesar de los llamamientos firmados por cientos de personalidades de la política, la cultura y los sindicatos, para que se excarcele al líder abertzale, pieza clave en el proceso de paz del País Vasco.

Según la sentencia, cuando el parlamentario afirmó en 2003 que el Rey “era el Jefe de los torturadores“, lo expresó en su calidad de portavoz de un grupo político y en una cuestión de interés para el País Vasco, cual era el recibimiento que el lehendakari había deparado al Rey en una visita oficial a Euskadi, donde el monarca es una de las personas más impopulares y despreciadas por aquella sociedad, en su condición de heredero del régimen de Franco.

El Tribunal europeo admite que las expresiones de Otegi, en sí mismas, pueden ser consideradas como un lenguaje “provocador” y “hostil” hacia la institución de la monarquía, pero no exhortan al uso de la violencia; señala también la sentencia que ese lenguaje no es un “discurso de odio“.

Los medios oficialistas se han rasgado las vestiduras ante el dictamen del alto Tribunal que, desde hace años permanecía en silencio ante las torturas y violaciones constantes de los derechos humanos en España. Resulta curioso que en el lapso de quince días, Zapatero haya tenido que arramplar con dos sentencias de este calibre. Para todos ellos, la mancillada es España, no sus leyes, sus gobiernos.

Jean Paul Costa, presidente del Tribunal de Derechos Humanos

Por mi parte, señalar esta descarada manipulación periodística que viene dándose en todos los terrenos, cuando un gobierno, equipo de fútbol, o cantante de festival, son protagonistas de una noticia.

En el caso de las sentencias reseñadas, la prensa de siempre coloca la palabra España como una nación condenada, cuando lo cierto es que el sancionado es “el estado español”, “el gobierno español; en cuanto al equipo de fútbol nacional, los locutores y gacetilleros, con ocasión de haber obtenido el Mundial de Sudáfrica en 2009, llenaban las ondas y las portadas con la palabra España, en un patético ejercicio (ya secular) por respirar los aires de grandeza del que fuera imperio colonial. Nacionalismo del más torpe y barato.

De la misma forma, cuando un cantante acude a un festival como el de Eurovisión, se comete la tropelía de afirmar que “España está representada por…”, cuando la Unión Europea de Radiotelevisión (UER-EBU) precisa con toda claridad en los estatutos del certámen indicado: “Es un concurso donde los intérpretes representan a las televisiones, privadas o públicas, no a los estados, y menos a los gobiernos”. Que conste en acta.

El lenguaje periodístico también se violenta con el nacionalismo barato. Lo triste es que no exista un Tribunal para multar a los que vulneran, manipulan y alteran la realidad.




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