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La propuesta ecosocialista a la actual crisis global

Por Fernando de la Cuadra  

Los 煤ltimos acontecimientos que han conmovido al mundo demuestran fehacientemente un fen贸meno que viene siendo expuesto y discutido desde hace varias d茅cadas. El agotamiento de un modelo productivista y predatorio que amenaza cada vez con mayor intensidad las bases materiales de la vida sobre el planeta. El cambio clim谩tico es un hecho que a estas alturas no podemos negar. Aunque existe un acuerdo casi global entre el mundo cient铆fico sobre su inevitabilidad, a煤n subsiste bastante incertidumbre sobre las consecuencias efectivas que 茅ste puede acarrear. En Am茅rica Latina se estima que los mayores impactos de estos cambios se abatir谩n especialmente sobre la agricultura, la pesca y el acceso al agua potable. Tal situaci贸n hace a煤n m谩s evidente la segunda contradicci贸n del capitalismo, es decir, aquella que adem谩s de la contradicci贸n cl谩sica entre capital y fuerza de trabajo, plantea una preeminente contradicci贸n entre las fuerzas destructivas y predadoras del capital y la naturaleza.

La tem谩tica de los l铆mites ecol贸gicos al crecimiento econ贸mico y las interrelaciones entre desarrollo y ambiente fueron reintroducidas en el pensamiento occidental [1] en los a帽os sesenta y principio de los setenta por un grupo importante de te贸ricos, entre los cuales se pueden destacar Georgescu-Roegen, Kapp, Naess, Sachs y Schumacher. Por ejemplo, en un trabajo pionero de Ernst F. Schumacher “Lo peque帽o es hermoso” (Small is Beatiful) publicado en 1973, el economista germano-brit谩nico realiza una cr铆tica contundente al modelo productivista de las sociedades occidentales que nos llevar铆a al descalabro ambiental y de la vida misma, para intentar comprender como humanidad el problema en su totalidad y comenzar a ver las formas de desarrollar nuevos m茅todos de producci贸n y nuevas pautas de consumo en un estilo de vida dise帽ado para permanecer y ser sustentable. A pesar de las diferencias de enfoque y la posici贸n m谩s o menos militante de cada uno de estos pensadores, lo que asoma como un aspecto en com煤n a todos ellos es la cr铆tica vehemente al modelo de producci贸n y consumo inherente al desarrollo capitalista.

Dicho modelo, que ha generado un crecimiento exponencial de explotaci贸n de los recursos naturales y que estimula un consumismo desenfrenado, especialmente en los pa铆ses del hemisferio norte, es responsable tanto de provocar un agotamiento de los recursos como de producir toneladas de basura que contaminan diariamente las aguas, el aire y la tierra. [2] Cada a帽o se pierden 14,6 millones de hect谩reas de bosques y miles de especies, reduciendo y erosionando irreversiblemente la diversidad biol贸gica. Contin煤a la devastaci贸n de las selvas, con lo cual el mundo pierde anualmente cerca de 17 millones de hect谩reas, que equivalen a cuatro veces la extensi贸n de Suiza. Y como no hay 谩rboles que absorban los excedentes de CO2, el efecto invernadero y el recalentamiento se agravan. La capa de ozono, a pesar del Protocolo de Montreal, no se recuperar谩 hasta mediados del siglo XXI. El di贸xido de carbono presente en la atm贸sfera (370 partes por mill贸n) se ha incrementado en un 32% respecto del siglo XIX, alcanzando las mayores concentraciones de los 煤ltimos 20 millones de a帽os, y hoy a帽adimos anualmente a la atm贸sfera m谩s de 23.000 millones de toneladas de CO2, acelerando el cambio clim谩tico. Se prev茅 que las emisiones de di贸xido de carbono aumenten en un 75% entre 1997 y 2020. Cada a帽o emitimos cerca de 100 millones de toneladas de di贸xido de azufre, 70 millones de 贸xidos de nitr贸geno, 200 millones de mon贸xido de carbono y 60 millones de part铆culas en suspensi贸n, agravando los problemas causados por las lluvias 谩cidas, el ozono troposf茅rico y la contaminaci贸n atmosf茅rica local.

En definitiva, un conjunto de indicadores medioambientales estudiados en las 煤ltimas d茅cadas parecen revelar cada vez con mayor claridad que si la humanidad no cambia su estilo de desarrollo, en menos de un siglo colocaremos en serio riesgo la supervivencia del planeta y del g茅nero humano. Como nos recuerda M茅sz谩ros, a cada nueva fase de postergaci贸n forzada, las contradicciones del sistema del capital s贸lo se pueden agravar, acarreando consigo un peligro a煤n mayor para nuestra propia sobrevivencia.

Las sucesivas cat谩strofes ambientales y “clim谩ticas” que viene sufriendo el planeta desde Chernobyl y la reciente tragedia de la planta de Fukushima, permiten sustentar sin exageraci贸n que nos encontramos en un estadio avanzado de riesgo fabricado o de crisis estructural, no s贸lo del capital, sino de la sustentabilidad de la especie. El siglo XXI se ha iniciado con una impronta catastr贸fica, con un grado de desastres ecol贸gicos y naturales sin precedentes en la historia mundial.[3] Ante este panorama incierto y desolador han surgido diversas iniciativas (como la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Clim谩tico) que buscan construir alternativas al modelo productivista, predador y explotador actualmente imperante. El ecosocialismo contempor谩neo nace precisamente como una respuesta a esta dimensi贸n autodestructiva del capitalismo y se plantea como una alternativa racional y factible ante la crisis socioambiental y civilizatoria que enfrenta la humanidad.

Tal como expone el Manifiesto Ecosocialista redactado por Kovel e L枚wy, “la crisis ecol贸gica y la crisis de deterioro social est谩n profundamente entrelazadas y deber铆an ser visualizadas como diversas expresiones de las mismas fuerzas estructurales que conforman la din谩mica y expansi贸n del sistema capitalista mundial. Esta crisis tendr铆a su origen, primeramente, en el proceso de industrializaci贸n acelerado que supera la capacidad de la tierra para procesarlo, amortiguarlo y contenerlo, y, junto con ello, como parte del proceso de globalizaci贸n, con todas las consecuencias y efectos desintegradores en las sociedades donde se impone. (…) El sistema capitalista actual no puede regular la crisis que 茅l mismo ha puesto en marcha, ni mucho menos superarla. El sistema no puede solucionar la crisis ecol贸gica porque hacerlo requiere fijar l铆mites a la acumulaci贸n, lo cual es una opci贸n inaceptable para un sistema social sustentado sobre el imperativo de crecer o morir. En suma, el sistema capitalista mundial est谩 hist贸ricamente arruinado y en t茅rminos ecol贸gicos es profundamente insostenible; hay que cambiarlo o reemplazarlo, si se pretende que el futuro sea digno de vivirse.”

De esta manera, el ecosocialismo busca romper dr谩sticamente con las pr谩cticas destructivas y las formas predadoras que derivan de un modo de producci贸n y consumo altamente demandante de recursos naturales y humanos. La respuesta ecosocialista representa una ruptura tanto con el modelo expansionista del capital como con la perspectiva productivista del ‘socialismo real’. Para los ecosocialistas, ya sea la l贸gica del mercado y del lucro, as铆 como el productivismo burocr谩tico del marxismo economicista vulgar, son considerados modelos absolutamente incompatibles con la urgente e impostergable exigencia de preservaci贸n del medio ambiente.

Algunos detractores de esta corriente han se帽alado que la concepci贸n ecosocialista es una utop铆a, una mera fantas铆a, creacionismo literario sin base cient铆fica ni viabilidad para ser llevada a la pr谩ctica. Sin embargo, inclusive si hacemos una lectura r谩pida sobre el futuro del planeta, podremos arribar directamente a la conclusi贸n de que es apremiante repensar, en primer lugar, la actual matriz energ茅tica utilizada para hacer “funcionar” la tierra. La dependencia y el uso desmedido de los combustibles f贸siles no solamente poseen efectos desastrosos directos sobre los ecosistemas, sino que adem谩s provocan permanentes y sangrientos conflictos por el control de los recursos petrol铆feros. Entonces el ecosocialismo incorpora necesariamente una propuesta sobre otras fuentes de energ铆a limpia y renovable que altere radicalmente el mito y la relaci贸n de dominaci贸n/usufructo/destrucci贸n del hombre sobre la naturaleza.

Adem谩s, la utilizaci贸n de energ铆as alternativas (geot茅rmica, solar, e贸lica, etc.) debe ser acompa帽ada por un debate amplio respecto a la misma noci贸n de progreso/desarrollo basado preferentemente en el crecimiento econ贸mico.[4] La idea del decrecimiento puede tambi茅n ser considerada ilusa, una suerte de filosof铆a ingenua y retrograda, pero las recientes evidencias sobre la devastaci贸n del planeta pueden apuntar en otra direcci贸n: la alternativa por el decrecimiento y la discusi贸n sobre el poder y la desigual distribuci贸n del uso de los recursos naturales deber谩 ser con seguridad parte imprescindible de cualquier agenda que pretenda discutir el futuro de la humanidad. En ese sentido, el debate sobre el decrecimiento tambi茅n puede ser considerado parte de la construcci贸n de un proyecto ecologista y socialista, puesto que incluye en su cerne la concepci贸n de que es preciso avanzar hacia una modalidad diferente de funcionamiento de la sociedad, m谩s democr谩tica, igualitaria, participativa y que redefina dr谩sticamente el actual modelo de producci贸n y consumo, intentando alcanzar el bienestar de todos en el marco de un nuevo relacionamiento de la humanidad con la naturaleza.

De esta manera, tanto el socialismo ecol贸gico como la perspectiva del decrecimiento representan una reorganizaci贸n de la vida en muchos 谩mbitos, suponen renunciar al consumo artificial para emprender un consumo auto-limitado y adecuado a las necesidades reales de las personas, suponen pensar en el uso de energ铆as alternativas y limpias, suponen reducir la huella ecol贸gica a trav茅s de actividades en escala local y de relaciones m谩s equitativas entre los miembros de una comunidad.

En s铆ntesis, ecosocialismo, decrecimiento o Sumak Kawsay, buscan centralmente reflexionar sobre las estrategias que se vienen construyendo en funci贸n de revertir las consecuencias delet茅reas del actual patr贸n de producci贸n y consumo, para formular un cambio a nivel civilizatorio que permita aspirar a un “buen vivir” en un marco de respeto a los pueblos y la naturaleza.


*Fernando de la Cuadra - Soci贸logo chileno. Graduado en la Universidad de Chile. Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro. Consultor del Instituto Interamericano de Cooperaci贸n para la Agricultura, IICA. Miembro de la Red Universitaria de Investigadores sobre Am茅rica Latina (RUPAL).

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