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22 de abril, nada para festejar

Por Ricardo Mascheroni

41 a帽os han transcurrido desde 1970, fecha en que se institucionalizara el D铆a de la Tierra , cuya finalidad apuntaba a generar una relaci贸n m谩s arm贸nica, m谩s respetuosa y menos agresiva para con el entorno.

Muchos a帽os para la vida de un hombre, muy pocos para la de la Tierra.

Eran 茅pocas de utop铆as y luchas por un mundo mejor, en que se le dec铆a no a la guerra y las ideas libertarias florec铆an en el ocaso del hippismo.

El ecologismo o el ambientalismo, estaban en sus albores y eran actividades reservadas para unos pocos entendidos o iniciados.

No obstante cient铆ficos, catedr谩ticos, estudiantes y algunos sectores sociales minoritarios empezaban a intuir que algo no estaba funcionando del todo bien en esa relaci贸n controversial entre Sociedad-Naturaleza.

Ya se insinuaban algunos indicios preocupantes sobre los problemas que se avecinaban, por lo que el Club de Roma encarga un informe sobre la situaci贸n al Instituto de Tecnolog铆a de Massachusetts (MIT), que se plasmar铆a en el libro “Los L铆mites del crecimiento” de 1972 y que anticipaban tendencias negativas sobre el futuro inmediato y que habr铆an graves interrogantes sobre la viabilidad del crecimiento permanente, anunciando una crisis de proporciones.

El informe referido planteaba que de seguir la pol铆tica de acumulaci贸n de capital en pocas manos, el desequilibrio entre la tasa de natalidad en aumento y la de mortalidad en descenso, el consumo irracional de recursos y el despilfarro energ茅tico, el colapso total, ser铆a una hip贸tesis cierta y previsible, en un tiempo no tan lejano.

Muchos de esos pron贸sticos y anticipaciones, lamentablemente, hoy empiezan a tener confirmaci贸n, a la luz de los descalabros sociales y ambientales que en distintas regiones del mundo se est谩n produciendo, en la cual la desigualdad y el cambio clim谩tico aportan su cuota parte de agravamiento del problema.

Casi un tercio de la humanidad no tiene lo m铆nimo necesario para su subsistencia, el agua escasea o est谩 contaminada, los cat谩strofes ambientales y fen贸menos extremos se han hecho m谩s pronunciados y recurrentes, no obstante un sector minoritario de la raza humana, menos de un 20 % privilegiado, que tiene todos los botes salvavidas, sigue bailando en la cubierta del Titanic, despilfarrando recursos y el patrimonio com煤n, en una fiesta interminable, que terminaremos pagando todos.

Todas las exhortaciones y apelaciones a favor de un cambio racional de paradigma, que posibilite que sigamos siendo seres vivos, equivalen a predicar en el desierto o caen en o铆dos sordos y parecer铆a que la 煤nica aspiraci贸n “trascendente” de los grupos globalizados es el consumo ilimitado y bastante irracional por cierto.

Mientras tanto, disimulado por el maquillaje verde, con la complicidad de gran cantidad de ONGs. ambientalistas creadas por y para el mercado, las grandes empresas multinacionales que conducen este tsunami consumista, hablan de responsabilidad social empresaria, consumo verde, autos ecol贸gicos, biocombustibles, desarrollo sustentable, revoluci贸n verde, etc., mientras llenan sus faltriqueras a costa del futuro com煤n y las carencias de millones.

Dir铆a Eduardo Galeano “no todo es verde lo que se pinta de verde” y la consigna de hoy, que se multiplica y reproduce sin soluci贸n de continuidad en los medios de acci贸n psicol贸gica (prensa), parecer铆a ser: “a comprar que se acaba el mundo”.

Como agujeros negros devoradores de energ铆a y los ahorros de muchos, las catedrales del mercado (shopping) y sus hijos bastardos, los casinos, florecen como hongos despu茅s de la lluvia, para alegr铆a de chicos y grandes, ofreciendo, a los incautos que creen distenderse en esos lugares, hasta que les llega el resumen de cuentas de sus tarjetas de cr茅ditos, iluminaci贸n, aire y seguridad artificial, que terminan pagando con su libra de carne.

Los funcionarios municipales, por su parte celebran estos s铆ntomas de “crecimiento” y “desarrollo”, confundiendo gordura con hinchaz贸n, mientras la violencia y la miseria cotidiana, les estalla en la cara.

Aquellos que ten铆amos confianza ciega en que a trav茅s de la pr茅dica, educaci贸n, toma de conciencia y participaci贸n social se pod铆a revertir la tendencia suicida, que cada d铆a m谩s, nos pone al borde del abismo y m谩s cerca de una cat谩strofe de proyecciones impredecibles e imprevisibles, hoy no estamos tan seguro de ello.

Por desgracia el paradigma consumista y el modelo comunicacional de aturdimiento social globalizado, han calado hondo y es poco probable que en lo inmediato viren hacia una relaci贸n m谩s sana y arm贸nica con el ambiente.

La creencia en que la ciencia es infalible y que todo lo puede remediar, alimentan el sue帽o del crecimiento sin l铆mites, cuyas huellas casi imposibles de borrar est谩n aniquilando las esperanzas de millones que luchan por un mundo mejor, mientras los tiempos se acortan inexorablemente para la salvaguarda del Planeta.

El paradigma del transporte y por qu茅 no, del status social, su “Majestad el automotor”, cada a帽o mata m谩s de 1.300.000 personas y provoca m谩s de 50.000.000 de heridos y lesionados, sin contar otras afecciones producto de la contaminaci贸n, lo que ha superado con creces a la sumatoria de v铆ctimas de todos los conflictos b茅licos que a帽o a a帽o se desarrollan en el mundo, impulsados por los traficantes de la muerte para la apropiaci贸n de nuevos recursos.

A su paso, cual caballo de Atila, avanza la desertificaci贸n de los suelos, se degrada la calidad del agua, los bosques y selvas nativas se convierten en celulosa, cuando no son incendiadas intencionalmente o dan paso a formaciones forestales industriales o desaparecen literalmente bajo el peso de los monocultivos.

Toda estratagema es v谩lida para aumentar el bot铆n de la pirater铆a internacional, en sus correr铆as inveteradas contra la Tierra en su conjunto.

Esos sectores de poder han transformado al planeta en su Terra Nostrum, equipar谩ndose a los romanos en su principio del Mare Nostrum.

Millones de muertos, heridos, desplazados, exilados, enfermos, olvidados, silenciados y marginados, son mudos testigos que integran la n贸mina de los que no tienen cabida en la “Gran Comilona” del poder mundial.
Ellos sobran, son descartables, reciclables, est谩n de m谩s, no han alcanzado el m铆nimo indispensable para acceder a la categor铆a de consumidores y por tanto no son considerados ni tenidos en cuenta por los par谩metros de un mundo pragm谩tico, utilitarista y productivista.

Sin m谩s y esperando que este 22 de Abril piense en nuestra Pachamama, lo dejo hasta la pr贸xima aguafuertes.




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