Por Rafael Fernando Navarro
Aznar tiene una amante: la paz. Y va por el mundo evangelizando esta buena nueva. Habl贸 con ETA para acallar las pistolas con claveles. Pero el ej茅rcito de liberaci贸n vasco prefiri贸 las cachas negras a una lluvia de rosas. Niega ahora la existencia de aquellas negociaciones. Estoy seguro que lo hace para no cargar el peso del fracaso sobre las espaldas de la banda y facilitar as铆 las negociaciones de futuros presidentes. Por su amor a la paz prefiere asumir la propia historia y negar su participaci贸n en un di谩logo roto por el humo asesino de pistolas calientes.
Aznar tiene una amante: la paz. Ten铆a la profunda convicci贸n, casi evidencia, de que Irak ten铆a armas de destrucci贸n masiva. Pero contra la decisi贸n de Europa y del mundo, 茅l se opuso a una guerra que dura todav铆a y que engendra diariamente muertos y m谩s muertos. Le hizo ver a Buhs y Blair la necesidad de dialogar con Hussein porque la palabra es el seno caliente de la paz. El mundo de los poderosos desoy贸 su voz prof茅tica y la tierra estall贸 en muerte, sombras y sangre. Consecuente con su conciencia, se neg贸 a enviar tropas a esa guerra. No le dar铆a a Zapatero la oportunidad de retirar soldados de Irak porque 茅l se neg贸 a colaborar en la masacre. Lo ha dicho y de forma rotunda hace unos d铆as en televisi贸n.
Aznar tiene una amante: la paz. Espa帽a –lo sabe este adalid de la palabra- tiene que ponerse de acuerdo consigo misma. La guerra civil la parti贸 en dos y consigui贸 que el “espa帽olito que viene al mundo lo guarde Dios. Una de las dos Espa帽as ha de helarte el coraz贸n”
Espa帽a naci贸 poco antes del cuarenta (¿o en el setenta y cinco?) Los grandes historiadores como Jos茅 Mar铆a, Mayor Oreja y muchos otros cifran la fecha de nacimiento el uno de abril de mil novecientos treinta y nueve. En el d铆a de hoy, desarmado y vencido… Enterrado y bien enterrado… En mausoleos con fajines y gorras de plato, en cunetas, aplastados por el anonimato, como perros rabiosos. Por eso sabemos de la gloria de unos e ignoramos –la ignorancia es un valor en alza en nuestra derecha espa帽ola- d贸nde est谩n los que no tienen derecho a una cruz con un rosario de estrellas. A ciertos muertos les queda bien la muerte y nadie –ni siquiera los hijos o los nietos- tienen derecho a desamortajarlos.
Aznar tiene una amante: la paz. Paz de patriota que va por el mundo para que el mundo conozca el futuro fecundo que entre todos vamos construyendo. Entre Franco amortajado de llanto y el olvido olvidado de Adolfo Su谩rez est谩 el ayer en el que la paz echa ra铆ces. La transici贸n no es una asunci贸n amante del pasado. Es m谩s bien paletada de tierra sobre paletada de esti茅rcol para enterrar a ciertos muertos –no todos- sin cruz posible de resurrecci贸n. El ayer es un viernes, s贸lo viernes.
Aznar tiene una amante: la paz. Pero la paz “no se hace removiendo huesos” Lo ha dicho en Arag贸n, en Huesca concretamente, donde la Virgen del Pilar dice…
Mis muertos son un derecho, Sr. Aznar. Muchos no queremos renunciar a ese calor vivificante de la madre tierra que acoge gozosa nuestro pasado para convertirla en palmeras y oasis de la memoria.
Vd. tambi茅n tiene sus muertos, Sr. Aznar. El olvido forzado es un desencuentro del hombre consigo mismo.
Aznar tiene una amante: la paz. Y va por el mundo evangelizando esta buena nueva. Habl贸 con ETA para acallar las pistolas con claveles. Pero el ej茅rcito de liberaci贸n vasco prefiri贸 las cachas negras a una lluvia de rosas. Niega ahora la existencia de aquellas negociaciones. Estoy seguro que lo hace para no cargar el peso del fracaso sobre las espaldas de la banda y facilitar as铆 las negociaciones de futuros presidentes. Por su amor a la paz prefiere asumir la propia historia y negar su participaci贸n en un di谩logo roto por el humo asesino de pistolas calientes.
Aznar tiene una amante: la paz. Ten铆a la profunda convicci贸n, casi evidencia, de que Irak ten铆a armas de destrucci贸n masiva. Pero contra la decisi贸n de Europa y del mundo, 茅l se opuso a una guerra que dura todav铆a y que engendra diariamente muertos y m谩s muertos. Le hizo ver a Buhs y Blair la necesidad de dialogar con Hussein porque la palabra es el seno caliente de la paz. El mundo de los poderosos desoy贸 su voz prof茅tica y la tierra estall贸 en muerte, sombras y sangre. Consecuente con su conciencia, se neg贸 a enviar tropas a esa guerra. No le dar铆a a Zapatero la oportunidad de retirar soldados de Irak porque 茅l se neg贸 a colaborar en la masacre. Lo ha dicho y de forma rotunda hace unos d铆as en televisi贸n.
Aznar tiene una amante: la paz. Espa帽a –lo sabe este adalid de la palabra- tiene que ponerse de acuerdo consigo misma. La guerra civil la parti贸 en dos y consigui贸 que el “espa帽olito que viene al mundo lo guarde Dios. Una de las dos Espa帽as ha de helarte el coraz贸n”
Espa帽a naci贸 poco antes del cuarenta (¿o en el setenta y cinco?) Los grandes historiadores como Jos茅 Mar铆a, Mayor Oreja y muchos otros cifran la fecha de nacimiento el uno de abril de mil novecientos treinta y nueve. En el d铆a de hoy, desarmado y vencido… Enterrado y bien enterrado… En mausoleos con fajines y gorras de plato, en cunetas, aplastados por el anonimato, como perros rabiosos. Por eso sabemos de la gloria de unos e ignoramos –la ignorancia es un valor en alza en nuestra derecha espa帽ola- d贸nde est谩n los que no tienen derecho a una cruz con un rosario de estrellas. A ciertos muertos les queda bien la muerte y nadie –ni siquiera los hijos o los nietos- tienen derecho a desamortajarlos.
Aznar tiene una amante: la paz. Paz de patriota que va por el mundo para que el mundo conozca el futuro fecundo que entre todos vamos construyendo. Entre Franco amortajado de llanto y el olvido olvidado de Adolfo Su谩rez est谩 el ayer en el que la paz echa ra铆ces. La transici贸n no es una asunci贸n amante del pasado. Es m谩s bien paletada de tierra sobre paletada de esti茅rcol para enterrar a ciertos muertos –no todos- sin cruz posible de resurrecci贸n. El ayer es un viernes, s贸lo viernes.
Aznar tiene una amante: la paz. Pero la paz “no se hace removiendo huesos” Lo ha dicho en Arag贸n, en Huesca concretamente, donde la Virgen del Pilar dice…
Mis muertos son un derecho, Sr. Aznar. Muchos no queremos renunciar a ese calor vivificante de la madre tierra que acoge gozosa nuestro pasado para convertirla en palmeras y oasis de la memoria.
Vd. tambi茅n tiene sus muertos, Sr. Aznar. El olvido forzado es un desencuentro del hombre consigo mismo.