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Brave, black and beautiful: Nina Simone

Por Carlos tena



VALIENTE, NEGRA Y HERMOSÍSIMA: NINA SIMONE

Tan solo en una ocasión pude ver en directo a esta maravilla de la naturaleza que se llamó Nina Simone. Fue en Cannes, al sur de Francia, muy cerca de Carry Le Rouet, donde se había refugiado de la estupidez americana, su racismo e impostura habituales. Enero del 82.

La genial intérprete, la pianista que jugaba con las canciones con mimo y alegría, ya fuera de origen blanco, negro, inglés o francés, fue capaz de dar sentido a temas como My Way (Comme d’ habitude, de Claude François) o Let it be me (Je t’appartiens, de Gilbert Bécaud), que de tanto ser programados en otras versiones, se convirtieron en insoportables.

Yo, que soporté los discos de Elvis Presley de 1956 al 58, que no siento debilidad por Frank Sinatra, que solo me gustan algunas canciones de Jacques Brel (pero no precisamente la antes citada), me rindo ante toda la producción de Nina.

Cualquier tema que saltase de su garganta y cayera sobre sus manos, que paseaban como palomas por las teclas del piano, adquiría una dimensión tan insólita como vibrante. En aquella ocasión, Nina la emprendió contra aquellos que llevaban smoking, y sin levantarse del asiento, ante el Steinway de brillante madera de maple que tenía delante, invitó a quienes vestían de gala a abandonar la sala, lo que logró sin grandes esfuerzos. Tan solo quedamos cuarenta personas, la mayor parte ataviados con vaqueros, blusa, camisa y camisetas, a quienes nos dedicó un mini concierto de 45 minutos.




ARTE PURO Y COMPROMISO SOCIAL: NINA SIMONE

No podré decir que aquellos tres cuartos de hora me parecieron diez minutos, porque fue tanta la concentraciòn ante lo que significaba aquella oportunidad, que mentiría.

Sabiendo que la hora estaba marcada, quienes permanecimos en el local quedamos paralizados, excepto al final de cada tema, en que nuestra manos sí parecían tumbadoras o bongós a la hora de aplaudir, aunque ella nunca detuvo sus dedos, engarzando canción con canción, sonriendo ante las muestras de cariño, hasta que se levantó con cierta parsimonia, nos tiró un beso y desapareció tras las cortinas, dejando en el aire las notas de esta obra maestra, recuperada por la maldita publicidad de un anuncio de televisión.

Este My Baby Just Cares for Me tiene ya 80 años de edad, pero poco más de 60 desde que lo incluyó en su repertorio. Nina, luchadora por los derechos civiles, contra la guerra en Vietnam, radical hasta defender la lucha armada para liberar a la comunidad negra allá donde padeciera (le costó alguna bronca con Martin Luther King), se auto exilió a Europa a mediados de los años setenta, hasta que en 1992 decide permanecer en una pequeña localidad del sur de Francia, donde encontró la serenidad y paz que buscaba.

Todos los festivales de Jazz europeos han tenido el honor de contar con ella como invitada de excepción, pero no quiso regresar a EEUU. Cuando murió el 21 de abril de 2003, sus cenizas fueron esparcidas en cinco países del continente africano. Nelson Mandela fue el que aventó en Ciudad del Cabo el resto de la últimas que aún quedaban en la pequeña urna cineraria.




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